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Críticas de Chris Jiménez
Críticas 2.204
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
22 de mayo de 2024
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Si no conocemos hay que rechazar, y si se tercia destruir, porque para eso fue creada la raza humana al parecer. El visitante que recorrió millones de años luz lo comprueba en sus propias carnes: la primera respuesta que recibe de un terrícola es un disparo mortal.
No es extraño que nos precipitemos a nuestra destrucción...

Eso es exactamente lo que le pasa al ser imaginado por Hiram Gilmore Bates en “Farewell to the Master”, publicado en la mítica Astounding Science-fiction, y que no deja de ser una narración interesante a pesar de sus confusas intenciones; parece que este escritor que tachaba de mediocres a la mayoría de los cuentos sobre alienígenas de su época quiso dar un paso adelante y proponer ciertas ideas serias y reflexiones con respecto a qué son en realidad los invasores. ¿Son ellos los enemigos o nosotros? El pobre Klaatu sólo tiene la oportunidad de decir unas palabras antes de ser asesinado a tiros.
Si bien presentaba a los seres del Espacio exterior de un modo benévolo, esta historia se ampara en la curiosidad, el misterio y la ausencia total, quizás premeditada, de no querer dar ninguna explicación acerca de nada...pero bastó para interesar a Julian Blaustein y convertirse en la base de un importante proyecto levantado desde la Fox, aunque la adaptación de Edmund North sólo utilizara el 10% o menos de la fuente original. Mientras tanto Robert Wise, interesado siempre en la ciencia-ficción, tiene la virtud de engancharnos desde el primer minuto, como es habitual en él.

Y es que uno de los mayores aciertos es no presentar la trama desde de la perspectiva de un protagonista humano. En una secuencia inicial, espectacular para la época, todos los pueblos del Mundo son testigos de la llegada del platillo volante, una masa impersonal llevada por la sorpresa o el pánico ante lo desconocido; Bates situaba a un periodista, Sutherland, en el centro del relato y todo se narraba desde su punto de vista, algo muy típico, pero en la adaptación de North el protagonista es Klaatu. La razón es que no le interesa acabar con él a las primeras de cambio a pesar del disparo de un soldado.
La reacción es la misma en el cuento y en el film, pero el visitante no muere al instante y se le confiere una atractiva personalidad (gracias al carisma de Michael Rennie, al que Darryl Zanuck, gracias a Dios, eligió en lugar de Spencer Tracy), un propósito, un deseo de contactar de manera amistosa para lanzar un mensaje a todas las naciones (al principio un secreto pero se sabrá). Y esto derriba el concepto en el que la ciencia-ficción se lleva apoyando desde hacía tiempo, porque desde siempre si los alienígenas llegaban a nuestro planeta sólo era para destruirnos, someternos, etc., etc., y presentando físicos inquietantes y grotescos...

Pero con su aspecto tranquilo, afable y sobre todo corriente, Rennie da vida a uno que puede pasar desapercibido y ganarse la simpatía de cuantos le rodean, y también del espectador; en aquel 1.951 “El Enigma de Otro Mundo” mostraba una situación arquetípica donde los militares debían unirse para destruir a un monstruo que era de todo menos pacífico. Aquí la postura es la diametralmente opuesta. En realidad nada inédito, ya que unos meses antes de estrenarse “Ultimátum a La Tierra” fue “El Ser del Planeta X” la que dio un paso vital evidenciando la crueldad y desconfianza de los humanos cuando se trata de enfrentar lo desconocido.
Sin embargo la obra de Edgar Ulmer era demasiado pequeña. Wise termina, con su superproducción, de definir y establecer la idea de que no todos los alienígenas tienen que ser criaturas destructivas. Así se desarrolla la trama cuando la histeria general y el gran despliegue de medios han pasado: desde el drama y el suspense, lo que lleva también a cierta pérdida de ritmo y tensión; Klaatu, huido de los militares, se oculta en un motel bajo otro nombre (Carpenter, ¿metáfora cristiana planeando sobre esta historia en la que el personaje podría ser fácilmente comparado con Jesucristo?), cual fugitivo del cine “hitchcockiano”.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

No se implora acabar con las guerras, no se pide paz en La Tierra, se insta a hacerlo proponiendo un castigo aún más violento y destructor, porque como la violencia es el único lenguaje que entienden los humanos esta es ya la única forma de proceder, ni más ni menos. Una postura dudosa que invita a la reflexión: ¿hasta qué límites llegaremos enfrentándonos unos contra otros para finalmente ser todos exterminados?
Desgraciadamente también permanece la sensación del miedo a una amenaza exterior aún mayor; así que lo que simboliza el protagonista al principio, una raza extraterrestre pacifista, se pierde por completo. Por culpa de este sinsentido y otros errores considerar a “Ultimátum a La Tierra” de obra maestra es imposible, pero sí de punto y aparte en la ciencia-ficción con mensaje político.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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6
21 de mayo de 2024
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"El mundo astral contiene muchos planos, niveles y esferas que reciben a las almas que abandonan los cuerpos al morir...". En algún rincon de alguna realidad desconocida aguardaba el espíritu de Audrey, deseando vivir de nuevo. Por desgracia otra niña nació en el momento menos adecuado.

Tanto por su forma de narrar, clara y bien estructurada, como por su algo gélido estilo, Frank DeFelitta creó con "Audrey Rose" (o "El Cristal Ardiente" en las versiones en castellano) una curiosa pieza del género de suspense y terror psicológico de los años '70. El sorprender a su hijo pequeño tocando el piano o pintando de un modo realmente inusual para su edad, y tras revelar un médium la posibilidad de permanecer en él recuerdos de una vida anterior (a lo mejor el niño era superdotado y ya está...), empezó a imaginar una historia cuyo tema principal era la reencarnación, idea que expone en su libro con gran fascinación.
Y él escribiría la adaptación, que acabó llamando la atención de Robert Wise debido a su interés en los fenómenos sobrenaturales; de todos modos en aquellos finales de los '70, con la fuerte presencia que tuvieron otros personajes infantiles/adolescentes en el cine de terror (Damien y su "yo" demoníaco, Regan y sus exorcismos, Carrie y su furia telequinética), ¿habría sitio para Audrey Rose? Al menos el director logra absorbernos desde el primer minuto en esta historia, iniciada igual que "Al Final de la Escalera" unos años después: con el terrible accidente de coche que le cuesta la vida a Audrey y su madre...

La trama tiene dos partes, bien distintas, a su vez también la 1.ª, y este prólogo no se aleja mucho del de "El Exorcista", pero cambiando el hogar roto de Regan por una familia, los Templeton, muy unida; en su guión DeFelitta abandona un poco la descripción de las costumbres modernas a las que quieren adaptarse Bill y Janice y se centra en la atmósfera de misterio que nace de la aparición de un individuo inquietante siempre al acecho de Ivy, la hija de éstos. Es un tiempo que Wise dilata como se dilataba en las páginas, para que sintamos esa atmósfera de opresión constante sobre los protagonistas.
Y que dicho individuo, Hoover, se exponga ante ellos, no elimina la extraña sensación, reforzada por el horror que se le echa encima a Ivy en forma de violentas pesadillas, y mientras la jovencita Susan Swift se mete de maravilla en su sufrido personaje, Anthony Hopkins, con su manera de hablar, de moverse y sobre todo de mirar, consigue que creas en el suyo al instante, en este padre que perdió a su esposa e hija y que, por una serie de hechos sorprendentes, está convencido de que la última se ha reencarnado en Ivy. Al igual que la presencia de la niñera en "La Profecía", que pese a proteger a Damien suponía un peligro para su familia, Hoover será considerado una amenaza por los Templeton.

DeFelitta no sólo usa el pánico hacia un ser desconocido que pareciera desear romper la quietud de un hogar, sino hacia unas creencias (la reencarnación) que definitivamente rompen con las costumbres conservadoras. Pero si bien el padre es incapaz de creer en las palabras de Hoover, y ni siquiera se permite a sí mismo buscar otra explicación que la enfermedad mental ante los ataques de histeria de su hija, él al menos sabe defender sus convicciones; la madre, sin embargo, es un personaje aún más extraño que el propio Hoover. Resulta imposible comprender a Janice (cuya Marsha Mason se sentía disgustada por el modo en que estaba descrita) y sus cambios continuos de opinión, de la aceptación de la realidad a la rápida negación...
Pero tras tanta tensión acumulada alrededor de Ivy y de un repentino secuestro que está claro no iba a acabar bien, nos metemos de cabeza en un "thriller" judicial donde se pondrá en discusión la veracidad de la creencia en la reencarnación para determinar quién es el padre de la chica. Este desvío es el mismo que el del libro y tal vez el más raro e inadecuado que se le pudo ocurrir a DeFelitta, porque aparte de plantear nuevos caminos argumentales que no tienen ni pies ni cabeza en la película se evidencia incluso más cómo los personajes pierden su peso y carisma y la trama se desinfla poco a poco.

A las grandes elipsis usadas en el guión que entorpecen el desarrollo de ésta y una tensión que se ha diluido dejando paso sólo a un confuso tedio se suma lo equivocado de quitarle el protagonismo a Hoover y Bill y dárselo a la inútil de Janice y de precipitar la historia hacia terrenos que despojan a la atmósfera de su misterio y horror sobrenatural originales. Todo esto es una jugada terrible, desconcertante. William P. Blatty acertaba al demostrar cómo el inspector Kinderman, voz de la razón y el pensamiento lógico, resultaba poco menos que un absurdo estorbo contra las fuerzas del Mal que acorralaban a Regan.
DeFelitta se empeña en ir al extremo contrario, en querer anteponer la certeza al misterio y la razón a lo que debería permanecer inexplicable, y puede que el director aún tenga tiempo para sorprender con algunas secuencias poderosas como el incidente en el internado o esa sesión de hipnosis donde Swift termina ofreciendo una lección de interpretación magistral que nada tiene que envidiar a Linda Blair o Sissy Spacek, pero eso es lo único que son: secuencias aisladas que poco mejoran a un conjunto echado a perder desde hace tiempo y cuyo remate no será menos satisfactorio (¿en qué demonios se convierte el personaje de Hopkins?, ¿qué quiere demostrar realmente?).

Por todo esto se entiende el fracaso de taquilla de "Audrey Rose" y por qué la Historia la ha acabado enterrando en el olvido mientras otros títulos de similares estilos y propuestas siguen manteniéndose en tan buena forma como en el momento de su estreno...
Chris Jiménez
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7
20 de mayo de 2024
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La propaganda alemana les llamaron en broma "Las Ratas de Tobruk"...
sin embargo estas ratas soportaron una dura campaña de ocho meses para evitar que el puerto, vital para la llegada de suministros, cayera en manos enemigas.

El lugar, que vio con éxito la retirada del teniente general gracias a una combinación de divisiones australianas, indias, británicas y polacas, no resistió por desgracia ante una ofensiva lanzada algo más tarde por tropas reabastecidas y terminó rindiéndose en Junio de 1.942, aunque antes de esta amarga derrota para el curso de la campaña de África existió aquel pequeño instante de orgullo. No se puede decir que Richard Murphy supiese trasladarlo con demasiada fidelidad a las páginas de un guión que formaba parte de una estrategia con intenciones maliciosas: "El Zorro del Desierto" se convirtió en un curioso éxito donde se retrató a un enemigo de una manera humana y hasta favorable, inusual teniendo en cuenta que la producción era hollywoodiense.
Las malas críticas vertidas debido a esto, y la posibilidad de aprovechar el tirón comercial, dio pie a que 20th Century Fox organizara otra de nuevo protagonizada por Rommel pero centrándose en los aliados (pese a que no era la primera vez que se hablaba de la gesta de las divisiones de Tobruk en el cine...). La urgencia del accidentado rodaje, que vio varios retrasos, relevos de directores y de protagonistas, parece extrapolarse al mismo film; "Las Ratas del Desierto" cuenta con una gran baza: se desarrolla rápido, es concisa y va al grano, incluso (para incomodidad del público) un narrador omnisciente a modo de periodista o profesor narra los hechos históricos de fondo hasta el instante en que se nos sitúa en el escenario.

Un recurso tópico y torpe, que nadie pidió, y que se irá repitiendo de vez en cuando...de todos modos, si no se le tiene muy en cuenta, la acción puede ser disfrutada. Sorprende ver al gran James Mason de nuevo en la piel del teniente general, pero ahora desde una perspectiva más maniquea, simplemente cumpliendo su función como enviado de Hitler, un hombre arisco y ambicioso que quiere deshacerse de los aliados y tener la pequeña resistencia de Tobruk en sus manos...y que es tratado de mariscal de campo en lugar de teniente general. No será este el único error histórico que cometa el guión, ya que en una decisión un tanto extraña sitúa a un capitán británico al frente de las brigadas de Tobruk.
Éste, un joven Richard Burton cumpliendo su contrato con Fox, no quedó satisfecho con el papel. Tenemos que superar estas barreras de ataque a la veracidad: nunca hubo un MacRoberts en la batalla, y el personaje al que da vida Robert Douglas debería ser reconocido como Leslie J. Morshead, el general al mando en Tobruk, pero no sucede; aún más desconcertante es que la historia empiece en ese cuartel de cartón-piedra poniéndonos al corriente de unas estrategias para combatir a los alemanes que jamás existieron...pero aún más, si cabe, es que los únicos aliados que aparecen aquí son los soldados de la 9.ª división australiana, como si fuesen los únicos que lucharon contra Rommel.

Al menos siguen siendo australianos, no estadounidenses, sólo hubiera faltado eso. Robert Wise, tras la retirada de Samuel Fuller, se pone tras la cámara y filma con su particular brío, ritmo y una inclinación a la espectacularidad mientras el general alemán queda relegado a una figura implacable, los pobres soldados de Tobruk se llevan nuestra simpatía y la trama utiliza casi como pretexto la amistad del ficticio capitán británico y un soldado (Bartlett) que fue su antiguo maestro de escuela. Así que por encima del atractivo de Burton sobresale la humana interpretación de Robert Newton, convertido en un cobarde alcohólico que sólo desea ser útil en la dura batalla.
La relación entre los hombres y cómo sobreviven a cada ataque es importante aquí, a pesar de que nada libra al argumento de los clichés, pero si algo es esta película ante todo es una aventura bélica de primer orden y a la antigua usanza. A veces usando imágenes de archivo, Wise se dedica a ponernos contra la tierra del desierto californiano, que finge ser el africano, y hacernos tragar la arena, la metralla, la pólvora y hasta los casquillos; especialmente memorables son las secuencias de la primera batalla en mitad de una tormenta de arena y con los Panzer acorralando a los soldados en las trincheras.

Pero la 2.ª parte de la historia toma unos caminos un tanto confusos. Por un lado se propone la destrucción de un depósito de municiones, lo cual tampoco sucedió en la realidad; y esto, que podría haberse extendido hasta el final con intensos y largos cara a cara entre Rommel y MacRoberts y surgir una heroica operación de rescate, sólo ocupa un pequeño espacio en la película. Por otro la acción se precipita un poco descontrolada hacia el último tramo; ojalá el guión se hubiese tomado mucho más tiempo y de manera más sobria mostrando realmente la agonía de los soldados al tener que aguantar más meses de los que debían en un principio contra los alemanes.
Por último no se presenta una actitud derrotista ante el público; aunque Tobruk cayera, aquí, y mediante un colofón ridículo que parece sacado de una serie matinal familiar, prevalece el júbilo de los que resistieron hasta que los británicos hicieran su esperada aparición. "Las Ratas del Desierto" tiene bastantes cualidades en el lado de la aventura y la acción para agradar al fan del género...sus clichés, tropiezos argumentales y errores históricos la dejan por debajo de otros clásicos; de hecho en el momento de su estreno provocó incluso más críticas negativas que la de Hathaway.
Chris Jiménez
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5
19 de mayo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para quien no lo sepa Norio Nagayama fue un auténtico insecto. Su vida se basó en recorrer los estercoleros urbanos de Japón alimentándose de la basura de cada uno, siempre remontando el vuelo, siempre extendiendo su putrefacción.
Sin embargo, a mediados de Octubre de 1.968 y a punta de pistola, empezó a cobrarse vidas en el proceso; 30 años después sería ejecutado...

A los pocos segundos de empezar esta película inspirada en su vida, el protagonista patea sin ningún remordimiento a un pobre perro mientras otea a través de las verjas que rodean la base estadounidense de Yokosuka. Desde el principio queda bien claro que la empatía hacia el personaje es absolutamente imposible; estamos en 1.968, momento en que roba una pistola y cincuenta cartuchos, días antes de dar rienda suelta a su orgía de sangre. Kaneto Shindo, fascinado por este caso que hizo temblar a la sociedad japonesa de la época, decidió llevarlo a la gran pantalla, al tiempo que Masao Adachi realizaba un documental sobre el mismo.
También desde el principio se establece una norma que puede no resultar muy agradable para el espectador: el desarrollo no cronológico. No sólo eso, el veterano director experimenta con la forma, rompe la lógica de la historia, con idas y venidas en el tiempo, narración de diferentes personajes y el uso de grandes elipsis; Hisao Enoki lleva a cabo un montaje caótico y desordenado, acorde a la personalidad y la existencia del protagonista, que aquí pasa a llamarse Michio Yamada. El primer "flashback" importante nos lleva a su reclutamiento en una empresa de venta de fruta...

En ese instante se nos hace partícipes del ambiente urbano opresivo desde el punto de vista de una generación que se siente excluida del implacable crecimiento económico y de las reformas sociales, pero también es la primera señal de las licencias que se toma con respecto a la realidad. Aquí Michio, interpretado por el carismático Daijiro Harada, que debutó poco antes en la obra maestra de Yoshida "Eros+Massacre", es mostrado como un muchacho amable, con facilidad de palabra y relación, lo cual contrasta con su violenta presentación, un tanto falso ya que el verdadero Norio solía sufrir de paranoia y su carácter era volátil, distante y lacónico.
Por otro lado este retrato sociopolítico de Tokyo recuerda al espíritu contestatario de Oshima. Michio y sus compañeros dan tumbos mientras las protestas de trabajadores y contra el tratado Japón-EE.UU. aumentan y tensan al máximo la situación. La historia, que por unos segundos viaja inesperadamente al futuro, se congela con los gritos de una masa de periodistas que acosan sin piedad a la madre del chico, cuando ya ha sido detenido por los cargos de asesinato; y entonces, sin darnos un respiro, nos trasladamos hacia un lejano pasado, a menudo atravesado por saltos al presente.

No obstante este es un "flashback" muy largo y de pasajes tan incómodos, tan desagradables, que a más de uno harán apartar la vista de la pantalla. Un narrador omnisciente comienza por presentarnos a la madre de Michio, Take, desde su niñez hasta su unión matrimonial con un desgraciado llamado Hanjiro; las elipsis no permiten conocer realmente a estos personajes (jamás les vemos tener una sola conversación) y lo que recorremos son algunos instantes trágicos, involucrando a sus ocho hijos. Esto recuerda a los núcleos familiares hundidos en la miseria del cine de Shohei Imamura.
Shindo se apega a este estilo. La realidad nos la lanza a la cara de un modo crudo, áspero, cruel y sin opción a la esperanza o la redención; a un padre jugador y alcohólico se suma una madre que, en lugar de echarle de la casa, sucumbe a él para luego volver a quedar embarazada; la veracidad histórica vuelve a estar bajo la dramatización de un guión que sustituye a la irresponsable y fría madre de Norio por una mujer entregada y que incluso parece tener una justificación para abandonar a la mitad de la familia en las destartaladas chabolas de Abashiri; también cambia la cosa al estar ella encarnada por Nobuko Otowa.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Sólo permanece la violencia, la única salida a todo el abuso de la extremadamente corrupta, viciosa, psicótica sociedad. En resumen, si Michio consiguió de algún modo superar su traumática infancia la sociedad se ha encargado de volverle un asesino...pero al final, después de todas las trágicas y brutales situaciones que enfrenta sigue sin haber una justificación.
Shindo, que filma de manera arriesgada y experimental y eso es digno de elogio, igual que el esforzado elenco, no sabe expresar bien sus intenciones, ni describir a sus personajes, ni plantear ideas sólidas; todo es ambivalente hasta la confusión. Lo que no cuenta "Hadaka no 19-sai" es qué ocurrió tras el arresto, porque el proceso a Norio hasta su ejecución duraría muchos años; hoy en día se le considera en Japón una víctima y uno de los casos más injustos sobre la pena de muerte en la Historia del país; bueno, es una opinión...la mía no.
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Chris Jiménez
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8
18 de mayo de 2024
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Una joven sale cojeando de su casa el día de su boda, un pobre hombre muere devorado por la radiación mientras un viejo mendigo bebe tal vez su última botella de sake, tras lo cual escupe furioso "Maldita guerra...maldita bomba...que convierte a los humanos en gusanos...".

Historias reales de personas reales que sobrevivieron al día en que una luz blanca en el cielo precedió a una lluvia negra que se antojaba eterna: 6 de Agosto. El maestro y autor Arata Osada impartía clases en la Facultad de Ciencias y Literatura de Hiroshima, y al igual que sus vecinos no pudo imaginar que enfrentaría la muerte en forma de bomba atómica esa mañana; tras su larga recuperación, y mientras el país pasaba a estar en posesión de los norteamericanos, se volcaría en cuerpo y alma en dar voz a quienes lograron quedar en pie, especialmente a los niños.
Poco a poco él y sus alumnos reunieron más de cien anécdotas sobre la experiencia directa de la catástrofe y sus secuelas, que formarían parte de la recopilación "Genbaku no Ko", causando un gran impacto en medio Mundo ya que nada se había divulgado acerca de los efectos de la bomba debido a la censura de las fuerzas de ocupación. Los múltiples premios y la exitosa distribución internacional llevó al Sindicato de Maestros de Japón a preparar también una ambiciosa película; Kaneto Shindo, un audaz guionista nativo de Hiroshima y que hacía poco se independizó de los grandes estudios creando su propia productora, la Kindai Eiga Kyokai, era el más adecuado para el proyecto, o al menos eso creyeron...

Sin embargo no quedaron satisfechos con su guión, pues aun utilizando algunos relatos del libro consideraron que su tono demasiado melodramático echaba a perder todo sentimiento político y social, y que su estructura narrativa no era la correcta. Mientras ellos querían retratar el infierno sufrido tras la inmediata caída de la bomba, Shindo imagina otra forma de contar las cosas; Nobuko Otowa, en el papel de la maestra de escuela Takako, decide viajar a su Hiroshima natal, de la que partió hace años, y así el espectador adopta su punto de vista. La producción, que tras la retirada de la Daiei a causa del arriesgado contenido corre a cargo sólo de Kindai Eiga Kyokai, es desde luego un esfuerzo ambicioso.
Otowa pasea por las grandes calles de la ciudad, nos lleva a los suburbios, a los lugares aún en ruinas, incluso se introduce en el interior de la cúpula Genbaku. En una aproximación documental, o neorrealista, se nos muestra la ciudad y a sus gentes, tal como son, tan sólo siete años después; a partir de aquí la trama adopta un enfoque "periodístico", se podría decir, para desarrollarse de manera episódica: la protagonista, en su peregrinaje de redescubrimiento del lugar, irá encontrándose con familiares, amigos, viejos conocidos y alumnos. Cada uno con una historia que contar, un peso sobre sus espaldas, una tragedia que ocultar y un ser querido al que llorar.

Esto permite plantear una visión colectiva del desastre y las terribles cicatrices que ha dejado. A un lado niños huérfanos y viudas, al otro mujeres estériles o pobres sin hogar que mueren de radiación; empleando el director un estilo de fórmula del melodrama bastante simple entramos en la vida de todos ellos junto a Takako, compartimos la pena, el dolor y en especial la resignación. Esto es algo sorprendente: la hermana de un antiguo alumno suyo reacciona avergonzada, incluso molesta, al mencionar él su matrimonio, pero de un modo indiferente con respecto a su cojera, provocada cuando le cayeron los escombros de la casa.
Es el estoico espíritu japonés. La resignación al desastre, porque no hay otra cosa que se pueda hacer; y al mismo tiempo los ciudadanos obtienen de este sentimiento derrotista la fuerza necesaria para agacharse, apartar los escombros y las cenizas y reconstruir. No hay muchos personajes que se lamentan de su estado actual, simplemente aceptan las heridas, algunos recordando un pasado más feliz; los terrores que despertaron en muchos políticos cuando la película llegó a proyectarse en 1.953 en el Festival de Cannes fueron del todo innecesarios.

Y la razón es que Shindo se abstiene de comentarios sociales, políticos o de denuncia, él sólo se acerca al drama íntimo de los afectados; el viejo vagabundo medio ciego Iwakichi es el único que expresa su ira por su situación, pero nunca muestra un sentimiento anti-americano literal...únicamente contra la misma bomba, contra la guerra en términos generales, igual que la alumna moribunda ("La guerra es el peor de los males, es el Infierno"). Por otro lado la figura de la maestra sólo causa alegría en sus pupilos y allegados; debido a que la mayoría han quedado huérfanos ésta parece tomar el papel de madre protectora que ha regresado para consolarles...
Su viaje describe una interesante parábola que empieza en el hogar destartalado de su conocido Iwakichi, surgiendo un drama centrado en Taro, su nieto, del que ella desea hacerse cargo y ofrecerle un futuro lejos de las ruinas, la pobreza y la radiación. Derrotada tras la negativa egoísta del viejo de apartarle de su lado, no será hasta recorrer todos los hogares y observado de cerca la fatalidad de muchas familias que haga firme su decisión de "adoptar" al pequeño; aun constantemente silenciosa y expectante, se produce una evolución interior en la joven maestra a lo largo de la trama.

Como tantas otras veces, Shindo quiere que de algún modo la esperanza permanezca contra las calamidades y el horror; por otro lado "Genbaku no Ko" posee algunas de las secuencias más terribles (y poderosas) de su carrera y de la Historia del cine, y esas son las de la recreación de la destrucción de Hiroshima, al principio de la película...
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Chris Jiménez
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