Un mecánico, recién divorciado, libre de compromisos, utiliza una aplicación de citas. Pero lo que parecía una actividad inocente, un intento legítimo de desfogarse, tendrá consecuencias fatales.

Historia rocambolesca, retorcida, que nos recuerda aquello de que hay gente muy loca por el mundo. Aunque, por su estructura, la solución al misterio sea fácil de adivinar, el documental demuestra lo lejos que pueden llegar algunas personas para mantener una ficción. Unas mentiras conducen a otras mentiras, y se acaba por construir un relato que en apariencia carece de sentido. O no.

El caso permanecía en el limbo hasta que llegó a manos de unos investigadores competentes. Entre ellos se encontraba un informático, el héroe de este true crime, un hombre enfocado en su trabajo cuyas averiguaciones ayudaron a traer paz a la familia de la víctima y al resto de afectados. Un gran profesional.

La serie ha recuperado el nivel de las dos primeras temporadas. Hawley ha asimilado el cine de los Coen, que se hace palpable en personajes, situaciones y diálogos. Localiza la intriga en la era Trump, poblada de masculinidades tóxicas, hombres infantilizados, comportamientos groseros; un clima volátil, irrespirable. Juno Temple exhibe su valía haciendo de esa ama de casa perseguida por su pasado. Jon Hamm nunca se había lucido tanto desde "Mad Men"; da miedo. Y Jennifer Jason Leigh demuestra una vez más lo increíble actriz que es.

Fargo V coquetea con el terror, realiza un ejercicio de estilo, enfrenta continuamente la luz y la oscuridad. También nos acerca a la terrible realidad de las mujeres maltratadas. Hasta convierte a la figura habitual del pistolero solitario en un ser mitológico, triste, trágico, inmortal, necesitado de un poco de amor. Como todos.

Pertenece a ese tipo de películas ricas en ambigüedades, que rizan el rizo, hechas para ser pensadas y debatidas.

Una joven maestra, recién llegada, aún inocente, afronta cargada de buenas intenciones los problemas. Cada decisión que toma complica la situación; su buenismo enardece los ánimos; su falta de sentido común provoca nuevas dificultades. No resuelve conflictos; los crea. Enfada a profesores y alumnos por igual. Las aulas se rebelan contra ella.

La protagonista no duda en ningún momento de su criterio y sigue avanzando a toda costa, deslizándose por un pozo sin fondo. El desarrollo de la trama, aunque inverosímil, te mantiene intrigado. ¿Hasta dónde llegará?

Una apuesta arriesgada que pretende acercarnos a la compleja mente de un sujeto retraído, marginado, insatisfecho, torpe, atraído por el caos. La película indaga en las razones que propiciaron lo sucedido en Port Arthur. No es tanto lo que le sucede al protagonista, sino su interpretación de los hechos, lo que nos inquieta. La narración nos va envolviendo en una atmósfera asfixiante, hasta lograr que el final parezca una conclusión lógica a lo visto y oído.

Intentar entender es necesario. Ser conscientes de que aquellos a los que llamamos monstruos son personas. Conviene preguntarse por qué aquel individuo hizo lo que hizo, pues quizá sea la única manera de evitar que la historia se repita.

Caleb Landry Jones sostiene con su portentosa actuación un film edificado a partir de sutilezas. Sus extrañas reacciones ofrecen una pista del horror que se fragua dentro de su mente. También Judy Davis, encarnando a la madre, ofrece una lección de interpretación.

La Enterprise vuela alto en esta precuela de la serie original, con una tripulación adorable, episodios autoconclusivos que se atreven a abordar diferentes géneros (hasta el musical), viejos argumentos de la ciencia ficción puestos al día, reformulados con frescura.

Han recuperado el optimismo de los primeros tiempos, que no esquiva el drama cuando toca, pero que apuesta por una mirada esperanzadora, humanista, que aún confía en vencer todos los peligros, entenderse con los diferentes, resolver los problemas, que cree en el progreso.

Cada entrega te lleva a nuevos mundos, sorprendiendo con extrañas aventuras, consiguiendo involucrarte en las tribulaciones de los personajes. Atraviesas el espacio, la última frontera, con una sonrisa, preguntándote cuál será la siguiente misión.