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Críticas de pablo garcia del pino
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Críticas 47
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
17 de noviembre de 2007
26 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Edward Dmytryk nos dejó un buen recuerdo con su "Crossfire". Luego se diluyó entre cintas más o menos mediocres. El atractivo principal de "La gata negra" reside en sus protagonistas femeninas. Por primera vez se vislumbra un amor lésbico (la Garbo y la Dietrich ya hicieron sus encubiertos pinitos, sin olvidar tampoco a la Bacall de "El trompetista"). En su momento esta "Gata" escandalizó a más de uno y de una. La historia es algo banal, pero los resultados son de una previsible corrección. Parece un film hecho a mayor gloria de cuanta animalidad y alevosía han presidido siempre toda clase de prostíbulos a lo largo y a lo ancho de este enfebrecido mundo de nuestra sensualidad de cada día., pero que también han servido para dar cierto postín a los encubiertos encantos de tanta hembra encalabrinadora de tontorrones machitos que no han conocido otro medio mejor para alimentar sus apetitos lujuriosos. Jane Fonda se estrena como sex-symbol irrefrenable. Su juventud es exuberante. Papá Fonda no sabía, ¡o no quería saber!, la joya que tenía en casa. ¡Y la niña se convirtió en gran actriz! Anne Baxter, hiciera de buena o de mala, seguía siendo guapísima y deliciosa. La hierática y ex modelo Capucine jamás supo actuar por mucho empeño que pusiera en ello, pero tenía prestancia, y sus apariciones repentinas siempre preludiaban mucho más de lo que luego ofrendaba ("Alaska tierra de oro", aparte de su debut, fue un buen ejemplo de ello). Aquí consigue, no obstante, algún que otro momento espléndido: ¡su bajada a la casa de muñecas al son del rag-time! Hay preguntas que duelen,y Capucine da respuestas magníficas. Barbara Stanwyck estalla, parece que se desmelena, pero era ya una sombra de lo que fue. Y Laurence Harvey era un actor insoportable. Aquí, como siempre, cuesta trabajo digerirlo. La música es sensacional, y los títulos de crédito, con esa gata negra paseándose entre las alcantarillas, ¡de rechupete! Vale la pena repetirlos.
pablo garcia del pino
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10
17 de noviembre de 2007
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carmen Maura va y viene, neurótica, se despista, desata sus nervios como una Aurora Bautista enfrentada a las tropas napoleónicas, y acaba prendiendo fuego a esa cama donde vivió sus últimos polvos. El teléfono es su fetiche endiablado. Parece, salvando las distancias, Anna Magnanni en "El amor". Julieta Serrano, loca de atar, clama venganza sin saber por qué, y con su vestimenta de esquizoide pasada de moda y su pelucón a lo Gelu, abre sus partes pudendas sobre una moto que pertenece a otra vagina, dispuesta a cumplir con los requisitos de la hecatombe en que anda enfrascada, aunque eso le cueste destrozarse el peinado postizo como a Shirley McLaine en "La fuerza del cariño". María Barranco se estrena con un intento de suicidio de toma pan y moja, después de su encuentro fornicador con unos "chiitas". La Kitty Manver recibe una hostia como la de "Gilda", y por si fuera poco, la Maura le arrea luego un discazo, que le hace soltar escorpiones por la boca (cosa ya habitual en la Manver). Antonio Banderas tartamudea, y Rossy de Palma (su increíble novia) tiene orgasmos en sueños, porque, a la luz del día, ¡cualquiera le mete mano!. Todos acaban neuróticos perdidos. La Maura se prepara un gazpacho con tranquilizantes, y manda a casi todo el plantel a pastar al reino de Morfeo. Almodóvar parece Minnelli en esta comedia alocada, plagada de magníficas actrices. Es perfecta. Lo mejor de toda su filmografía. Merecía el Oscar.
pablo garcia del pino
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10
17 de noviembre de 2007
13 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que su magnífica "Ley del deseo" se le quedó chica a Pedro Almodóvar, no hay para qué contarlo. Esta "Mala Educación" es una clarísima muestra de que ha disfrutado como un "berebere" refrescándose la memoria con sus años de colegial (que no sé si fueron así, aunque sí lo fueran para otros muchos), y, ¡aunque él jure y perjure que no!, el ajuste de cuentas con esos rituales desesperados de la enseñaza católica de posguerra, presidida por el imperante clero de nuestros años infantiles y mozos, y, ¡ahí es nada!, con esa lectura repulsiva, conscientemente viva (¡aún hoy!) de una pederastia que no encubría sus erecciones de entre piernas bajo el negrísimo manto de sus sotanas, ¡está más que cacareado! (con tanta ansiedad, violencia y turbación como la que acomete al padre ¡cómo se llame! que interpreta, con remoto parecido al seco color demoníaco de un fraile inquisitorial, y con toda la carnalidad nauseabunda que lo subleva, el magnífico actor mejicano Daniel Giménez Cacho). ¡Chapeau para nuestro gordinflón Pedrito sin gafotas, porque ajustes de cuentas como estos son siempre apetecibles! Con "La Ley del deseo","Mujeres al borde de un ataque de nervios", personalmente, admiro "La mala educación", y opino que, desde aquellas otras dos, ha hecho ahora su mejor película. La maquinación de este "historión" en forma de tríptico (pues, no dejan de ser tres películas en una) es ingeniosísimo. Un desarrollo perfecto a todos aquellos chismes de violaciones de capilla y transmutaciones uterinas con que la más genial, "QUE YA NO PODÍA ESTAR MÁS DE TANTO COMO ESTABA, DE TAN BIEN" (que dijo otro Pablo "R.I.P."), CARMEN MAURA, nos dejara con la miel en los labios, en la otra, en la "Del deseo". Gael García Bernal, es un guaperas, y hubiéramos deseado "más cuplés" travestidos.¡Es igual! El chico vale y cumple (aunque mis preferencias vayan hacia el inolvidable Eusebio Poncela de su precedente). Fele Martínez, ¡pues bueno!, ha hecho cosas mejores. El que se lleva la palma de interpretación, ¡cuando no del martirio! es LLuís Homar, que sin buscar posturitas, pero encontrando "la del alivio" en una perfecta desazón epiléptica, unas náuseas y una tos de campeonato, recorre la tercera parte (absolutamente espléndido), de este hiperbólico vía crucis sexual. Francisco Boira, fornido, áspero, aceitoso, de manos largas como tentáculos y ojos que inyectados, no en sangre, sino en una humedad atravesada y caliente, está genial: ¡parece un travestí arrancado de una misa negra! ¡Las que el personaje viviera entre las frondosidades humillantes de las cárceles curiales! La música de Alberto Iglesias es sensacional. Se parece a la de "Psicosis" del gran Bernard Herrmann.
pablo garcia del pino
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10
17 de noviembre de 2007
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fedor Dostoievski recreado por Richard Brooks. Los traumas existenciales y morales del hombre son su especialidad. Al adaptar "Los hermanos Karamazov", largo y azaroso relato, rebosante de tiempos y avatares, crea, sin pretenderlo, un "western" discordante, de iras y emociones. Su mundo ruso parece un film del Oeste, pero repleto de los verdes y rojos de Eisenstein en "La conjura de los Boyardos". Yul Brynner no es el Dmitri de Dostoievski: ¡es un "cowboy" de Saloon!. Pero nos encanta, tiene cara de ruso de verdad, es un actor magnífico, y sus pasiones son felinas. María Schell tampoco es la Grushenka de la novela, pero es bellísima, sarcástica y dulce. ¡Actriz soberbia! El doblaje español lastró su personalidad. Oirla en inglés, con esa voz entrecortada, serafinesca y apaciguada, la convierte en un ángel malicioso. Cuando baila parece una Marilyn Monroe balcánica (su danza medio rusa, medio zíngara, es una antología del disparate bailoteado. Pero no por ello nos deja indiferentes: sus movimientos enloquecidos alrededor de Brynner, su blanca chambra cegadora tras la cual se cimbrean sus pechos, y su largo tirabuzón rubio, blandido al ritmo de los ¡ayes! gitanos, son uno de los recuerdos más imborrables de aquella Schell hollywoodense). Richard Basehart es el Iván perfecto (su interpretación es de las que tampoco se olvidan). ¡Lee. J. Cobb es un Fiódor de Oscar! El Aliosha de William Shatner nos conmueve. Claire Bloom cumple, pero no es papel para una "mantis religiosa" como ella. Siempre la recordaremos en “Mirando hacia atrás con ira” y “En el espía que surgió del frío”. Los aires zíngaros de la música de Bronislau Kaper son un torbellino. Personalmente, adoro esta película. ¡Un consejo, jamás la disfrutéis con el viejo doblaje Metro! Fue de los peores, destrozó la fuerte personalidad de todos sus intérpretes.
pablo garcia del pino
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9
17 de noviembre de 2007
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Martin Ritt le gusta Faulkner. Y lo adapta, siempre que puede, con pasión. El marco: una familia del Sur en decadencia, ¡Todo un festival! La degradación femenina de una estupenda Margaret Leighton que nos recuerda a Vivien Leigh en "Un tranvía llamado deseo". Yul Brynner, ¡con pelo!, es el patriarca perfecto que sostiene las podridas columnatas sureñas. Joanne Woodward, aniñada y absurda, se pierde magníficamente en su mundo de desamores. La francesa Françoise Rosay nos deleita con su papel de ama despechada. Y Ethel Waters aguanta a todos con esa paciencia de Mammy de "Lo que el viento se llevó". Gran música y "Cinemascope". ¡Se disfruta a tope!
pablo garcia del pino
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