Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Chris Jiménez
Críticas 2.236
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
16 de febrero de 2017
Sé el primero en valorar esta crítica
El hombre, tras 50 días esposado por orden de las fuerzas del Gobierno, es libre; el hombre, que ha sido testigo impotente de un cúmulo de traiciones, infidelidades, romances de triste final, injusticia y cruel violencia, sólo puede responder, revelarse, a través del único medio posible: su arte.

Ese hombre es Ichitaro Kitagawa, luego bautizado Utamaro, gracias al cual el complejo ukiyo-e logró ser conocido en el extranjero; un pasado difuminado por meras teorías sin constatar, una vida refugiada en el misterio, pero dedicada a plasmar la belleza del mundo, y esa belleza sólo floreció a través de los cuerpos de las mujeres, transmitida en grabados que fueron parte de un paso crucial en cuanto al modernismo en el mundo del arte dentro de la estricta sociedad japonesa feudal. Yoshikata Yoda no adapta minuciosamente la vida del maestro, sólo la interpreta en base a lo que sobre éste escribió en los años '30 Kanji Kunieda, genio de la novela histórica.
Lo recrea para un Mizoguchi que sobrevive al gran cambio sociopolítico tras la ocupación norteamericana, a la presión que siente tras haber sido nombrado presidente del sindicato de Shochiku, y sobre todo a la nueva censura, que incita a rodar películas en defensa de valores democráticos y prohíbe la representación feudal; por lo tanto ambos atraviesan serias dificultades al llevar "Utamaro wo Meguru Gonin no Onna" a buen puerto, pues se ubica en tiempos del periodo Edo. Haciendo gala Mizoguchi de su talento desde un toque minimalista, nos sumergirá en los barrios rojos de Tokyo cuyos eventos podrían estar comprendidos entre las eras Kyowa y Bunka...

Sin embargo Yoda, como admitiría, describe al protagonista trazando una endeble línea divisoria entre él y su compañero, casi inconscientemente. Al Utamaro imaginado, a quien da vida un efectivo Minosuke Bando, le fascina la belleza femenina y sólo vive para dibujar los cuerpos de las mujeres y amarlas por igual; y como el de Tokyo, este artista limita su vida social a un bohemio acomodamiento entre los burdeles y casas de geishas, se presenta como un ser naturalmente subversivo, además de (evidentemente) feminizado, que trasciende sus impulsos y deseos sexuales mediante la creación, y no exhibe moral ni devoción hacia los representantes del poder.
"Evidentemente" ya que todos los hombres de su cine siempre han aparecido esbozados, y tampoco será una excepción aquí, desde la cobardía, la impotencia, la brutalidad, el cinismo y la lujuria. Por otro lado la presión política que sufre en su sociedad de posguerra se ve reflejada en dos confrontaciones decisivas para la historia: el primero entre Utamaro y Seinosuke, estudiante de la prestigiosa escuela Kano, imponiendo el primero la derrota a su adversario a través de su talento (pues reproduce la vida y por tanto lo real) y la depuración de su estilo; el segundo entre él y los miembros del Shogunato por su atrevimiento (representar a la nobleza y al linaje samurái en grabados de connotación sexual).

No cabe duda de que Mizoguchi realiza su autorretrato, o más bien su guionista, quien prefiere dejar su condición oculta en una ambigüedad que entra en conflicto con el propio cine del anterior. Contra las quejas de su ayudante Take, Utamaro responde "El que pinte a las mujeres no significa que me pertenezcan"; mucho más tarde la ruda prostituta Okita rebate sus palabras espetándole "Lo único que deseas con tu arte es capturar nuestras almas y poseérnos". Así el director, que desde siempre ha salido en defensa de la mujer tras la cámara, en una entrevista revelaría, a la pregunta de su fijación con los amplios repartos femeninos, "Me siento cómodo dirigiéndolas, ordenándoles lo que deben hacer, cómo y cuándo, ¿qué hombre no lo desearía?".
Y es que, por muy pesado que sea el didacticismo reivindicativo al que siempre va ligado su trabajo, él, como Utamaro, disfruta en compañía de geishas y alcohol, de juego y música, pues es el único lugar desde donde puede imitar la vida a través de su arte y representar a la mujer desde un ideal bastante torcido, un ideal ocupado por la tragedia, la compasión, la decadencia, la lucidez y la dureza contra las adversidades; es el opuesto del ideal femenino que persiste en los individuos de sus películas (a no ser que se vean tocados por una cierta feminización), y más aún en la presente.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Su álter-ego director también ha tenido las manos atadas por el peso del poder político, por las decisiones de los censores, que siempre efectuaban cortes cuales samuráis con sus katanas. Con "Utamaro wo Meguru Gonin no Onna", que no llega al nivel de logro narrativo ni estético, su cine evoluciona acorde a la libertad a la cual puede aspirar.
Volverá a preguntarse por la condición del artista y sus conflictos íntimos en "El Amor de la actriz Sumako", el film más bello (temática y formalmente hablando) de ese pequeño periodo de transición que vino a separar la segunda etapa de su cine y la tercera, marcada por la llegada de aquella señora Yuki...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
2
15 de febrero de 2017
Sé el primero en valorar esta crítica
En las fechas de la ya comenzada década del 2.010 EE.UU., sobre todo desde las cavernas de Hollywood, insistía en seguir ofreciéndonos revisiones de películas ya existentes.
Tan farragosas y terribles como "Pesadilla en Elm Street", "La Cena de los Idiotas", "Perros de Paja", "Furia de Titanes", "Karate Kid" o la primera entrega de "Millennium"...

La lista desde luego es larga y exige de un ibuprofeno para repasarla entera, y entre medias de todas esas aberraciones descansaba "Desafío Total"; y no es que yo sea uno de esos acérrimos que detestan los "remakes", es que, y lo puedo gritar orgulloso a viva voz, detesto su misma existencia y condición de ser. Detengámonos en la que nos ocupa; no sólo la sensación de nostalgia (esa palabra que a los detractores del "cine de antes" les encanta prostituir y usar de mala manera) mantiene viva la afición por el mítico título de Paul Verhoeven, ya que usando todos los clichés del cine de acción de su época resultó una revolución para la misma.
No podemos hablar de ficción "cyberpunk" sin mantener aquella adaptación del cuento de P.K. Dick en los puestos más altos; tiempo después, convertida ya en objeto de adoración para los fans del género (donde un servidor, que vio a sus 12 años, se incluye), mientras el director se mantiene en un largo periodo de descanso y Schwarzenegger sigue disfrutando de su nefasto cargo de gobernador planteándose regresar al cine, llegan Kurt Wimmer (el tipejo que nos demolió el cerebelo con "Ultravioleta") y Mark Bomback (el guionista de la mediocre cuarta entrega de "Jungla de Cristal") y replantean lo ya hecho por el holandés.

¿Les obligaron ciertos productores aburridos de Hollywood?, ¿no tenían nada mejor que hacer aquella tarde de sábado? Ni lo sé ni me importa, pero el caso es que el artífice de la misma "Jungla 4.0" se unió a tal barbaridad de proyecto, ese Len Wiseman perteneciente a la generación de "directores comerciales sin personalidad ni imaginación que copian mucho pero alegan que es homenaje". Más o menos eso se esforzaron en jurar y perjurar los implicados en la producción: que no se trataba de un "remake" de "Desafío Total", sino de una nueva adaptación del cuento de Dick.
Adaptación que llevó el título de la película de Verhoeven, seguía los esquemas y bases de su trama inventada y repetía ciertos instantes y personajes únicos de aquélla (pero claro, evitaron a toda costa usar el negativo término "remake" reemplazándolo por otro que reflejaba su espíritu de cobardía). Todo se construye como antes, a partir de un relato corto de final abrupto, imaginando lo que podría suceder después; aquí nos sumergimos en un planeta Tierra de guerras, miseria y avances tecnológicos donde destacan dos potencias esenciales, Australia y Gran Bretaña, unidos por un túnel. Douglas aparece ante nosotros con el físico esbelto de un Colin Farrell que, la verdad sea dicha, hace todo lo que puede y más en su papel.

Por desgracia Lori (si es una adaptación del texto original, ¿por qué no llamar Kirsten al personaje?) es la altiva y desagradable Kate Beckinsale, Selene para los fans oligofrénicos de las aventuras modernas licántropas y esposa de Wiseman, quien la configura de un modo más fuerte, más "mujer independiente de la sociedad actual" (por lo que verla en leggings practicando tenis como hacía Sharon Stone es un imposible). Al menos se respeta la imposibilidad del protagonista para escapar de la vida que arrastra, subyugado a un empleo de mala muerte donde lo importante es la titulación universitaria y las buenas influencias familiares y a un matrimonio de pura ausencia.
Un hombre asqueado en cuyos sueños es un héroe de acción, y Farrell, con su cara de perdedor resignado, convence sin problemas; muy fundamental la diferencia entre las dos Rekall: donde la antigua estaba integrada en la sociedad como una compañía seria y aceptada, la presente aparece escondida en barrios rojos denotando un aspecto clandestino e ilegal que no le favorece en absoluto (y en el camino otra sorpresa con la cual se sigue pretendiendo sustituir nuestros recuerdos por imágenes nuevas: Kaitlyn Leeb y sus tres pechos de CGI modernizando las prótesis mamarias de la encantadora Lycia Naff; vaya, esto tampoco estaba en el cuento de Dick...).

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Por desgracia la pesadilla nos tiene reservada media hora nada menos de dosis estomagantes de acción como le gusta a Wiseman, sin sesos y todo el CGI posible, tomando buena nota de Bay y los Wachowski. Clímax de nunca acabar donde Beckinsale vive hasta el último momento cuando nosotros ya hemos maquinado cien millones de formas de liquidarla...pues la lobotomía funcionó porque este producto fue un relativo éxito de taquilla, pese a marcar el final de la carrera cinematográfica del director, ahora refugiado en televisión para nuestro bien.
Estrenado en verano con objetivo de captar a la joven audiencia que en su vida había oído hablar de Verhoeven y Schwarzenegger y a los adultos que despreciaban sus recuerdos de adolescencia (sectores amplios, por lo visto). Entre todo lo malo destaca Bill Nighy, si bien su intervención es corta e insignificante; "Desafío Total", a grandes rasgos, puede ser un chip que nos quisieron implantar pero se topó con los recuerdos que teníamos de la mejor versión clásica...y el shock fue importante.

Hay quienes le han brindado una puntuación superior a 3, incluso algunos 9 y 10 han aparecido por aquí...
Pasen por consulta rápidamente para que les reconfiguren el cerebro y les implanten chips con nuevos recuerdos que borren los actuales. Aún están a tiempo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5
15 de febrero de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Había pasado poco tiempo desde que Chuck Norris fuera una de las estrellas esenciales de la Cannon, y Yoram Globus y Menahem Golan no quisieron dejarle ir, pero su fama no tardó en decaer, como suele ocurrirles a los astros de la serie "B".
Ya se había estrenado "Delta Force" y se vio obligado por contrato a hacer una 3.ª entrega de "Desaparecido en Combate", lo que no le entusiasmaba hasta que se metió en el ajo su hermano Aaron, haciendo las veces de director.

Y el de Oklahoma no sabe que esa será precisamente su soga al cuello; pero antes de que todo se venga abajo en su filmografía y también en la productora, aparecerá en una curiosa película, la última que Golan produce como tal para el actor. Inspirada en la novela de suspense del otrora actor Michael Blodgett, "Hero and the Terror" coloca a Norris en una posición especial en comparación con el resto de sus trabajos, pues por una vez ha de encarnar un anti-héroe con toda la seriedad que pueda lograr...si bien tal tarea es bastante complicada como bien sabemos. Sólo la secuencia inicial ya nos indica lo lejos que está esto de sus hazañas de acción espectaculares.
El no poco interesante pero ya enterrado en el olvido William Tannen parece manejarse bien tras la cámara para atraparnos en unos entornos sucios y asfixiantes; Norris aporta su acostumbrada tosca presencia, pero parece mimetizarse bien en este ambiente cuyo suspense sudoroso se ve reforzado por la perturbadora presencia de cadáveres de mujeres apilados en descomposición. Entonces vemos que una feria y alrededores de la costa angelina sirven de refugio a Moon, mole asesina a la que O'Brien ha de cazar; interesante la forma en que nos metemos en harina.

No hay un despliegue de velocidad ni escenas de lucha increíbles como podríamos esperar, y es que el actor quiso probar sus habilidades de forma mucho más seria; nos lo corrobora el hecho de que esté acompañado por la simpática Brynn Thayer en calidad de novia embarazada. A esta profundización emocional que nunca habíamos tenido el placer de ver se suman las características que hacen de ese O'Brien un agente de la ley distinto del catálogo de superhéroes que encarnó Norris; un tipo atormentado cuyos sueños se ven invadidos por el psicópata que un día detuvo, y que hace todo lo posible por escapar de ellos.
Se desata el peligro cuando Moon escapa del manicomio (¿y no de la cárcel?) de "alta seguridad" que le retenía y vuelve el espectro de la muerte tras los pasos del oficial, así como el revivir de una conexión entre ambos que él sólo desea cortar. Tannen, siempre usando el drama, juguetea con los principios del "thriller" sobre asesinos psicóticos, tan de moda entonces gracias a los "giallos" y al terror "B", y traza una parábola asesina extraída directamente de "Halloween", con Moon como un pariente lejano de Myers regresando al lugar del crimen y O'Brien ejerciendo el papel que tenía el dr. Loomis.

No pocas similitudes aparecen entre él y la bestia de Carpenter que era enteramente un enigma humano colosal movido sólo por el instinto de matar, mientras ese lazo que mantiene unidos de tan desesperante manera a asesino y policía puede remitir a títulos como "Manhunter" o "En la Cuerda Floja", al hacerse hincapié en el anonimato del primero y tratarle siempre desde la distancia, nunca involucrándose en la vida privada del segundo; sin embargo no hay film más semejante a éste que el también protagonizado por Norris "Furia Silenciosa" unos años antes, pero todo en un contexto más serio y escabroso.
Todo lo escabroso que Tanner se puede permitir ser; no empleará un uso de violencia extremo y opta, acertadamente, por centrarse en las emociones del héroe y en cómo se estrecha el cerco a su alrededor con cada muerte causada por Moon, hasta verse acorralado físicamente en la guarida de éste bajo las tripas del recién inaugurado teatro, esperando cogerle, a lo largo de un clímax cargado de una tensión inopinadamente bien modelada por el director. Lo que pesa sobre la película es lo de siempre, que Norris es un actor falto de carisma y resulta poco creíble verle desenvolviéndose en situaciones realmente dramáticas, además de estar éstas sujetas a una trama bastante previsible.

Y si se quería imprimir seriedad al conjunto las escenas donde el anterior luce sus dones de superpolicía (que sí, resultan muy simpáticas) sobran por todas partes. Y Tanner tampoco despliega un estilo fascinante como sí hiciera Michael Mann, derivando todo en un producto estándar de calidad visual decente, incluso rudimentaria.
Pudo ser más, con un director y un protagonista diferentes, pero se quedó ahí, y ello le granjeó un puñado de críticas negativas y unos números de taquilla nada halagüeños. Eso sí, como pieza de filmografía de Norris es desde luego interesante de descubrir, quien termina así su "edad de oro" y empieza la etapa de la debacle...
Chris Jiménez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
15 de febrero de 2017
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el pueblo está manipulado por los altos poderes que se alzan sobre sus vacuas existencias, no hay nada que les saque del hastío de una desoladora crisis social...
Excepto quizás una ficción televisiva lo suficientemente potente como reavivar sus impulsos y feroces instintos. Así que, ¡pasen y vean la televisión del futuro!

¡Pasen y vean!, y sean testigos de la violencia, la difamación, la hipocresía, el odio y la tremenda estupidez humana; es el futuro imaginado hace 30 años que estamos condenados a vivir en nuestro presente, señores, día a día, cada vez que la pequeña pantalla les transporta desde sus hogares a un mundo podrido hasta los cimientos, y atestado de los mismos descerebrados que con su idiotez prepararon su destrucción. Este mundo, aún más aterrador, distópico y violento, fue concebido por el genio Stephen King bajo su célebre pseudónimo Richard Bachman en "The Running Man".
Cinco años tras publicarse llegó una adaptación de la mano de Steven E. de Souza y con Paul M. Glaser (el eterno Dave Starsky) de director, quien ya desempeñó dicho rol para "Corrupción de Miami", después de ser despedido Andrew Davis por los productores; Glaser pudo ser el candidato perfecto gracias a su conocimiento del medio televisivo, sin embargo Arnold Schwarzenegger afirmó que aquello supuso un gran error, pues su visión y estilo desvirtuaron las palabras del autor hasta convertir su texto original en algo diametralmente opuesto. El austriaco no se equivocó, en absoluto.

Una advertencia inicial que evoca en la lejanía a "Blade Runner" y "1.997: Rescate en New York" (títulos influyentes para el que nos ocupa), da al traste con el relato de King. El 2.025 pasa a ser 2.019, y el Ben Richards padre de familia, residente pobre y desempleado de una sociedad quebrada económica y moralmente, con una hija enferma y una esposa forzada a prostituirse, es ahora un piloto de la policía encarcelado por no obedecer las crueles órdenes de sus superiores; el escenario es casi el mismo, pero con el protagonista y su situación alteradas la atmósfera y el discurso de la novela se van a pique sin remedio. Una lástima...
Glaser, quien ante todo centra su atención en el espectáculo, tampoco se queda manco convirtiendo en obsesión enfermiza el gusto de los manipulados ciudadanos por la violencia televisada, una televisión bajo control de un dictatorial gobierno que condena y censura a su parecer a todo el que vaya contra él (cuan profética sería esta situación echando un vistazo al mundo que hoy día nos rodea). Al final Ben termina enrolado en el despiadado programa de moda, "The Running Man", como castigo tras su fallida huida (premisa que a los fans de la serie "B" futurista y ochentera resultará familiar por ser calcada a la de "El Precio del Peligro" y "Roma 2.072: Los Gladiadores", que Yves Boisset y Lucio Fulci dirigieron poco antes).

Y no es extraño que el arrollador discurso contra el poder del medio televisivo y a los disparates que hay que llegar para tener distraído al pueblo llano remita directamente a la satírica fábula de "La Carrera de la Muerte del Año 2.000": hay esencia "cormaniana" flotando en el ambiente. Pues al igual que Plissken, Ben queda preso de un escenario caótico y a merced de los "perseguidores", ni más ni menos que asesinos adorados por el populacho (una tradición de la sociedad norteamericana), modelados por Glaser y Souza de manera esperpéntica, para ganarse la repulsión del espectador (y desear sus muertes sin pensarlo).
Aquí juega un papel importante la estética del film, ochentera total, de pura serie "B", desfasada y ridícula para muchos, deliciosamente entrañable para los fans del género y la época; pero hay que reconocer que pese a su autoconsciente absurdo, "Perseguido" contiene grandes dosis de trepidante acción, una visión nada esperanzadora de los medios (asusta la capacidad de manipulación por medio del montaje por ordenador, hoy día una más que palpable realidad) y muy buenos momentos, destacando aquellos cuajados de violencia e incorreción política (momentos tan repelidos por las sensibleras y débiles generaciones actuales).

La trama posee la gran mayoría de clichés del cine de ciencia-ficción distópico-futurista del momento, miles de veces imitado ya por 1.987; no hay duda de que, de seguir más fielmente el texto de King, se habrían obtenido mejores resultados. Esto incluye el que toda la acción se desarrolle exclusivamente dentro del programa cuando en la novela el protagonista se mueve por diversos lugares, y se suprima (por razones obvias de presupuesto y éxito comercial) ese final tan sorprendente que imaginó el autor de "The Shining".
Arnold, que tiene tiempo para pronunciar una vez más la frase más memorable de su carrera, vuelve como el héroe invencible de "Commando", y coaccionado y maltratado como lo sería en la futura "Desafío Total" (pero su Ben nada tiene que ver con el original). Le siguen la algo inaguantable María Conchita Alonso, sus amigos Sven-Ole Thorsen y Jesse Ventura (haciendo un papel que hay que ver para creer), el irritante Richard Dawson (casi interpretándose a sí mismo pues fue presentador de televisión), dos estrellas del "blaxploitation" algo desmejorados pero siempre cumplidores: Yaphet Kotto y Jim Brown, y dos relacionados con la música: el hijo de Frank Zappa, Dweezil, y el gran Mick Fleetwood, haciendo de sí mismo sin disimular.

A pesar de su relativo éxito, esta desafortunada adaptación (la mala suerte perseguirá a King toda la vida) no se aleja de la que le tocó sufrir a la obra maestra de K. Dick "¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas?", transformada por Ridley Scott en "Blade Runner".
Su feroz sátira contra los medios y el poder dictatorial es impagable, y en cuestión de acción y entretenimiento da lo que promete, quedando como un pequeño manjar para los amantes del cine "B" de los '80 y del austriaco. Pero con Carpenter de director todo habría sido muy distinto...
Chris Jiménez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
3
14 de febrero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película típicamente española de enredos, parejas y líos al estilo de "Salsa Rosa", que no es que me haya disgustado, pero hay que ver sus matices primero, como el tema de que cosas como la infidelidad se traten con una absurdez fuera de lo corriente o algunos giros en la trama que se huelen 30 minutos antes de que se sucedan.

Por otro lado, los actores: no trago a Óscar Jaenada; puede o no ser bueno, pero no lo aguanto, al igual que María Esteve, alguien que no es natural en su actuación, que sobreactua más de la cuenta. Tras ver a Tristán Ulloa en una que me provocó acidez de estómago, "Lucía y el Sexo", pues tengo que decir que no lo hace mal, como Natalia Verbeke; gracias a ellos dos, y al veterano Fernando Cayo, este film se hace más soportable.

De todas formas prefiero aquella "Todo es Mentira", del mismo director, que es superior a ésta, aunque tiene cosas que te hacen decir "bueno, para pasar el rato no está mal".
Chris Jiménez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow