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España España · Barcelona
Críticas de Trevize
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Críticas 15
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
1
13 de noviembre de 2007
12 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vengo del cine. Vengo de tirar 6,70 euros al retrete. Así de simple. Iba a ver eso, un alegato antibelicista, y ¿qué me encuentro? Con el eterno "the right stuff" americano. Léase "oh, jóvenes apalancados y faltos de valores, despertad y haced algo por vuestro país". Los republicanos (representados en este caso por Tom Cruise, en su eterno papel de "te vendo la moto con mi sonrisa profident") son muy malos, muy mentirosos y muy manipuladores (que lo son, ojo). Promueven la guerra para perpetuarse en el poder, enriquecerse mediante millonarios contratos armamentísticos, petróleo, estrategia geopolítica, lo que sea, pero envolviendo el caramelo de buenas intenciones para con la inquebrantable e imperecedera sociedad americana y su sagrada defensa. Y nos los presentan así, con tan poca sutileza, de forma tan burda y explícita, simplemente para disimular el apestoso tufo patriotero de fondo en que se viste semejante panfleto, como diciendo "eh, que el director no es republicano, que conste". En contraposición a este profesional de la manipulación tenemos a la representante de los ideales antibélicos, escépticos y antisistema, encarnados en la siempre magistral Meryl Streep, pero dejando claro que los pacifistas son en realidad un hatajo de cobardes, vendidos, egoístas incapaces de luchar por nada y con la única intención de salvar sus miserables empleos a costa de renunciar a sus ideales, o dicho de otro modo, incapaces de cambiar sus vidas cotidianas o de mover un dedo cuando llega la hora de la verdad. Vale. ¿Y qué tenemos en medio de estos dos extremos? Pues al Sr. Redford, patético en su interpretación, haciendo de profesor de universidad super-chachi-colega empeñado en hacer que sus alumnos tengan conciencia, abandonen su nihilismo palomitero y consumista y se levanten, se comprometan con la causa, ya sea participando en debates estudiantiles super-molones o, cágate lorito, alistándose en el ejército, a lo que en realidad no se opone. Es decir, luchar por algo, ya sea desde dentro, en la universidad megapija de las hermandades alpha-omega y todo ese rollo (si eres un puto currante que no puede pagar 35.000 dólares el curso ya no sirves) o desde fuera vestido de caqui y con visores infrarrojos (encima en Afghanistan nada menos), pero, que quede claro, desde la óptica honesta e íntegra, desde la defensa de valores y nunca desde los dogmas republicanos, que son lo peor, ¿eh? ¡Que conste!
Y encima la realización técnica es absolutamente mediocre, sin ningún tipo de gracia, por no hablar del ritmo narrativo, que languidece de principio a fin, con una total y absoluta carencia de emoción y de garra. Supongo que no se le pueden pedir peras al Sr. Redford, cuyo máximo acierto haya sido quizá Quiz Show y para de contar.
Total, que realmente no sé si toda esta moralina tiene algún calado en la sociedad americana (a juzgar por las críticas recibidas allí todo apunta a que sí) pero desde luego, en Europa, no nos van a meter el gol por la escuadra.
Trevize
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7
12 de noviembre de 2007
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Intento más o menos conseguido por parte de Kubrick de recrear lo muy puta que es la guerra y lo muy cabronazos que son los militares (afortunadamente me libré de la mili por los pelos y no tuve que aguantar a ningún sargento Arensivia). La primera mitad de la película intenta recrear el día a día en un centro de adiestramiento de Marines. Lo típico, un atajo de recultas pardillos y borreguiles y el sargento de turno ido de la olla y ultra-fascistoide que les da por saco constantemente, humillándolos, insultándolos, etc. En plan El Sargento de Hierro, pero pretendiendo ser realista y crudo. El problema es que no se consigue, ya que, llamadme insensible, pero uno se parte el pecho con la verborrea pretendidamente hiperofensiva de nuestro amigo Hartman, en lugar de estar resoplando de indignación...además Lee Ermey no es la mejor opción para encarnar creíblemente a semejante hijo de puta. Tiene tanta pinta de ser un pedazo de pan que por mucho que se enerve no consigue dar ni un ápice de miedo. Por eso falla como alegato antibelicista, ya que lo que provoca la primera mitad de la película es risa y en ningún caso acojone. En cualquier caso describe con bastante efectividad la progresiva deshumanización de los reclutas a medida que van transformándose en Marines a base de vejaciones y de tragar mierda por un tubo.
La segunda mitad no es, ni por asomo, tan desternillante como la primera, e intenta meternos de lleno en el fregado de la guerra del Vietnam a través del día a día cotidiano de los soldados de la compañía nosequé-nosecuantos. Es decir, que no solamente hay batallitas sinó que podemos ver a nuestros palurdos amigos yéndose de putas, dando entrevistas a Barras y Estrellas, charlando entre ellos de gilipolleces (como debe ser, vamos) y enterrando a compañeros sin soltar ingeniosas perlas filosóficas como en La Delgada Línea Roja. Contrariamente a la opinión generalizada, a mi me gustó más la segunda parte, porque resulta mucho más creíble y realista.
Un dato curioso es que está filmada en formato 4:3, hecho que no merma de ningún modo su calidad visual ya que la fotografía es realmente digna de mención. Por cierto, buenísima banda sonora de temazos de los sesenta.
En resumen, no es perfecta, ni mucho menos, pero sin duda es de las que no se borran del recuerdo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Trevize
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3
12 de noviembre de 2007
12 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine se divide en dos grandes grupos. El cine que ¡puf! se esfuma de tu recuerdo casi al instante y el cine que queda grabado a cincel y martillo en el cerebro. Obvia decir a qué categoría pertenece la memez que nos ocupa.
Pues si. Porque esta película está injustamente considerada como obra maestra, cuando en realidad es una chorrada de principio a fin. Entonces, ¿qué tenemos en V de Vendetta? Pues un deprimente futuro no muy lejano donde el mundo está hecho una mierda e Inglaterra es una república bananera dirigida con mano de hierro por un dictador con cara de úlcera perenne y con pinta de utilizar cráneos de bebé a modo de ceniceros, es decir, tan mala persona que a su lado Hitler parece Eduardo Punset (insufrible John Hurt). Una Natalie Portman con expresión bobalicona (será que no hay buenas actrices británicas, que han tenido que tirar de señuelo hollywoodiense) y un terrorista enmascarado mezcla de El Zorro, Batman y el cantante de Cradle of Filth cuya misión es cambiar el sistema a base de filosofía barata, citas metidas con calzador, fuegos artificiales y artes marciales slow-motion en plan Matrix, total para contarnos lo de siempre. Opresores vs. oprimidos, enésimo asalto.
En resumen, esto es, ni más ni menos, otra vuelta de tuerca a los infantiles conceptos de "bien" y "mal" aunque la película pretenda rebozarlo todo de ambigüedad y complejidad e intente tocar varios temas de índole moral, política y social (que si lo pederastas que son los clérigos, que si la censura, que si el control apabullante del ciudadano, la falta de derechos humanos, la manipulación del pueblo, la ceguera del amor, etc) aunque de forma tan increíblemente torpe y evidente que es imposible engañar al espectador con dos dedos de frente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Trevize
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8
11 de noviembre de 2007
32 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mis 32 años puedo "fardar" de haber visto, aunque siendo un crío, la vieja serie de los setentaylargos, con Dirk Benedict (el equipo-A) como Starbuck y Richard Hatch como Apolo. De niño me gustaba por el simple hecho de basarse al 80% en los combates espaciales y, a grandes rasgos, por ser muy infantiloide. Hoy en día produce risa de lo cutre que se ve absolutamente todo, empezando por los Cylon de hojalata y los uniformes Colonial, que parecían sacados de una fiesta de disfraces del colegio, con esa capita, los broches y tal.
El remake actual, obviamente, le da seis mil patadas. Se nota que hay pasta de por medio porque la puesta en escena, la producción, los efectos especiales...en fin, todo lo visual y auditivo, por así decirlo, brilla con luz propia. Los actores, sin ser la rehostia, aportan sobriedad y rigor a sus interpretaciones. Quizá hubiese cambiado Edward J. Olmos por alguien con más garra, teniendo en cuenta que su papel es nada menos que el de jefazo militar de todo el tinglado, pero vaya, uno se acaba acostumbrando. En síntesis, se nota que los actores no se lo toman a cachondeo, lo cual es de agradecer, teniendo en cuenta los tiempos que corren.
Más cosas. Me gusta la cámara. Se mueve constantemente, aunque sin la epilepsia galopante de Bourne Ultimatum. En las escenas de naves, anecdóticas dicho sea de paso, los zooms dotan al asunto de un realismo pocas veces visto en una película de combates espaciales (léase Star Wars ep. III, por ejemplo, donde la sensación de estar contemplando un videojuego ultrasaturado cromáticamente es total y absoluta).
El audio es impecable. Y se hace particularmente original en las escenas de espacio, donde ni ruge tan a lo bestia como podría suceder en...yo que sé...Star Trek (por no repetirme) ni intenta ser fiel a la realidad (ausencia de sonido), como en 2001. Se ha elegido un término medio, un sonido atenuado, suave, que sorprende, descoloca (e incluso jode) al principio, pero que acabas valorando como una característica totalmente genuina y necesaria de esta serie.
Los personajes están muy trabajados, derrochando personalidad: Starbuck, una (sí, he dicho "una") chulapiscinas-marimacho de reacciones violentas, Apolo, rígido y disciplinado como un palo, pero con pinceladas de vulnerabilidad, Tigh, borracho hijoputa, la presi, una tía que inspira serenidad nada más atravesar cualquier umbral, Baltar, un cretino egocéntrico, pedante y esquizofrénico...y encima los conceptos del bien y del mal no están muy bien definidos, la ética y la moral son realmente ambiguas en esta serie y los personajes cruzan la delgada línea roja sin parar.
En cuanto a los capítulos, y ya termino, ofrecen una variedad argumental más que suficiente para mantener el interés del personal, con abundantes "continuará", giros inesperados y no apartándose de la trama central de la serie, en definitiva, el hilo conductor principal, que no es necesario desvelar.
Muy recomendable y muy grata.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Trevize
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3
8 de noviembre de 2007
19 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo único que vale la pena de esta medianía es la escena en que Máximo se cepilla a 5 tíos en cuatro segundos (por lo espectacular básicamente) antes de dar el gran salto al Coliseo de Roma mientras progresa como "profesional" del mandoble arrastrándose por arenas de tres al cuarto. El resto...pues mira, ni fu ni fa, qué queréis que os diga.
La batalla inicial está confeccionada a base de cámara esquizofrénica, planos cortísimos y mucha salpicadura terrígena superpuesta (imagino que digitalmente) y el resultado es "ooooh, la batalla del principio es acojonante...sólo por esa batalla ya vale la pena ver la peli...blablabla". Un poco estilo Soldado Ryan o Bourne Ultimatum, solo que en Gladiator tienes la sensación de que el director te ha tomado el pelo y en las otras dos no (aunque la biodramina es necesaria en cualquier caso).
Luego...no se...Russell Crowe y su tez de paleto australiano, Connie Nielsen, Derek Jacobi, Richard Harris, etc...joder, todos son de la Commonwealth o bien yankis. Vamos, que pinta de romanos, mucho mucho no, ¿eh?. Es como esos spaghetti-westerns de Leone, que ves a los personajes llamarse entre ellos "Jackson" o "Parker" pero con esos caretos de ojos oscuros hundidos y unicejos sacados de cualquier manicomio de mala muerte de Sicília, que dices "no cuelan como norteamericanos". Pero claro, este ha sido el eterno problema de los llamados "peplums" hollywoodienses, que les faltaba cierta credibilidad por culpa de actores yanquis tipo Charles Laughton, Heston, Jean Simmons, Richard Burton, etc. pero ¡ah! eran guapos y de ojos azules (excepto Laughton, obviamente).
Por otra parte, la Roma digital que nos presentan se ve demasiado de falsete. No se porqué pero los viejos peplums de los años 50 y sus escenarios de cartón piedra tenían mucho más realismo sin haber detras doscientos ordenadores RISC procesando en paralelo. Y siguiendo en clave técnica, hay que decir que Ridley Scott se carga los exteriores con sus puñeteros y horribles filtros rollo sunset más propios de Miami Vice o Conexión Tequila. El tío no puede evitarlo, TIENE que poner filtros pase lo que pase...y eso confiere un tufo videclipero que no mola nada, la verdad.
El resto, pues vacío...muy vacío. Ben-Hur emociona, Spartacus emociona...en cambio Gladiator hastía y aburre hasta la saciedad. Y prueba de ello es que ha fracasado estrepitosamente como resurrectora de películas de romanos (aunque quizá no lo pretendía, ojo).
Trevize
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