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Críticas de Richie Valero
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Críticas 86
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
26 de diciembre de 2023
11 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Volvemos a los 30, dónde todo era crudo, y terrorífico, ya un poco más de una década antes se había experimentado la 1a Guerra Mundial, e iban, a partir de 1936 hasta 1939, a experimentar una Guerra Civil. La esperanza, desde todo lo sucedido anteriormente, ya era escasa, y se vivía con terror, respetaban a la marginación y la obedecían, tanto como la censura. Solo existía el miedo. Pero, personas como Antoni Benaiges eran las que se necesitaba en la sociedad, esas personas que daban inflexión a un sistema político que no se puede aceptar, a esas cabezas engañadas, y no muy pensantes que contradecían las grandes verdades del maestro republicano. En una época llena de censura, de maltrato físico y social, sin derechos y esclavismo, y asesinatos en contra del libre pensamiento.


Antoni Benaiges era un profesor catalán y republicano que enseñó a un grupo de alumnos en un pueblecito cercano a Burgos, ‘Bañuelos de Bureba’. Utilizaba un sistema de enseñanza que, ya me hubiera gustado utilizar yo, llamado ‘Freinet’, pues aprendían con una imprenta a escribir, y también a leer, creando cuadernos en los que ellos mismos escribían y trabajan en equipo, contaban en esos cuadernillos lo que ellos querían, así de tal manera ayudándoles a expresarse, pensar y reflexionar (estos tres factores son mucho más importante que algunas cosas que se estudian obligatoriamente hoy en día, pero ya sabemos cómo de mal funciona el sistema), y Antoni solo les ayudaba a corregir los escritos.

Él hizo la promesa de llevar a sus niños a ver el mar catalán por primera vez, después del costoso esfuerzo y paciencia que tuvo para que tales padres de mentes cerradas por fin aceptaran la propuesta. Pero los primeros días de la Guerra Civil, empezada el 17 de julio de 1936, Antoni fue capturado y torturado, y poco rato después desaparecido por un grupo de militares falangistas. No se supo nada de él jamás, hasta 2010 por una fosa común en La Pedraja, cerca de Burgos, aunque no se encontró rastro de él.

Su historia es terrorífica, triste y bella, al igual que el guion. Se trata todo con cierto respeto a su esencia, al dolor de esas incógnitas, pero también con emotividad, sentimiento hacía alguien excepcional, con cierta gratitud. Patricia Font dirige El maestro que prometió el mar con admiración pero suavidad, y me la tomo con algo de didactismo (arte y ciencia), que en ésta época echo en falta.

Con el segundo visionado encuentro forzados y menos entretenidos que el primero las secuencias de Laia Costa como Ariadna, en la búsqueda biográfica de Antoni, por su abuelo, Carlos, que fue alumno del profesor. Y me sabe fatal decirlo, ya que Laia es de mis actrices favoritas, que también hace un papel increíble junto al grande de esta historia: Enric Auquer, todo con una suavidad y esplendor, y con una ternura hacía las emociones que se sienten al ver este gran profesor con sus discípulos. Recordará a La lengua de las mariposas y también a John Keating de El club de los poetas muertos. Éstas tres son un buen crossover para utilizar todos los pañuelos posibles y eliminar esa furia que contengo dentro y que me rompe al pensar en estas atrocidades. Ojalá hubiera tenido un profesor como Antoni Benaiges, y que le hubiera tocado un destino menos triste e injusto.

-RICHIE VALERO
Richie Valero
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9
7 de diciembre de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Saben aquell que diu que un hombre entra en una panadería y le dice al panadero: "¡Deme una barra de pan!". Y el panadero le responde: "¿Blanca o integral?". Y el hombre contesta: "¡Da igual, es para tirársela a mi suegra!"?



La época que era, jodida y poco brillante, escasa de sonrisas que después tienen que transformarse en risas, carcajadas, y lo mejor de esa felicidad son las contagiosas. Esas eran las que provocaba Eugenio (y las adoraba, tanto que las quería en primera fila) desde su más seriedad, también sarcástica. Todo con una intención exótica, bella y no muy frecuente allí, el hacer reír, en un bar, dónde toman algo, experimentando lo que ese grupo de amigos hacen a menudo, demasiados momentos repetitivos y aburridos comparten con el mismo objetivo de un bar aunque la esencia y sentimiento de ese plan permanecerá nostálgica y agradable, además añadiéndole por una noche un Eugenio que entretenía, y sacaba de la zona de confort a esos colegas haciendo de esa noche una memorable y conmovedora, como una entrada al paraíso.


David trueba no sólo trata en la historia a Eugenio, sino que tenemos a la culpable de su agonizante, para él, fama: Conchita, su mujer, la única que lo conocía, lo entendía, lo sentía. Formando una historia de amor y una familia (cuyos hijos lo amaban y lo conocían más que él mismo) entre ellos dos. Desde cantar juntos en antros, con un éxito poco reconocido, hasta que una noche Eugenio tuvo que actuar solo, ese fue el momento de sacar a la luz su excéntrico don, del mismo nivel que Martes y Trece, y Gila, entre varios más.

Todo está contado de una manera sobria, sutil y estupenda. Trueba y Verdaguer lo hacen emocionante y vívido. Algo muy importante en Eugenio era el estado de ánimo, cada vez que salía ahí, a hacer reír, para él era aterrador. Y por eso los sentimientos forman gran parte de la narración de Saben Aquell, trasladados a la pantalla de manera creíble y empática. Es un guion memorable. Y lo he tomado con cierta melancolía y eso me conmueve más.

Aunque la película se acabe antes del desastroso bajón de Eugenio, que es una buena forma de acabar una historia centrada en el amor, la aparición de un don y su arte, y el final de su amada, no me disgustaba la idea de conocer en la gran pantalla esa mala época, que podría haber resemantizado totalmente la película. Repito: no me disgustaba. David Verdaguer y Carolina Yuste, dos personas perfectas para Eugenio y Conchita, no decepcionan, alegran. Conmueven. Ahora merecedores de premios y de la esencia de estos grandes e históricos personajes. Gracias.

-RICHIE VALERO
Richie Valero
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6
7 de diciembre de 2023
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empodero ciertas fibras que me conmueven cuando conozco historias sobrenaturales, ciertamente terroríficas, pero eso no significa que sean del género de terror. En ellas hay mucho de lo que aprender, en ellas me siento reflexivo, condenado a la melancolía y la alegría al mismo tiempo. Y esta vez es con La Ermita, el segundo largometraje de Carlota, después del sorprendente debut con Cerdita (2022).


Y esta es de madres e hijas, y de fantasmas de por medio. Con una médium impostora, algo pomposa por su fama personal y su apariencia oscura. Todo esto ocurre en un pueblo vasco dónde celebran anualmente un aniversario histórico, por aquellos que en la época de la peste han estado encerrados en la ermita del dicho pueblo, por culpa de unos médicos con apariencia de hombres pájaro que durante el periodo vuelven al mundo y así las puertas se abren durante los días, y una vez acabado todo se cierran.

En todo esto, está Emma, interesada en este campo de peligrosidades, interesada en ser médium, para poder hablar con una niña, Usoa, que lleva siglos encerrada en esa ermita, también por proteger a su madre y no perder la comunicación con ella cuando muera. Pero Emma no será capaz de hacerlo por ella misma, por eso insistirá en la ayuda de Carol.

Estas historias me hacen abrir los ojos y no cerrarlos, no es tan fascinante como su debut, pero contiene sus propios puntos: interesantes y poderosos. Experimentamos en La Ermita el trauma de la despedida de una hija a su madre, la cual poco a poco va dejando la vida. Y aquí lo trata con el mejor poder, para mí, para aguantar esta injusticia: la fantasía, huir de la realidad. Que sin duda me hace experimentar ciertas emociones y empatizar.

Su guion y efectos especiales no son fascinantes, suman tanto como restan en la historia, y eso hace que a veces me sienta algo forzado y mirando la hora. Tampoco me machaca, porque me gusta ir despacio pero no siento un avance redondo en el filme. En una situación como la de Emma, en la que se tratan ciertos temas potentes, durante el avance va flojeando, aunque en su final coja fuerza y emoción, lo que hace que me preocupe incluso.

Belén Rueda, que interpreta un papel muy nuevo para ella, y Maia Zaitegi comparten una química que me ha hecho sonreír, y me ha sorprendido en parte por Maia, que es un encanto, y cojo mucho cariño al personaje, parece tan real. De toda la película, definitivamente, las elegiría a ellas dos.

-RICHIE VALERO
Richie Valero
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7
7 de diciembre de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me acuerdo de leer esos magníficos libros de un supuesto terror para los nenes, nunca he sido muy sentimental con el terror, nada me da miedo ni susto, no sé si estoy vacío de emociones con este género, decepcionado o simplemente soy muy realista, y la verdad que para nada lo soy, siempre me dicen: “te crees que estás en una película” y sinceramente hasta en las historias más agonizantes en cuanto a peligrosidad estaría yo más a gusto que en este mundo retorcido, lleno de humanos, la mayoría de ellos miserables y en una época la cual me da pena. Quiero de vuelta mis libros de pesadillas, escritos por R.L. Stine.


Reaparecen repentina y anualmente ciertas fibras que me obligan a ver este tipo de series cuando la navidad está acercándose y este espíritu americano me llena mucho para ver cine juvenil. No obstante, no es como las típicas americanadas, aunque algunas sean exquisitas, pero Pesadillas contiene cierta autenticidad y a la vez una agradable lealtad a las novelas aunque ésta no haya seguido el camino de la antigua.

La historia es perfecta para un comienzo de un universo en el que este grupo de amigos con cierta similitud a Stranger Things (algo mayores que los de Hawkins) no van a tener descanso, sobre todo por culpa de Harold, y más tarde de Slappy. Entre ellos tampoco habrá descanso, con tanta amistad y amor (cliché pero siempre agradable de ver si no lo siento forzado). El guión no me conmueve, no me sorprende pero sí con el sentimiento y emoción que suele estar escrito, y más si me siento igual de sonriente y escalofriante, a buenas, cuando leo las novelas.



Todo ocurre en el pueblo de estos cinco jóvenes, Port Lawrence, ellos son: James, Margot, Isabellah, Isaiah y Lucas. Además de personajes que suman mucho a la historia como los padres de los jóvenes, y con un profesor llamado Nathan. Lo causa todo un adolescente fallecido hace 30 años, Harold Biddle, en la época de los padres cuando el instituto. Muerto por un incendio en el sótano de su propia casa. Aparece repentinamente en Port Lawrence para vengarse por lo que supuestamente hicieron los padres.

El grupo de amigos, cada uno afectado con su historia, ese es uno de los grandes puntos positivos de Pesadillas, dónde vemos en varios de los primeros capítulos la perspectiva de cada miembro del grupo. Y por eso la noto algo lenta, lo cual no quiere decir que sea un punto negativo, sino más bien, un punto que resaltar, y disfrutar. Porque esa es a veces la esencia y el objetivo de una serie cuyo miedo no es el terror sino la intriga, el suspense.

No me abstengo de mi escaso conocimiento sobre la existencia de la mayoría del reparto: Isa Briones, Miles McKenna, Zack Morris, entre otros. Peor para mí aunque sean recientes en la industria. Pero mi orgullo me pide que sonría y elogie al que sí conozco: Justin Long, dónde a mitad de la historia es él quien lleva el rumbo.
Pesadillas, una historia de, espero, numerosas temporadas (en un futuro) cuyo poder es el de la nostalgia: sus novelas. A parte de una historia sobria, a la vez con cierta inquietud, siempre bien recibida.

-RICHIE VALERO
Richie Valero
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9
7 de diciembre de 2023
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No gustará por la sencilla, fácil y rápida opinión de lo bizarro, macabro y poco sensible (a veces). Y yo me abrumo reflexionando sobre la gente que siempre quiere y cree vivir en una fantasía dónde el amor y la felicidad se juntan y forman lo más bonito, requerido y soñado de la vida, mientras tanto yo, de corazón vacío pero a la vez lleno de cualquier cosa que pueda pasarse por la cabeza, pienso en lo superficial que puede llegar a ser una persona que fantasea con ese universo lleno de colores llamativos, y me parece delirante, humillante, y penoso, también aplastante aunque ya lo esté.


La bala de dios, dirigida por Nick Cassavetes, hijo de John Cassavetes, cuenta una historia basada en hechos reales, también en una novela, sobre el cambio drástico del sheriff, Bob, al decidir obviamente recuperar a su hija secuestrada por una banda satánica, una secta más bien, que lleva un buen recuento de secuestros a adolescentes desde hace años. Bob, casualmente conoce a una yonki en recuperación, que fue también secuestrada y más tarde miembro de la secta, que juntos se adentran en la boca del lobo para recuperar a la hija e intentar quitarse al “demonio” de por medio, llamado Cyrus, el líder.

Hablando del montaje de 120 minutos el cual he visto, el original es de 156 minutos, todo resulta, para mí, excitante y precioso desde lo macabro. Desconozco la historia real y la novela, pero no me resulta una película a la que odiar u olvidar, la noto con aires inverosímiles pero no siento que afecte a mi atracción por ella. Veo un verdadero fallo en la elección de estrenar un metraje más corto, me desconcierta un poco el rápido avance personal de Bob. Necesito tomarme esta historia como me tomo la mistela, no hay que apurarse con algunos tramos de la película.

Me brillan los ojos alrededor de todo el fuego que presencio en la fotografía de Kenji Katori, no me pasa lo mismo con la música aplicada aquí, a veces la disfruto como un niño, pero en ocasiones se elige una música cuyas fibras faltan el respeto a las emociones que siento cuando veo reflejado en La bala de dios parecidos muy claros a Sound of freedom.

Me siento comprendido, realizado y alegre, a la vez destrozado, cuando experimento emociones y sentimientos como lo hago con La bala de dios, eso hace que pueda guardar espacio en mi interior para la excepcional Maika Monroe y su brillante personaje, Case. Maika y Waldau conectan juntos una química entrañable y a su vez tan contradictoria como empática. De elegir un rasgo de ésta diabólica historia elegiría a Maika Monroe.

-RICHIE VALERO
Richie Valero
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