"Viajes con mi tía" es una de las obras menos conocidas de Cukor, y también una de las menos convincentes y con peores criticas de su autor, lo cual hace que se la considere como una obra menor en la obra del autor de "Luz que agoniza".
Basada en una obra de Grahan Greene, un escritor al que sus mayores éxitos se encuadran en el genero policíaco y de intriga política, como "El tercer hombre", "El americano impasible" o "Nuestro hombre en la habana". En ésta ocasión destacó en una novela de aventuras con una veta cómica, recreando lugares que él conocía muy bien, como el mítico Orient Express.
La película estuvo nominada a cuatro premios de la academia incluyendo el de mejor actriz(Maggie Smith) ganando el de mejor vestuario. En principio la protagonista seria Katharine Hepburn pero fue despedida por exigir excesivos cambios en el guión. Entre los detalles curiosos podemos encontrar en el papel de fiel mayordomo a Louis Gossett el desagradable sargento de "Oficial y caballero" y cómo no la presencia de uno de los nuestros: José Luis López Vázquez como excentrico seductor Francés.
Una de las mejores bazas de la películas son sus exteriores rodados en varios lugares Londres, Marruecos, París Turquía, Italia, y en nuestro país en el Cabo de Gata y en las playas de Almería.
De todas formas la película flojea tanto en estructura como en argumentación y la actuación de Maggie Smith no es nada convincente, demasiado histriónica sobreactuada dando vida a un personaje que necesita mostrar muchos más años de los reales (la actriz tenia entonces 38 años mientras que su sobrino en la obra había cumplido 49).
De todas formas conviene ver la película aunque solo sea por ese frenético amor por la vida que desprende convirtiéndola en un alegato contra las ataduras y convencionalismos sociales.

Siempre he recordado con nostalgia mi primera experiencia cinematográfica en la gran pantalla, ya que ello contribuyo notablemente en insuflarme un afición que sin duda durará para siempre.
Crecí en un pequeño pueblo de Extremadura, allá por los años sesenta, donde hubo un cine que desapareció siendo yo tan niño que apenas guardo ningún recuerdo de haber estado en él.
Sería un verano durante las fiestas del pueblo, cuando llegó un circo ambulante que aparte de sus funciones propias, ofrecían (previo pago) la proyección de una película,(cómo no, del oeste) que eran mis favoritas, y lo serían durante muchos años. La cinta en cuestión era "Por un puñado de dolares" y recuerdo que tuve que pelear mucho para conseguir que mi madre me diese las tres o cuatro pesetas que valdría la función. Tengo que reconocer que disfruté enormemente con aquella mi primera experiencia cinematográfica. Aquel fluir de emociones nuevas, aquel espectáculo, al cual mis ojos eran vírgenes no lo olvidaré jamas. Siempre tendré presente aquello cómo algo parecido a la primera vez que asistí en vivo a un partido de fútbol.
Recuerdo que al día siguiente proyectaban la segunda parte de esta trilogía "La muerte tenia un precio", y le insistí a mi madre que me diese dinero para poder verla, a lo que me contestó, -Que con una vez ya tenía bastante-. Por lo cual me quedé sin verla, pero siempre le estaré agradecido a mi madre el haberme dado las cuatro pesetas que valía ver "Por un puñado de dolares. Gracias mamá.

Magnífico retrato del Madrid de la posguerra el que nos sirvió Cela en una de sus cumbres literarias: La colmena. Y aquí llevada a la pantalla con gran tino por el irregular Mario Camus, e interpretada por un elenco de actores nacionales de gran enjundia.
El café de Doña Rosa es el eje central de la trama donde se dan cita toda la ralea del Madrid de posguerra, literatos, poetas, bohemios, estraperlistas, fiadores, ególatras, busconas, sarasas, y demás fauna de un tiempo de miseria.
Todos sus personajes tienen un denominador común: el hambre. Y para sobrevivir todo vale, el embuste, el timo, la apariencia y hasta tirarse por la calle de en medio.
La España de aquella época no daba para más, eran tiempos de tuberculosis, de malta en lugar de café, de piedras en las lentejas, de cartilla de racionamiento y de trampas en la balanza.
Era aquél un invierno duro de esos que te hielan el alma y no solo en lo climatológico. Había que tirar "pa lante" a cualquier precio, no faltaban para ello el estraperlista , la cigarrera, la buscona, el timador, el perdedor del bando contrario, y todos con un denominador común: la supervivencia en un tiempo castigado por la miseria de un régimen dictatorial.
En conclusión una obra necesaria de ver para olvidar un pasado que no se puede olvidar y que sin duda ha configurado nuestro presente más actual.

La salida de la luna, es una obra compuesta por tres episodios individuales que retratan el carácter Irlandés de forma magistral, gracias a la sabia dirección del gran maestro, no solo de westers, sino de relatos cotidianos que fue John Ford. Los valores fordianos están sabiamente plasmados en unos personajes que hacen del honor, la lealtad, la camaradería, sus señas de identidad. En unas breves pero concisas pinceladas el maestro nos plasma un tríptico de la identidad Irlandesa, donde las imagenes bucólicas predominan en un paisaje poblado de patriotismo, pobreza, y tradición.
Recomendable a más no poder, sin duda, sobre todo a los amantes de las historias pequeñas cargadas de ideales y humanidad.
Por cierto antes de despedirme preguntarle a la señora Sinde. ¿Como cree que he visto esta película si nunca la programan por televisión y ni siquiera está editada en DVD?.

Jonathan Paige (Alan Alda) un profesor universitario ingresa en prisión para cumplir una condena de un año por un homicidio involuntario. Allí tendrá que hacer frente al poder del jefecillo de turno Hugo Slocum (Vic Morrow) quién controla la droga y el poder gracias al chantaje que ejerce sobre los demás reclusos, en tanto que el alcaide y algún otro oficial corrupto hacen la vista gorda.
Estimable película realizada para la televisión sobre una obra de Truman Capote que a pesar de incidir en unos temas ya recurrentes sobre el mundo carcelario se ve con notable interés. Cosechó en su momento varios premios entre los que se encuentra la Concha de Oro al mejor director en el festival de San Sebastian de 1972.
Me ha causado una grata impresión este trabajo de Tom Gries sobre el mundo carcelario. Los personajes resultan creíbles y la trama interesante, ganando en intensidad a medida que avanza la historia. En ella podemos encontrar los típicos personajes de este submundo, desde el jefecillo del clan, pasando por el funcionario que pretende cambiar el sistema, hasta el alcaide corrompido hasta las entrañas al que todo le parece lógico y normal.
Entre los detalles curiosos añadir que Vic Morrow que da vida al jefe del clan de presos murió accidentalmente en 1982 cuando rodaba "En los limites de la realidad " a las ordenes de Spielberg. También tuvo un destino trágico el director Tom Gries que falleció mientras filmaba su película "Yo, el mejor".