He sentido como una majestuosa ola gélida evaporaba mi apatía, para conseguir que las palabras recuperasen valor tras la digestión de esta historia. Se trata de un efecto temporal, sé que en breve recobraré de nuevo la sana linealidad, que evita inestables y peligrosas euforias e inútiles depresiones o caídas de ánimo, cuya mejor defensa se halla en la más aséptica monotonía. Pero ahora mismo todavía vibra mi interior y ya no es tan fácil como antaño conseguirlo. Tras un largo período a dieta de profundidades, casi sin querer, he abrevado agua de manantial ofrecida, cual una diosa, por esta joven actriz llamada "Adepero Oduye" que consigue de forma pasmosa y natural que entre en el drama de su personaje, lo sienta como mío, lo reviva y me quede en trance aun en el inmediato después.

Aun rememoro los magníficos versos finales con los que finaliza este primer reconocimiento lésbico, a modo de posible autobiografía, de la directora que firma la obra: Dee Rees:

Esta noche continué con mi revisión de la obra de Kaurismaki, ese extraño director finlandés que hacía películas con cuatro duros, unos pocos personajes de perfiles unidireccionales, paladas de nicotina en el ambiente y música deliciosa. Obras sobre frías soledades en un país desangelado, donde es tan fácil como necesario abandonarlo todo y escapar, ante la aparición de la más ínfima llama que aparente algo de calor para esas almas hibernadas. Esta vez le tocó el turno a un rudo basurero cuyos ojos se topan con los de una vulgar cajera de supermercado y entonces...

Y de fondo sonando gloria variada, la magia de Albert Collins, la hipnótica cantinela del maestro John Lee Hooker o las geniales y repetitivas frases melódicas del gran Elmore James, por nombrar a aquellos más cercanos a mi terreno. Sin duda otra rara avis con un sabor no degustable por todos, pero que servidor siente y valora más a medida que evolucionan sus canas.

Quizás calificar de buena esta comedia romántica coreana pueda parecer excesivo, es posible que muchos opinen que es eternamente larga, otros digan que carece totalmente de sentido del ridículo, algunos incluso se ceben en criticarla por recurrir a una banda sonora basada en versiones de dos clásicos manoseados hasta la saciedad, como son el "Knockin' on heaven's door" de Dylan y el "Stay" de Jackson Browne y es muy posible que haya un buen porcentaje de razón en todas esas críticas, pero, aun estando en parte de acuerdo, me sigue pareciendo una buena película. ¿Será porque me ha encandilado la originalidad, belleza y encantadora expresividad del personaje interpretado por Jeon Ji Hyun? ¿Acaso tendrá algo que ver que todo el trabajo en cuanto a dirección fotográfica, aunque en ocasiones pueda dar sensación de redundancia, me haya parecido delicioso? ¿O será que su peculiar desarrollo me haya hecho disfrutar, robándome numerosas sonrisas, incluso alguna mini-carcajada e inyectando emoción en mis venas con mayor frecuencia e intensidad que las dosis a las que estoy acostumbrado?.

Solo sé que he asistido a una peli distinta, tercera que degusto de este director y en mi opinión la mejor, incluso por encima de "My sassy girl" su aclamada ópera prima. Sabor oriental, aun comiendo hamburguesas, el ketchup sabe diferente.

Hacía tiempo que quería probar este toffe de viejo envoltorio y al fin, gracias a uno de esos blogs desinteresados y provistos de autenticidad que ya no abundan por la red, conseguí hacerme con esta añorada comedia de Menzel que faltaba en mi colección. Y aunque en mi opinión, no es mejor que "Mi dulce pueblecito", para mí su mejor obra, no deja por ello de ser tremendamente disfrutable, hilarantemente divertida y como no, descaradamente crítica con todo ese otro fascismo renombrado a comunismo por la Rusia stalinista.
Compuesta en gran parte con personajes tipo que sirven a la perfección al cometido para el que fueron diseñados, destaca en sobremanera la pareja protagonista, dos seres de especial textura que simbolizan lo genuino frente a la corrupción y el ridículo del entorno que los rodea, eterno paradigma, da igual el punto del mapa en el que nos situemos.
Construída con sólidos cimientos basados en una sencillez clásica formal adapatada con condimentos de agradecido absurdo, retoma el paraje campestre como marco para incorporar de nuevo elementos del humor de siempre, con la tradicional personificación de animales, aquí en el caso de Borka el cerdo y la vaca Natasha. La historia es un cuento-canto a la verdadera esencia de la vida, que se encuentra lejos de los grandes objetivos materiales o inmensos ideales que nos inculcan, pues tan solo es necesario para alcanzar la verdadera felicidad, hallar a alguien con quien compartir caricias y huír de todo lo demás pues el resto no merece la pena, es así de simple y sencillo. Hace tiempo que me di cuenta.

Comedia vitriólica y prácticamente desconocida fuera de Chequia, para degustar sin prisa y por paladares aun no insensibilizados ni atrofiados.

Otra preciosidad de los estudios de Hayao Miyazaki que, si bien no está dirigida por el maestro, engloba buena parte de su impronta. Al acceder a una producción ghibli, uno no intuye, sabe de sobra lo que va a encontrarse y sin embargo, una y otra vez vuelvo a sorprenderme con la belleza en imágenes que se va reproduciendo ante mis ojos, los cuales, sumidos en la fascinación, van agrandándose paulatinamente, hasta casi salirse de las órbitas, incapaces de asimilar tal maravilla.

Hermosísima fantasía bañada en una especie de solución a base de delicada ternura y encantadora melancolía, que sobrecogerá a aquellas almas que todavía conserven algún átomo de pureza.