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España España · Las Palmas
Críticas de Chano Aleman
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Críticas 17
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
14 de enero de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque sea punto común en todas sus entrevistas y el lo niegue de manera tajante, The Lovely Bones, sigue la estela mágica marcada por esa maravilla llamada criaturas celestiales. Peter Jackson hace un paréntesis en sus grandes epopeyas para volver a centrarse en una historia menor, donde los sentimientos predominan por encima de las espadas.
The Lovely Bones es deudora de títulos muy cercanos como Adiós pequeña, adiós o Mystic River. Donde Affleck y Eastwood triunfaron, este demuestra que las pequeñas historias muchas veces están reñidas con ese estilo etéreo que impregna todo el metraje. Jackson sabe que un guión tan endeble como el de este film, donde todas las tramas parecen secundarias y nunca se decanta por ninguna en particular, no se sostendría sin ese tono de autor más propio de un Tim Burton en horas bajas que de él mismo.

The Lovely Bones son dos películas bien diferenciadas. Por un lado el típico Thriller americano que, en mayor medida funciona, gracias a la correcta labor de Stanley Tucci . Y por otro una historia fantástica sobre el transito a una vida mejor y la liberación de las ataduras terrenales. Cada vez que una de estas dos líneas argumentales comienza a coger cuerpo es interrumpida por la otra.


Todos los personajes, de un modo u otro, están lastrados por una carga. La niña protagonista por lo que pudo haber sido y no fue. El padre (un cada vez mas perdido Mark Wahlberg) por lo que fue y será. La madre (una Rachel Weisz que no coge el tono a la obra) por lo que ha sido. Y la abuela (una desatinada Susan Sarandon) por lo que fue y no volverá.

Además, para mas INRI, Jackson aboga por un final nada arriesgado. Borda el ridículo y prefiere dejar en manos del destino lo que podría haber sido una decisión moralmente ambigua, pero desde luego mucho mas valiente.

El director neozelandés se empeña en esta ocasión en vendernos humo a precio de oro. Pero esta vez el humo cegó mis ojos…




Recomendada para: Amantes de los videoclips de Enya.
Chano Aleman
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6
20 de junio de 2009
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Los que amamos el cine como creación y espectáculo, somos apasionados profundos de Tim Burton, actualmente el unico director que es capaz de crear mundos personales y personajes atípicos en un panorama donde la originalidad de ideas brilla por su ausencia. Cuando la repetición automáticas de clichés y los remakes abordan las taquillas de medio mundo, el creador Burton nos ofrece un mundo moral y social paralelo, donde nada es lo que parece. Sweeney Todd es, en principio, una historia plana y sencilla, basada en el exitoso musical de Broadway de Stephen Sondheim, que en manos de cualquier otro director hubiera resultado una sosería de proporciones épicas. Pero Burton coge la base de la obra para recrear un mundo Victoriano donde el bien se convierte en mal y la moral pasa a un segundo plano.
El actor fetiche de Burton, Johnnie Deep, borda el papel de sanguinario Todd, dando matices diabólicos a un drama intenso y personal que sumerge al personaje en un mundo paralelo e idílico, donde la justicia esta en sus cuchillas y en mundo en su contra. Merecida es la nominación a los oscar de este actor que se ha convertido ya en el rarito por antonomasia del cine contemporáneo (¿Cómo daría Deep en un drama de Stone?, por ejemplo). Harina de otro costal es Helena Borhan Carter, la legitima del dire, que gana papeles en la cama y no en la academia (que lo goces Burton, ya se sabe que siempre hay un roto para un descocido).
Volviendo a Sweeney Todd, recalcar, como siempre, la recreación visual de una Sociedad Victoriana sucia y sórdida, donde Dante Ferretti, autor de genialidades como En nombre de la rosa, sobresale por encima del contenido.

Muchas y variadas son las similitudes entre Moulin Mouge y este film, como los movimientos frenéticos de cámara recorriendo la ciudad o la planificación de los números musicales, donde la puesta en escena prima sobre las canciones (bastante flojitas y simplonas).

Sweeney Todd creara polémicas y enfrentadas opiniones, entre los que la odien y la amen. Yo, sencillamente, me he quedado igual que cuando, ansioso, fui al cine. Por un lado Salí decepcionado por la obra de un autor no que ha dado lo mejor de si (la historia no daba para mas) y por otro lado satisfecho al pensar que 10 minutos de la obra mas floja de Tim Burton (Incluso la de Peewee) siempre es infinitamente superior a cualquier Transformers o Harry Potters……
Chano Aleman
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9
20 de junio de 2009
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que la violencia solo engendra violencia es una de las máximas que mas se sostienes en cualquier discusión filosófica. No es país para viejos es una película que reflexiona sobre la violencia en la sociedad actual y como la desnaturalización de los sentimientos pueden cambiar la moral de toda una generación. ´
Los Hermanos Coen han remontado su caída en picado, tras desastres como Ladykillers y Crueldad Intolerable, para ofrecernos una gran obra maestra. Cine en estado puro, del que hacia tiempo que no veíamos. Los Coen vuelven al estilo de Fargo o Muerte entre las Flores pero con el pozo de la veteranía. Narra la historia entrecruzada de tres personajes que buscan, cada uno a su manera, una vía de escape de un mundo al que no pertenecen y en el que se encuentran atrapados. Un ranchero fronterizo de acento impresionante y rastrero (en la vo), la revelación Josh Brolin, una asesino a sueldo, el imparable Javier Bardem arrasando con todos los premios del mundo (incluido el Oscar, tiempo al tiempo) y un viejo policía sin lugar en el mundo, el siempre perfecto Tommy Lee Jones.
El tempo del film nos sumerge en una espiral de violencia y renovación que tiene su lógica resolución en un final no apto para cardiacos.
No es país para viejos no es recomendable, es obligada. Todo aquel que sienta sangre en las venas y tenga un mínimo de sensibilidad, no debería perderse esta pequeña joya en un mundo de baratijas.
Chano Aleman
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7
20 de junio de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay géneros en el mundo del cine que están denostados por saturación. El género vampirico ha sido explotado hasta la saciedad en las ultimas décadas: En los últimos años obras como los guardianes de la noche o los revivals de Drácula (a excepción del de Coppola) no han sido nada reseñables.
Solo un director tan personal como David Slade, autor de la esplendida Hard Candy (otra obra vampirica y absorbente, aunque no lo crean) podía ofrecer una nueva vida a los no muertos. La película nace de la genial idea del asedio de una tribu de vampiros a un pequeño pueblo de Alaska que goza de 30 días de noche cada año y que por tal motivo se aísla del mundo durante ese periodo. La premisa es tan magnifica como el impresionante prologo del caminante sobre el blanco hielo, mas tarde teñido de rojo.
El film combina los tópicos de tal manera que lo manido nos resulta nuevo y los clichés refrescantes. El ritmo y el aspecto comicquero de la película es impecable y, aunque sobra ciertos elementos superfluos e irrelevantes como algunos personajes florero (véase el acolito humano de los vampiros) el conjunto global nos envuelve en una aventura que se asemeja en muchos aspectos con la reciente “Soy leyenda”, sobre todo en las facetas de heroísmo y sacrificio. Secuencias como la devastación del pueblo, en plano aéreo y con la sangre tiñendo la nieve, engrandecen una serie A, con espíritu de serie B. Por ultimo destacar la interpretación de Danny Huston como líder de los Vampiros, papel iconoclasta donde los haya y que marcara estilo. Recomendable, muy recomendable con un buen combo de palomitas.
Chano Aleman
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9
20 de junio de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si alguien puede ser definido como un cineasta kamikaze, ese es Julian Schnabel, autor inclasificable que aporta magia y poderío a cada proyecto que acoge, por vació que este, a priori, resulte. La escafandra y la mariposa es una obra personalísima, basada en una historia real, la de Jean-Dominique Bauby, redactor jefe de la revista Elle, que sufrió una embolia masiva a los 43 años que le dejó en coma durante tres semanas y que al despertar se dio cuenta de que estaba paralizado de la cabeza a los pies, salvo uno de sus ojos, del que aún conservaba su movimiento y con el que podía parpadear. A partir de ahí, en el hospital de Berk-Sur-Mer pensaron en ofrecerle una manera de comunicarse. Ordenaron el alfabeto con las letras más utilizadas y mientras las enfermeras le iban dictando las letras, él parpadeaba una vez cuando llegaba la letra que le interesaba y así podía llegar a formar una frase. Lo curioso es que con este método, el señor Bauby empezó a escribir un libro, el de La escafandra y la mariposa.
Ante la aparente dificultad de la plasmación en imágenes de esta claustrofóbica historia, Schnabel recrea un universo personal, donde la realidad y la vigilia se entremezclan en un relato, a ratos surrealista, que nos embulle en una obra que nos cautiva, como la enfermedad cautiva a un hombre en la metáfora de la escafandra y nos hace volar cual mariposa, por el universo onírico y personal del protagonista, un sensacional Mathieu Amalric inmensamente expresivo en su aparentemente inerte interpretación. La culpa la tiene la constante voz en off, irremediablemente embriagadora y poética, y momentos inconmensurablemente brillantes, como la primera visita de los hijos al hospital, la historia del cambio de avión, inequívocamente metafórica o todas y cada una de las escenas de un impresionante Max Von Sydow (que hace del padre del protagonista). La película tiene dos partes claramente demarcadas. Una primera, donde la cámara subjetiva es protagonista absoluta (para mi la más brillante) y un segundo acto donde el protagonista “cobra vida” y comienza a relacionarse con su entorno.
La escafandra y la mariposa es una obra redonda, sobre los deseos perdidos, las tareas inacabadas, los sueños inalcanzables, lo banal de la vida y la importancia que cobran los detalles cuando son lo único que tenemos, pero también una gran reflexión sobre lo fútil de la existencia. En palabras del protagonista: Hoy siento que toda mi existencia es una cadena de pequeños errores. Mujeres que no fui capaz de amar, oportunidades que no pude aprovechar, momentos de felicidad que deje escapar. Una carrera cuyo resultado me era conocido de antemano, pero en la que he sido incapaz de apostar al ganador. ¿Estaba ciego o sordo? ¿O necesitaba una desgracia para ver mi verdadero ser?
Chano Aleman
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