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Críticas de Antonio Morales
Críticas 1.536
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
12 de mayo de 2017
19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue el tercer western de Fuller, se abre de forma majestuosa: vestida de negro sobre un caballo blanco, Jessica Drummond (Stanwick) cruza la pantalla con cuarenta jinetes detrás de ella, su rancho se llama “Los dragones”, se trata de una amazona con látigo, una mujer fuerte y curtida física y moralmente. Pero se ha cruzado en el camino de la pradera con Griff (Barry Sullivan) y sus hermanos que son Marshalls contratados para pacificar el país. Ella es el último de los hacendados a domesticar, junto a su hermano pequeño por el que siente debilidad. Se dilucida una inminente batalla entre el orden y el caos.

Los hermanos Bonnell son una nueva imagen de los hermanos Earp de OK Corral, una estilización notablemente auténtica de las prácticas de pacificación violentas de un periodo donde los grandes imperios como el de Jessica empezaban a decaer o conformarse en consorcios ganaderos como el de Johnson en Wyoming que tan magistralmente recreó “La puerta del cielo” de Michael Cimino. A Fuller le interesa que el dolor duela y que la crueldad sea cruel, la muerte sea mortal y la pasión incontenible, arrasadora. Su cine es disonante, crispado e inesperado.

Un film que hermana el lenguaje del cine con el cómic, de sobreentendidos donde las miradas lo dicen todo, lleno de gestos simbólicos. Disfruta de una excelente fotografía en un blanco y negro de matices y contrastes, su formato en Cinemascope para la Fox, le otorga una especial belleza para reflejar unos cuidados encuadres, de picados y contrapicados y la fuerza bruta de la naturaleza en su paisaje y viento huracanado. Cuenta con una gran actriz en decadencia, pero que sabía sacar el tarro de las esencias. Jessica (Barbara Stanwick), una mujer hecha a sí misma, una ranchera que lidera a los 40 pistoleros del título del film, figura matriarcal en un territorio despoblado de familias verdaderas.

Un western moderno sin fecha de caducidad alguna, repleto de digresiones en su estilo visual y formulación narrativa, muy iconográfico respecto al género pero, a la vez, muy distinto del clasicismo frontal en la exposición de sus señas de identidad. En este film. Fuller muestra a los bandidos de forma realista, como delincuente juveniles que disparan por la espalda, y los supuestos héroes no lo parecen porque necesitan siempre el apoyo de uno o dos rifles más para enfrentarse a su oponente. Samuel Fuller se muestra disconforme y febril, apostando por un Oeste realista.
Antonio Morales
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6
11 de mayo de 2017
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
El apartheid fue el denigrante sistema de segregación racial que imperó en Sudáfrica, consentido por el gobierno británico durante muchos años por intereses geoestratégicos y políticos, que bajo el dominio de una minoría blanca estuvo en vigor hasta 1992. Ese lamentable régimen afectó indirectamente a los países vecinos que Sudáfrica pretendía anexionarse como era el protectorado británico de Botswana, asolado por la pobreza, cuando era un rico territorio en oro y diamantes. Básicamente, este sistema de discriminación racial en Sudáfrica consistía en la creación de lugares separados, tanto habitacionales como de estudio o de recreo, para los diferentes grupos raciales, en el poder exclusivo de la raza blanca para ejercer el voto y en la prohibición de matrimonios o incluso relaciones sexuales entre blancos y negros.

Es lo que denuncia este film a través de un “biopic” sobre Seretse Khama (David Oyelowo) que luchó por la independencia y derechos humanos para Botswana. Se trata de un clásico melodrama sentimental en un determinado marco político y social basado en hechos reales. El film se sitúa en 1947 centrándose en la relación sentimental entre un futuro rey de un pequeño país africano y una oficinista británica blanca. Seretse y Ruth, se conocen, se enamoran y se casan, en un Londres posbélico, en contra de sus familias y varios gobiernos, es la trama de amor alrededor de la que se articula un drama humano como motor sociopolítico de un mundo intransigente. La difícil convivencia de un matrimonio en una época hostil y asfixiante para las relaciones interraciales.

La película resulta bastante previsible y convencional, aunque no carente de momentos emocionantes, como cuando Seretse se dirige a su pueblo liderando nobles ideales. El trabajo de Rosamund Pike, actriz emergente de belleza singular, como la abnegada esposa resulta aceptable, sobre todo por su interés en adaptarse a un nuevo mundo para ella, llena de dificultades y discriminaciones. La ambientación está muy lograda, aunque quizás peca un tanto de ser poco objetiva y un tanto simplista a la hora de retratar a los malvados británicos, representados por políticos y funcionarios mentirosos y mezquinos por sus interese bastardos.

Una visión bastante dura del colonialismo británico, que se apoderaba y explotaba los recursos naturales de los territorios que controlaban. El pensamiento crítico es un ingrediente primordial de todo totalitarismo, pero la directora del film es incapaz de dar matices a unas imágenes convertidas en postales, demasiado platónicas e incuestionables, demasiado complacientes y poco profundas. En todo caso el film se deja ver y gusta por su elegante humanidad que seduce a todo tipo de espectador, pero que no termina de convencer a los más exigentes.
Antonio Morales
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6
10 de mayo de 2017
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que era Billy Wilder el que apostaba por partir de un buen argumento para intentar construir una buena película, puliéndola en matices para mejorarla, añadiendo que sin un buen libreto es mucho más dificil realizar una obra atractiva. Naturalmente él había sido guionista antes que director. Seguramente, el prestigioso cineasta y amante de la lectura Rafael Gil, pensaba lo mismo, mucho más cuando cayó en sus manos esta excelente historia del gran dramaturgo Miguel Mihura, más conocido por sus comedias dentro de su peculiar humor, aquí su trama discurre por el sendero del melodrama y el thriller criminal con aspectos sórdidos poco habituales en el cine español de entonces.

La película comienza en claro tono melodramático para evolucionar hacia aspectos más pecaminosos. Tras la muerte de su hijo, Nieves (María Félix) se separa de su marido. Quiere salir adelante por sí misma, pero tiene un gran problema, la mujer es extraordinariamente atractiva y todos los hombres ven en ella un instrumento de placer. Pasa el tiempo y no encuentra trabajo, ni siquiera puede pagar ya la pensión. Así que, desesperada, decide salir a la aventura cuando conoce a Luis, un misterioso hombre que convertirá su desdichada vida en una huida hacia delante.

Gracias a su ingenio y excelente estructura la trama rebosa tensión progresiva y un ritmo constante de angustia que te atrapa. Siempre, por supuesto, al servicio de la estrella, en este caso la mexicana María Félix, que aporta su magnetismo y belleza, pero el carácter de una mujer con agallas aunque también vulnerable. A pesar de tener una moral excesivamente conservadora y habitual entonces, la película es valiente y atrevida abordando temas casi tabúes hasta entonces. Donde no falta el asesino despiadado, el falso culpable, el tráfico de cocaina, la prostitución en la mujer marcada por la sociedad retrógrada. El título del film ya juega maliciosamente con interpretaciones distintas de la palabra “cualquiera”, que no es preciso aclarar.

El portugués Antonio Vilar que era un excelente galán, le da una buena réplica a la rutilante estrella femenina, con un personaje oscuro y ambiguo, ladino y misógino. También disfrutamos de excelentes secundarios, como ese vecino turbio y alcohólico (José Nieto) o el campechano comisario (Juan Espantaleón), que dan al film un digna calidad que se mantiene inmune al paso del tiempo. Impecables diálogos y excelente puesta en escena gracias a una adecuada iluminación, hacen de la película una obra interesante y poco conocida para los que no vivimos aquel tiempo.
Antonio Morales
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4
9 de mayo de 2017
35 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
No puedo más estar de acuerdo con algunos de mis compañeros que la critican sin piedad, así como tampoco me parece superior a otras pretéritas filmadas sobre aventuras en la Amazonia por Herzog o Saura, como “Aguirre, la cólera de Dios” o “El Dorado”. Sobre todo, la primera me parece una obra de referencia absoluta, donde está perfectamente reflejada la enajenación y la aventura en toda su dimensión. Como muy acertadamente apunta el compañero Betlehem, yo le añado una coma: Cómo encontrar el nacimiento de un río dejándose llevar por la corriente. Yo tenía entendido, que la corriente siempre te llevará a la desembocadura en el mar. Estamos pues, ante un despropósito, porque se pueden tomar licencias pero lo que no podemos es aceptar un absurdo que va contra la naturaleza de la aventura y la lógica aplastante, convirtiéndose en un absoluto dislate.

Más interesado por la fidelidad de los hechos históricos que por su transposición imaginaria, James Gray, realiza una película pretenciosa y aburrida, no me convence su tono intimista, además de excesivamente larga que pretende ser reflexiva sobre las circunstancias personales de un oficial británico a principios del siglo XX, a diferencia del tratamiento de Herzog que fue menos rigurosa aunque más fascinante, en mi opinión se ciñe a la cronología y a las circunstancias concretas de varias expediciones del protagonista, que con la finalidad de cartografiar un territorio desconocido y exploración de la selva amazónica, fue seducido por el misterio de lo desconocido como tantos otros a través de la Historia. Aventureros obsesivos en busca de gloria y honor, codiciosos, visionarios ególatras y ambiciosos hasta ignorar sus obligaciones familiares.

Basada en la figura de uno de los últimos exploradores victorianos, Percival Harrison Fawcett, a partir de un libro de Davis Grann, relata con demasiada parsimonia el espíritu de una época, desnudando la altanería y la decadencia del imperio británico. Las ambiciones desmedidas de éstos que aunaban la curiosidad intelectual al desarraigo existencial, el anhelo vanidoso de la fama en el marco del imperio. Gray apuesta en algunos momentos por la ficción de época por la fábula pura, pero en mi opinión nada funciona como debería hacerlo.

El film técnicamente es impecable, los actores están bien, su ambientación es asombrosa, pero no veo por ninguna parte el espíritu genuino de la aventura, su fotografía es oscura y deprimente incluso en las escenas amazónicas, no veo apenas peligro ni tensión, todo es anodino, frío y académico. Se puede narrar desde el clasicismo pero hay que emocionar al espectador con situaciones que nunca consigue crear el cineasta. Las escenas de la 1ª Guerra Mundial tampoco añade nada especial a la trama más allá de un periodo de convalecencia y el reconocimiento que ya había adquirido anteriormente. No se nos puede presentar un film de aventuras, donde apenas existe el peligro y el miedo ante lo desconocido, una aventura sin acción es como una comedia donde no hay humor, un fiasco.
Antonio Morales
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6
8 de mayo de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clinton Willart (Brandon De Wilde) es un adolescente que adora a su hermano mayor Berry-Berry (Warren Beaty), y que cruza media América para encontrarle y ayudarle. Pero en realidad, encuentra a un vago y atractivo tipo que, según él “me dejo llevar por la brisa y vivo para divertirme”. De esta forma pulula errante seduciendo a las féminas y buscándose problemas con la ley. Si el mismo actor cuando era un niño de nombre Joy, sentía una especial fascinación por el pistolero solitario Shane (Alan Ladd) en el wéstern “Raíces profundas”, aquí se podría decir que es la historia de una decepción que sufre el adolescente Clinton cuando comprende el comportamiento y las motivaciones de su hermano mayor al que había idolatrado. Tan sólo nueve años habían pasado entre el film de George Stevens, que ya era todo un clásico y el film de John Frankenheimer.

Película basada en la primera novela de James Leo Herlihi “All Fall Down”, autor que alcanzaría una gran notoriedad con la publicación de “Cowboy de medianoche” y su éxito en la adaptación a la pantalla. El guión está escrito por el no menos aclamado Willian Inge (Picnic, Esplendor en la hierba), gozando de un espléndido casting en el que destaca un excelente Karl Malden, como un marido pusilánime y una poco valorada Angela Lansbury, excelente como madre castradora, junto a Eva Marie Saint, tímida e ingenua, de belleza singular. Su trama es una pequeña pieza de cámara y se centra casi exclusivamente en cinco personajes, los cuatro de la familia Willart y una muchacha hija de una amiga de la madre de Clinton y Berry-Berry, que pasa temporadas en casa de esta peculiar familia donde anida la incomprensión, los conflictos sentimentales y la intolerancia entre su componentes.

El itinerario moral del film se vive a través de la mirada del adolescente, es la destrucción de la inocencia, con el que asistimos a su progresivo desconcierto, en ocasiones casi un espía en busca de una identidad que le gustaría fuese parecida a la que erróneamente anhela, pero que los acontecimientos le mostrarán la verdadera y decepcionante verdad. Una reflexión sobre los mitos de la juventud, la banalidad dañina de algunas relaciones innobles y el desprecio a la responsabilidad que esconde una triste cobardía. Película con estética de telefilm, de ritmo dramático muy definido y filmada en un estupendo blanco y negro. No está a la altura de “El tren” o “7 días de Mayo”, pero se deja ver bien gracias a un Warren Beaty, hermano de Shirley MacLane, que comenzaba a postularse como el joven más apetecible de Hollywood, dicen que llegó a pasar por las camas de las más interesantes actrices del cine de los sesenta.
Antonio Morales
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