Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Críticas de Charles
Críticas 1.065
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
Titanes (Serie de TV)
Serie
Estados Unidos2018
6,3
3.321
Greg Berlanti (Creador), Akiva Goldsman (Creador) ...
7
29 de diciembre de 2018
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una característica de los "compinches de superhéroe" es que es muy difícil verlos como algo más que el anexo de estos.
Robin le asociamos a Batman, y verlo por su cuenta siempre le va a dar un aire de desamparo o insuficiencia, comparado con otros que han sabido ganarse su propio nombre.

'Titanes' se apoya en esa primera piedra para contar la historia de una emancipación emocional, y por el camino reune otros tantos posibles "compinches" que nunca parecen gran cosa al verles por separado.
Es una serie que juega con iconicidad previa, asumiendo que conocemos de oídas o a nivel superficial todo personaje presente y, sea o no el caso, lo cierto es que funciona: nada me mete más en la historia que percibir la presencia de otros justicieros, ante quienes no parecen tener tanta validez los futuros Titanes.
Este universo ya se nota con bastante recorrido, parece que de él no puede surgir nada nuevo, y la moralidad no puede ser más difusa cada vez que alguien elige una máscara de herramienta para saltársela.

En esa situación, el "fuck Batman" de Robin frente a criminales que esperan al murciélago no es solo un indignado comentario cuestionando su valía, sino también un grito de rabia contra la imposibilidad de cambiar el panorama.
Si hubiera otra alternativa a la imponente sombra que ha dominado su vida él no estaría atravesando las calles a puñetazo duro, y es precisamente la problemática adolescente Raven la que le recuerda que todavía hay superpoderosos asustados necesitados de un guía todavía por llegar (o pendiente de aclararse su propia identidad).
Gente a la que no basta encerrar en una instalación secreta o atar al amparo de mayores consumidos por sus venganzas, sino que pueden ir más allá de ese ciclo de violencia por el cual se han criado.

Starfire, Raven, Chico Bestia y por supuesto Robin cargan con una importante mochila de expectativas no cumplidas, aplastados por la impresión de que existen para ellas, y es solo cuando empiezan a cruzarse que descubren la misión de cuidarse mutuamente: no por nada gran parte de esta primera temporada está compuesta de abandonos silenciosos bajo la oscuridad de la madrugada, hasta que alguien tiene la valentía de plantarse, y quedarse donde le necesitan, aunque duela.
Inconscientemente, Starfire y Robin sobre todo, con eso estaban haciendo lo que de niños les enseñaron, concibiendo a los demás como un medio para un fin que siempre les encuentra solitarios. Chico Bestia y Raven nunca se han enfrentado a esa situación, por juventud, pero en ambos existen naturalezas latentes e implacables, animales y demoníacas respectivamente, que se descontrolarían si nadie se queda para demostrarles que valen.
Es una aproximación que se desliga de la ligereza adolescente del cómic (quizá por eso el título prescinde del "Teen") pero que no impide sentir este mundo comiquero, donde una pareja se viste de palomos para partir piernas, y un deportista de élite comanda un grupo de raros desde un cuerpo robótico de expresión severa. Lo mejor es que aparecen, dejan su huella y se van, sin quitar foco a los Titanes ni dando la impresión de que no tengan toda una vida detrás: eso es buena construcción de universo, donde no necesitamos trescientas historias de origen para preocuparnos por ellos.

Incluso tirando para la recta final, el foco vuelve a estar sobre Robin/Dick Grayson, eterno compinche en la cultura popular, recalibrando su papel en el mundo y decidiendo si quería hacerse mayor para ser Batman, o por el contrario elegirá "matar al padre" metafóricamente, para ser el líder que necesitan estos nacientes Titanes.
Hay más en esa encrucijada de lo que parece, pues en realidad apunta a si el heroísmo puede sostenerse por medio de venganza, y apoyarse en la rabia de los que piensan "nunca nadie hace nada", o se puede aspirar a una justicia que salve de verdad a quienes nos preocupan.

Por lo pronto, dejar de huir ya es un paso "titánico" para todos en el grupo.
Y han agitado su entorno lo suficiente para demostrar que no son sobras de superhéroe, sino algo nuevo y diferente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
27 de diciembre de 2018
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más de una vez me ha dado por observar, alguna velada, las luces de Navidad.
Las cuelga siempre el vecino, pero su fulgor alterno queda algo siniestro cuando es noche cerrada, dando animosidad a una fachada carente de vida.

'Navidades Negras' me evoca la misma inquietud.
En la residencia de chicas en la que tiene lugar nunca parece haber el sentimiento hogareño que se asocia a las festividades, y en su lugar justo al principio somos los ojos de un testigo invisible, observando tras las ventanas, como un reverso tenebroso del Papá Noel que se supone hemos "autorizado" a entrar inadvertidamente en nuestras casas.
Da miedo ya solo pensar en esa idea, pero el ánimo de las inquilinas no acompaña, al ser perturbadas por una lasciva llamada telefónica y la consiguiente respuesta furiosa de Bárbara, la más dura de todas ellas, que se acaba de quedar sin plan navideño por su madre egoísta: en cierto sentido, todas ellas sienten que está mal plantar cara a lo establecido, y preferirían haberse quedado calladas mientras la voz del auricular no las pudiera tocar.

Ese demente instalado en el ignorado ático, y el bebé en camino que tiene Jess, aparecen entonces con un malévolo sentido de la oportunidad, como dos elementos disonantes que van creciendo progresivamente en presencia, mientras las chicas intentan imponer una normalidad ya fracturada.
Es terrorífico cómo aulla el viento fuera, siendo alegoría de la intranquilidad generalizada, y la banda sonora acompaña al sentirse como repentino golpe frío en la espalda.
Da igual la investigación policial, ni siquiera importa el poder localizar las llamadas, porque se confunde tanto cualquier evidencia que acabamos especulando sobre pura nada, la cual se antoja voraz y negra como boca del lobo.

La violencia a punto de explotar, sin embargo, no deja de flotar en el ambiente, violencia muy masculinamente asociada, causada por novios celosos, vecinos rencorosos e insidiosos vigilantes de vecindario, cercando el indefenso ecosistema de Jess y sus amigas. 
Espacios vacíos, de esos que son cementerios de recuerdos, los acabamos llenando de esa sensación violenta por nunca conocerlos, y los chirridos de la trampilla superior actúan de perfecta sugestión para el oído atento: al final, el segundo piso es casi territorio desconocido, inabarcable y prohibido, sumido en una capa de silencio donde la muerte resuena mil veces más fuerte.
Los villancicos angelicales no han logrado imponerse a la desesperación provocada por esa mano ejecutora sin rostro aparente, que para más mofa macabra de la festividad rompe en estatuillas de cristal la poca inocencia que les podría quedar a estas mujeres-niña, siempre esperando o recibiendo órdenes de hombres que ahora van a llegar demasiado tarde para ayudarlas.

Donde podría regodearse grandilocuente, esta película elige quedarse sentada en la oscuridad, masticando paciente los nervios de quien se atreva a verla.
Solo así queda patente el profundo terror que encierra una casa dispuesta a visitantes de Nochebuena, donde no sabemos para quién brillan las luces intermitentes de la ventana, ni si el tic-tac del reloj apuñala la densa quietud de la madrugada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
27 de diciembre de 2018
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un momento dentro, y ya hemos vuelto a ese Londres encantado, donde el farolero Jack nos da la bienvenida a bordo de su bicicleta, cantando a un cielo nublado al que no dejan ser plomizo.
Me siento como si estuviera entrando en un cuadro de vivos colores, de esos que exhibía Bert en la acera, solo que esta vez no son portales hacia animales parlantes.
En esta ocasión, todo londinense en la ciudad participa de esa vibración contagiosa, de ese sentir olvidado años atrás, por el cual todos estamos a punto de entonar la siguiente estrofa, y arrancarnos a bailar con las farolas como único foco principal.

'El Regreso de Mary Poppins' es, como ya lo fuera su predecesora, un poderoso antídoto contra tiempos deprimentes, pero no estoy seguro de si mucha gente apreciará lo especial que es su mayor cualidad.
Está plagada de pura alegría, sin cinismo ni falsedad, llevada al extremo maravilloso en que deja de ser impostada, y se convierte en un filtro que transforma para mejor cualquier aspecto del día. Si existiera algún problema en eso, dijo Mary que con un poco de azúcar tragaremos la píldora que nos dan, pero yo más bien creo que con una Emily Blunt y un Lin-Manuel Miranda en la cumbre de su talento puedes despreocuparte de que no logres atravesar la pantalla.
También hay latidos del original aquí y allá, frases o imágenes que se desperdigan entre ambas, y nada será capaz de sustituir a Julie Andrews o Dick Van Dyke, pero el espíritu de diversión sigue ahí, tan fresco como si no hubieran pasado las décadas.

Los hijos de los Banks están en problemas... otra vez: por si hacía falta recordarlo, esto no va para los niños que ya chorrean imaginación, sino para los adultos vencidos por la apatía.
Por eso, en un cambio de viento, Mary Poppins desciende al suelo para cambiar una vez más la forma de ver nuestras cosas, y demostrarnos que el único obstáculo a superar es nuestra manía de reducir las cosas al absurdo, como si un baño tuviera que servir solo para limpiarse, y no para viajar a un fondo submarino de barcos con tesoro o delfines saltarines.
Con la sombra del desahucio sobre su hogar familiar, ausente la madre que les debería enseñar y abrumado el padre que ha preservado el bigote y preocupaciones del abuelo, Anabel, John y Georgie Banks aprenden a comportarse gracias a la prácticamente perfecta Mary, pero ella misma tiene muy claro que tampoco está reñida la compostura con un poco de sana tontería.

Precisamente, uno de los muchos dulces detalles que atesora esta secuela son las caras de visible emoción que muestra ¿Mary o Emily? cada vez que los niños no pueden verla: al principio podrá parecer que la inagotable institutriz está más hueso que de costumbre, pero es simplemente porque las normas establecidas dejan de ser ataduras cuando se dicen mediante guantes de lunares, sombrero rojo y paragüas parlante a juego. O en otras palabras, la desgracia es pequeña si en vez de enredarnos en su cadena podemos saltar a la comba con ella.
Es tal vez a mitad de camino, pasados los bailes en el cabaret de la ensaladera, o visto que el mundo panza arriba puede ser oportunidad para lo que se quiera, que te das cuenta de que esto no iba por los niños, pero tampoco por el Sr. Michael Banks.
No, esto va para el público infantil que Mary Poppins cuidó allá en su momento, que recuerda con nostalgia cómo nos velaba a la hora de dormir, y hasta que vemos esta secuela no nos damos cuenta de cuántas pocas cosas han habido que se le parezcan.

Desde luego, los niños están invitados a bailar bajo esta luz junto a nosotros, pero ellos ya la tenían, y espero que sigan conservándola gracias a propuestas como esta.
Yo, por mi parte, echaba de menos perderme en el parque e iluminar la noche con los faroleros.
Sí, siempre quise apagar el Big Ben, para ver si podíamos vivir por una noche sin contar los minutos, aunque hasta ahora no lo sabía.
Y voy a coger un globo, porque me apetece, y es el mayor acto de rebeldía ante miradas que me juzgan poco niño.

Sí, es probable que sean los mismos golpes, las mismas canciones o las mismas gracias, un poco disfrazadas.
Pero una mirada inesperadamente melancólica de Mary Poppins basta para recordarme que esto es un ciclo, y al igual que ella volverá al cielo, habrá tiempos en los que necesite un poco de esto, mucho.

Mi niño interior dejó dos peniques para las migas de pan, a inversión imaginada, y el adulto que soy se ha encontrado un tesoro escondido.
Es fantástico albergar diversiones que nunca tienen que cobrarse.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
26 de diciembre de 2018
145 de 172 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo también quise ser Peter Parker cuando era crío: quería lanzar las telarañas, enredarme en un intrincado sentido de la responsabilidad y zurrarme con villanos a tiempo parcial mientras ocultaba mi identidad secreta de familia y amigos.
Con el tiempo, leyendo bien las líneas maestras de Stan Lee y Steve Ditko, me di cuenta de que ya era Peter Parker, pero la presencia mediática de esos sueños infantiles (mal entendidos) me seguía robando la idea de que veía un tipo cualquiera, y en su lugar había un espectacular, archifamoso superhéroe.
Faltaba una piedra clave en este legado, una que lo desbloqueara para una época más autoconsciente, y nos librara de la larga sombra proyectada por (ahora sí) el perfecto, triunfador Peter Parker.

Por eso 'Spiderman: Un Nuevo Universo' se centra en el joven Miles Morales, creciendo en el Manhattan exitosamente defendido de un Spiderman adulto.
Necesitábamos, los fans y los que no lo son tanto, volver al momento complicado en que las responsabilidades aprietan más rápido de lo que podemos resolverlas, y constantemente televisión o literatura nos recuerdan que demasiada gente lo ha conseguido mucho antes que nosotros (no por casualidad está omnipresente ese tomo de "Grandes Esperanzas"...).
Miles es el chico que todos fuimos, o en cierta manera seguimos siendo, que no va a ser ya el primero en lucir poderes arácnidos, sino que viene a ser otro más en la imagen completa, y debe encontrar su lugar dentro de eso. A fin de cuentas, ya ni los superhéroes provocan la misma admiración ciega solo por presentarse.

Visto así, el traje pijamero de tienda de disfraces que se calza (si has sido fan, tenías uno igual) es de lo más adecuado para formar equipo junto a un maduro Peter Parker de barriga incipiente y vida disoluta, lejísimos de ser el héroe que pensábamos.
En un punto de vista puramente simbólico, ambos están intentando ponerse a la altura de su propia leyenda, mientras Nueva York se desmorona en parches de dibujos animados, tal vez como alegoría de un equilibrio en la imaginación colectiva comiquera que ha sido claramente alterado.
La historia les pertenece a ellos por ser las piezas más díscolas de la familia arácnida, pero ello no impide disfrutar de la interesantísima Spider-Gwen, de un Spiderman Noir tan duro como su trazo a blanco y negro, o de una Peni Parker y un Spider-Ham que acercan las peleas a un delirio anime de tortazos dibus a lo Hanna-Barbera: más que comparsas, iconos en cada una de sus dimensiones, y pruebas de que un concepto se puede estirar en todas direcciones si es lo suficientemente asombroso.

En la colisión de mundos están los detalles curiosos de sus respectivos pasados (a veces, Peter Parker era el villano), las ideas directamente brillantes como hacer que Tía May pueda solidarizarse con diferentes versiones de su sobrino favorito, o las sorpresas genuinas de Kingpin, Duende Verde, Merodeador y cía, mutados en mecánicas y variadas formas para seguir haciendo la vida imposible al trepamuros.
Afortunadamente el torbellino de animación pop con textura de cómic nunca se olvida de que su corazón estaba con Miles en primer lugar, y en uno de los mejores momentos le pregunta: ¿eres capaz, sabes lanzar la telaraña, poner en riesgo tu vida y, en última instancia, compartir esa pérdida (vital o familiar) que asola a todos los que llevan la araña?
Miles puede que no sepa, porque solo es un niño. Pero Peter Parker tampoco sabía, hasta que empezó a ponerse el traje día tras día.

Aplaudo, porque he vuelto a la infancia en espíritu de Miles o Gwen, desde la mirada de un Peter viejuno con barriga.
En realidad nunca debí haber querido ser Peter Parker.
Porque ya era Spiderman, y bajo la máscara hemos cabido todos los que sabíamos que iba a salvar el día.

Un gran poder sigue conllevando una gran responsabilidad, eso no se olvida.
Pero nuestro error fue pensar que eran palabras míticas grabadas en piedra olvidada, y no una fórmula con la que cualquiera puede convertirse en su propio superhéroe.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
25 de diciembre de 2018
136 de 153 usuarios han encontrado esta crítica útil
El arte es un crimen, dijo alguien.
No existe eso de arte "apto para todas las edades" o políticamente correcto, porque está más allá de esos condicionantes.
Existe tal como es, se aprecia plenamente, o como buenamente se pueda, y luego ya se vomitará en algún medio digital que su responsable es un enfermo mental. Así se duerme tranquilo, pensando que los temas realmente jodidos no nos pueden tocar.

'La Casa de Jack' es una meditación al respecto, pero también un desenmascaramiento intencional por parte de Lars Von Trier.
Él, como su protagonista Jack, también se ha pasado la vida de incidente a incidente (en Cannes), profundamente metódico y perfeccionista, simplemente para mostrar esos lugares oscuros que nadie se atreve a transitar. No es una misión divina, no es ni siquiera una manera de mostrar una verdad suprema, simplemente es un punto de vista como otro cualquiera.
Porque es estupendo recrearse en los romances o dramas que gustarán a otros, pero también es sibilinamente cómico observar cómo una autoestopista con mirada cómplice de Uma Thurman puede dar tanta chapa sobre asesinos seriales, sin darse cuenta de que tiene uno delante a punto de abrirle su resabidilla cabeza.

Jack, al abrigo de la oscuridad, en un descenso al abismo que no vemos, desgrana su vida y no se disculpa por nada de lo que vamos viendo.
No tendría sentido, no hay una infancia traumática ni un comportamiento represivo, sino genuina curiosidad por el daño que puede soportar un cuerpo humano, la misma que tantos dictadores y monstruos ejemplares de la Historia han explorado: es un modo de vida, una lente a partir de la cual verlo todo, porque donde otros queremos la fotografía él se queda con el negativo de luces oscuras.
Durante el autorretrato dividido en varios incidentes, su confesor Verge le repite que ya se lo han contado de todo color y pelaje, que no hay ninguna obsesión que le pueda sorprender o ninguna justificación que se pueda aceptar, pero Jack, como todos, se empeña en que bajo su luz oscura el mundo realmente se aprecia diferente. Bonito paralelismo Von Trier así nos cuela hacia si mismo, esgrimiendo su habitual no saber hacer arte de otra manera y auto-homenajeando los aires de grandeza presentes en toda su filmografía.

Jack tiene razón, pese a que al principio te puedas resistir a verlo, o simplemente te rías con su perfeccionismo compulsivo (Von Trier tampoco es tonto, y sabe que hasta el más iluminado tiene patéticas fallas con gracioso resultado).
Es cierto, nunca se me habría ocurrido pensar en la matemática animal de una presa salvaguardando a sus crías, perfectamente aplicable a una mujer con hijos a la que le dicen que tiene bala ya reservada, haciéndonos evidentes como seres de costumbres genéticas. Tampoco imaginaba que fuimos tan retorcidos como para plantar sirenas innecesarias en aviones que desmoralizaban al enemigo, o que las balas de chaqueta metálica fueron desarrolladas en un alarde de inquina para ahorrar munición a cada matanza.
Aunque probablemente el detalle más cruel, el que inclina nuestro favor hacia la híper-cordura de Jack si no lo hemos hecho ya, es verle gritar junto a su víctima que hay un asesino en el edificio, solo para recibir el más aplastante silencio: a una gran mayoría de gente, en el fondo, se la sudan los demás y no se ensuciarían las manos si lo pueden evitar.

Algo muy parecido sucede siendo público de esta película, habiendo llegado tan lejos, y comprobando que pasados los minutos te conviertes en una especie de voyeur glorificado, progresivamente más desconectado de las atrocidades para soportar verlas, aunque con el suficiente interés en seguir viendo cuál será la siguiente.
Aquel policía incrédulo, aquel mecánico ausente, no hacen nada a la más leve sospecha porque gustan de ver como nosotros, no de meterse en problemas al ayudar: eso sería casi aceptar que visiones del mundo como la de Jack existen, y queremos blindarnos de ellas todo lo posible.
Y cuanto más miramos, más comprendemos su preocupación por dejar sin limpiar la más pequeñita manchita de sangre, o le compadecemos por las chapuzas amontonando cuerpos en su cámara frigorífica, esperando que supere cualquier obstáculo en su camino. Será proscrito, será brutal, será perverso... pero a su retorcida manera es un artista, que no puede dejar de crear a su paso, construyendo una casa cárnica en hueso que le representa mucho más que cualquier conjunto normalizado de madera y teja.

Habrá gente horrorizada al observar semejante cuerpo de trabajo, y está bien. Pero también habrá otra gente que sienta lo repulsivo, lo sobrecogedor y el sufrimiento, y sea capaz de ver cómo forma parte definitoria de este mundo.
Como Jack, Lars Von Trier también trabaja para que no nos olvidemos de que el infierno está presente, entretejido en las vísceras de todo lo que es bueno y divino.

El descenso a los infiernos que se muestra parecería entonces una redundancia, pero es necesario como reflexión silenciosa sobre lo que dejamos atrás, sobre lo que nos espera y sobre lo que nos hemos negado al avanzar, recordando lo humilde que es el recorrido de Jack, y por extensión el del adorado, multipremiado director Lars Von Trier.
Hay un ingeniero en cada uno de nosotros, asumiendo las órdenes de nuestro propio arquitecto. Siempre nos saldrá una casa distinta, pero casa a fin de cuentas: puerta de nuestro infierno particular, y maltrecho legado a todo lo que quisimos lograr.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow