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Críticas de Chris Jiménez
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Críticas 2.211
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
13 de febrero de 2022
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Hogwarts corre un gran peligro y su principal héroe está amenazado.
Parece que tiempos de oscuridad se van a sumir sobre el lugar y sus moradores, y todo va a cambiar...

Si algo distinguió a la saga de Joanne Rowling, y por tanto es lo que evidencia su inteligencia, es que permitió crecer a sus personajes acorde al crecimiento de sus lectores en lugar de dejarles viviendo aventuras como niños, congelados en el tiempo. Este cuidado por ellos traía consigo consecuencias importantes, y es que la pérdida de la inocencia iba unida a un enfoque menos infantil en la historia; lo demostró con "El Prisionero de Azkaban", que tardaría cinco años en llegar a cines, con el histerismo colectivo de las dos primeras entregas, cuyo realizador iba a ser sustituido, vital para que el cambio cinematográfico fuera par al literario.
Alfonso Cuarón, que ya se había jalonado cierta reputación en EE.UU., llega extrañamente sin haber leído los libros ni haber visto las películas y con poca experiencia en eso de las superproducciones con miles de efectos visuales; aun así, convencido por Guillermo del Toro, se sumerge en las páginas de Rowling y capta al momento la esencia y la emoción de su rico universo. Y él trae algo nuevo: oscuridad (insinuada en "La Cámara..." pero sin el nivel de profundidad y crudeza que sí imprime el mexicano); un pequeño prólogo en casa de los Dursley que cruza "Matilda" con Monty Python, nos retrotrae a los anteriores films, pero pese a su humor absurdo y diálogos incómodos, se acorta con algo inusual: una muestra de violencia por parte de Harry.

El héroe estalla en rebelión y se sumerge en los tenebrosos recovecos de su interior, extrapolados a un ambiente de exteriores nocturnos y gélidos y rincones mohosos, en penumbra o apagados (Michael Seresin reemplaza a Roger Pratt y el efecto es sobrecogedor), si bien el humor, menos mojigato y más ácido, sigue estando presente. La razón del gran paso de madurez que da esta 3.ª parte es que la amenaza principal concierne exclusivamente a Harry, conectando con su más traumático pasado y removiendo su conciencia y espíritu (sin necesidad de estar de por medio su némesis Voldemort).
"Something wicked this way comes!", canta el coro de Hogwarts, anunciando graves problemas (ahora ya se habla abiertamente de asesinos y muertes); el horror incluso se materializa en algunas criaturas como el álter-ego licántropo de Remus (cuya transformación es un momento memorable y escalofriante en la saga) o los apabullantes dementores (de claras influencias "tolkienianas", son las versiones flotantes de los caballeros nazgul). El espíritu luminoso de Zemeckis y Spielberg deja paso a un mayor acercamiento a Dickens, King, Burton, Lovecraft o R. Martin (y un cierto guiño apreciable a "La Historia Interminable" con el gran Buckbeak).

Kloves, pese a su política de prostituir el texto original a base de eliminar o cambiar situaciones y personajes, se introduce en fuertes pasajes dramáticos y deja al héroe en constante acecho de la parca, desarrollando la trama no como una peripecia detectivesca al uso, sino como una intriga psicológica donde Cuarón hace gala de su fluidez narrativa brindándonos pistas susceptibles de resolverse fácilmente (si bien una de las claves del argumento, la razón de la búsqueda de Harry por Sirius, se nos da masticada y regurgitada de una manera inepta y vergonzosa).
El trío Radcliffe/Grint/Watson dejan de ser los niños irritantes de antaño; enfrentan, al igual que sus compañeros, una preadolescencia dolorosa y negra, y su química se desenvuelve con mayor naturalidad y soltura que antes. Pero en esta ocasión (y pese a ciertas ligeras insinuaciones amorosas), la cotidianidad en Hogwarts se reduce para enfocarse directamente en esa hazaña que Harry lleva a cabo a través de pasadizos ocultos y estancias prohibidas, desafiando la autoridad de los adultos como nunca; incluso el quidditch aparece aquí en su versión menos lúdica y más cruenta, entre lluvia incesante y tormenta ruidosa.

Cuarón y Kloves se acuerdan de Shyamalan al dedicar una última parte de metraje a la inesperada revelación de identidades y misterios bajo las apariencias (apoyadas por las grandes interpretaciones de David Thewlis, Gary Oldman y un Radcliffe que sabe transmitir esa pérdida de luz de su álter-ego, llenada con el cinismo y las ansias de venganza), pero más aún al proponer ese ingenioso viraje de la trama empleando la ruptura temporal y llevándolo todo a registros confusos, paradójicos y fascinantes (con Harry y Hermione cuales homólogos de los Marty y Brown de "Regreso al Futuro"...).
Al contrario que el torpe final de "La Cámara...", aquí las incógnitas no son vomitadas por uno o más personajes, sino que las observaremos desde el punto de vista de Harry (y Ron y Hermione), surtiendo un efecto mucho más impactante y dramático en el espectador, y sin recurrir al salvavidas de siempre (Voldemort) para generar terror (la intriga emerge del pasado paternofilial directo del héroe, enlazando con la fatal tragedia "shakespeariana"). El director desde luego ha entendido como hacer funcionar los mecanismos del misterio, siendo una de esas pocas veces donde la espectacularidad y los caros efectos visuales no solapan la complejidad argumental ni la densidad emocional.

Con el mayor cambio de reparto en la sustitución del enorme Harris por el no menos competente y carismático Michael Gambon, un excelente actor teatral, este tercer asalto del universo "potteriano", si bien en su momento disfrutó de una excelente taquilla y recepción crítica, elogiándose el significativo cambio de naturaleza y atmósfera, sería curiosamente la entrega que menos éxito cosechó en cines, incluso por debajo de su predecesora (¡¿?!).
Quizás las licencias de fidelidad literaria la lastraron, sin embargo sigue siendo un pilar fundamental en la saga; Cuarón llegó y lo cambió todo con su estilo sensible y realista, y a partir de ahora la fantasía se tornaría oscura y terrorífica, más adulta...
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Chris Jiménez
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7
13 de febrero de 2022
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Después de hacer sus tratos con Warner, la sra. Rowling dejó los derechos de sus libros y se llenó aún más los bolsillos cuando "La Piedra Filosofal" batió récords de infarto, convirtiéndose no sólo en uno de los films más taquilleros del año, sino en un trampolín para el cine de fantasía que vendría en ese recién iniciado nuevo milenio...

Y Chris Columbus ya estaba preparando la secuela, "La Cámara Secreta", que un servidor también vio en el cine de estreno (esta vez en segunda fila en una sala atestada de padres e hijos). Vuelta a revisar me he cruzado sin embargo con varios inconvenientes; en concreto he de decir que quizás lo pasara por alto a mi edad infantil, pero visto ahora me decepciona sin remedio el primer cuarto de hora de metraje, y no sólo porque son suprimidos varios hechos interesantes del libro (de nuevo la fidelidad brilla por su ausencia y son eliminados o modificados para complacer al público que poco sabe del texto, al igual que muchos personajes)...
Sino por el batiburrillo de secuencias innecesarias, secundarios detestables (Lockhart, un impagable Kenneth Branagh que se interpreta a sí mismo; Dobby, la maldita versión de Jar-Jar Binks de "Harry Potter") y un considerable incremento del humor y lo absurdo que hoy me produce vergüenza ajena en lugar de hacerme reír. Pero esto es un engaño, bien efectuado por un guionista que sabe que la baza de esta 2.ª entrega son los secretos escondidos y las verdades nunca reveladas; tras un prólogo (un tanto imbécil) en casa de Harry que nos sigue dejando en la anterior película y de varios capítulos del libro que se salta el director, volvemos a ser llevados a ese mundo de abrumadora fantasía que tanto nos hechizó antes, con nuevos alumnos y profesores curiosos a los que conocer.

No obstante, presentados ya los protagonistas, igual de niños que antes, conviene averiguar cosas, y eso hace Rowling en "La Cámara...", plantearla como una intriga en la pura tradición de Conan Doyle y Agatha Christie, y aunque Kloves, en un intento de comprimir las más de 250 páginas del texto, da la información demasiado mascada para el público infantil (¡y por medio de McGonagall nada menos!), el misterio se desata a partir de un hecho trágico como es el de la petrificación de la gata de Filch; esto, unido a la exposición de temas como la jerarquía entre familias de magos, falsas identidades, desprecio entre clases, la muerte y la aparición de terribles conspiraciones unidas a Hogwarts, lleva el universo de Potter hacia un siguiente y necesario nivel.
El del atisbo de madurez, introduciendo aquí trazos de horror psicológico y dilemas morales que diluyen la sensación de plana luminosidad de "La Piedra Filosofal". Si antes Spielberg, Gilliam y Austen eran principales referencias ahora lo son Burton, King y Eco, acercándose a la fantasía gótica y dejándose influenciar más aún por el folklore medieval y las leyendas "artúricas"; consciente de la edad de los espectadores potenciales, Columbus intenta no traspasar ciertos límites, pero no tiene miedo de adentrarse en esferas más tenebrosas. De la mano de nuestro trío protagonista vamos dejando la lúdica cotidianidad y nos introducimos en el pasado de su escuela para destapar una intriga que conecta a Harry con la elitista casa Slytherin e indudablemente a su enemigo natural Voldemort.

Así, éstos, como el film, irán perdiendo la inocencia en el transcurso de tal densa "investigación" para esclarecer el caso, acumulando pistas gracias a elementos propios de las historias de detectives (el principal un diario...) y personajes implicados, a pesar de que Hermione vuelva a ejercer de fuerza impulsora para llegar a la resolución (¡es que incluso en coma sigue la condenada ayudando a Harry y Ron!). La aparición de criaturas como Aragog y el basilisco, las "muertes" en los solitarios pasillos, la primera incursión de Tom Riddle o las sospechas sobre Hagrid ayudan a que el ambiente se deshaga de brillo y color y el operador Roger Pratt apueste por inundarlo todo de zonas en penumbra y oscuridad asifixiante.
Asimismo John Williams deja las partes épicas de su banda sonora y compone piezas más dramáticas acorde a la fatalidad histórica de Hogwarts, presentada de manera brillante en una de las mejores secuencias de la película y de toda la saga (tras ser "absorbido" Harry dentro del diario); lo curioso es cómo Columbus hace sus malabares para equilibrar tanto estas nuevas notas de oscuridad y terror como partes más enfocadas al humor y al absurdo (la transformación en los ayudantes de Draco, destacando la de Hermione...), mientras el trío Radcliffe/Grint/Watson parecen desenvolverse un poco mejor que antes en sus diálogos e interacciones.

Con un partido de quidditch aún más frenético que en la anterior (las secuencias de acción y el uso de efectos digitales aumenta y tal vez demasiado), una mayor profundización psicológica y emocional de personajes e historia y un último tramo de intensa aventura a través de recónditos pasajes y lugares de apabullante imaginería cuasi-"lovecraftiana", "La Cámara..." se sostiene bien sin necesitar la existencia de su antecesora...pese a muchos descuidos con respecto al texto, algunos duramente condenados por los fans (el papel de Ginny, reducido a ceniza), y el truco vulgar de Kloves de la explicación regurgitada por los propios protagonistas.
Ese error de "mucho hablar y poco sugerir" cuya presencia se fue reforzando en el cine con el paso de los años para evitar hacer pensar al público; y ni que decir tiene que Tom resulta un villano bastante ridículo en este sentido. Pese a eso la taquilla volvió a sonreír a sus artífices, si bien la crítica se mostró algo más reacia. Muy denostada hoy día por hallarse en tierra de nadie entre la 1.ª entrega y la 3.ª, es no así un puente muy digno para llegar a ésta, un preámbulo de todo lo que vendrá, de las sombras, la violencia y los dramas que invadirán Hogwarts.

Por desgracia Richard Harris ya no estaría allí para verlo...
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Chris Jiménez
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8
13 de febrero de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubo una vez un niño que no sabía que iba a convertirse en una de las personas más famosas de la Historia...del mundo mágico, aunque él no sabía que era un mago.
Pero su leyenda le precedía, y fue la que hizo que todos conocieran su nombre. Y aquí empezaron sus aventuras...

Joanne Rowling se hizo millonaria cuando por fin terminó las hazañas de un joven personaje del cual llevaba escribiendo desde principios de los '90; quizás era consciente del éxito que iba a tener pues desde el ya difunto Roald Dahl no existían escritores que realmente se ganaran el aplauso de los niños. La primera de sus muchas novelas, "La Piedra Filosofal", apareció en 1.997 como un cuento épico e ingenioso de más de doscientas páginas donde se equilibraba a la perfección la sensación de universo mágico con matices más oscuros, lo que sin duda enamoró al público infantil y adolescente.
Tal bombazo debía ser llevado a cines, claro, y esto terminó sucediendo cuando la autora llevaba completa una serie de cuatro libros, si bien la organización de la adaptación venía de más atrás; vendió los derechos a Warner Bros. y ella y el entusiasmado productor David Heyman sopesaron muchos nombres para llevar a buen puerto tal monumental proyecto. Gilliam, Spielberg o Reitman fueron algunos de los más destacados, pero sería Chris Columbus el elegido, un realizador con una carrera donde destacaban sus películas de tono juvenil ("Solo en Casa", "Sra. Doubtfire" o "Aventuras en la Gran Ciudad").

Yo fui uno de los que la disfrutaron de puro estreno, un 30 de Noviembre de 2.001, en la primera fila de una sala donde no cabía ni un alfiler (tal era ya la expectación levantada en España); por tanto, pese a afrontarla ahora con ojos de adulto, es inevitable que mi alma de niño haya levitado como hechizada por un "wingardium leviosa" las más de 2 horas que dura su metraje, desde el momento en que aparecen los profesores Dumbledore y McGonagall y el guardia Hagrid en esa calle de los suburbios ingleses, cubierta de niebla y oscuridad.
En un prólogo dedicado a poner al espectador en conocimiento de la historia y presentar a los personajes (pues eso es lo que hace esta 1.ª entrega), surgen evidentes similitudes entre la triste leyenda de Harry Potter (un niño de descendencia mágica atrapado en un mundo de seres ordinarios que no lo entienden y desprecian, especialmente familiares suyos) y la de otros héroes de la literatura fantástica, sobre todo los James Trotter y Matilda Wormwood de Dahl (sin olvidar esas influencias de la "Cenicienta" y, cómo no, la tragedia "dickensiana" y "shakespeariana"). Pero la amargura se disipa pronto con la llegada de Hagrid, que literalmente lleva la trama a otro plano de realidad al mostrar a Harry el verdadero mundo mágico.

Y como él cuando atraviesa esa pared para abordar el Hogwarts Express, Columbus consigue escorar su relato hacia la fantasía más profundamente inocente, para dejarse sumergir en ella con la mente de un niño fascinado, atontado por su cantidad de criaturas, escenarios de ensueño, personajes extravagantes y léxico extraño que acumula, recuperando de algún modo la esencia del cine de aventuras de los '80, dejando otra vez a los pequeños de protagonistas. La visión del director fue vital para ello así como la del diseñador Stuart Craig, confluyendo en su universo las influencias góticas de Burton, la alocada imaginería de Gilliam, el espíritu tierno de Spielberg y la literatura de S. Lewis y Austen.
No nos preocupemos por la evidente falta de fidelidad, ya que Steve Kloves suprime o cambia ciertos hechos y personajes del texto (una ardua tarea comprimir la historia en tan solo 2 horas). Como en toda buena película de aventuras el elemento que dispara el suspense y las conspiraciones detectivescas es esa piedra filosofal oculta en las entrañas de un castillo cuyos miles de peligros habrá que sortear para llegar hasta ella; en el transcurso Columbus y Kloves se adentran en terrenos menos lúdicos y más oscuros al ir desarrollando la gran subtrama sobre el dramático pasado del protagonista y su tan fatalista duelo con su terrorífico enemigo Voldemort.

Pero esto queda bastante solapado en esta entrada, que se decanta más por la acción, la intriga, la inocencia y el humor, usado para ir desgranando la cotidianidad de los estudiantes y la amistad inquebrantable que viene a unir a Harry, Ron y Hermione (la cual tarda más en aflorar en la novela...). Sin embargo la gran química que muestra el trío en pantalla no suple sus aún evidentes carencias interpretativas; Daniel Radcliffe, Rupert Grint y Emma Watson, como la mayoría de los niños, resultan poco creíbles y a menudo irritantes, en sus interacciones, diálogos y reacciones (que a veces provocan la risa involuntaria).
No poseen la vitalidad y desparpajo, por ejemplo, del mítico grupo de "Los Goonies" o el otro trío de "Exploradores" (dos joyitas de los '80 que yo también citaría como pequeñas influencias). Todavía destaca por encima de ellos el reparto adulto, que cuenta con algunos de los rostros más famosos de la Historia del cine, desde esos maravillosos Richard Harris, Maggie Smith y Robbie Coltrane a unos Alan Rickman, John Hurt, Warwick Davis, Richard Griffiths y John Cleese que saben amoldarse perfectamente a sus pintorescos personajes.

Si toda la película, que cruza imaginación infantil con emoción escabrosa (más aún al acercarse a su intenso pero muy precipitado final), no fue suficiente, lo terminó de redondear la épica banda sonora de John Williams y la gran secuencia del juego del quidditch, que quedaría grabada en la memoria de todos los niños de aquella época.
Pese a sus fallos (hoy perdonables) la taquilla se deshizo y también la crítica, asegurando un presupuesto aún mayor para una 2.ª entrega que ya estaba planificada incluso antes del estreno de ésta. Le pese a quien le pese, esta "Piedra Filosofal" fue determinante para el cine de fantasía que iba a explotar en el recién iniciado milenio; un hito incontestable.
Chris Jiménez
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4
12 de febrero de 2022
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un planeta que se muere ante el dominio de un imperio sanguinario, y que para salvarse ha de encomendar su destino a ocho valerosos guerreros que atravesarán la Galaxia para salvarles.
Una de esas aventuras imposibles de olvidar...

Sí, era la época de las "space operas"; George Lucas ha cambiado la ciencia-ficción de arriba a abajo y se ha llenado los bolsillos, pero con "Star Wars" también ha hecho mucho daño al cine en líneas generales, pues de todos los rincones del Globo surgirían las más peculiares imitaciones de su universo único. Para 1.978 llegan una versión cinematográfica de "Battlestar: Galactica" o aquellas simpáticas "italianadas" "Star Crash" y "La Batalla de las Estrellas"; en Japón, Toho se adelanta al estreno de la de Lucas con la curiosa "The War in Space".
Y Shigeru Okada, presidente de Toei, cuyo ojo es infalible, va a responder en consecuencia organizando una superproducción con miles de extras, suntuosos decorados, espectaculares efectos especiales y actores importados (si bien lo que en principio quería era un "rip-off" de "Tiburón"...); "Message from Space" será de hecho (con su billón y medio de yenes invertidos) la película más cara que se rodó en Japón hasta la fecha. Kinji Fukasaku, tras su corto deambular por el cine épico, parece rememorar la experiencia de "The Green Slime" al comienzo de su carrera y, tal vez porque se cumplía el 10.º aniversario (en realidad deseaba como un niño hacer un film de aventuras por el espacio), aceptó el encargo.

Nada más empezar el estilo y la estética de esta obra puede hacer levantar una ceja al espectador, a lo mejor de incredulidad; es obvio que el peso de "Star Wars" es enorme, pero también de "Battlestar: Galactica" y "Star Trek". Sin embargo la historia comienza con una conjura hecha por el jefe (?) de una civilización cuya tierra se muere, y ésta, donde al parecer unas nueces mágicas (??) han de viajar por el Espacio y encontrar a los futuros salvadores de su planeta (???), está directamente extraída de la épica novela de fantasía "Nanso Satomi Hakken-den", de Takizawa Okikuni (irónicamente llevada a cines unos años después por el mismo Fukasaku...), además de las influencias de "Los Siete Samuráis" y "La Fortaleza Escondida" (como Lucas la plagió ahora Okada le quiere devolver el golpe).
Tras este prólogo donde podemos ver cómo el cineasta maneja enormes decorados y efectos especiales de última tecnología (aunque a veces parezca que estemos ante un episodio de "Ultraman"), es cuando nos unimos a los protagonistas, grotescas copias de los personajes de "Star Wars", empezando por esa princesa Emeralida y su vasallo Urocco que van huyendo de las tropas del señor de los Gavana, Rockseia XII (¡a bordo de un navío flotante!, adelantándose en años a la película de animación "Odin").

Y estos son soportables; luego aparecerán cinco de los elegidos por las nueces, cuatro de ellos (dos bandidos del Espacio, un "yakuza" cobarde y una niña rica) absolutamente irritantes, cuyo apuñalamiento dudo que hiciera llorar al público, y el otro un antiguo y algo chiflado oficial al que le da vida nada menos que un Vic Morrow envejecido y desubicado, tanto como las ocho manos que componen un guión cuyo esfuerzo para describir personajes es nulo, pues éstos no son tan simpáticos ni agradables como pretender aparentar...nada que ver con el grupo del descarado y encantador Han Solo.
El susodicho guión los coge y evidencia su carencia de sentido narrativo al enviarlos de acá para allá, separándolos, volviéndolos a unir, creando situaciones absurdas o ridículamente dramáticas en las que se puedan lucir (que no lo hacen), mientras se crea una subtrama al margen de todo esto donde Rockseia XII no tiene suficiente con controlar el destino de los habitantes de Jillucia y haber secuestrado a Emeralida, también quiere poseer La Tierra, el muy brivón; tal es la cantidad de cosas que suceden y personajes que se unen como si nada a la enredada hazaña que todo parece más bien el piloto de una serie de televisión que jamás se estrenó...

Si "The Green Slime" adolecía de su estética desfasada y ritmo tedioso, "Message from Space" queda lastrada por su maraña argumental protagonizada por personajes sin carisma, por no hablar de lo mucho que le afecta el copiar las claves que hicieron de la obra de Lucas un exitazo sin precedentes. Aun así Fukasaku, cual Ishiro Honda, se desenvuelve bien dentro de la aventura y la acción fantástica de estética "kitsch", perdiendo eso sí su distintivo estilo por el camino, bastante genérico; lo entrañable de la cutrez "exploitation" que exhala por cada uno de sus 100 minutos de metraje es lo que tal vez salva a la película de la absoluta quema.
Sobre todo ese tramo final lleno de batallas con pistolas láser, espadas, naves persiguiéndose por el cosmos y colorida parafernalia, hecho para despertar la compasión por la sensación de nostalgia, y puedo asegurar que lo consigue. Mikio Narita se lo pasa bomba siendo el villano, increíble fotocopia de Vader, mientras Morrow hace lo que puede junto a los odiosos Peggy Brennan, Masazumi Okabe, Philip Casnoff y un jovencísimo Hiroyuki Sanada que no hace nada de nada en su torpe versión de Luke (más tarde se redimiría como protagonista en la versión cinematográfica de "Nanso Satomi Hakken-den"). Tetsuro Tanba tiene un papel no muy desarrollado que resulta curioso y poco más.

En su momento fue vista con duda, con desprecio por muchos, con admiración por otros que apreciaban la ciencia-ficción de explotación; un éxito en su país de origen, algo más indiferentes fueron las reacciones a nivel internacional, de cuya distribución se encargó United Artists, aunque Toei supo aprovechar bien el tirón de "Star Wars" en el momento justo.
Hoy queda como una entrañable y cutre copia con su particular encanto (que tampoco mucho) y que juega con el beneficio de la nostalgia "kitsch". Impagable, por cierto, ese primo andante de R2-D2, en cuyo traje Isamu Shimizu pasó muchas penurias...
Chris Jiménez
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6
12 de febrero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A través de espesos bosques los pies de un grupo de hombres empiezan a agrietarse por la incansable marcha. Escoltado por ellos, uno, caído en desgracia, "sigue en vano derramando lágrimas de color carmesí esperando obtener la lealtad de aquellos calumniadores que no le permiten poner un pie en Kamakura"...

Forma ya parte del folklore japonés la gesta del guerrero Yoshitsune de Minamoto, traicionado por Yoritomo tras la famosa guerra de clanes Genpei, que significó el final del reinado de los Taga y el comienzo del llamado periodo Kamakura, en 1.185. Que alguien como Kurosawa, quien siempre proclamó su filiación con el teatro noh en detrimento del kabuki, e incluso considerándolo una forma desviada de éste, optara por afrontar un proyecto como el que nos atañe, se debió a su forma de ser tan práctica; Japón estaba viviendo los últimos estertores de la guerra contra EE.UU. y había escasez de medios.
No pudiendo llevar a cabo un ambicioso film histórico y debido a la evacuación de todas las mujeres por miedo a los bombardeos, lo que dejó a Toho sin actrices, el director escribe y organiza a toda prisa una adaptación de dos obras teatrales legendarias, una noh ("Ataka") y otra kabuki ("Kanjincho"), que vienen a tratar la misma historia, la huida de Yoshitsune cuando su celoso y cruel hermanastro se opone a que le sean concedidos ciertos poderes y títulos especiales, impidiéndole regresar a esa Kamakura donde se ha establecido el primer shogunato de la Historia del país y la supremacía de la casta samurái en la sociedad.

La historia de Kurosawa, que no abarca mucho metraje, se inicia con el protagonista ya considerado fugitivo, acompañado de su fiel sirviente Benkei y cinco vasallos más andando en mitad de un bosque con el objetivo de dejar la región y ocultarse en tierras más hospitalarias, todos ellos camuflados como monjes que pretenden recolectar fondos para restaurar un templo. Así, el cineasta establece el engaño, la sensación de farsa, como uno de los elementos esenciales de la trama, la cual quedará dividida en tres arcos argumentales respetando la forma teatral.
Sin embargo lo más destacado es cómo subvierte un poco los códigos de dichas obras al añadir a un ser extraño, un portador que camina junto a los guerreros y que por supuesto está ausente en la pieza tradicional; el talento consumado del cómico Kenichi Enomoto orienta la historia hacia lo grotesco y sirve de guía al espectador, pues ésta se contará desde su punto de vista, enteramente ajena a los acontecimientos. Esta manera de enfocarlos, a través de un personaje externo, se irá repitiendo en futuras obras del cineasta ("Los Siete Samuráis", tomando Kikuchiyo su lugar, o "La Fortaleza Escondida", donde los dos pícaros acaban inmiscuidos en la intriga de la princesa Yuki...).

Mientras este portador mantiene expresiones exageradas y otea entre la hierba, desde lejos, la primera parte tiene lugar en el bosque, con algunas escenas filmadas cual representación y eso implica la adopción de la musicalidad propia del kabuki a la hora de expresar los diálogos, incluso llevando a los actores al canto o al recital. A su vez se desvía la mirada del supuesto protagonista, que no es el aquí endeble y afeminado Yoshitsune, sino un Benkei con el duro rostro de Denjiro Okochi, actor fetiche de Kurosawa en su carrera temprana y quizás el más famoso y mejor pagado de la época.
Él, entre algunas "set pieces" cómicas, dirige los pasos de los hombres y la acción narrativa, donde lo mejor es la belleza natural, vaporosa y de algún modo hechizante, que captura el operador Takeo Ito. La segunda parte y más extensa acentúa tanto la unión del clan como el propósito de farsa cuando el grupo se ha de enfrentar a Saemon Togashi, encargado de capturar al señor y los seis vasallos, revelándose las influencias de la obra noh en la solemne narración del falso pergamino que realiza Benkei; esta maniobra de burla a un señor de casta superior y la profanación de los elementos religiosos no gustó en absoluto a los censores japoneses.

Del mismo modo, y muy curiosamente, el film no gustaría a las autoridades americanas por tratar la era feudal, absolutamente prohibido tras la ocupación. Así Kurosawa se vio atrapado en una encrucijada de odios por culpa de este pequeño proyecto rodado en su mayoría en estudio que enfatiza, seguramente más que nunca en su filmografía, la unión de los miembros de un clan al servicio de su señor, una alianza de puro espíritu samurái que luego, y para redimirse, iría desmitificando en futuras obras; pero interesante resulta que sea el punto de vista del portador lo que determina la relación entre el espectador y el grupo de Benkei.
Pues así la nobleza samurái y su misión pierde el sentido de la épica, de la grandilocuencia, y adquiere otro significado, más humilde e inocente (tras salir airosos de su encuentro con Togashi, el portador se ríe de la situación, contentándose con haber escapado vivo de allí), incluso considerándose una aventura que puede haber sido fruto de la imaginación...y es que el director, al fin y al cabo, prefiere honrar el sentido fantástico del teatro, dejando que la realidad se confunda con la leyenda del folklore, deshaciéndose de toda sensación de veracidad histórica y logrando que, a ojos del espectador, en efecto nada sea lo que parezca en su gesta.

La presencia de Yoshitsune y sus vasallos se desvanece como un sueño...sólo queda maravillarse y bailar del asombro...
Pero pronto aquél, teniendo en cuenta las nuevas normas aplicadas por los censores americanos, se dejará de sueños y leyendas y se sumergirá en la cruda realidad que hereda del neorrealismo para entrar en otra etapa de su carrera, iniciada con "No Añoro mi Juventud".
Chris Jiménez
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