Una película que nos sumerge en la lucha que sostuvieron las trabajadoras de Pontesa frente a una patronal que sorteó el compromiso con ellas en numerosos momentos. Todavía en 2020 están pendientes de procesos judiciales en los que reclaman sus sueldos impagados y condiciones laborales incumplidas.


Pero más que contar la lucha por la demanda concreta, ponen voz a las mujeres que se organizaron. Ellas se explican de manera combativa y cargan contra sus propios compañeros de los que no sienten apoyo. En algunos momentos, dejan constancia de que los varones no trabajaban duro en las fábricas, les llaman «señoritos» «en cuanto entran a trabajar van libres de un puesto a otro sin control de encargados». Ponen de manifiesto la diferencia que marca el sexo dentro de la clase proletaria. Denuncian que son sustituidas por hombres en puestos que han ocupado siempre sin previo aviso y sin ser justificado. También describen la dureza del trabajo pero también la independencia que les proporcionaba el sueldo que les permitió dejar de «cavar» y vivir de su trabajo. Interesante cómo valoran el papel de la edad. Entraron a trabajar niñas-adolescentes y las pretenden despedir con 40 o 50 años cuando ya lo han dado todo en la empresa.

La directora Margarita Ledo, se vale de documentos auténticos muy valiosos. Un periodo histórico documentado y que avala los testimonios duros que narran las mujeres. También documentos del trabajo femenino en la industria desde comienzos de siglo. Ha sabido componer una historia que va y vuelve al presente y que no olvida, como dice la actriz Mónica Camaño, que las mujeres tienen un sitio donde apoyar la cabeza. Esta frase reivindica el trabajo que todas las mujeres gallegas han realizado y que hoy sirven de apoyo para las jóvenes.

La idea de Nación recorre el metraje con el concepto: sobrepasar la cerca nos hace Nación. Una cerca que ha sido sobrepasada por mujeres proletarias de todas las épocas con un espíritu colectivo que ponen de manifiesto las imágenes con una fuerza sorprendente.

Por otro lado, remarcar que no es solo documental, introduce más perspectivas que le dan valor artístico propio. Un esfuerzo que Margarita Ledo con éxito y que engancha con ese legado invisibilizado por quienes escriben la historia que llega a los libros de texto. Un esfuerzo por documentar la memoria pero también por trascenderla con un mensaje de humanidad que interesará a muchas personas de épocas distintas.
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Una buena película para reír de principio a final y entremedio dibujar una sonrisa continua.

En primer lugar, destaca por tener un plantel actoral de lujo. Belén Rueda hace una protagonista espectacular que no deja de servir humor en todo el metraje. Consigue sacar sonrisas no solo de los gags cómicos sino de la construcción de un personaje como el de «la suegra» al que consigue subvertirlo y pasar a ser un personaje más actual y humano. Y no es fácil hacerlo en un género como la comedia en el que en cualquier momento se puede quebrar la sonrisa. Es muy difícil mantener el tono y lo consigue porque el personaje muestra momentos vitales creíbles de la vida de la señora. La acompaña una Carolina Yuste que borda todo papel que toca. José Coronado acompaña muy bien en su rol de anti galán, de modelo de padre poco visto en el cine pero que resuelve con un tono muy digno. Gonzalo de Castro, como es habitual en él brilla en comedia y en representar a un personaje que le hace un contrapunto perfecto a la protagonista. En cualquier caso, destaca por tratar con humanidad y dignidad a todos los personajes y además por subvertir el modelo de familia hacia otro más actual, distinto pero no por ello menos humano donde caben todas las personas desde la verdad de cada una.

En segundo lugar, destaca por tratar el tema de la familia desde una mirada contemporánea y desde el humor. También la clase social y el lugar de las mujeres en las mismas. La madre de la novia, Pepa Aniorte, tiene un rol vital en una familia que defiende con el poder que también le da su vida profesional. Y por encima de todo sobrevuela el amor. Así que un mérito crear una comedia amable, integradora, muy entretenida y para todos los públicos.

Y por último destaca por ser cine del bueno. Un manejo de la cámara con unas tomas largas muy interesantes. Recursos cinematográficos muy actuales. Una complejidad de personajes y tramas que se complementan muy bien. Un conocimiento de los recursos de la comedia diverso. Y todo ello al servicio de un producto para que rían todas las familias.

Arantxa Echevarría demuestra que puede cambiar de géneros así que deseando verla en más.
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La directora canadiense de ascendencia etíope documenta el proceso de búsqueda de su tía Sally (Selamawit Dawit). Hija de un alto mandatario en tiempos de Haile Selassie, viaja en 1973 a Etiopía. La efervescencia política del momento hizo que Sally tomara partido por la causa comunista y pasara a ser objetivo del poder. Tamara Dawit vuelve más de 40 años después para intentar cuadrar los datos que tiene que de tía y de la historia de su familia que le permitan cerrar ese capítulo y a la vez reivindicar a Sally dentro de la azarosa y violenta historia reciente del país.

Conoceremos cómo durante el gobierno militar desde 1974 a 1991 se genera una represión política que genera miles de muertos y lo escucharemos de varias personas. Tamara Dawit sigue la pista de su tía a partir de las entrevistas a sus tías todavía vivas. Veremos a través de ellas, cómo describen el ambiente político y social y a partir del papel que ahora ocupan, atisbaremos la situación actual del país en un momento en el que de nuevo sombras violentas lo acechan.

Lo más interesante el acercamiento familiar y social que hace la directora que le sirve como vínculo con sus raíces y su identidad. Por otro lado, si lo que pretendemos es una investigación periodística no lo encontraremos. Eso sí, aporta la mirada de la diáspora a una etapa de la historia de Etiopía que todavía tiene muchos agujeros negros. El punto de vista se centra en la realidad familiar y social cercana.
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Un largometraje ambientado en la localidad originaria de la directora Ángeles Cruz. Conoce bien el ambiente social en que está inmersa su comunidad cercana a Oaxaca en México. Crea una historia con tres protagonistas femeninas donde se entrelaza lo que sucede el día de las fiestas patronales. Unas historias marcadas por la inmigración y las consecuencias que genera tanto en la comunidad como en sus vidas. Las tres historias ponen en el centro cómo afectan las estructuras sociales a la libertad de las mujeres.

Ángeles Cruz nos introduce en una localidad donde parece que no pasa el tiempo, de un modo muy natural, sin elementos folclóricos, la realidad de la vida de sus habitantes. Se perciben realidades como el lesbianismo, el abuso o el deseo de las mujeres casadas de romper con sus maridos dentro de la comunidad indígena. En ocasiones, supone un límite a su independencia pero en otras ocasiones, la toma de decisiones comunitaria tiene en cuenta la voz de las mujeres que toman decisiones frente a varones como el marido o el tío.

La directora ha jugado con el tiempo de un modo magistral y permite percibir cómo pasa todo de forma simultánea con mucha frescura. Esto lo consigue gracias a un guión muy bien trabajado y a una cámara que capta un pueblo muy real donde nos creemos las cosas que pasan.

Engancha sin duda por su honestidad y por elegir mujeres que siguen hacia adelante con un coraje que les hace romper con las estructuras y hacer oír su voz y su deseo. Una voz, que pocas veces hemos tenido ocasión de disfrutar en el cine, con la suerte, de que es la propia directora oaxaqueña la que expresa realidades bien conocidas por ella.

A seguir la pista a Ángeles Cruz y a desear que otras mujeres con coraje protagonicen muchas más películas.
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La directora Clara Roquet crea una historia de iniciación de dos adolescentes (Nora y Libertad) que ofrece muchos temas y muchas capas de interpretación desde el respeto y el compromiso honesto con temas actuales de la vida de las personas.

Nora, de 14 años, despierta a las emociones de la adolescencia el verano que pasa en la casa de la costa con su madre, hermanos y abuela. Libertad, la hija de la trabajadora que se ocupa de cuidar a su abuela y familia hará que se plantee preguntas. Una delicia ver su expresión cuando escucha a los demás. Roquet nos lleva a entender a Nora desde sus miradas y silencios y desde el contrapunto con la otra protagonista: Libertad. Un juego que se enriquece con las madres y abuelas de ambas. Libertad alcanza a verse en un mundo en el que Nora no tiene todas las claves de interpretación. ¿Cómo vivir tu vida en una sociedad clasista?¿Cómo sobrevivir a la subcontratación de los cuidados que utiliza a mujeres inmigrantes? Este tema emerge con sutileza y cuidado pero no por ello sin la violencia estructural que provoca. Un tema presente en todo el mundo. Anna Muylaert lo llevó al cine de manera brillante en Una segunda madre. Una temática necesaria porque nos atraviesa como sociedad. Muy necesario ver referentes en el cine que cuestionen realidades y nos ayuden a transformar. En Nadie nos mira de Julia Solomonoff, veremos también el tema de los cuidados por personas latinas y cómo nos hace repensar nuestro papel en esa estructura violenta de poder.

lo interesante de Clara Roquet es que lo hace con sumo respeto y con las miradas paralelas de Libertad y Nora sin detalles crudos, sin explicaciones manidas, con el poder de la imagen y la interpretación apoyada en un guión medido con imágenes poderosas. Incluye alguna metáfora visual que evito contar, para que se vea sin avisar, que hace que tengamos que repensar lo que estamos viendo. Así que, contribuye a que después de vista resuene en nuestro imaginario. ¡Qué más se puede pedir!

Por otro lado, aborda muchos más temas de actualidad ligados a relaciones familiares y en todos hace vibrar por hacerlo de modo sutil pero a la vez con toda la violencia que se intuye.

Respecto al elenco, se ha apoyado en grandes como Nora Navas, que en su línea, borda el papel, Vicky Peña consigue que captemos el Alzheimer pero además ha elegido a María Morera (La vida sin Sara Amat) que ha sabido mostrar el despertar a la vida con incandescencia. Otro descubrimiento, Nicolle García, muestra su realidad y anhelos además del vínculo amistoso con Nora y permite que Libertad tenga el peso de coprotagonista además de dar las claves para entender la historia.

Por último, agradecer a Clara Roquet, por ofrecer estas realidades tan actuales y de las que poco se habla y de hacerlo con respeto, mostrando pero sin valorar, permitiéndonos sacar conclusiones. Ya la conocemos como guionista en 10000 kilometros y En los días que vendrán, ambas ligadas a las nuevas relaciones familiares y de pareja. Ha pasado por Cannes, ha abierto la Seminci y ha sido premio del Jurado en el Ópera prima de Tudela. Un cine a la altura del momento actual tanto en contenidos como en propuesta narrativa y visual. Deseamos ver muchas más películas como Libertad que abraza la contemporaneidad desde la honestidad.

Nos queda verla en los Goya y abrazar la estatuilla de mejor película y directora novel, actriz revelación, actrices de reparto.
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