La trama de esta película es interesante. Chicas de vida humilde, ingenuas para la dureza de la vida, no tanto para otras cosas, terminan con sus sueños rotos y se dan de bruces con una realidad más dura y más "pesada". Comprenden que no basta con las ilusiones y las ganas de llevarse el mundo por delante con tal de ver cumplido ese sueño y lo aprenden de la peor manera, pagando en algunos casos hasta con sus propias vidas.
La directora y los guionistas podrían perfectamente haberse ahorrado esos dicursitos sensibleros de la cuarta parte final de la película (durante la escena del juicio y hacial el final mismo), como justificando cierto accionar de la protagonista con aquello del engaño y un gran etcétera. Una mancha panfletaria para una película que pudo haber dado más a no ser por esos pequeños grandes detalles.-

Y los dientitos de la Caron. Más zapatos de Gene y más sonrisa dientuda de la Caron. Monotemático Kelly en sus pasitos de baile (tap) pero soberbio en los otros números y la simbiosis con Leslie algo como para sacarse el sombrero. Los decorados de factura magnífica que nos transportan al mismísimo Paris y una música para el recuerdo.
Quizás mereció inmerecidamente el Oscar a Mejor Película, pero si lo vemos a la luz de las películas que fueron sendos dramas y que habían obtenido el galardón en las ediciones inmediatamente anteriores quizás era hora que se premiara al arte, la la buena música y a las ganas de vivir y expresarse. Un clásico entre clásicos.

Tal cual el título que llevó en Uruguay. Tengo sentimientos ambivalentes con esta película: mal no está pero bien tampoco. No aporta nada nuevo, pero todos nos quedamos enganchados para ver hasta que punto puede llegar ese policía de doble moral, severo con sus hijos, compiche al extremo con sus compañeros del cuerpo, corrupto a más no poder y manipulador por naturaleza.
La parejita, las víctimas de turno, sufren como pueden todo el acoso de este pseudo y autodesignado vigilante, que les cae "como peludo de regalo" en sus vidas mientras va invadiendo sus existencias como una mancha voraz. No me pareció un film original, pero tampoco tan desastroso como podría parecer. No es la gran cosa pero se deja ver.

La cinematografía de la década del 70 estuvo marcada entre otras corrientes y genialidades por lo que se denominó cine catástrofe. Si bien Tiburón tiene sesgos de esa forma de hacer cine, es básicamente una película de suspenso (suspense se diría en España) más que de terror a mi humilde entender.
Un manejo impecable de las imágenes y los tiempos, sabemos que hay un escualo rondando y devorándose personas pero no lo vemos hasta casi el final. No hay abuso de hemoglobina ni de miembros seccionados, el morbo en su justa medida y una banda sonora angustiosa y angustiante que se ha convertido en todo un clásico.
Después de este film vinieron las innecesarias secuelas, otros animalitos que sembraron terror a indefensas y descuidadas personas, todo cuidadosamente filmado. Hasta los ejemplos de clase Z (porque no merecen llamarse cine de clase B) que pululan en los video clubs hasta el día de hoy. Y el salto a la fama de un director efectista e inteligente como lo es Steven Spielberg. Está todo dicho.

Enredos a la argentina, en esta comedia cuyo motor es el histrionismo de Jorge Porcel, la sensualidad desenfadada de Moria Casán, las grandes dotes de Susana Giménez para la comedia, siempre tan desperdiciadas, y un variopinto conjunto de personajes bastante estereotipados para una historia liviana. Para ver sin ningún esfuerzo mental.