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La rosa púrpura del Cairo

Romance. Comedia. Fantástico Estados Unidos, Gran Depresión. Mientras Cecilia trabaja como camarera en Nueva Jersey, su marido se dedica a hacer el vago. Su única distracción es el cine, al que va una y otra vez para evadirse de la dura realidad y soñar con un mundo de champagne, trajes de noche y fiestas elegantes. Una noche, el protagonista de su película favorita, "La rosa púrpura de El Cairo", se fija en ella y atraviesa la pantalla para conocerla. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 130
Críticas ordenadas por utilidad
29 de agosto de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La rutina de una mujer susceptible ante el vago de su marido preocupado por los dados y las cartas, hasta que el país se ponga en marcha poco más que ir al cine, en medio de la depresión la creatividad del arte es el respirar de aquellos con emociones, el romanticismo supone arriesgar en la vida, ir a la sala es quedar impregnada para luego caer en el desastre de la realidad: "No te preocupes por ella, no es más que mi mujer...", el desamparo se une a la necesidad para encontrar una escapatoria aunque sea a costa de perder la cabeza, la liberación del actor que sale de la tumba para vivir una aventura de otra dimensión.

La vida es un papel más, pero no es fácil moverse en la depresión para vivir una historia de amor única, ella tiene ganas de huir y él de conocer el mundo real, Woody consigue que la película sea teatro que interactúa con el público, un milagro que deja a la industria sin argumento, un personaje anda suelto y siente una pasión impensable en tiempos tan duros, la reputación del actor real cierra el cuadrado principal para formar un escándalo de situaciones curiosas que se desenvuelven como si en la realidad se puediera vivir del amor.

No es un ser real pero besa estupendamente, el fenómeno causa movilización, un follón de miedo en el que intercambiar deseos hasta el caos de unas interpretaciones muy logradas y del dilema, el enfrentamiento de los dos yo, busca la razón de todo en lo cómico, un imaginario en un mundo cruel, la inocencia hasta desmontar lo real en irreal y al contrario, un mundo patas arriba de confusión, un desastre de soluciones incontrolables y un desequilibrio de mesa para siete que no está en el guión, los actores pueden olvidarse del argumento, Allen se siente libre, pero yo, al igual que opinó la criada: "quédate con cualquiera porque ya me estoy aburriendo", y es que en todo este panorama no me he sentido cómodo, hay pasajes mal pegados hablando de quien los dirige, aunque hay que reconocer el homenaje al cine y a la pasión del humano por el mismo cine.
stikma
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8 de octubre de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Películas como esta afirman que no me equivoqué cuando aposté en Woody Allen como uno de mis directores de cabecera, su creatividad, originalidad e imaginación no tienen límites.
En el film que nos ocupa Allen utiliza uno de sus argumentos más originales para sutilmente vendernos una amplia crítica social y cinematográfica, y una obvia manifestación de amor al cine.
Este pastel fantástico esconde en el fondo una crítica a la fobia comunista (cada "revolucionario" es llamado comunista en el film), hace una crítica ácida al "system star" y por supuesto muestra lo absurdo del cine a través de la inocencia de un "galán de película" todo esto envuelto en una sociedad en plena depresión.
Los chistes son sutiles y constantes, y como todo film de Allen se disfruta más en un segundo visionado.
La cara de ilusión de Farrow es impagable, y Daniels y Aiello acompañan muy bien en sus respectivos personajes.
Quizá este no sea de los films de Allen que más destaque la fotografía o los planos pero si es de los más originales desde el argumento.

Lo mejor: el final.
Lo peor: es corta, creo que podría haber dado para más sobre todo respecto de los gags de Baxter en el mundo real.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ketty Analfer D
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20 de abril de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La rosa púrpura del Cairo de Woody Allen, es una comedia romántica y fantástica de cine dentro del cine en la gran depresión de los años 30. Dirigida con un ritmo enérgico y resolutivo, y con el humor y la genialidad propia y acostumbrada del director, es osada e intrépida por llevar a cabo una historia distinta, con toques nostálgicos y originales. Realizada de forma irresistible y arrolladora, tiene un resultado fantástico y sorprendente que cautiva con sinceridad.
La fotografía, que mezcla hábilmente el blanco y negro del cine con el color de la vida real, está llena de matices alusivos a la época, que son estéticamente decorativos, y usa la luz tenue dando una belleza encantadora. La música clásica, es inolvidable al principio y al final con la conocida canción de Sombrero de copa, y el resto del film con sonidos de bandas que son exquisitos e inspiradores, además de evocadores y majestuosos, dando confort y estimulando al público gratamente. Y unos planos y movimientos de cámara rápidos y dinámicos en la acción, y más lentos en las escenas clave, siendo más sobrios y formales que en otras de sus películas.
Las actuaciones, son clamorosas y destacables. Con Mia Farrow ingenua y sensible, Jeff Daniels radiante y arrollador en un doble papel, Danny Aiello correcto y señalado, y oportunas interpretaciones de Dianne Wiest, Van Johnson, Irving Metzman y Stephanie Farrow entre otros. Empleando para ellos, unos vestuarios y caracterizaciones elegantes y clásicos, dando sensación de antiguo y sugiriendo la época narrada, al igual que los decorados que son estéticamente apropiados en una excelsa dirección artística. Resaltando también, algún admirable y competente efecto visual en determinadas escenas, que son llamativos y singulares.
El guion, escrito por el mismo director, está bien trabajado al detalle y es original y soberbio, argumentado de manera apasionante e inusitada, absorbiendo al público con un entramado sustancioso y curioso dentro de la nostalgia, obteniendo un producto admirable y hermoso. Que es llevado a cabo con una narrativa clásica y medida, con tono amable y cordial, envolviendo el film con unos comentarios atrayentes. Y destacando un excelente montaje que es original y abstracto, fruto de una mente creativa e ideológicamente propia para los guiones.
En definitiva, la considero una obra inolvidable e imprescindible en la filmografía del director y del género de comedia romántica, de resultado fantástico y apasionante, capaz de conquistar los corazones más nostálgicos y sentimentales. Recomendable por su dirección, guion, interpretaciones, fotografía, música, montaje, vestuarios, caracterizaciones y narrativa que convierten a La rosa púrpura del Cairo, en un film profundo, bello y melancólico como pocos, que no dejará de gustar, a los románticos incurables.
Elcinederamon
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26 de septiembre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
126/01(02/09/14) Uno de los mejores films de Woody Allen con todo lo grande que ello acarrea, una conmovedora oda al poder mágico del cine, a su capacidad de transportarte de tu vida ordinaria a un mundo idealizado donde todo es perfecto, armonioso, ello rebozado de mordaz humor, ingeniosas situaciones, un desarrollo fascinante, un Woody Allen en efervescencia creativa nos obsequia con un guión redondo, que basta rascar un poquito para dar con una profunda y compleja reflexión sobre los sueños y su dura confrontación con la realidad.

Escrita y dirigida por Allen Stewart Konigsberg, se inspira en “Sherlock Jr.” (1924) de Buster Keaton, “Hellzapoppin’” (1941) de HC Poter, y en la obra teatral de Pirandello “Six Characters in Search of an Author”. De su relato mana un tremendo lirismo en formato homenaje al cine clásico de los años 30, este ilusionante medio ayudó a evadirse de sus dramas diarios a millones de espectadores en todo el mundo, es un ácido retrato de cómo la gente sumida en crisis económica intentaba transformarse por un rato en las actrices y actores glamurosos que veían en pantalla, eran ricos, viajaban a sitios exóticos, bebían champán, tenían criadas de color, se bañaban en leche de burra, visitaban los mejores clubs, vestían las mejores galas, eran gente guapa y siempre con la mejor frase en la boca, se producían romances perfectos, y los espectadores intentaban que el cine se convirtiera en un espejo de sus esperanzas y anhelos, es una deliciosa fábula fantasiosa, con humor, cinismo, romance, ironía, nostalgia, drama, mordacidad, con toques de una ternura intensa, con diálogos bien urdidos, con mucha chispa y frescura, con una construcción de personajes prodigiosa. Un ejercicio de metacine que encuentra el humor en la confrontación entre realidad y ficción, entre el mundo donde todo es maravilloso y la triste realidad, derivando en un surrealismo cercano al buñuelismo. Se tocan temas como la fuerza del cine, el egoísmo, la codicia, la ingenuidad, el machismo, los abusos, se reflexiona sobre que es el amor. Todo con un marcado sentido de elegante ambientación, con un trémulo toque melancólico, y es que es una cinta que su punzante humor enmascara lo que es un drama sobre una mujer desorientada que busca en la imaginación del cine una salida a su miserable existencia, ello coronado con un final Magno, nada acomodaticio (spoiler). Allen aprovecha para criticar a la industria del cine, el egocentrismo de los actores, la mezquindad de los productores o el mercantilismo de los representantes de actores. Allen asimismo hace un canto a los evocadores cines de barrio que tanto visitó en su niñez, de hecho el cine que aparece en la cinta es el Teatro Kent en Coney Island, al que Woody iba en su infancia.

La cinta está regada de momentos de gran carga emocional, y este es Antológico: Cecilia es despedida de su trabajo de camarera, vaga llorando por las calles, hasta que decide evadir su mente en el cine, se mete a ver por enésima vez en sesión continua “La Rosa…”, las lágrimas de Cecilia conforme pasan proyecciones del film cesan, y la vemos en trance de placer, Tom Baxter por enésima dice <A punto de lanzarme a un fin de semana loco en Manhattan>, de pronto Tom se gira y mira parece ser hacia Cecilia, y le habla directamente <Señorita, veo que le encanta esta película>, ella responde <Es a mi?>, el continua <Lleva aquí todo el día, la he visto antes 2 veces>, ella <Me habla a mí>, él <Si, ha visto esta película por quinta vez>, uno de los personajes de la gran pantalla susurra alertada <Henry, ven aquí rápido>, y Tom <He de hablar con usted>, traspasa la cuarta pared (salta de la pantalla), se escuchan gritos en la platea, una mujer entre el público se desmaya, desde la pantalla le dicen <Que haces Tom? Vuelve a la pantalla…Estamos a mitad de la historia!>, Tom <Dejadme en paz, quiero echar un vistazo por aquí. Seguid sin mi>, se acerca a ella y comienza a charlar como si nada con Cecilia, el resto de espectadores observa el acontecimiento con asombro, una mujer se desmaya, otros siguen comiendo palomitas como si se tratará de un espectáculo más, e hilarantemente el encargado del local está preocupado sobre cómo va a hacer para terminar de proyectar la cinta, este momento Mágico-Imaginativo-Poético es uno de los momentos cumbres de la Historia del Cine, pocas veces el cien se ha mirado con más dulzura el ombligo, hace real algo que todos hemos deseado en tantas ocasiones ante el cine, instantes como este hacen que el Séptimo Arte sea ARTE, o sea lo capacidad de hacernos sentir, emocionarnos, estremecernos, SUBLIME.

Además resaltaría otros: Cuando el productor Raoul Hirsch discute con su equipo el caos que ha producido la huida del cine Tom, y el efecto mariposa que parece haber desencadenado; Los malentendidos de Tom chocando con la realidad con su dinero falso, la bebida, el arranque de los automóviles, los besos en los que no hay fundidos a negro o su desconocimiento del sexo; El primer encuentro entre Tom y Gil, punzante y sibilino, enfrentándose la bondad del personaje con la rapacidad del actor; La delirante visita que Tom hace llevado por la meretriz Emma (buena Diane Wiest) al prostíbulo donde su ingenuidad resulta enternecedora frente a la picardía de las prostitutas; La visita que junto a Tom hace Cecilia al mundo de la película, una noche apoteósica de felicidad; El último enfrentamiento en el cine entre Tom y Gil por el amor de Cecilia, con réplicas y contrarréplicas gloriosas; Y por supuesto su punzante final (continua en spoiler por falta de espacio).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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23 de abril de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos nos evadimos del mundo real, de lo cotidiano. Todos nos apartamos un poco de la vida (muchas veces llena de tragedia) y para lo cual nos aislamos con aquello que más nos gusta; música, libros y por supuesto cine. Y Woody Allen, ese genio muchas veces incomprendido o infravalorado, sabedor de este hecho (pues él lo ha vivido y aún lo vive en sus propias carnes) nos regala La rosa púrpura del Cairo.

Esta película no es más que el reflejo de un sentimiento compartido, de una idea o una ilusión millones de veces creada y de un sueño que vence y seguirá venciendo al espacio y al tiempo. Pues, quién no es Cecilia, quién no ha deseado escapar en algún momento y refugiarse en el mundo que ve en la pantalla, dentro de su película favorita, o quién no ha querido meterse y formar parte en la historia que las líneas de su novela favorita van formando página tras página. Creo, corríjanme si me equivoco, que todos los que lean esta crítica o todos los que hayan visto La rosa púrpura del Cairo comprenderán que la de Cecilia es una situación por todos compartida en algún momento de nuestra vida.

El actor de la película sale literalmente de la pantalla para vivir junto a Cecilia, y para ello, se deberá enfrentar a un mundo real muy distinto de la ficción de la que proviene.

-Acabo de conocer a un hombre maravilloso, es de ficción, pero no se puede tener todo.

- De donde yo vengo las personas nunca te desilusionan, son consecuentes, siempre puedes contar con ellas.
- Así nunca encontrarás a nadie en la vida real.

- Supongo que tendré que buscar trabajo.
- No te va a resultar fácil, en este momento hay mucho paro en el país.
- Entonces viviremos del amor, haremos alguna concesión pero, qué más da, viviremos juntos.
- Eso solo ocurre en el cine.

Con el devenir de la película vemos cómo la protagonista debe decidir entre lo real, el propio actor, y lo ficticio, el personaje que atravesó la pantalla, ese que es perfecto, ese que no existe. Esta situación es la que dio lugar a que La rosa púrpura del Cairo viera la luz, ya que Woody Allen dejó el proyecto original a un lado (donde la idea se basaba únicamente en ese primer acto en el que el personaje pasa del mundo ficticio al real), hasta que se le ocurrió que el actor entrase en contacto con su propio personaje y con Cecilia. Un genio.

Un genio que se hace aún más grande con el final que da a la película. Es precisamente el final lo que hace que pase de ser una buena película a una GRAN película. Un enorme logro del director neoyorquino.

La rosa púrpura del Cairo guarda mucha relación, pese a las muchísimas diferencias que hay, con Pleasantville. Otra película que podríamos acoger bajo el realismo mágico, que por supuesto considero una obra de arte, que, curiosamente, también cuenta con Jeff Daniels en su reparto y que, por supuesto, interpreta un personaje inolvidable.
DaniBalboa
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