Café y cigarrillos

Tremenda decepción la que me he llevado con esta película después de llevar mucho tiempo queriendo verla.
Narra varias historias alrededor de una mesa en la que se consume tabaco y café. Una película rodada en blanco y negro; colores que se emparejan al tabaco y al café. Las historias cuentan anécdotas diferentes, en diversos bares con estilos diversos.
Lo más preocupante de todo es que ninguna de las conversaciones que cuentan me ha interesado lo más mínimo. Es más, existen algunas que duran apenas un par de minutos y que sinceramente no ocurre nada. ¿Qué sentido tienen?
Me ha parecido un verdadera tomadura de pelo que ha contado con la colaboración de grandes actores, pero que no salvan este film que no atrae en lo más mínimo.
Lo único que destacaría de la película (y ese es el motivo por el que no le doy un 1) es la impresionante interpretación de Cate Blanchett. Ella misma hace dos papeles e interpreta a los dos personajes de su escena, encargándose ella sola del diálogo al completo.
En fin, una película que cuenta varias historias sin ningún interés para nadie y que no aportan nada. No me llega ningún personaje ni me hace sentir nada. Bueno sí... aburrimiento.

Entras en una cafeteria. Con leche, por favor. ¿Azúcar? Sí, mucho. Clic, clic, clic... la cucharilla al golpear contra la taza mientras remueves, despacito, saboreando el instante. Algo se despierta en tu interior. La situación lo requiere. Es inevitable. Lo siento, pulmones, de verdad, chicos, pero ya me encargaré de vosotros luego. Ahora vamos a lo nuestro. Sacas uno, rebuscas en los bolsillos, una chispa, y..... ufffffffffffffff, el humo se lanza hacia el techo describiendo figuras imposibles, que apenas duran unos segundos. Disfrutas el momento.

A base de diminutos momentos como este, fragmentos aislados de vidas extrañas, escenas que se repiten cientos de veces diariamente, ha construido Jim Jarmusch esta pequeña obra maestra que reúne a una veintena de actores en una serie de cortos de apenas cinco minutos de duración cuyo único nexo en común es el hecho de presentar a los protagonistas ante tazas repletas de café y fumando sendos cigarrillos. Entre ellos, a destacar el protagonizado por los músicos Iggy Pop y Tom Waits, así como el que cuenta con Steve Buscemi en el papel de camarero que no duda a la hora de exponer sus alocadas teorías, u otro con Roberto Benigni y Steven Wright como dos adictos cafeinómanos.

Una galería de personajes surrealistas, salidos de no se sabe dónde y sin ningún destino en particular, mantienen conversaciones sobre temas tan dispares como la cafeína, la música, el inventor Tesla, la popularidad, la medicina alternativa, el dentista, Elvis... que no van a ninguna parte, que no arreglan el mundo ni tampoco lo pretenden. Y en el minimalismo de sus piezas encierra un tremendo homenaje hacia una forma de entender la vida que está desapareciendo en nuestros días, esa contemplación relajada, pausada, de la locura de nuestra época desde el otro lado del cristal de una cafetería, con una taza repleta de cafeína y un paquete lleno de pernicioso tabaco, momentos antes de que un individuo malhumorado nos indique que está prohibido fumar.

Una hora y media para sentarse en un cómodo sillón dispuesto a saborear una buena taza de buen cine americano.

Tenía buena pinta al ver el cartel de artistas que intervenían en la película , pero lo que he encontrado ha sido una suceción de cortos donde conversaban y conversaban sin decir nada , absolutamente nada , vacío total . Ni siquiera la historia de Molina y Estive se salva , aunque ya se sabe que en el reino de los ciegos el tuerto es el rey.
En fin , he tenido la sensación , a medida que pasaban los minutos eternos , de perder el tiempo.
La aportación ha sido , como dijo ese infame expresidente una vez , cero patatero.

Una mesa. Once situaciones. Café y cigarrillos. Planos cenitales de las tazas. Charlas cotidianas. Fin.

No hay lugar para más, sólo para el cine. Sólo para el cine inteligente, ingenioso e irónico. Sólo para diálogos dinámicos, naturales y fluidos. Sólo para personajes carismáticos, lúcidos, surrealistas. Sólo para una dirección asombrosa y audaz. Sólo para Jim Jarmusch. Once historias y un doble nexo de unión: café y cigarrillos. Once historias de una índole lo suficientemente homogénea como para que el conjunto no sólo no decaiga, sino que fascine por momentos. Fotografía en blanco y negro, como mero guía simbólico. Como los dados y como el ajedrez.

Como el café y los cigarrillos.

Si intentamos ubicar forzosamente 'Coffee and cigarettes' dentro de los cánones de la narración clásica, la encontraremos inevitablemente simple. Si la percibimos como una rama más del árbol madre, es coherente al extremo: lleva a un nuevo nivel el concepto nomadista que vertebra la obra de Jarmusch, y no está exenta de cierta complejidad conceptual, pues siendo su obra más "sedentaria", no deja de ser parte orgánica de su merodeo perpetuo sobre el planeta.

...

1.
Suponemos el hecho (o hechos) que han precedido y sucedido los "relatos", pues los personajes dejan retazos de ello en sus conversaciones. El espectador sólo intuye, con muchas inexactitudes, sus situaciones personales. La información se nos restringe al momento del café y el cigarro. Una vuelta de tuerca a la narración ausente de 'Down by law'; se invita al espectador a un estimulante y marciano ejercicio de imaginación, de confección (que será, graciosamente, intransferible; de cada uno).

2.
El café y el cigarrillo suelen marcar una especie de tregua momentánea; un paréntesis en el tránsito rutinario del día. La antesala de lo que está por ocurrir, o el descanso tras lo que ha ocurrido. Salir de donde uno esté, a fumarse un cigarro, y luego volver a entrar; tomar café al levantarse por la mañana, antes de salir de casa y que todo empiece; echar unas caladas en una pausa del trabajo. La hora del café y del cigarro, entendida por Jarmusch como un refugio, como una pausa en el movimiento que le lleva a merodear por medio mundo. Las pausas, presididas por la nicotina y la cafeína, son nerviosas, temporales, caducas; después de la detención, nos volveremos a mover.

3.
Personalmente, me resulta una propuesta excéntrica (en el buen sentido), expresiva y personal. Estás sentado en la mesa con unos tipos raros. Dándoos un respiro. Se habla de cualquier cosa, ¿de qué si no? Nos aguarda lo que sea, y venimos de donde sea. Apurada la taza y quemado el filtro, abandonamos la mesa y volvemos de nuevo a ello.

Gracias.