Haz click aquí para copiar la URL

Un ladrón en la alcoba

Comedia. Romance Lily, una carterista que se hace pasar por condesa, conoce en Venecia al famoso ladrón Gaston Monescu, quien a su vez se hace pasar por barón, y se enamoran. Gaston roba al aristócrata François Fileba y huye con Lily antes de que le descubran. Casi un año después, en París, Gaston roba un bolso con diamantes incrustados a la viuda Mariette Colet, pero se lo devuelve y la cautiva de tal forma que lo contrata como secretario. (FILMAFFINITY) [+]
<< 1 2 3 4 5
Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
19 de marzo de 2022
Sé el primero en valorar esta crítica
Gaston Monescu (Herbert Marshall) se queda prendado de quien será su esposa en Venecia, cuando descubre que ella, al igual que él... es una astuta ladrona. Su tranquila (y delictiva) felicidad conyugal será puesta en entredicho cuando se proponen robar a una rica heredera malcriada... y se forma un trío amoroso.

Comedia de los tiempos de la depresión, puro escapismo en torno a unos personajes sofisticados y aristocráticos incluso siendo unos refinados artistas del engaño, capaces de dar golpes maestros sin perder esa clase. Una película que nos transporta a otro mundo, a un ambiente muy especial, pero también con mucha picaresca dentro, mucha habilidad para engatusar como lo hacen los dos protas, vender la moto y salir de situaciones complicadas. Combinación irresistible, así pues, concebida para aliviar las penas diarias del espectador sin por ello perder la cercanía, pues estos mangantes no dejan de ser unos seres muy terrenales pese a vivir en su “paraíso” particular. El microcosmos en que se mueven, de gente regia que esconde demasiado, encubre una sutil crítica de unos pudientes que aparecen retratados como bichos bastante peores, más egoístas y materialistas en su acomodamiento que nuestros dos ladronzuelos; su estilo de vida aventurero acaba por parecer más íntegro y honrado (tiene narices el asunto...), su vínculo es más una forma de camaradería, de admiración y respeto mutuo (incluso podrían ser dos tíos y poco cambiaría del guion), en lo que sería una conclusión en absoluto moralista y sí un tanto maliciosa.

Pero es que la parte romántica, ese enamoramiento del rufián que es como una trampa para él, resulta muy creíble y funciona muy bien a modo de canto nostálgico y con un punto tristón a los amores efímeros, irrealizables, marcados por el instante (ese reloj, ejemplo de las famosas elipsis del cineasta alemán que sugieren los “puntos calientes”), por aquello que pudo ser y no fue… Esto es una peli de risas que, no obstante, se toma en serio a sí misma, logrando equilibrar tonos sin caer en lo pasteloso.

Así a botepronto diría que funciona como un mecanismo de notable precisión, no únicamente en lo que respecta a trama, actuaciones, diálogos, sino visualmente, echando mano de todo tipo de recursos y nunca de modo impostado o grandilocuente; travellings ágiles, montaje rítmico, puntual manejo de sombras y efectos, mucho peso de los espacios interiores, la decoración, mobiliario, etc. con puertas que se abren y se cierran, escaleras que suben y bajan. Y ciertos objetos (bolsos y joyas, el teléfono, el espejo, una estatuilla que trae determinado recuerdo…) que impulsan la acción. Los gags a veces son idiomáticos, de cruce alocado de lenguas, y se aporta incluso algún toque de suspense, con esa caja de caudales. Geniales secundarios, empezando por la parejita de pretendientes patéticos, o la sacrificada servidumbre, sometida a los constantes caprichos de los de arriba y diciendo que sí a todo (“quiero que la luna se refleje en el champán…”). Venecia, con esa fenomenal secuencia de apertura, su carácter de ensueño y su basura (literal) también.
Don Hantonio Manué
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 5
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow