Matar a Dios

Efectivamente, somos el resultado de confluencias educacionales y culturales que han pastado más en las sospechosas tierras de las "ciencias" escatológicas, que en las verdes praderas de la ética. Nuestro fin de mundo forma parte sustancial de cada uno de nosotros, es el único que nos interesa. El de los demás, e incluso el de todos juntos, nos preocupa bastante menos. Al egoísmo máximo rendimos pleitesía, aunque cada vez también está más claro que aquí, o nos salvamos todos o no se salva ni Dios.

Los tarrasenses (Pintó y Casas) que, por suerte, no se han mostrado tan trascendentales como yo en su valiente ópera prima; urden, no obstante, un guión muy teatral (no sabemos si por tema de presupuesto), de una oscura comicidad, con reflexiones sucias y sinceras y una esperpéntica conclusión existencial, que como seguidores de la concepción literaria de don Ramón María no podemos por menos que aprobar.

El pesimismo sobre la reacción humana en momentos de crisis, salvo rarísimas excepciones, es compartido por la mayoría. La historia nos ha dado, y cada día suma, suficientes muestras de patéticas actitudes. La única solución es siempre la más violenta. ¿Porqué no cargarse al máximo hacedor? Después de todo es el responsable de un mundo de mierda.

Los actores son imprescindibles compinches para que este gran magnicidio, que a veces se engancha, llegue a buen fin y no se les vaya de las manos a los catalanes.

¿Qué harías si tuvieses la oportunidad de matar a Dios?. Un ser sobrenatural representado por la figura de un enano, con pinta de vagabundo, mal hablado viene con intenciones de cargarse a la humanidad antes del siguiente amanecer. Solo podrán sobrevivir dos personas que tendrán que elegir entre 4 personajes de un caserón en el que ha irrumpido el supuesto Dios para amargarles la cena de fin de Año.
La decisión la tienen que tomar 4 miembros de una familia que por distintas causas son unos desgraciados.
Ana y Carlos son pareja y están pasando los momentos más difíciles de su matrimonio. Completan el cuarteto el hermano y el padre de Carlos. El hermano también con problemas con su pareja y el padre es un viejo que ya ha consumido los mejores días de su vida.
La película dirigida por Caye Casas y Albert Pintó es una comedia negra y ácida que según ellos si Dios existiese sería un verdadero cabrón.
La historia es una retahíla de chistes y bromas llena de reflexiones y preguntas que le surgirían a cualquiera que en un día cualquiera recibiese la visita de un Dios bastante cabroncete diciendo que va exterminar a la humanidad y solo dos personas quedaran vivos.
Con un excelente guion, muy imaginativo nos harán pasar una hora y media muy entretenida y que dice mucho de esta pareja de directores que se ponen por primera vez detrás de las cámaras.

Original parece la idea y el trailer te hace querer quererla, pero como nos enseña la experiencia a los que vemos mucho cine, no te puedes fiar del trailer. La cuestión es que tras un excelente prólogo y un gran final, entre medias nos encontramos con muchos altibajos en la trama que se centra (y demasiado además) en el drama de los personajes y que contiene diálogos que más parecen sacados de un primer borrador dejando en segundo término lo que es la premisa principal, el personaje de Dios y su excelente interpretación por parte de Emilio Gavira. En resumen, una gran idea que podría haber dado mucho más de sí.

Puede que "Matar a Dios" resulte demasiado teatral, a pesar de ese "prólogo" metido con calzador, pero la teatralidad no es un defecto cuando se tiene un buen texto y unos actores en estado de gracia que parecen entender a la perfección a los personajes que están interpretando. Todo en "Matar a Dios" es modesto, desde su reparto a su escenario, pasando por una falta de ambición evidente. Lo que cuenta es lo más grande que le puede pasar a la humanidad (la exterminación) pero lo cuenta desde la simpleza, como una especie de juego donde unos peculiares personajes deben comprender si ese enano que ha aparecido en su casa (un impresionante Emilio Gavira) es Dios o no y, como consecuencia, lo que les cuenta va a suceder o no. El resto es puro humo o, por decirlo de otra manera, son trampas para rellenar el conjunto y hacernos creer que la cosa va a ser otra cosa. Pero no, esta película parte de una simple premisa y la explota perfectamente. Una premisa que está en su titulo: matar a Dios.

O, por decirlo de otra manera: con pocos mimbres han construido un excelente cesto. Y eso se debe a un guion muy trabajado, a un perfecto aprovechamiento (casi teatral) del escenario y, sobre todo, a un grupo de actores totalmente entregados.

Tiene defectos, claro. Personalmente creo que el gore de su parte final, desluce la teatralidad del conjunto. Además, el final tampoco me ha convencido. Incluso podría decirse que tarda demasiado en arrancar y que el prólogo (la escena del coche) parece metida a calzador y a posteriori para no tener que esperar tanto a ver al Dios que anuncio el título. Pese a ello, estamos ante una película que funciona, modesta pero efectiva, sorprendente, divertida e incluso profunda (en cuanto a la construcción de sus personajes)

Una sorpresa totalmente recomendable.

Un dios bastante cabrón, hace que el fin de año de unos desgraciados, sea inolvidable. O sea un dios que no lo parece. Apenas siete actores . Pero llenan la pantalla como si fuesen quince o el mismísimo Clint Eastwood . Magistral Emilio Gavira , aunque los demás no desentonan, para una comedia negra donde las risas están aseguradas. Una pena que un cine tan ingenioso no tenga el eco que se merece. Muy recomendable.