Ralph, el demoledor

"Tío, esta película es una tontería". Eso fue lo que me dijo mi sobrino de ocho años a la media hora de empezar la proyección de "¡Rompe Ralph!" en la sala 9 de los cines de Príncipe Pío (Madrid) el pasado jueves, con la sala ni siquiera medio llena. No le interesaban ni los personajes excesivamente infantilones ni la absurda trama de la película (la motivación del personaje y lo de la medallita es bochornoso y más propio de un parvulario). Y eso es algo grave, muy grave, viniendo de un rapaz que se lo había pasado fenomenal una semana antes viendo en el cine "El origen de los Guardianes" y la tarde anterior "Arthur Christmas: Operación Regalo" en su casa.

Si el protagonista, Ralph, no tiene nnguna gracia ni resulta de ningún modo atractivo, la niña chillona, repelente y maleducada que se convierte en su comparsa es especialmente insoportable, como insoportable y cursi es el mundo de gominolas en el que transcurre la mayor parte de la acción. Y encima es más larga que un día sin pan.

No entiendo qué le ve la crítica a esta película para ponerla por las nubes. Sólo si se parte de que sean todos unos frikis añorantes de los salones de videojuegos de su adolescencia se puede encontrar alguna explicación. Eso y la acción desmedida de los "intelectualillos" de turno. Hay mucha gente que teme reconocer que una película no le ha gustado o que le ha parecido un tostón porque no quieren "quedar mal" entre tanto crítico exquisito que pulula por la red.

Resumiendo: la película es un peñazo. Sólo apta para menores de seis años con reparos y para adultos acomplejados.