Ida

Anna está a punto de hacerse monja, la madre superiora le aconseja que antes de hacer los votos, visite a su única pariente con vida, su tía, hermana de su madre. Cuando la visita, descubre cuál es su nombre real, como murió su familia y que es judía. Información que le hace ver su mundo desde otra perspectiva desconocida para ella.

Destacar que la película es integra en blanco y negro pues se trata de retratar Polonia en 1960. No es larga, apenas unos 80 minutos que te tienen enganchada, aunque a veces resulte lenta y pesada por los grandes silencios que transcurren en algunas escenas. Quizás después de ver todos los premios que ha obtenido, pueda pensar que esta algo sobrevalorada, pero es que las películas que tratan en nazismo, casi siempre lo son, en mi opinión.

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Me gusta la fotografía en blanco y negro, pero discrepo de la fotografía en esta película en dos cosas:
1. Los cines y las televisiones actuales ya no tienen el formato 1:33, así que en muchos casos, la gente deformará la imagen en sus casas para llenar la pantalla. No tiene sentido a día de hoy. En su momento, debido al formato de los televisores, Kubrick rodó algunas de sus películas en este formato para que cuando las pusieran en la tele, no las mutilaran, pero parece que este tal Pawlikowski todavía no se ha enterado.
2. Esos encuadres cortando pies y piernas para enseñar los techos, son irritables. Si lo que quería el autor era demostrar que se puede hacer una película poniendo más énfasis en encuadrar para cabrear que encuadrar para mostrar, hay que decir que lo ha conseguido.
En cuanto a la historia y su desarrollo, he visto yo momentos más interesantes mirando gusanos de seda hacer el capullo y esperar a que salga la mariposa.
Yo le recomendaría que se viera 'La lista de Schindler' hasta que se la aprenda de memoria para que vea lo que es una película en blanco y negro, bien encuadrada y nada aburrida.

Me resulta difícil calificar esta película, cuya acción se desarrolla en Polonia a comienzos de los 60, en sí bella y de gran factura, debido a dos circunstancias. En primer lugar porque se trata no ya de cine religioso, sino de cine religioso militante, para ser más claro, la historia es de un ultracatolicismo desbordante. En segundo lugar quiero destacar, por inadecuado, el formato, 4:3 matizando el espacio por encima de las figuras sin saber por qué. Son los dos grandes lastres de esta obra.

La historia parece, en un principio, original; una novicia que en pocos días va a tomar sus votos y descubre que es judía. Quien le da la noticia es su tía, de la que la joven Ida no tenía ni constancia de su existencia, que es su antítesis, pues, a su catolicismo de joven monja que en su vida ha salido de su convento, se enfrenta el ateísmo de quien fue estalinista, mientras pudo, y que aprovecha cualquier ocasión para atacar la fe de su desamparada sobrina. El argumento también incluye el hecho de querer conocer ambas, tía y sobrina, el paradero de los cuerpos de los padres de Ida y el hijo de Wanda, la tía, que fueron asesinados durante la Segunda Guerra Mundial.

El enfrentamiento entre materialismo y religión es muy maniqueo en esta película, llegando a un final que llega a causar vergüenza ajena, y que riza el rizo del proselitismo católico de lo que se nos muestra.

El ambiente, con su brillante fotografía en blanco y negro, está muy bien conseguido logrando una meritoria belleza plástica; junto a la interpretación de Agata Kulesza (Wanda) es lo mejor de esta obra.