Los duelistas

A partir de esta premisa inicial, y basándose en el relato de Joseph Conrad El Duelo -que yo no he leído-, Ridley Scott construye una obra de arte en todos los sentidos. Las películas de Scott tienen un invariable encanto visual heredado del mundo de la publicidad en el que comenzó el Director inglés, y cuando esta especial sensibilidad se ha unido a guiones especialmente atractivos, ya sea por su originalidad, ya por su profundidad, ha conseguido verdaderas obras maestras -Blade Runner o Alien , por poner dos ejemplos más-; aunque, claro, cuando no hay nada más que abuso de lo visual nos encontramos con bodrios infumables.

En Los Duelistas se palpa la -positiva- influencia de Barry Lyndon , no sólo por la época, o las localizaciones; principalmente en la iluminación: la claridad del día siempre rota por oscuras zonas en sombra; desiertos nevados interrumpidos por "manchas" de tierra abrasadora; iluminación de interiores con apenas unas velas y unos fuegos... encuadres de tal belleza que llegan a aturdir
Al igual que en la mencionada Barry Lyndon, son auténticas pinturas, cuadros, de finales del XVIII y ppos del XIX, en movimiento. Ni un solo detalle se deja al azar, todas las partes son esenciales para el impacto conjunto.

La película, además, tiene gran parte de la opresión, e inevitabilidad de los relatos de Conrad , D’Hubert -al igual que Willard en El Corazón de las tinieblas- no puede escapar de su destino-Feraud, cuatro son los duelos que mantendrán a lo largo de su vida, ni siquiera su brillante carrera junto a Napoleón en principio, o Luis XVIII en final, le permiten escapar de su destino. Lo absurdo de las razones que empujaron la bola de nieve, ahora incontrolada, está remarcado a lo largo de la película: D’Hubert se cuestiona y es cuestionado por estas razones, pero llega un momento en que se difuminan y ya nada importan, hay que batirse mientras uno quede en pie.

Ahí tenéis un montón de críticas que se refieren a su calidad y a cuestiones puramente cinematográficas. Sin duda críticas válidas y cargadas de razón, pero dentro de la subjetividad que me caracteriza no puedo más que decir que Los Duelistas es una película que me aburrió una barbaridad. Se juntaron muchas cosas en contra. No me atrae el género, y sobre todo no me atrae la época. No es una película que yo me muriese por ver, pero incluso dentro de la poca predisposición que yo tenía quedé absolutamente sorprendido de lo mucho que me aburrió.

La premisa no era tan mala, una historia de esas de duelos a lo largo de los años con una pareja protagonista absolutamente magnífica. He de decir que Keith Carradine y Harvey Keitel son lo único que me llegó a gustar de la película. También me gustó la forma en la que estaba rodada, con esos planes estáticos visualmente maravillosos que parecían más postales que imágenes en movimiento.

¿Qué falló? Esa subjetiva diversión difícil de explicar con palabras. Me aburrió y eso no lo puedes evitar. En mi caso, que no soy ni mucho menos un entendido de cine, el que una película me aburra hace que automáticamente no me guste por muy buena que me pueda parecer, y en el fondo debería ser así para todo el mundo, aunque haya gente que se empeñe en anular dicha idea.

Una fotografía magistral, una dirección artística perfecta, el claroscuro en el cine, con una luz inhabitual, al estilo de Rembrandt, una composición de las escenas que las hace perfectas obras pictóricas, interiores o exteriores, con una buena historia de Joseph Conrad (un especialista en la locura humana) y buenas referencias históricas al principio del siglo XIX en Francia, hacen de esta película una obra de sorprendente belleza. Un protagonista que habla poco pero tiene una fuerte personalidad, una voluntad inquebrantable y la generosidad y la sabiduría necesarias para resolver una difícil cuestión de honor con elegancia.

Obra maestra del cine. Más allá de la influencia que pueda recibir de otras producciones, B. Lyndon del magnífico Stanley, Los Duelistas supera cualquier comparación que podamos realizarle. Técnicamente es un prodigio, los planos son los exactos y se repiten al ritmo que la narración de la historia exige. La belleza de su fotografía no es exagerada y el " duelo" interpretativo colosal. Jamás vi una película tan sorprendente, en la que la lucha de los componentes humanos, entre sí, se expresara de una forma tan contundente. Ser o no ser, inteligencia racional e inteligencia emocional. Soberbia.
Es la mejor película de R.Scott que aunque posteriormente ha hecho buenas películas, a mi entender sobre todas Alien, ha esfumado una carreara que podía haber sido portentosa con auténticos bodrios. ¡ Qué pena !.

“Los duelistas” no es una novela histórica. El imperio Napoleónico, su génesis, auge y decadencia; su posterior época, la Restauración, son el marco ambiental donde se desarrolla esta enigmática y misteriosa aventura entre dos personalidades diferente y contrapuestas, D’Hubert y Feraud.
Historia épica que se hace interminable en el tiempo y que se convierte en un duelo sin fin, obsesivo, obcecado. Duelo que desembocará en un orgullo y en una envidia entre dos oficiales del mismo ejercito.
El relato corto de Conrad, el escritor se centra en las motivaciones y los sentimientos de sus protagonistas, Feraud (meridional, impulsivo, rencoroso, violento,... un cabezota en toda regla) y D’Hubert (norteño, reflexivo, sensible,... más atrayente como ser humano) sólo coinciden en su amor al ejercito y a Napoleón ya que son arquetipos opuestos.
Ridley Scott exprimió el jugo de este relato corto hasta su último gota. Su calidad visual recuerdo al maestro Kubrick en su obra maestra "Barry Lyndon". Cada fotograma nos remite a los cuadros de pintores británicos del siglo XVIII. Y en cuanto a la narración no excede el tiempo marcado en la obra escrita en negro sobre blanco, salvando las distancias entre el tiempo fílmico y el tiempo literario.
Metáfora sobre lo inútil de las guerras, de las luchas. ¿Cuál es la causa del inicio de un enfrentamiento?, ¿A qué se debe?.
Dos personalidades enmarcadas en un contexto histórico que sirven al escritor y al realizador para explorar el alma humana.