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Sherlock: Su último voto (TV)

Intriga. Drama Tercer episodio de la tercera temporada de Sherlock. Un caso de cartas robadas conduce a Sherlock Holmes a un conflicto con Charles Augustus Magnussen, el Napoleón del chantaje, y el único hombre a quien realmente odia. ¿Pero cómo enfrentarse a un enemigo que conoce los secretos y los puntos débiles de todos los personajes de Occidente? (FILMAFFINITY)
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
18 de enero de 2023
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Sherlock deja de investigar casos basados en pistas (que ya venía pasando en otros capítulos) para dedicarse a "salvar el mundo" con cosas muy extrañas...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
greuze
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14 de enero de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
10/10(10/01/24) Estimulante por lo juguetón este tercer y último capítulo de la tercera temporada de la estupenda serie creada por Steven Moffat para la BBC. La brillante actualización de las aventuras del mítico detective residente en el londinense 221B de Baker St. Dirige Nick Hurran (especializado en tv con series como “Dr. Who” o “Minority Report”, dirigió en la serie además de este, el segundo de la cuarta temporada, “The Lying Detective”), y escribe Moffat un enrevesado guion juega con la percepción del espectador, y como referente de que todos hemos visto los capítulos anteriores realiza varias piruetas narrativas un tanto inverosímiles ansiando sorprender al espectador, unas con mayor éxito que otras, en conjunto un placer el acompañar a la pareja Holmes & Watson en esta laberíntica propuesta, donde sobre todo destaca el formidable duelo de inteligencias entre Holmes y el villano encarnado por un gran Lars Mikkelsen, genio del crimen. Llamado ‘El Napoleón del chantaje’, en claro reflejo del ‘Napoleón del crimen’ que era con Doyle el gran Profesor Moriarty Siendo. Historia adaptación contemporánea del cuento de Sir Arthur Conan Doyle "La aventura de Charles Augustus Milverton", con otros muchos guiños a otros relatos de Doyle, jugando con lo mordaz, lo divertido, mostrando un mundo elitista de inteligencia suprema, dónde los palacios mentales son el epítome. Aquí Sherlock ha dado el salto (discutible) de resolver casos particulares a cuál James Bond querer salvar el Mundo. Episodio que toca temas como el peso del pasado, la capacidad de redención, los sacrificios por un bien mayor, o la importancia de la información como arma poderosa.

Tiene un prólogo brillante, con presentación de un villano sofisticado, seguro de sí mismo, Charles Augustus Magnussen, domina la situación cual Terminator indaga en debilidades humanas de sus interpeladores, hasta derivar todo en el encuentro con Lady Elizabeth Smallwood [Lindsay Duncan], a la que humilla con su información chantajeadora, hasta acabar en modo villano viscoso lamiendo literalmente el rostro de la mujer. Tras ello saltamos, con guiño a la ‘sherlockiana’ “La aventura del hombre del labio torcido”, Watson es conminado a buscar al esposo drogadicto de una vecina, adentrándose en un edificio abandonado utilizado por toxicómanos para sus chutes, tras un violento encuentro con el ‘gerente’ haya al marido tirado en el suelo drogado, cuando intenta incorporarlo, alguien tras él dice su nombre, se da la vuelta y es Sherlock Holmes, le dice a Watson está en misión secreta, pero no lo cree y lo saca de allí. Tras esto Sherlock se pasa a ‘visitar’ a la forense Molly Hooper (dulce Louise Brealey), está enamorada platónicamente de Sherlock, y al que abofetea de modo sádico (¿?). Luego descubrimos que Sherlock tiene ahora novia, es Janine (Yasmine Akram), hermosa morenaza (apareció en la boda de Watson) deja en estado de shock a Watson, por considerar asexual a su amigo. Luego nos enteramos (ello con el espíritu de las novelas ‘doylenianas’) todo es por interés (la crueldad humana seca de Sherlock se expone en su esplendor engañando a Janine), e incide en las debilidades humanas, ello expuesto con gran sentido del humor. Muy jocoso cuando Sherlock cuenta a Watson el plan de infiltración en la ‘guarida’ del malo (por encargo de Lady Elizabeth Smallwood), y este solo le hace preguntas sobre Janine. Y cuando sorprende a Watson sacando un anillo de compromiso a través de un video-comunicador.

Escena estimulante cuando un personaje importante es descubierto amenazando con un arma a Magnussen de rodillas. Este apunta también a Sherlock, y sorpresivamente le dispara (cuando terminas sabiendo las motivaciones te das cuenta de lo ridículo que es). Pero lo punzante viene después, cuando Sherlock analiza alargando el instante del disparo, todas las posibilidades en su ‘Palacio Mental’ para no desangrase, extraordinario todo el montaje de esto que temporalmente sería un flash. Apareciendo diferentes personas por el flash para ofrecerle salidas, como Molly, Moriarty y hasta Moriarty. Hay otra ingeniosa escena, maravillosamente editada y filmada, como es cuando Sherlock se cita con la persona que le dispara tras una fachada de edificio falso, quedando ambos en un estrecho y semioscuro pasillo, donde Sherlock juega a los trampantojos de modo perspicaz.

Tenemos un navideño tramo en casa de los padres de Sherlock y Mycroft, todo pasado por el tapiz del enrevesado guionista, especial atención al invitado yonki (Bill Wiggins al que da vida un buen Bill Brooke) que no parece creer demasiado en el espíritu de estos días. Con conversaciones de calado entre los hermanos (gracioso cuando la madre los descubre fumando a ambos, y ambos esconden el cigarro negándolo, haciéndonos ver son más parecidos de lo que parecen). Con otro gran chiste cuando Sherlock pregunta a Watson si lleva una pistola y este le responde si ve normal que lleve una a una cena navideña en casa de sus padres? Sherlock le responde que si la lleva en el abrigo y Watson asiente.

Para desembocar todo en el clímax en Appeldore, modernista hogar-fortaleza de Magnussen. Donde Sherlock se sentirá arrastrado por el ingenio y malicia del magnate de los medios. Queda patente Sherlock no es tan sociópata como intenta aparentar, como bien le dice Magnussen, tiene sus debilidades. Al final la revelación de la ‘bóveda’ me ha despertado sentimientos encontrados, si no lo piensas es formidable para emparentar a los antagonistas, pero en cuanto lo analizas hace más aguas que el Titanic. Para desembocar en una acción de Sherlock queriendo se sorpresiva queda como pegote no cuadro lo más mínimo con el carácter ingenioso del detective.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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1 de febrero de 2014
13 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me he informado pero supongo que con este capítulo se cierra la tercera temporada de la serie. Tras una primera notable y una segunda con muchos altibajos ésta, por ahora última, me parece claramente inferior a las anteriores. No hay más que fijarse en el nivel de exposición y narración de los casos para darse cuenta de que el asunto se les ha ido de las manos. La serie se ha vuelto tremendamente ombliguista, dirigida exclusivamente a fans irreductibles, repitiéndose en conceptos ya muy explorados y tornándose en una especie de títere en manos de unos guionistas obsesionados por incluir una sorpresa o giro de argumento cada 10 minutos y momentos de supuesta fuerte carga emotiva cada 5. Suspense de baratillo relatado siempre a base de flashbacks y movimientos enervantes de cámara. Hay momentos simpáticos y entrañables a lo largo de los capítulos pero eso es insuficiente, al menos para mí.

El capítulo, eso es lo que más decepción acaba generando por las expectativas creadas, arranca de manera prometedora con un magnífico homenaje a “la aventura del hombre del labio torcido” y por un momento parece atreverse a poner sobre la mesa una nueva situación: Holmes con pareja sentimental. Me habría parecido mucho más interesante que explorasen ese nuevo camino porque a buen seguro habría supuesto buenos momentos de humor y de profundización en un aspecto de Holmes hasta ahora inédito pero finalmente, de nuevo, se decidieron por el más difícil todavía enmarañando la trama hasta límites insospechadamente ridículos. Todo el asunto de Mary es sonrojante. Todo es tan rebuscado que lo que debería causar sorpresa a mí me empuja irremediablemente a la más sincera incredulidad (¿qué se fumaron cuando escribieron esto?)
Y el megamalo ya no digo nada. Al nivel habitual de la serie en este aspecto, por cierto. Si excluimos a la inigualable Irene Adler (personaje tremendamente desaprovechado del que habrían echado mano si el público no fuera tan complaciente) el resto de malotes de la serie es de lo peor que recuerdo: el taxista envenenador, la vieja china con gafas de sol, el embajador ausente, el fotógrafo vengativo, el supermemorión y, por supuesto, no olvido al villano retarded por excelencia: Jaimito Moriarty, quien amenaza con volver desde el más allá para mi desgracia.

Al igual que el final de “Batman Begins” le subía un punto a la película aquí sucede lo contrario. Lo que parece avecinarse, anunciado a bombo y platillo, es tan sumamente repugnante que me veo obligado a bajarle un puntito al capítulo. La serie, definitivamente, ha caído al pozo. Aunque seguirá cosechando notazas y grandes críticas, eso no lo dudo.
chache44
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