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El abuelo

Drama Asturias, principios del siglo XX. Don Rodrigo de Arista Potestad, Conde de Albrit, Señor de Jerusa y de Polán, creía saber qué era el honor. Hasta que regresó de América viejo, casi ciego y arruinado. A su llegada descubre un amargo secreto: una de sus dos nietas -Nelly y Dolly- es ilegítima, no lleva la noble sangre de su familia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 63
Críticas ordenadas por utilidad
25 de febrero de 2010
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
La lluvia empapa paisajes de antaño, y cubre de gotas semejantes a lágrimas y a rocío unos tiempos tan extinguidos como vigentes. Los tiempos de una palabra llamada honor, que pretendía ser estandarte y bandera, pero que sólo es sincera cuando se practica de corazón, cuando no se conforma con la fachada. O para la cual la apariencia es un una mera tapadera sin demasiada importancia. Porque el honor de verdad nace de la rectitud y de la bondad, nace de dentro. No de la obsesión por las formas, por el qué dirán, por linajes y alcurnias sin mácula. Nace de la nobleza que inclina a la indulgencia, al perdón, a la comprensión y al amor.
Como dice don Pío Coronado, filósofo de vocación, el honor que no sirve para nada, el de pregón y boquilla, ni siquiera vale como abono para las lechugas. Es tan sólo una buena mierda.
Pero cuando se lleva muy adentro, y dicta lo que las entrañas realmente quieren oír, y nos mantiene en la senda que siguen las buenas personas (porque ser buena persona es una condición indispensable para ser honorable, con esa cualidad para ser fiel a uno mismo y bucear en las almas ajenas evitando en lo posible lastimar), entonces sí cobra un sentido pleno. Cuando ya no se distingue la línea entre lo de fuera y lo de dentro, y lo de dentro es lo único que se ve… Entonces verdaderamente somos personas de honor.
Como lo es don Rodrigo, viejo cansado pero no vencido, que regresa de vuelta de su vida entera, para que dos niñas le enseñen lo que significa el honor. Ellas, que apenas habían escuchado esa palabra.
Don Rodrigo, forcejeando según sus propias frases en el oleaje de la duda, volverá a recorrer, en el ocaso, los misteriosos caminos de la ternura, guiado por sus nietas, que pueden ayudarle a reconciliarse con sus demonios. Con la ayuda, cómo no, del maestro y filósofo don Pío Coronado, un viejo y entrañable sabio que no sabe de casi nada, exceptuando la virtud de regalar cariño y amistad a espuertas.
En una era enloquecida, hipócrita, advenediza y aprovechada, dos ancianos amigos se quedan anclados en un pasado irrecuperable en el que Hamlet inmortalizaba la esencia de la duda, y Segismundo declamaba que la vida es sueño. Pero no están solos, porque les acompañan dos muchachitas que ignoran muchas cosas pero no las necesidades del corazón, y la honradez de una nuera que tampoco ha traicionado jamás esas necesidades.
Náufragos, cada cual a su manera, en una isla de susurrante mar y acantilados donde lo único que cuenta es quererse. Náufragos de un tiempo que sólo existe para unos cuantos afortunados.
Somos prisioneros del tiempo que nos acaricia con el hálito más dulce.
Vivoleyendo
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6 de diciembre de 2007
20 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras ver esta espectacular película de Garci solo te quedas pensando en una persona. En ese formidable actor español que ha conquistado a un público de todas las edades. A ese actor con cuyos papeles nos ha ido haciendo pequeños regalos a la largo de la historia del cine español. Tan característico como impecable el gran Fernando Fernán Gómez levantó en 1999 esta gran película junto a Garci basada en un texto de Benito Pérez Galdós. Es maravillosa, puro espectáculo cinéfilo que no se coarta con efectismos ni trucos de guión. Cine del de antes que tanto le gusta a Garci. Esta vez su director consigue una película brillante y redonda para sorpresa de los espectadores. Este crítica es un homenaje al actor recientemente fallecido. Descanse es paz.
Jose_Poe
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5 de febrero de 2008
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si, creo que hasta la fecha (y no he visto LUZ DE DOMINGO, pero creo que me gustará), es la mejor película de Garci, director en esencia irregular, pero con una buena mano "artesana" o más bien academica a la hora de rodar, y es que, no siempre lo bien hecho tiene que resultar perfecto...

Coincido con alguna opiniones, sus trabajos respiran aroma añejo y estancamiento en el visionado de los clásicos...pero Garci no es John Ford y a veces (sobre todo en esta) el exceso
de planos fijos y encuadres selectivos y básicos no favorecen al ritmo pausado y tranquilo de este trabajo, magnificamente rodado por otra parte, excelente fotografía y muy buena ambientación, tambien notable la incursión de partitura en los inicios y finales de las escenas, eso si, con una preciosa partitura... pero repetitiva hasta la saciedad, con muy poca variedad de sonidos y variantes de la misma en las escenas o, directamente, sin partitura, lo que me produce una sensación de pobreza creativa.

A modo personal, prefiero ver este tipo de cine, rancio y lento, que ver otros muchos desatinos de la parrilla española actual, se aprecia más un visionado correcto, con detalle y gusto por la estética clásica, la ambientación y la historia que muchos otros trabajos, claramente pretenciosos y de dudosa calidad, como la mayoría de las absurdas comedias tipo "SERIE DE TV" que nos está intentando vender, gastando casi tanto en marketing que luego solo te queda el recuerdo de lo buenos que eran los trailers... lo siento, prefiero a
Garci, sin apasionarme, que a cualquier Mortadelo, Recs, etc...

Gran parte ( si no todo ) del merito y del "Estado de gracia parcial" de esta película se debe a Don F.F. Gomez, en el papel de su vida, para bién o para mal, que borda el papel de manera apabullante y aplasta cualquier intento de duelo interpretativo del resto de personajes, merendandose con elegancia a la mediocre (y en esta también) Cayetana G.C, dejando un poquito de gloria al siempre increible Agustín Gonzalez, ridiculizando a las niñas y compartiendo película casi en exclusiva con un soberbio Rafael Alonso que es el único, por profesión, y por todo, que le iguala en este trabajo, al menos le deja margen y se nota comprenetración en sus apariciones juntos... descansen en paz ambos.

Por lo demás, un trabajo coherente en factura técnica y narración con lo planteado, que no engaña, que es honesto y que, al menos, te deja un buen sabor de boca cuando la visionas.
Un trabajo bien hecho en general y que, en conjunto, no defrauda, es sin duda, una de las grandes de nuestro cine... a pesar de la poca puntuación que la otorgo.

LO MEJOR :- la escena del café y la bulla del Abuelo a sus "amigos", EL ABUELO, el guión.
LO PEOR ;. la falta de ritmo, algunos planos, poca ambición en el proyecto...con lo bien plan
teado que lo tenía, Cayetana Guillén Cuervo (nefasta e inapropiada).

SALUDOS.
JAVIER TOLEDO
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22 de noviembre de 2009
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Salvo raras excepciones suelo coincidir bastante cercanamente con la puntuación general que otorgan los usuarios a las películas, sin embargo, esta es una excepción.
Me parece una de las mejores películas de Garci, sino la mejor, es cierto que es un director que suele hacer películas lentas, deleitandose en alargar mucho los momentos, pero en este caso, conjuga bastante bien la velocidad de la película.
Fernando Fernan Gómez sublime y Agustín Gonzalez igual, creo que hemos perdido dos de los mejores actores españoles.
Quizás flojee algo Cayetana Guillen Cuervo y resulte algo artificial su papel.
En líneas generales una obra maestra del cine español, mal tratada por la crítica de filmaffinity.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
malamadre
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6 de diciembre de 2017
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
281/01/01/12/17) Cautivador film del oscarizado José Luis Garci, guionizada por él y Horacio Valcárcel, adaptando la novela homónima de Benito Pérez Galdós, relato pausado, sereno, plácido de ver, en que el realizador madrileño se toma su tiempo para componer un relato revestido de clasicismo, con solemnidad, invitándonos a la reflexión, dejando poso pictórico en el espectador por la belleza y amor con que retrata la Asturias rural de finales de SXIX, gracias a una memorable cinematografía de Raúl Pérez Cubero, adornados lienzos por la entrañable música clásica de Manuel Balboa (aunque en ocasiones sobre-usada), y todo esto atomizado por unos actores superlativos, siendo Titánica la interpretación ( lo minimizo al decir actúa, es el CONDE de Albrit y punto) de un majestuoso Fernando Fernán Gómez, quizá minusvaloro algún trabajo suyo anterior (si es así, mea culpa) pero puede sea su mejor encarnación en su dilatada carrera de más de seis décadas, sublime, acompañándole en esta cima un brillante Rafael Alonso (enfermo de cáncer durante el rodaje) y un radiante Agustín González. Un retrato fascinante de un mundo cambiante en decadencia, donde la aristocracia pierde sus abolengos privilegios en pos de una clase social de arribistas.Un drama que versa sobre el honor, la dignidad, la nobleza, los prejuicios, el clasismo social, el rencor, la redención, el paso lapidario del tiempo, ello con personajes perfectamente delineados, con sus aristas y matices, salpicando el metraje de situaciones de enorme intensidad dramática.

En su debe algunos momentos algo artificiosos, y sobre todo las actuaciones de una Cayetana Guillén Cuervo (hay amores que perjudican y es que entonces la actriz era pareja del director) desubicada, falta de carácter para enfrentarse mínimamente al coloso Fernán Gómez, muy débil para el rol que juega, y tampoco dan buena impresión las ñoñas nietas encarnadas de modo almibarado por Cristina Cruz y Alicia Rozas. Fue candidata la película al Oscar al film de habla no inglesa, perdiendo ante la sobrevalorada “La vida es bella”, y en la ceremonia patria delos Goya tuvo 13 nominaciones, ganado únicamente el muy merecido para Fernando Fernán Gómez, siendo la gran triunfadora otra sobrevalorada cinta, “La niña de tus ojos” de Fernando Trueba. El proyecto se rodó inicialmente como una miniserie para TVE, siendo esta película un montaje, con una duración menor, que se realizó para el cine, la serie fue estrenada en 2001. Cuarta adaptación cinematográfica de la novela, la homónima primera muda en 1925, realizada por José Buchs y protagonizada por Modesto Rivas, la segunda (también homónima) fue una versión argentina en 1954, dirigida por Román Viñoly Barreto, protagonizada por enrique Muiño, y la tercera se estrenó en 1972 con el título de “La duda”, dirigida por Rafael Gil y protagonizada por Fernando Rey.

Garci realiza un ejercicio en el que funde relato y ambientación, como un buen pintor se toma su tiempo para que las imágenes dejen poso en el espectador, recordándome en el estilo (el Dios del Cine me perdone) al Kubrick de “Barry Lyndon” en el sentido de esta miscelánea entre continente y contenido, en la cadencia rítmica para dejar poso, con sobriedad, sin estridencias, con planos sostenidos para dejar que sean los actores los que proyecten sus emociones encontradas y con ello capturarnos, creando un metraje evocador, de estampas bucólicas que nos atraviesan. Ello en poderoso desarrollo epidérmico en el que se hace una visión flexible de lo que debe ser el honor enfrentado al pragmatismo de una vida, nos habla delos golpes de la vida y como enfrentarlos, nos habla con mordacidad sobre el suicidio, sobre las raíces, sobre la familia, sobre el peso de la sociedad de la Iglesia, sobre la hipocresía, sobre las falsas apariencias, sobre la mezquindad, sobre la amoralidad, sobre la perdida, y sobre todo sobre el envejecimiento y cómo afrontar esta otoñal etapa.

El gran pilar sobre el que se asienta esta cinta es el retrato de personalidad del protagonista, un tipo honorable, orgulloso, soberbio, arrogante, un aristócrata de pura cepa, en su pobreza erguido y recto, con rígidos principios morales, reflejando un interior anclado en la nostalgia de un pasado de opulencia que no volverá, ahora solo le quedan las “migajas”, y quiere aprovecharlas, migajas que pueden ser tan satisfactorias como la amistad verdadera (con Don Pio) o sobre todo el amor de sus “nietas”, su carácter irreductible choca con las nuevas generaciones de advenedizos corruptibles y maleables según el viento que sople, imposible no empatizar con un León como el Conde. Todo esto y más lo desborda el actor de origen peruano (Lima-Perú, 28 de agosto de 1921), un Magno Fernando Fernán Gómez, presencia totémica, imponente, carismático, majestuoso, con esas ropas negras, con esa poblada leonina barba rojiza, dejando entrever las arrugas de un millón de vicisitudes, y entre ellas sobresalen don ojos azules penetrantes, ello con una gestualidad pétrea, y sobre todo enarbolando una oratoria incisiva, poderosa, arrolladora, personaje dominador y magnético en el modo de irradiar seducción. Para hito de la historia de la filmografía patria la Apocalíptica escena en la que da un descomunal rapapolvo a los que han conspirado contra él, las denominadas “fuerzas vivas” (alcalde, cura, médico, funcionario de hacienda…).

Rafael Alonso consigue dar réplica al inmenso protagonista con un rol estremecedoramente conmovedor, el modo entrañable en que se autocalifica dan escalofríos, su bonhomía, su mirada triste, las heridas que emite, su rostro ajado por los padecimientos, la química que tiene con Fernán Gómez es de leyenda, sus conversaciones transmiten hondura existencial gloriosa. Punto y aparte merece su sentido de la vocación actoral al rodar con cáncer avanzado,… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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