Inferno

Fue justo después de contemplar la lectura del libro que une a las tres brujas con sus respectivas casas, construidas por un arquitecto que practicaba la alquimia y donde residían ellas junto a su fuerza y poder. La ávida lectora era una poetisa, protagonista intermitente, como todas las personas que en ella aparecían.

Así, a la izquierda tenemos a mater suspiriorum, la primera, de la que se extrajo Suspiria y sonsacó los colores y un gusto no del todo comprensible. Como en la actualidad podemos viajar en el tiempo, a la derecha estaba mater lacrimarum, la que hace llorar, la de los labios sensuales, la que cerrará algún día todo misterio con ciertas puntadas de historia coherente, ganadas por los años. Alguien faltaba para completar el trío de maldad, así conocemos a mater tenebrarum, la dueña de las tinieblas, la que domina ese hogar compartido, y en ella nos encontramos apuntes, tonos azules y rojos en sus escenarios, música envolvente y sus acordes góticos y operísticos, sangre deslizante de aspecto irreal y muchos cristales rotos e hirientes. La coherencia al narrar los sucesos carece de importancia cuando te dejas llevar por todos los detalles que aporta Argento, y pienso esto tras darme cuenta que fue él el primero en decidirlo así, porque todo va sucediendo sin orden, con desconcierto, y esta vez sí te descuidas y le gritas a la pantalla: ¿pero dónde vas? ¿cómo te vas a meter ahí? y los gatos vuelan con maldad y las ratas atacan con deshonor, y cuando el hermano viaja para ayudar a su poetisa hermana, una mujer le dice en el ascensor, "la poesía es un pasatiempo especialmente adaptado a las mujeres" y tú, aprovechando que nadie escucha, le respondes: bruja...

En mis sueños aparecieron unas manos que oprimían con fiereza un cuello, la mater tenebrosa quería reinar el infierno. Tal vez no se entienda claramente lo que quiera decir, pero ¿acaso importa eso, siendo parte de un todo cada detalle repleto de incoherencia?

Un libro, una casa, una bruja, juegos luminosos y cromáticos... la muerte anunciada de las brujas en manos de Argento.

Segunda parte.

Toda la atmósfera estética y ambiental está bien lograda y cumple en dar un marco opresivo e intrigante al igual que las siniestras muertes que se suscitan; la fotografía muy a la onda psicodélica cautiva desde lo visual; la sugerente decoración de escenarios junto al elemento sobrenatural también atrapan; la música también colabora para generar inquietud con sus melodías crispantes mientras que en otros pasajes deleita con piezas clásicas; mientras que las bellas actrices que aparecen otorgan un contexto llamativo.
Pero el principal problema de esta cinta es que no se ahonda en su argumento al momento de buscar las explicaciones que echen luz sobre los misterios paranormales que dan vida al conflicto. Allí es donde falla el guión, se trata de explicar muy al final del metraje y las razones saben a poco como para justificar tanto embrollo de muertes, encantamientos, brujerías y maldiciones.
En fin, de haberse pensado mejor en el desenlace, de haber profundizado más en los pormenores que justificaban las perversas alternativas que se ven en el desarrollo estaríamos en presencia de una cinta mucho más valiosa.
No obstante es una interesante opción que resulta efectiva a la hora de inquietar con su suspense, de absorber con su ambientación y de sobresaltar con la truculencia de sus sangrientas circunstancias.

Hubo una vez, una época, que tres brujas dominaban la Tierra.
Sus poderes se extendían más allá de todo límite, los seres humanos eran marionetas en sus manos y la realidad era la pesadilla que ellas querían que habitáramos.
Al menos, eso me cuentan, desde la magia que conjura una pantalla en sala oscura.

Meterse en 'Inferno' es abandonar toda esperanza.
Las calles tienen un fulgor marcadamente verdirojo, que les da aire a escenario irreal, como una representación teatral de la que sus actores no pueden escapar. Estanterías atestadas y estatuas vigilantes se ven cercando a protagonistas indefensos, demasiado patéticos para advertir la malvada vileza en lo inanimado. Muertos y cadáveres esperan a cada piso y paso de un monumental castillo en el centro de Nueva York, como muñecos de una niña antiquísima que les ata al sufrimiento eterno.
Es, literalmente, otra realidad, tan al borde de la que tenemos que puede despertar la duda en si existió de verdad.

El argumento a quién le importa, habrá quién lo necesite, pero no es necesario, de la misma manera que una verdad elemental como la existencia de las Tres Madres no se aprende ni se olvida: de alguna manera ya se recuerda, ya se supo cuando se desvela, como un sueño que no necesita guía aparente.
Lo único que se necesita saber es que el alquimista Varelli erigió una mansión a cada una de las Madres, dispuestas por todo el globo, y la poetisa Rose tiene la mala suerte de encontrarse en una, a la que acude su hermano Mark cuando esta le pide ayuda. Son, como ya digo, trozos de carne, muñecos, que en presencia de un Mal tan absoluto se comportan como niños asustados porque no pueden cambiar lo que lleva siendo así miles de millones de años.
Creemos, por típica estructura argumental, que ellos son algún tipo de protagonistas, pero no, solo son avatares mediante los que descubrimos cómo las leyes del espacio y el tiempo no tienen cabida en el edificio, demostrado por las noches negras cual boca del lobo en sus entrañas cuando es puro día, o ese mísero charco en el sótano que revela un salón de baile sumergido, semejante a un fósil acuático tan lleno de felicidad como dolor.

Creo en esas brujas, en la Madre de los Suspiros, en la Madre de las Lágrimas y la Madre de las Tinieblas, poblando cada catacumba de esa casa olvidada, como tantas que existen, en pleno centro de ciudad supuestamente moderna.
Me las creo porque me han metido en un embrujo sutil y nada obvio, donde la ayuda puede tenderte una puñalada y la palabra de libros viejos nunca ha muerto.
Porque, con el pasar de cada minuto, dejan notar que verán transcurrir el tiempo mientras nosotros intentamos averiguar si la pesadilla que sentimos es cierta.

Lástima que las matara un más poderoso encantamiento: el del cine, que no perdona años, técnicas de estilo ni carne mortal.
'Suspiria' nunca formó parte de esta historia hasta más tarde, y la conclusión tampoco podrá acercarse a esta extraña, psicodélica y punzante bajada a los infiernos que solo podría haberse filmado a principios de los ochenta.

Pero, al menos durante una época, las Tres Madres estaban aterradoramente vivas, y en esta película "vieja" como libro de biblioteca lo podemos comprobar.
Solo hace falta mirar a la bellísima y fugaz Madre de las Lágrimas, de dorado cabello y rojos labios, para darse cuenta de que las brujas existían, y si te querían hechizar no hay distancia cinéfila que te salve.

Porque hay imágenes, atmósferas y sensaciones que sobreviven al tiempo.

Segunda entrega de la trilogía Tres Madres de Argento, llena de gráfico gore, entrañas y sangre. La protagonista Rose Elliot (Irene Miracle) es una poeta que vive sola en la ciudad de Nueva York, descubriendo un libro antiguo llamado Las tres madres que, una vez abierto, desencadena una serie de incidentes violentos. Cuenta la existencia de tres hermanas malvadas que gobiernan el mundo con tristeza, lágrimas y oscuridad. El libro, escrito por un arquitecto llamado Varelli (Feodor Chaliapin Jr.), revela que las tres viven dentro de casas separadas que habían sido especialmente diseñadas y construidas para ellos por el arquitecto en Roma, Friburgo y Nueva York. El libro desencadena accidentalmente el regreso de la Segunda Madre. Rose sospecha que vive en uno de los edificios y escribe a su hermano Mark (Leigh McCloskey), un estudiante de música en Roma, instándolo a visitarla. Él es la única persona que queda para evitar que la desagradable Madre destruya Roma. ¡Un Viaje Aterrador por los Macabros Corredores del Infierno!. ¡Terror que es más caliente que el infierno!. Antes de Tenebrae, Más allá de Suspiria hay... ¡Infierno!. Enfréntate cara a cara con el Infierno... Todo lo que ves no existe. Lo que no puedes ver es la verdad. Si ella vive, todos morimos !. Desde la impactante Suspiria hasta el espeluznante Inferno, el segundo capítulo de la terrorífica trilogía !.

A este¨Inferno¨ (1980) le siguió ¨La terza madre(2007)¨, ello es un Giallo decente lleno de asesinatos atroces, suspense e intrigas bizarras. Este gran éxito de Dario Argento está dirigido profesionalmente con un contenido visual sorprendente y una rica paleta de colores; en cual protagonistas lidiando con algunos eventos extraños provocados por el regreso de Mater Tenebrarum, la malévola Madre de las Tinieblas, la segunda de tres poderosas brujas que han estado sembrando el terror y la muerte durante siglos. Esta elegante película está llena de emociones, acontecimientos aterradores, un gran número de cadáveres y colores extraños con resultados fenomenales. Desde el principio con los títulos de crédito cargados de atmósfera aterradora, siguiendo los espeluznantes acontecimientos hasta la finalización, se desarrolla un terror despiadado y un horror implacable, todos ellos asaltando a la audiencia. Este es un slasher clásico donde la intriga, la tensión y el suspense aparecen amenazadores y acechando en cada habitación, pasillos y en los lujosos interiores en Nueva York y Roma ; Incluyendo muchas emociones, escalofríos y brillantes panorámicas, todas rápidas y elegantes. Un guión espeluznante e interesante, siendo escrito por Dardano Sacchetti, Daria Nicolidi y el propio Argento; inspirándose en el libro "Suspiria De Profundis" escrito por Thomas De Quincey. En ello acumulan retorcidos eventos y asesinatos impresionantemente grotescos, extraordinariamente escenificados. Se trata de un Giallo caracterizado por un uso exagerado del color con sangre roja brillante, ordinarios zooms y la utilización de imágenes impactantes. Dario Argento, con sus Giallos típicamente esplendorosos, es un creador esencial del cine clásico de terror latino. La dirección exagerada de Argento está bien elaborada y, como siempre, más inclinada hacia la violencia y muchos asesinatos retorcidos. Las piezas de terror están bien creadas con un estilo revelador y conteniendo oscuras pistas hasta el desenlace del guión. Esta es la segunda parte de una trilogía de películas sobre las "Tres Madres" formada por ¨Suspiria¨ (1977), ¨Inferno¨ (1980) y ¨Madre de lágrimas¨(2007). Esta historia genuinamente misteriosa está bien hecha y resulta ser una de las mejores ¨Giallo¨ con una estética onírica y efectiva; Incluye una decoración barroca con edificios estilo Art Deco. Se trata de una obra de terror característica del Horrormeister Argento con un alto cociente de tensión y un suspense igualmente alto a través de una cámara siempre fluida que logra algunas tomas coloridas. Además de protagonizar Leigh McCloskey e Irene Miracle, aparecen algunos rostros familiares de la serie B-Italiana, tal como: Eleonora Giorgi, Alida Valli, Gabriele Lavia, Sacha Pitoeff, Ana Pieroni, Veronica Lazar, Feodor Chaliapin Jr. y Daria Nicolidi, ex esposa de Darío. Destaca por el inteligente trabajo de edición que refuerza el misterio, el impresionante uso del color con lleno de colores rojos y azules por parte del camarógrafo Romano Albani y el distintivo uso de imágenes estilizadas. Estas Giallo film cuyo principal representante es Argento se caracterizan por débiles guiones que se ven realzados por sorprendentes aunque muy sangrientos efectos especiales. Partitura musical chirriante de Keith Emerson con susurros estereofónicos que se combinan con un ´fortissimo´ soundtrack, explosiones de pesada respiración en estéreo y la ayuda de momentos espantosos.

La película fue dirigida decentemente por Dario Argento, siendo una buena entrada a la emocionante trilogía. Darío es uno de esos cineastas que parten simples premisas para asustarnos hasta la muerte. Sus películas muestran un buen ojo para lo extraño y normalmente abandona la mecánica de la trama para ofrecer una muestra valiente de su habilidad técnica. Argento utiliza a menudo una marca registrada particular: la víctima del asesinato se estrella contra la ventana y los personajes recuerdan las asesinas pistas desde su memoria y poco a poco. Su época de mayores éxitos fueron los años 70 cuando dirigió la trilogía de animales: ¨Cuatro moscas sobre terciopelo gris¨, ¨El gato de nueve colas¨, ¨Pájaro del plumaje de cristal¨. Rating. 6.5/10. Estos Giallos son siempre son fascinantes de ver.
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Esto lo escribió el que suscribe hará un año y pico:
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“Inferno, más que obra del propio Argento, parece la obra de un imitador de segunda que intentase hacer “Suspiria II” pero que fuese incapaz de transmitir un ápice de la frescura de aquella. Sí, estéticamente –precisamente porque fusila todos y cada uno de los hallazgos estéticos de Suspiria sin añadir nada- es imponente. Por eso, y sólo por eso, le pongo un 5. Pero argumentalmente es un cero, la más absoluta vacuidad. La historia de Suspiria era una gilipollez, sí, pero estaba narrada con talento, midiendo los tiempos sabiamente; consiguiendo intrigar al espectador. En ésta el hilo narrativo –todavía más escaso y bochornosamente absurdo- está tan pésimamente hilvanado que resultaría incompresible aunque hubiese algo que entender.”
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En efecto, acabo de constatar algo que todos ya sabíais: soy gilipollas.
Releyéndome, estoy comprobando con que las críticas que le dedique al cine de Argento en su momento son, en general, pura mierda: superficiales y pueriles. Ahora, tengo que reconocer que no tenía ni pajolera idea de lo que hablaba: incluso sus peores obras se han revelado mucho más complejas y sutiles de lo que imaginaba tras revisitarlas.
Y, sin duda, entre la filmografía de Argento, ninguna obra requiere tanto de un segundo o tercero visionado como “Inferno”: la más compleja y ambiciosa de sus películas. Es más, me atrevería a decir que es imposible valorarla hasta no haberla saboreado media docena de veces: lo mínimo imprescindible para empezar a atisbar su descomunal magnitud.

Porque, es verdad: “Inferno”, tras un primer vistazo superficial pude antojarse “aburrida”, “deshilachada” o “fallida”. Y es hasta lógico: estamos tan profundamente anquilosados por los convencionalismos “Made In Hollywood” y su cine mata neuronas que en cuanto algo se sale de vereda y nos muestra algo que no sean tías, hostias y “happy end” nos ponemos nerviosos: lo queremos todo bien claro y masticadito…
Y, en cambio, ¿qué hace aquí Argento? Algo tan valiente como su suicida: sacrifica completamente el “imprescindible” hilo argumental, reduciéndolo a la mínima expresión, y lo remplaza por el puro poder de sugerencia de las imágenes -quizás las más poderosas e hipnóticas jamás rodadas- y por un complejísimo (y bastante fallido) juego de interrelaciones simbólicas. Olvida, por tanto, las chorradas que se leen por “ahí”: esto no es “Suspiria II”. Es algo infinitamente más ambicioso: más cercano al universo simbólico de un David Lynch (con todo lo bueno y malo que esto supone); es el intento de crear un modo de narrar completamente nuevo.

¿Lo consigue? Probablemente no. El mismo Argento ha reconocido que jamás quedo completamente satisfecho con el resultado final, y el desenlace, se mire como se mire, es, en efecto, fallido y apresurado. Pero es igualmente cierto que la película cada vez me parece menos imperfecta, más coherente y arrebatadoramente bella; más inquietante y perturbadora.