Haz click aquí para copiar la URL

Ciudad de Dios

Drama Basada en hechos reales, describe el mundo del crimen organizado en Cidade de Deus, un suburbio de Río de Janeiro, desde finales de los sesenta hasta principios de los ochenta, época durante la cual el tráfico de drogas y la violencia impusieron su ley en las favelas. A finales de los sesenta, Buscapé, un niño de 11 años tímido y sensible, observa a los niños duros de su barrio, sus robos, sus peleas, sus enfrentamientos diarios con la ... [+]
<< 1 2 3 4 10 72 >>
Críticas 357
Críticas ordenadas por utilidad
14 de diciembre de 2007
61 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si señor, Meirelles. Creo que habrá que seguir de cerca a este tipo. Esto no es una película, es un trozo de realidad puesto delante de nuestros ojos. No... no me entra en la cabeza que haya gente por aquí que diga que no es nada real. Estais dando la espalda al mundo real, y lo sabeis. Puede que cuando Ze Pequeno se hace con el local de Nelinho, otro Ze Pequeno en algún barrio marginal de Sao Paulo esté matando a sangre fría a todo aquel que le caiga mal, y otro Ze Pequeno en algún barrio marginal de Suramérica esté sobornando a la policía. Además, hay personajes geniales en la película: Buscapé, Bene, Cenoura, Mane Galinha... todos son gente que escogen el bien o el mal. Pero el bien no es mucho bien en Ciudad de Dios, pero el mal sí que es mucho mal. Cuando nosotros escogemos el bien o el mal, el bien es trabajar en un buen trabajo, no meterse en follones... aquí hacer el bien puede ser no fumar muchos canutos, no matar a nadie, y robar solo lo necesario. Y aún así, te será dificil sobrevivir en la favela más marginal de Rio.
Si huyes te cogerán, si te paras te matarán porque esto es Ciudad de Dios.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kiwo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
30 de noviembre de 2007
55 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bienvenid@ a Ciudad de Dios. En este barrio de Rio de Janeiro no encontrarás las idílicas casitas adosadas con sus jardincitos impecables. No verás a los vecinos cortando el césped bonachonamente en sus jardincitos. Los niños no jugarán inocentemente, ajenos a los males del mundo, en unas calles bien asfaltadas y limpias o en algún parque bien cuidado por los empleados del Ayuntamiento.
Los ancianos no pasearán despreocupadamente al perro, no se sentarán a tomar el sol pacíficamente en una bonita plaza para dar de comer a las palomas, las parejas no se sentarán acarameladamente y distraídamente en un bar a tomarse una copa a la romántica luz de las velas, las mujeres no saldrán tranquilamente a charlar en corrillos a las puertas de sus casas sabiendo que el día transcurrirá en su sosegada rutina cotidiana y al final del cual nada especialmente relevante haya ocurrido; los jóvenes no pensarán en un porvenir más allá del que les ofrece la delincuencia e incluso el crimen como medio de supervivencia... Nadie, por pocas luces que tenga, sería tan loco o tan estúpido como para creer que en Ciudad de Dios se pueda llevar una vida normal, inocente y pacífica. Nadie que tenga un mínimo de cordura asomará la nariz a la calle sin estar en guardia permanente, sin tener ojos hasta en la nuca y mucho menos sin llevar un arma disuasiva.
Porque Ciudad de Dios es, paradójicamente, un barrio abandonado de la mano de Dios. "¿Adónde van los que no tienen donde vivir? Pues a Ciudad de Dios". Es el infierno. ¿Teméis al infierno del Más Allá? Abrid los ojos. El infierno está en esta tierra, y no hace falta estar muerto para vivir en él.
Bienvenid@ a la cruda realidad de las favelas de Rio de Janeiro. ¿Que habéis oído hablar del Imperio de la Droga, del Imperio de las Bandas Organizadas que son las dueñas y señoras de distritos enteros, de ciudades enteras, imponiendo su reinado de terror en el que es muy fácil caer y del que es prácticamente imposible salir? Pues no tenéis más que ir a Rio de Janeiro, que no tiene nada que envidiar en ese aspecto a Chicago o a Boston, típicas ciudades de gángsters, mafiosos y matones de alto vuelo tan representadas en la cinematografía. Y los grandes capos de estas bandas de Ciudad de Dios no son tipos maduros cincuentones a lo Jack Nicholson como en “Infiltrados” (otra buena película sobre el mundo del crimen organizado), tal vez porque en Ciudad de Dios no muchas personas viven lo suficiente como para alcanzar tan venerable edad. Los grandes jefes son jóvenes que apenas tienen más de veinte o veintipocos años, pero que han acumulado experiencia, miseria y odio suficientes para varias vidas.
Y, si vives allí pero tienes conciencia y eres honesto, entonces te quedan pocas alternativas: tener con el jefe un fuerte vínculo fraternal desde la infancia, o ser diplomático y llevarte bien con la banda, o simplemente caerle bien al jefe, o largarte de Ciudad de Dios.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 de diciembre de 2009
33 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta briosa película, llena de vigor narrativo, recuerda por el tema a “Los olvidados”, de Buñuel, al pintar la vida de chavales marginados en barriadas chabolistas de una gran capital americana con extremadas muestras de crueldad, y al estilo de Iñárruti por la estructura, cuando el hilo del relato llega a un punto ya tocado pero lo aborda desde otro ángulo, o cuando se desarrollan varios argumentos en paralelo.
Pero pese a estas referencias mexicanas, el tono de las películas es claramente brasileño, por su vertiginoso adentramiento en la favela Ciudad de Dios, y por ceñirse de forma tan tensa y vibrante al apretado clima de violencia instaurado en sus laberínticas callejas, un mundo prohibido para el ojo común.
Si en ese reino impenetrable pudo entrar el film, fue gracias al aval y a los contactos que pasó a los directores el autor de la novela autobiográfica en que se basa, contactos que de paso se convirtieron en extras insustituibles.

La acción arranca con la persecución, por las calles de la barriada, de una gallina que huye de la cazuela; con la coincidencia, en esa persecución, de Buscapé, el favelista aprendiz de fotógrafo, y Zé Pequenho, el brutal líder de la mafia que controla cada palabra pronunciada en cada chabola. Un gran bucle circular englobará toda la película, décadas de la vida de los personajes, para regresar a ese comienzo y proseguirlo conclusivamente.
La voz en off de Buscapé pone en marcha la evocación de las trayectorias entrelazadas de ambos, que son temperamentos opuestos, seleccionados entre el grupo coral por significativos: el testigo sensible que prestará ojos al espectador, y el capo precozmente homicida, cuya ferocidad provocará los espectáculos sangrientos suministrados a ese espectador.

Fernando Meirelles y Kátia Lund tienen la valentía de penetrar en el microcosmos desheredado, selva urbana donde los niños quieren matar cuanto antes para ganarse respeto, donde la vida vale el capricho de un pistolero, y donde la coca se vende al por mayor y la policía impone su participación corrupta, fomentando el negocio en un ghetto oculto a la mirada de la ciudadanía votante, y utilizando como peones a ese ejército infantil de sicarios.
Y tienen los directores la virtud de hacerlo con un lenguaje inventivo y eléctrico, diálogos concisos, ritmo ágil y montaje sincopado, todo ello convertido en potencia transmisora de una historia impresionante.
Archilupo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
19 de julio de 2005
46 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Veréis, cuando una película sobre un vivero de criminales se llama “Ciudad de Dios” me siento desarmado. Cuando un pueblo laureado por su carnaval muestra con sangre su cara menos festiva, se me acaba la ironía. Cuando la violencia tiene origen en un trío denominado “Ternura”, decido que dejaré para otra opinión las metáforas, ya suficientes en esta película.

Arranca la historia presentándonos la matanza de unas gallinas, a las que se les corta el gaznate y arrancan las plumas. Una de ellas se rebela y se cuela entre las piernas de sus ejecutores. Una voz de alerta y una legión de chiquillos que se lanzan a la captura del pobre animal. ¿Podrá escapar? La gallina cuenta con una agilidad extrema, dos veloces patas y dos alas que le permiten sobrevolar escalones sin tropiezos. Los niños disponen de revólveres, pistolas y altas dosis de crueldad.

La cinta muestra una escalada en violencia a lo largo de una treintena de años en una barriada marginal de Río de Janeiro, las raíces del conflicto y las consecuencias de las decisiones individuales. Nos lleva de la mano de “Buscapé” y “Dadinho”, criados y maltratados por el mismo entorno, pero de trayectorias muy diferentes. Tanto el primero como el segundo parecen poseer un carácter, más allá de las circunstancias, que les lleva a rechazar o aceptar el crimen. ¿Realmente están decidiendo?

Decidir, la clave. Observamos el crecimiento de estos chicos, desalmados, chorizos, maleantes y pensamos: ¡qué lacra social! podrían enderezarse y escoger el “buen” camino. Pero para escoger hay que tener, al menos, dos alternativas. Son sólo críos y se están matando. Si William Golding hubiera conocido estas favelas brasileñas, no hubiera necesitado de una isla desierta en su “El Señor de las Moscas” para mostrar a niños en su salvajismo más primitivo. Hablamos de un barrio maltrecho donde la violencia, la dureza no es una opción, es supervivencia.

Afortunadamente nosotros caímos en el bando bueno. Nuestras decisiones son más correctas: escoger banco para la hipoteca, o comercio para las rebajas. ¿No será que nuestras traiciones, mezquindades, deslealtades están lo suficientemente amordazadas, suavizadas y justificadas tras la comodidad burguesa? “Ciudad de Dios” también nos muestra la transformación de uno de los nuestros, amoroso amante y noble trabajador. Su mujer es violada y el hermano asesinado. Quiere mantenerse íntegro, exigiendo el respeto por los inocentes, pero ¿ puede? ¿tiene ya algo que perder?

La película confirma que la violencia engendra violencia. La pregunta, más inquietante, es cómo romper la espiral. ¿Nos dejamos intimidar, nos escondemos o esgrimimos un arma? ¿Más propuestas? Hay quienes se recrean en el dolor, propio o ajeno. Los segundos me inquietan especialmente.

¿Conseguirá sobrevivir el pollo o se convertirá en el despiadado entretenimiento de sus perseguidores? ¿No hubiera sido mejor que aceptara la misma suerte que sus iguales, una muerte rápida e indolora?
zoquete
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
20 de diciembre de 2007
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 2002 Fernando Meirelles conquistó a la pública y al público de todo el mundo con esta inmensa obra. La tarea de adaptar la novela de Lins era más que complicada (para hacernos a la idea, mencionar que el libro cuenta con más de trescientos personajes y cien historias distintas), pero a fe que salió airoso del reto. Con una colorista pero a la vez oscura estética cercana al video-clip, el director crea una atmósfera que envuelve y asfixia al mismo tiempo. Parece que en ella se ha captado a la perfección la esencia de la vida en las favelas… un lugar que como bien define el protagonista, “queda muy lejos de la típica postal de Río”

Quizás el gran triunfo de Meirelles es el de conseguir que no nos perdamos en medio del caos que supone la trama que envuelve a Ciudad de Dios. Tratar durante más de dos horas con tantos personajes y situaciones distintas y no “morir” en el intento es todo un logro. El interés no decae nunca, ya sea gracias a la brutalidad de la historia, ya sea por su humor negro, ya sea gracias al dinamismo que imprime el director en toda y cada una de las escenas. Los actores -la mayoría de ellos no profesionales- rinden a un altísimo nivel, cualquiera diría que realmente han vivido las desventuras descritas en el filme (lo cual tampoco se tendría que descartar) y la selección de temas musicales es simplemente inmejorable. En parte contribuya mucho a conseguir lo anteriormente comentado: plasmar la esencia de un lugar… de una época.

Especialmente interesante es el personaje de Dadinho… o más bien dicho, Ze Pequeño. Es la reinvención del mal en su estado más puro. La imagen del niño que creció entre disparo y disparo con una sonrisa de oreja a oreja, es simplemente una de las más espantosas que haya visto jamás. El aterrador Ze Pequeño siembra el pánico por allí donde pasa, cegado por el deseo de poseer cuanto ve, sin importarle el camino que tenga que coger para llegar a dicho fin. Un monstruo que si nos paramos a reflexionar, ha sido creado por el sistema… o siendo más justos, el sistema ha permitido su existencia.

Lo único que cabe esperar de un lugar dejado de la mano de Dios (nunca mejor dicho) como lo es esta favela, es que la podredumbre se apodere de las calles y de sus habitantes. El filme viene a expresar esta idea en la “cómica” escena en la que Buscapé trata en vano de ganar algún dinero fácil, para acabar dándose cuenta que la única manera de espabilar en aquella ciudad es empuñando una arma. La pistola como el único instrumento que permite triunfar, pero también como el instrumento que acaba condenando a su propio dueño. No importa cuantas veces pidamos que al final no aparezcan las palabras mágicas “basada en un hecho real”… porque en efecto es una película real como la vida misma. O acaso había alguna duda?
reporter
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 10 72 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow