La monja

Mira que hago pocas criticas pero es que se lo merece.
Si venís de ver las anteriores de Expediente Warren, no tienen absolutamente nada que ver. Sustos al azar y sin una trama lógica.
Si habéis visto el trailer y os apetece verla, no lo hagáis, quedaos con la intriga y dejad libre vuestra imaginación que será mil veces mejor.
Le pongo un 2 por pena y porque realmente me ha hecho reír por su estupidez y gags sin gracia,

Mediocridad en su máxima expresión.No aporta nada pero nada nuevo al genero y peor aun lo insulta. Una historia sin lógica ni razón que no sabe aprovechar la oportunidad y subestima al espectador en todo momento.
No recomendable para aquellas personas con buen gusto y sentido común.

Todos aquellos que hemos estudiado en un colegio religioso sabemos lo terrorífico que puede resultar una monja con malos humos, ¿cuántos de nosotros no tenemos alguna especie de trauma con alguna de ellas?. Varias son las películas, con mayor o menor suerte, que se han hecho eco de este pavor utilizando ese hábito negro para provocar escalofríos en la platea.

James Wan introdujo una de ellas en su universo, en el prólogo de "Expediente Warren; El caso Enfield", que resultó ser lo más aterrador de la cinta. Aprovechando el impacto que ocasionó y, vistos los resultados de otro spin off como lo es "Annabelle", se intentó hacer lo mismo con la monja maldita. El encargado de tal tarea fue el director Corin Hardy, y ahí es cuando empiezan los problemas.

La ausencia detrás de las cámaras del director de "Saw" se hace notar desde el primer momento. El director se muestra incapaz de mantener ningún tipo de tensión a lo largo de todo el film, desaprovechando todos los elementos que tiene a su disposición. Es de agradecer que la película apueste por un terror más clásico, más físico, utilizando decorados que ya forman parte del imaginario terrorífico, como son esos castillos (en este caso un siniestro convento) rodeados de niebla, esas cruces que se erigen en un descuidado cementerio, catacumbas, oscuros pasillos, etc. Pero ante la incapacidad de explotarlos, el director opta por empachar al espectador con una artillería de sobresaltos que no funcionan como tal, inmunizandolo ante cualquier sensación de estupor por sobrecarga (¿Es necesario que en sus escasos 90 minutos de metraje sucedan tantas cosas?).

Esa apuesta por llevar al film a parecerse a una atracción de feria es lo que ocasiona que el trabajo de los actores sea limitado, desaprovechando esos personajes que podrían haber dado mucho más de sí (como por ejemplo explotar esa tensión sexual entre la novicia y el chico francés), no hay ni el mero interés en desarrollarlos. Además, el origen de la monja poseída queda en un mero eco en su pretensión, no hay historia como tal ni intención alguna.

Cuando el espectador es capaz de anticiparse a todo el devenir, es que algo no funciona. Aun con todo ello, la película no pesa en demasía y por tanto se queda en un mero entretenimiento, si se es de sobresalto fácil. Siempre nos quedará la duda si otro director, más dado al cine de género, hubiera hecho la terrorífica película que debería haber sido.

Lo mejor; La atmósfera y la localización. (Ese convento ya da miedo por sí solo).

Lo peor; Lo desaprovechado que está el conjunto.

Poco puedo decir de esta cinta, no salvo nada. No considero que tenga nada por lo que sea memorable.

Es raro que lo diga yo pero, no vale la pena verla. Quizás sí, por algún susto, uno creo, lo demás aburre, no tiene sentido o sobra, o todo a la vez...

Poco remedio tiene esta cinta que aunque no sea de serie B, se le parece. ¡Qué pena!

Lo mejor: el vínculo directo entre la producción que ocupa y la magistral saga Expediente Warren, haciéndose alusión explícita al mismo al término de una cinta que se vale del clásico matrimonio entre fe e iglesia (cuya condena al divorcio social se ha ido consolidando con el paso de los años) para contentar sin suficientes alicientes propios; la horripilante abadía de clausura rumana en la que acontecen los sucesos narrados y todo lo que la rodea, convirtiéndose en la auténtica protagonista de la película; la labor de Bonnie Aarons que, junto a los efectos audiovisuales y el sinfín de tributos religiosos, agita e inquieta.

Lo peor: la repugnante costumbre (supuestamente para rechazar insidiosas fuerzas) que, a la postre, sirve para combatir al mal ancestral (concretamente desde principios de los cincuenta) que atormenta a la humanidad en un alarde de escaso rigor argumental; la incursión de cierto integrante francocanadiense que, lejos de amenizar la velada, dilapida cualquier atisbo de concebirla verdaderamente estremecedora; la escueta duración logra que no se eternice el profano entretenimiento pero, sin embargo, los giros de guión se fuerzan tanto que no fructifican en una historia digna del aclamado universo en el que se circunscribe.

Daniel Espinosa
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