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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
7
23 de noviembre de 2019
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por publicar información clave sobre las mañas de una empresa de construcciones que está siendo investigada, el periodista Frank Ross, es víctima de un atentado que se quiere hacer aparecer como un suicidio, pero, las cosas no suceden como se esperaba y tres personas resultan muertas en este hecho. Ross, por su parte, sobrevive… pero, responsabilizado del accidente, terminará de patitas en la cárcel ¡condenado a 20 años de prisión!

Con guion de Norman Reilly Raine y Warren Duff, esta, es otra de esas historias en las que, los personajes son ficticios y cualquier parecido con la realidad ¡es inevitable!, pues, los errores judiciales en los Estados Unidos de Norteamérica -y en el mundo entero- son un cuento de nunca acabar, y por fortuna, siempre habrá escritores, productores y directores, dispuestos a seguir denunciando una problemática que, hasta el día de hoy, no recibe la atención que se merece… y entre tanto, un incontado número de seres inocentes o responsables de faltas menores, continúan purgando largas condenas que les ha aplicado la, tantas veces, apresurada justicia.

Quien fuera jefe de redacción del periódico Minneapolis News, Jerome Odlum (1905-1954), fue quien publicó la novela, “Each Dawn I Die” (1938), y el éxito que obtuvo en las librerías, despertó al instante el interés de los productores de Hollywood, sirviendo para el primer y único encuentro que, como protagonistas, tendrían dos de los más apreciados y recordados intérpretes del cine de gánsteres de la época: James Cagney y George Raft, que enriqueció la película, pues, la suerte de relación que sus personajes sostienen, enaltece la amistad demostrando que, en tiempos de crisis, a veces se producen las alianzas más singulares que se pueda imaginar.

El director William Keighley, se dio el lujo de conseguir permiso para rodar las escenas de reclusión en la cárcel de Sing-Sing, New York, hecho que alienta el realismo de una historia que, infortunadamente, cae en unas cuantas situaciones que, aunque podrían justificarse, resultan más facilistas que realistas (la fuga de Stacey, la golpiza al guardia tirano, la confesión…), pero, la suerte de relación que sostienen el periodista y el gánster, asegura el calor de otro drama con el que se pretende mostrar, por enésima vez, que la justicia cojea… ¡pero mucho!

Reconocimiento a la linda actriz, Jane Bryan (Joyce), quien, al año siguiente y con apenas 21 años, accedió a abandonar su ascendente carrera, tras casarse con otro adinerado empresario de los que quieren tener a su mujer bien encerradita... “para que no corra peligro”.

Titulo para Latinoamérica: <<CADA AMANECER MUERO>>
Luis Guillermo Cardona
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10
23 de septiembre de 2019
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que sorprende al presenciar, <<LA BATALLA DEL RIEL>>, es ese aire de autenticidad que se respira a todo lo largo de la película. Desde los créditos, cuando solo leemos unos cuantos apellidos entre la lista de intérpretes, se nos anticipa que el verdadero protagonista va a ser el pueblo francés que lucha contra la invasión alemana; y seguidamente, las imágenes dan la impresión de que el director, René Clément, hubiese hecho las veces de camarógrafo oficial de La Resistencia y que todo lo que vemos sucedió como él lo registra. De esta manera, la película logra un carácter documental absolutamente convincente y muy significativo.

Después, la inagotable recursividad de los ferroviarios para sabotear cada nuevo plan de los nazis, da cuenta de una documentación veraz y muy rigurosa, con ese propósito firme del artista de dejar sobriamente recreado lo que un día sucedió… ¡y hay que ver esa entrega de cada uno de los intérpretes, pareciendo que se representaran a sí mismos haciendo lo que tiempo atrás hicieron en el campo de batalla!

La trama es ágil y en cada registro escénico crece nuestro respeto y nuestra admiración por ese puñado de hombres que, tan poderosamente, contribuyó al fracaso de ese fascismo que, con sus garras, pretendía ensañarse con Europa. Unión, perseverancia, ingenio, espíritu de sacrificio, amor por la patria y por la libertad… todo esto fluye de manera incesante entre esos héroes de la Resistencia que parecían inspirados por una Fuerza Superior para que pudieran alcanzar su justa causa.

El proyecto comenzó en la CGCF (Cooperativa General del Cine Francés), encargada de la producción y organizada por la CLCF (Cooperativa de Liberación del Cine Francés). El cineasta, André Michel, fue el primero que sugirió a la cooperativa la realización de una película sobre la resistencia ferroviaria, pero, como su ejercicio militar no le daba lugar para asumir él mismo la realización, surgió entonces el nombre de René Clément, recomendado por el cinematografista Henri Alekan, quien había hecho, con él, el cortometraje, “Ceux du Rail”, el cual, al ser visto por los productores, lo acogieron de inmediato: “Su virtuosismo técnico es incuestionable”, se dijo. El propio Clément (con la colaboración de, Colette Audry, en los diálogos) se ocuparía del guion, basado en el testimonio de auténticos miembros de La Resistencia Ferroviaria, y documentado con panfletos y toda suerte de boletines clandestinos.

Cuando la primera edición, en forma de cortometraje, se presentó a los directivos de las instituciones comprometidas en el proyecto, éstos quedaron tan gratamente sorprendidos con lo logrado por el director que, de inmediato, se mostraron dispuestos a aumentar su porcentaje de participación para que el filme se convirtiera en un largometraje. Otras instituciones se sumaron… y el filme -que inicialmente se llamaba, “Résistance-Fer”- pasó a su título definitivo, <<LA BATALLA DEL RIEL>>.

El resultado, es un documento cinematográfico con el sello de la perennidad. Surgía, aquí, otro gran director francés.
Luis Guillermo Cardona
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7
13 de septiembre de 2019
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una frase en esta película -dicha por el personaje protagónico, John Russo-, que explica claramente la razón de ser de los celos obsesivos: “Algunos hombres piensan que, aquello que ellos hacen, sus esposas pueden estar haciéndolo también”. Los tipos, entonces, se las dan de astutos, y no queriendo llevar cuernos en la frente, contratan a un detective para que los mantenga informados de los movimientos de su mujer… pero, lo que no imaginan es que ¡el romance puede surgir entre el sabueso y su esposa, y de esto nunca se van a enterar!

Con ese cierto toque de humor negro que recrea las ironías de la vida, el director Peter Bogdanovich, se propuso hace una comedia pensando en su exnovia, Cybill Shepherd y en Dudley Moore como protagonistas, pero, las cosas no se dieron, y cambiando notablemente lo que se proponía en principio, logró la presencia de Audrey Hepburn y de Ben Gazzara, como la esposa vigilada y el detective que caerá irremisiblemente enamorado. Pero, hay una historia adicional donde ocurre más o menos lo mismo, y ésta la protagonizan, John Ritter, como el alter-ego de Bogdanovich, y una chica que llena de luz la pantalla con su sola presencia: Dorothy Stratten.

No era una gran actriz y ella lo sabía (“Nunca he dicho que tengo un extraordinario talento, pero quizás tengo una extraordinaria curiosidad. Puedo aprender y estoy aprendiendo, y espero poder convertirme en una buena actriz. Algunas han hecho la transición de sex-simbol a ser tomadas en serio… y eso es algo que realmente anhelo”), pero su sola presencia nos deja boquiabiertos, convencidos de que ¡los ángeles definitivamente existen!

También, Bogdanovich, venía embelesado con su actriz -a quien conoció en una discoteca-, y terminó enamorándola durante el rodaje… pero, Dorothy, estaba casada con Paul Snider, un chulo canadiense que anhelaba fama y fortuna, y estaba convencido de que su esposa era una verdadera mina de oro. Ella era una chica frágil, su padre había dejado la familia siendo ella muy niña y los problemas de dinero eran bastante frecuentes, así que creyó ver en, Snider, al hombre fuerte que la sacaría adelante… pero, cuando el burlado esposo pensó que perdería su mina con Bogdanovich (ella misma le confesó que lo amaba), contrató a un detective privado (el director recreará esto en la película), y un día, recién terminado el rodaje, citó a su pareja en el apartamento donde ambos vivieron. Hasta allí llevó la escopeta que había adquirido y luego de disparar sobre el rostro de su adorable esposa, la violó y luego se suicidó.

Dorothy Stratten (1960-1980), nunca pudo ver la película y ningún Estudio se animó a estrenarla por la tragedia que la envolvía. Fuertemente deprimido, Bogdanovich decidió hacer una gran inversión para distribuir él mismo el filme… pero su labor fue un fracaso y esto lo tuvo al borde de la ruina financiera.

Pero, en resumidas cuentas, <<TODOS RIERON>> es un filme bastante entretenido.

Título para Latinoamérica: NUESTROS AMORES TRAMPOSOS
Luis Guillermo Cardona
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7
26 de agosto de 2019
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante los años que vivió en el sur de California, Harv Zimmel hizo numerosos viajes a las montañas del sur y al centro de la Sierra Nevada. En grupo, portando mochila y con alguna suerte de guía, el encuentro con la naturaleza daba significado a su vida… y fue de estas experiencias que surgió, “Shoot to Kill”, la historia de un policía afroamericano que, obsesionado con un despiadado asesino y ladrón de diamantes, decide seguirlo hasta las altas montañas, donde va a sentirse como una jirafa tratando de entrar en un auto… pero, para su suerte, tendrá la compañía del “hostil”, Jonathan Knox, cuya novia es la guía del grupo que va adelante con el delincuente, el cual aspira a llegar hasta la frontera con Canadá.

El proyecto llegó a manos del gran actor, Sidney Poitier -quien, por problemas de salud llevaba 10 años alejado de los sets de filmación- y al notar la semejanza que, la historia Zimmel, guardaba con la de la película, “The Defiant Ones”, que él protagonizara tres décadas atrás junto a Tony Curtis, de inmediato lo acogió y se puso en manos de, Roger Spottiswoode, quien hizo las veces de director. Tom Berenger, fue esta vez su afortunado compañero de aventuras, y lo que vamos a ver es otra atractiva aventura policial vestida de thriller y de secuencias al borde del abismo (cliffhanger); con algo de comedia y de drama… y con asesino despiadado a bordo. Pero, lo mejor de todo, es ese efluvio humano que va escapando lentamente entre dos seres que, por hacer parte de una de las culturas más involucionadas del planeta, todavía se guardan prejuicios por el simple color de la piel.

Ha pasado más de un siglo desde que, América "entera", reconociera la gran infamia de discriminar y esclavizar a los hombres en razón de su origen y del color de su piel, y todavía la sociedad sigue en las mismas jugando al clasismo, al racismo y al sexismo más abominables… ¡Seguimos siendo el Más Grande Atraso en la evolución del universo!

A la película se le ha objetado la falta de “lógicas” policiales que, valga decir, son cosa de cada día considerando el enorme incremento que mantiene la delincuencia en los EE.UU.; y si, por otra parte, presentimos que cuando el policía, Warren Stantin, hace lo que hace, solo está - ¡por fuerza del destino! – creando las circunstancias que permitan ese reencuentro con el Sí mismo y con el otro, que es lo que aquí de verdad importa… vistas así las cosas, lo que parece necio bien puede ser un paso hacia la sabiduría.

Si se logra llevar la mente un poco más adentro de la superficie, es posible sentir que, <<DISPARA A MATAR>>, es una valiosa película.

Título para Latinoamérica: <<PERSECUCIÓN MORTAL>>
Luis Guillermo Cardona
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7
17 de agosto de 2019
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Delirio de Grandeza, es una enfermedad que comienza como un afán de superación, en principio normal, sobre todo si la persona tiene cierto tipo de complejos: inconformidad con su aspecto físico (escasos atractivos, baja estatura, color de la piel…) o sensación frustrante de vacío y/o discriminación… pero, a medida que la persona siente que, el conocimiento que adquiere y la práctica favorable, elevan su estatus y su respetabilidad, esta sensación de posicionamiento se puede convertir en delirio cuando la persona comienza a creer que, ahora, vale mucho más que aquellos que antes lo superaban y quiere aprovecharse de esto para humillarlos o para atacarlos. De paso, seguirá sirviéndose de la información, del conocimiento, y de los poderes que va adquiriendo, para seguir reafirmándose en esa posición que cada vez será más ambiciosa y, en este nivel de su proceso, el individuo puede caer fácilmente en acciones ilegales (o incluso criminales), pues, se siente ya tan superior, que está seguro de que ¡cualquier cosa puede hacerla de manera totalmente impune! Para su desgracia, sus adeptos -aquellos a quienes él favorece pensando, únicamente, en que le sirvan- se encargarán de endiosarlo con sus adulaciones -pensando, únicamente, en conservar su puesto-, y lo repetirán tanto… que, el amo, terminará creyéndolo y esto aumentará, día a día, sus salidas improcedentes alentadas por la prepotencia. Desde entonces, el nuevo ídolo se siente ya un DIOSECITO… y muchos de sus borregos también lo creerán y estarán dispuestos a defenderlo con su vida.

Pero, “Dios, el Señor, formó al hombre de la tierra misma y sopló en su nariz y le dio vida. Así el hombre comenzó a vivir” (Génesis, 2,7), y aunque el diosecito lo haya olvidado, su estructura es de barro, y ha de llegar el día en que habrá de resquebrajarse. Y si lo que ha hecho a la humanidad lo desaprueba Dios… su final estará manchado de deshonor, de vergüenza y de desgracia. Amén.

<<EL SEXTO DÍA>>, también nos da cuenta de otro diosecito, surgido, éste, del polémico cuento de la clonación, el cual quiere arrogarse el derecho de ser, él, el que decida quién vive y quién muere. Se parte de un bien documentado guion de, Cormac y Marianne Wibberley, pero, el director Roger Spottiswoode, saca un valioso espacio para los apuntes jocosos y las aventuras más inverosímiles, pues, antes que nada, pretende que el filme divierta y que, de ñapa, por ahí funcione el alegato contra la prepotencia. Por esta razón, al filme hay que verlo un poco más allá de su superficie… y pienso que tiene más tela para cortar que ciertos títulos que posan de intelectuales.

Arnold Schwarzenegger, “tan buen actor” como John Wayne, consigue -favor de los guionistas-, resultar encantador cuando juega al buenazo, y ahora creo, definitivamente, que su vis cómica es más atractiva que cuando decide ostentar sus exorbitantes músculos. Tony Goldwyn -con un cierto aire a alguien que conozco-, luce muy bien, y mejor como actor, haciendo de Michael Drucker, el nuevo diosecito que recicla humanos como fabricando jamones… y por ahí anda, Robert Duvall, representando a otro de esos científicos que pasaron muchos años en la universidad ¡para servirle luego al diablo!

Sí, con todo y sus clisés, <<EL SEXTO DÍA>>, es una película interesante… ¡y muy entretenida!
Luis Guillermo Cardona
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