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España España · madrid
Críticas de tellez
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Críticas 9
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
29 de agosto de 2011
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una inusitada cifra de ochenta títulos bajo sus espaldas, resulta extraño que un cineasta tan inagotable y polivalente como Takeshi Miike no abordara hasta el pasado 2010 el género de los samuráis. “13 asesinos” no es solo su primera incursión en profundidad en dicho subgénero, es también una muestra del buen hacer de un Miike casi desconocido y clásico. Y es que en esta película pocos posos quedan de aquel director excéntrico y posmoderno.

La película está ambientada en el Japón feudal, más concretamente en el llamado shogunato, años antes de la instauración de la dinastía Meji. Naritsugu ,un despiadado Lord que disfruta haciendo sufrir a los demás, es la persona destinada a convertirse en el nuevo tirano gracias al apoyo del Shogun, pudiendo provocar el declive del país. Pero un pequeño grupo de samuráis pretenden restablecer la orden del Bushido, y harán todo lo posible por impedir que Naritsugu y sus hombres impongan un reino de maldad y tiranía.

La película tiene tres partes diferenciadas. En la primera parte de la película asistimos al Harakiri de un samurái con el fin de anunciar el autoritarismo de Naritsugu. Este hecho desencadenará una serie de intrigas y pactos dentro de las altas esferas políticas, y unos pocos señores acudirán a Shinzaemon, un honorable y experimentado samurái que reclutará a trece hombres para hacer frente al avance de Naritsugu.

Si bien en la primera asistimos a las intrigas de palacio y a la presentación de los personajes, en la segunda seremos testigos de la camaradería que empieza a surgir entre los doce hombres de Shinzaemon en el viaje que emprenden para hacer una emboscada al terrible Naritsugu y sus hombres.

Pero la película va avanzando poco a poco, y pronto nos damos cuenta que las dos anteriores partes eran una (buena) excusa para mostrar la tercera y última: más de cuarenta minutos de combate en un pequeño pueblo entre los trece samuráis y doscientos hombres de Naritsugu. Una enorme secuencia de acción que no tiene nada que envidiar a otras parecidas como la batalla en el abismo de Helm de “Las dos torres” o la inolvidable secuencia de “Kill Bill Volumen 1”, donde Uma Thurman se enfrentaba a los 88 maníacos. Miike demuestra estar en plena forma al rodar dicha batalla desde todos los ángulos posibles y manteniendo el clasicismo que ha ido demostrando a lo largo de toda la película.


Pero lo que más llama la atención de esta película, con permiso de su espectacular batalla final, es el discurso que se extrae de ella una vez visionada. ¿Es necesario y lícito luchar contra la injusticia de las clases dominantes? Un planteamiento que sin duda está a la orden del día con la eclosión de una corriente de opinión que no duda en cuestionarse la falta de responsabilidad
tellez
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7
8 de enero de 2011
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es hace poco más de un año pasé un rato más que divertido cuando llegó a los cines “Pagafantas” (2009), la ópera prima que realizó Borja Cobeaga después de rodar numerosos cortos, entre ellos el exitoso “Éramos pocos”. Aquella película se trataba de una comedia bien intencionada, realizada con el único fin que hacer pasar un rato divertido al público que decidiera verla. Sin trucos y sin engañar a nadie. Puede que no estemos ante un director que haya revolucionado el género en nuestro país, pero sin duda trata de revitalizarlo a través de personajes cercanos y alejándose del humor característico de otro tipo de películas como “Fuga de cerebros” o “Spanish Movie”.

“No controles” está escrita por el propio Cobeaga y su guionista habitual, Diego San José, y trata sobre Sergio (Unax Ugalde), un chaval que vuelve a Madrid después de haber pasado las Navidades junto a su padre, su abuela y Bea (Alexandra Jiménez), su ex-novia, una chica que ahora vive en Alemania y con la que mantuvo una larga relación aunque lo dejaron hace más de séis meses y aún no se ha atrevido a comunicárselo a su familia. En el aeropuerto ambos se separan para volver a sus respectivos hogares pero una intensa nevada cancelará todos los vuelos previstos para ese día, y obligará a sus frustrados pasajeros a pasar la noche en un hotel esperando a que la situación se normalice. Allí, Sergio se encontrará con un antiguo compañero del colegio, Juan Carlos, el que ahora se hace llamar Juancarlitros, y entre él y unos cuantos personajes más intentarán que el protagonista recupere la relación con Bea. Es la última oportunidad de Sergio para volver con la chica a la que nunca ha dejado de amar.


Sigue en "spoiler" sin destripar nada.
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tellez
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7
27 de noviembre de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece una mera casualidad pero las aventuras cinematográficas de Harry Potter, que comenzaron con “La piedra filosofal” (2001), justamente van a terminar una década después con “Las reliquias de la muerte: parte II” (2011). Un total de ocho largometrajes en diez años componen esta saga ideada por J. K Rowling, y por su haber han pasado directores de diversa índole como Chris Columbus, Alfonso Cuarón, Mike Newell y David Yates. Tras mencionar estas simples premisas, me pregunto si las películas de Harry Potter han aportado algo al panorama cinematográfico de la última década.

Pero vayamos por partes. Es turno para hablar de “Harry Potter, las Reliquias de la muerte: parte I” (2010), la penúltima entrega basada en las novelas de la escritora inglesa. Albus Dumbledore, el inteligente y bondadoso director de Hogwarts, ha fallecido, y Voldemort, más poderoso que nunca, está aprovechando los momentos de desconcierto para introducir a sus temibles Mortífagos dentro del Ministerio de Magia. El caos, la incertidumbre y el miedo pueblan la historia, la cual comienza con Ron, Hermione y Harry despidiéndose de sus seres queridos para iniciar un viaje con un destino incierto.

Desde sus primeros compases, la nueva película de Harry Potter se esfuerza por mantener un pulso narrativo fluido y veloz, con un devenir de escenas que probablemente estén entre los mejores momentos de toda la saga cinematográfica. Resulta extraño que un director responsable de ese bodrio titulado “La orden del Fénix” (2007), ahora sea capaz de filmar una eficiente y modélica película de aventuras, con una factura técnica impecable y un grupo de actores secundarios que aportan trascendencia y formalidad al conjunto dentro del subgénero al que pertenece esta película.

Pongo la mano en el fuego al decir que todos estamos hartos de escuchar que una nueva entrega es mucho más oscura que su predecesora. Frases como ésta se han convertido en un elemento de propaganda más para vendernos una nueva película perteneciente a una saga. Sin embargo tengo que reconocer que esta consigna tan ramplona se ejemplifica perfectamente en “Las reliquias de la muerte: parte I”. Pese a estar hablando de una historia focalizada a un público infantil y juvenil, la película se inmiscuye en situaciones tétricas y violentas. Con esto no quiero decir que Yates se haya convertido en un adepto a Park Chan-wook. Hay que recordar que estamos hablando de Harry Potter, y no hablo de violencia sucia y extrema, sino de dureza implícita. Aunque bien es verdad que las películas han ido evolucionando progresivamente con respecto a este asunto, como si creciesen a la vez que los incondicionales de la saga incorporados desde la primera película. Y es que Harry, Ron y Hermione ya no son los críos que correteaban por los pasillos y mazmorras de Hogwarts.
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tellez
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7
8 de noviembre de 2010
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que, pese a que contienen cierto tufo moralista y alegórico sobre el cristianismo, no dejan de ser bellos retratos sobre los sentimientos y la redención debido a la naturalidad con la que tratan dicho aspecto. Ese es el caso de “Tres padrinos” (3 Godfathers, 1948), de John Ford, uno de los western más hermosos y reivindicables del director estadounidense con raíces irlandesas.

La película comienza con los tres forajidos protagonistas a la entrada del poblado Welcome, ellos son Robert (John Wayne), Pedro (Pedro Armendáriz) y William (Harry Carey Jr., hijo del actor de mismo nombre que trabajó en numerosas películas con Ford). Desde el comienzo nos presentan a esta peculiar y multicultural banda como unos bandoleros, si, pero con cierto toque de humor y camaradería que les hace humanos a los ojos del espectador. El robo al banco del pueblo provocará una persecución por el desierto donde el sheriff y sus ayudantes intentarán dar caza al trío protagonista. Pero todo cambia cuando éstos tres, agonizantes por la falta de agua, se encuentran una caravana abandonada y un bebé al que tendrán que cuidar…

Esta fácil premisa es el argumento de “Tres Padrinos”. Como os podéis imaginar no hace falta ser un lince para darse cuenta del carácter alegórico del film, emulando al pasaje de los Reyes Magos de Oriente y su peregrinación hacia Jerusalén, pero Ford lo adapta (aunque se trata de un remake) a un western para ofrecernos un viaje catártico de los tres protagonistas, que verán cambiados sus propósitos iniciales para poder cuidar al retoño.

Visualmente puede que estemos ante una de las mejores películas de Ford, gracias a la labor de Winton C. Hoch, director de fotografía que ya trabajó con el director en “Centauros del desierto” (The searchers, 1956), La legón invencible (She Wore a Yellow Ribbon, 1949), y El hombre tranquilo (The Quiet Man, 1952). Rodada en Technicolor, la película es un ejemplo de sofisticación y un excelente uso del color, donde Ford no se movía demasiado bien.
El resto de la película contiene elementos característicos de la filmografía de Ford, como los numerosos momentos musicales, la inclinación por el uso del montaje interno, los poquísimos movimientos de cámara, los increíbles exteriores de Monument Valley…un universo propio y reconocible en donde da gusto perderse y disfrutar de la gran capacidad de Ford para hacer verdadero cine.

Andén 42.
tellez
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9
15 de octubre de 2010
15 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta bastante extraño asistir como espectador a una biografía sobre una persona que aún a día de hoy sigue viva, y cuyas acciones célebres que le catapultaron en lo más alto hayan transcurrido hace escasamente siete años. Uno piensa si Fincher y compañía han aprovechado la posición que tiene en la actualidad una plataforma como Facebook para vender su película. El lugar privilegiado que ostenta esta red social en nuestra vida diaria explica sin ninguna duda las razones por las que “La red social” esté teniendo este éxito de crítica y de público. Y es que la película de David Fincher llega en el mejor momento posible.

Pero “La red social” no es un biopic al uso. Es cierto que se centra en Mark Zuckerberg y en los logros que consiguió desde la residencia de estudiantes que habitaba, donde levantó un auténtico imperio virtual. Pero también es cierto que los responsables del film no han querido centrarse sólo en los éxitos de Zuckerberg, aprovechando esta premisa para narrar una historia sobre la amistad, la ambición, el éxito o las traiciones entre colegas. Vamos, que aunque su argumento tenga lugar en esta década, los numerosos palos que toca se han dado desde que el cine prácticamente existió. Además hacen uso de un montaje alterno, que pone énfasis en diferentes puntos de vista, no sólo el de Zuckerberg, y eso también es un punto a favor para que esta película no sea considerada un mero biopic. Pero lo más importante es que mientras la película hace gala de sus numerosas virtudes y uno se deja llevar por la propuesta tan atípica del film, te das cuenta que estás ante una radiografía de la generación a la que pertenecemos esos jóvenes que usamos diariamente Internet como principal fuente de información, entretenimiento o socialización.

Pero vayamos por partes. Antes decía que “La red social” es una película atípica hoy en día, y es que huye de cualquier elemento sensiblero y condescendiente con el protagonista, en este caso Zuckerberg. Siendo honestos, uno comprende que a este genio de la informática no le haya hecho demasiada gracia la manera en el que le han retratado. No escatiman las numerosas referencias al carácter egoísta, snob e inadaptado de Zuckerberg con la gente que le rodea. Aunque también es cierto que consiguen dar cierta ambigüedad al personaje, porque da verdadera lástima ser testigo de su comportamiento por culpa de la ambición y el dinero. (sigue en spoiler, sin destripar)
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tellez
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