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España España · Cáceres
Críticas de Sinhué
Críticas 1.378
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
21 de abril de 2024
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando te entran tantas ganas de votar con un diez a una película, se te quitan hasta las intenciones de pasar a la autopsia de la misma. Sobre todo a practicar la medicina forense de la crítica cítrica que te pide argumentar y buscar fallas a un producto que te comerías hasta con el envoltorio.

Un diez por todo: por la humanidad inmensa de la propuesta, por la simpatía inequívoca de sus personajes, por esos colores tan llamativos y cálidos, por la imprescindible y cómplice presencia de la música cuando la soledad amenaza, por la solidaridad de las miradas y el apretón de la mano amiga, por convencernos de que no todo está perdido y de que hay otros mundos que merecen ser explorados, por darnos la oportunidad de empatizar con los perdedores e incluso sentirnos orgullosos de pertenecer al mismo barrio, por enseñarnos que se pueden encajar con una sonrisa los reveses de la vida; por conseguir hacernos un poquito mejores, al menos mientras mantenemos encendidos los impávidos rostros de los nuevos amigos del otro lado de la pantalla; por reafirmar que el aprecio que sentimos por Aki Kaurismaki es más que merecido y porque siempre recordaremos, al borde del llanto, estas hojas caídas con envés de terciopelo que arroparán algún día nuestro descanso eterno.
Sinhué
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7
10 de abril de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si algo me ha fascinado siempre de las buenas películas de monstruos es la cercanía que existe entre estos pobres seres, supuestamente incorregibles, y sus víctimas (elegidas o accidentales). Estos engendros, no dejan de ser creaciones desafortunadas, científicas extensiones de nuestros delirios de grandeza, lo que no se ve pero está contenido en la zona negra del espejo. Nadie se parece tanto a estas peligrosas deformidades peregrinas como el ser humano, su artífice.

Para Mary Shelley, la muñidora de estas bestias que nos ocupan, estaba bien claro que eran la personalización de los traumas, los miedos, los fracasos...; la parte más negativa de nuestra conciencia anticipándonos el destino ineludible, que no es otro que la muerte.

El inglés James Whale (1889-1957) ya había estrenado, en 1931, la que en España se tituló: El doctor Frankenstein; con un éxito suficiente para que Universal Pictures le encargue esta secuela que, para muchos, supera a la primera. Vuelven a protagonizar Boris Karloff y Colin Clive, aunque la presencia de Elsa Lanchester (Mary Shelley y la novia) y Ernest Thesiger (Doctor Praetorius), dotan a la obra de una mayor consistencia y diversidad.
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Sinhué
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7
9 de abril de 2024
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin haber leído la novela de Sara Mesa, inicio la crónica que me ha suscitado la versión para el cine de Isabel Coixet.
La controversia de quienes ya habían puesto rostro a los personajes e imaginado lugares y situaciones es siempre lógica; y los comentarios, a la salida del cine, suelen girar en torno a la comparativa, que generalmente se inclina por el cread@r de la criatura escrita; a menos que resulte muy coincidente o se considere la interpretación del realizad@r de más calado que el producto original. Se tiende a pensar que los libros son más completos y que es muy difícil que otra persona tenga capacidad para rescatar las esencias de los padres o madres del texto, que aún siendo ficciones en general, no dejan de ser frutos de sus entrañas. Pero todos sabemos que se han hecho grandes películas de libros muy mejorables, y horrorosas traslaciones de clásicos inmortales; a la par que ha habido grandes adaptaciones que los propios autores escribanos han aplaudido con las orejas.

En el caso que nos ocupa debo confesar que poco sé de Sara Mesa, salvo que le gusta tratar en sus novelas la cotidianidad, reforzada con aires turbadores e intrigantes; poner cara a las relaciones conflictivas, denunciar los abusos de poder y dejar abierta siempre una ventana porque la libertad se encuentra fuera. Y todo esto, de alguna manera, lo he visto reflejado en este intenso film de Coixet que, repito, me llega sin contaminar por el manantial primigenio.

Cuesta admitir que una mujer, de vuelta de muchas cosas, preparada y con inteligencia analítica, caiga fácilmente en fangosos pantanos: arrastrada por pasiones, atrapada por la nadería de los vecinos progres, tragando sapos de continuo, sin resortes defensivos ante los excesos... Todo esto, aún cuando estés huyendo del infierno, o por eso precisamente, puede parecer un tanto desmesurado; pero sabemos que la naturaleza humana es inextricable y singular, ni los propios protagonistas sabemos en ocasiones el porqué de las cosas. La búsqueda de la felicidad, o tan solo del equilibrio, transcurre por vericuetos que no aparecen en los mapas. No es tan difícil perderse, sobre todo si no encuentras los compañeros de viaje adecuados.
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Sinhué
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7
12 de marzo de 2024
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La directora venezolana, Patricia Ortega, se atreve con un tema tabú en la cultura española y no digamos en la latinoamericana, intoxicadas ambas por la influencia religiosa (desde el bautizo), en lo concerniente a todo tipo de sexualidad. El secretismo, la vergüenza, el presunto pecado, el ojo vigilante de Dios, el fuego eterno...
Si ya es un problema, el del goce y disfrute sin complejos, para los jóvenes aleccionados por la iglesia (de cualquier doctrina); hay que imaginarse a los auténticos practicantes, de cierta edad, descubriendo parcelas lúdicas que desconocían y que ni siquiera se habían atrevido a imaginar.

Con un tono amable y hasta cómico, al que no le faltan aristas y reivindicación feminista, la realizadora y guionista nos pone en el camino de la sensatez, del amor a nosotros mismos y a nuestros cuerpos; porque es allí donde también nace el amor a los demás.
Se nos cuenta en Mamacruz, que hasta en las vidas que parecen más anodinas, el orgasmo es un acto supremo, en soledad o compañía, al que nadie debería renunciar. Son estímulos divinos, a cualquier edad. Si se recomendaran desde los púlpitos, mejorarían el amor al prójimo, la comprensión...; y conseguirían que hasta los más ateos nos planteáramos nuestras creencias.

Soberbios Kiti Mánver, Mari Paz Sagayo y el pobre y criogenizado Eduardo (Pepe Quero).
Sinhué
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8
4 de marzo de 2024
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un auténtico caleidoscopio de géneros, hasta nueve etiquetas aparecen en la ficha de filmaffinity, y cada espectador podría añadir, sin esforzarse demasiado, un par de ellas más. No hay duda de que el extraño griego también ha aprendido que la taquilla será más apetitosa si incluye sexo, morbo, debate, diversidad, espectacularidad... Tremendo riesgo para alguien que ama la libertad del autor por encima de otras cuestiones. Pero he de reconocer que le funcionó en La Favorita y ha vuelto a ocurrir, para mi gusto, en Pobres criaturas. Ensambla facetas que podían chocar con violencia pero que al final forman parte de un todo; con aparente naturalidad, ayudado por la argamasa de la fantasía y la lupa del surrealismo.

En un rendido y reconocible tributo al personaje de Frankenstein y su autora ( Mary Shelley, Londres 1797-1851), el guionista Tony McNamara, que también lo fue de La favorita (2018), adapta una obra del poeta y artista escocés Alasdair Gray (1934-2019), escrita en 1992, con el título de Poor Things. Repite como fotógrafo Robbie Ryan, que también lo fue en la ya mencionada (The Favourite ), creando esa atmósfera atemporal que fluye de la imaginación, la distorsión y, en este caso el llamado "siglo de la industrialización", el mágico 1919.

Bella, producto del experimental y tragicómico laboratorio del doctor Godwin Baxter, se convertirá en la insuperable obra del aprendiz de Dios. Un ser semilibre, semisalvaje, no intoxicada por cánones patriarcales al uso, curiosa, extrañamente solidaria y ecuánime...; máxime cuando sus puntos de partida son la irracionalidad y el egocentrismo.
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Sinhué
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