La película está llena de pesimismo. Plantea el angustioso tema del futuro de la humanidad: ¿es lícito tener hijos ante un planeta con un futuro muy negro debido al maltrato al que está sometido por la especie humana? Esta cuestión lleva al límite al reverendo, un hombre que ya lleva un gran peso sobre su conciencia y al que los acontecimientos que ocurren a su alrededor no hacen otra cosa que acrecentar su amargura. Para mí no es una gran película, pero no se pierde el tiempo si se decide verla.

Lo que más me suele reventar del cine galo es la mezcla entre didactismo y demagogia que rezuman algunas de sus películas. Este film de François Ozon está saturado de ambos ingredientes. La trama, entre el verismo y el surrealismo, podría haber sido efectiva si no se viera venir desde la primera escena el afán de reconvenir al espectador respecto a los valores educativos de cierto tipo de enseñanza.

Dentro de que hay que reconocer que la película está muy bien hecha (ambientación excelente, memorables interpretaciones y magistral uso de los recursos cinematograficos) he vuelto a caer en la irritación que me produjo el visionado de la anterior, "Downton Abbey". Por supuesto que con la serie ni lo intento. Dos horas de personajes artificiosos, rígidos diálogos y un guión tan manido como insustancial han supuesto una pequeña tortura para mí. Incluso la película podía ser acusada de plagio pues el argumento se parece mucho al de un capítulo de "The Crown". Dibujan un mundo feliz de personas maravillosas, algunas casi perfectas. Un dibujo incompatible con la realidad que conocemos a través de la prensa amarilla. Un mundo real lleno de hipocresía, ruindad, vicio y escándalos protagonizados por los aristócratas que viven al cobijo de monarquías corruptas en cualquier parte del mundo. Incluso aquí, en España.

Según te tomes la película. Si lo piensas fríamente, la continua sucesión de fatales carambolas que conducen al protagonista (un muchacho manso como un cordero) al abismo te hacen pensar escena tras escena ¡Qué disparate! Si lo tomas como una especie de reflexión acerca de la violencia que impera en el mundo que nos rodea, puede que le encuentres sentido a la trama. Lo cierto y verdad es que la acción te mantiene pegado al sillón hasta el final, a pesar de lo absurdo de algunas situaciones. La técnica cinematográfica de perseguir al actor con la cámara como en "El hijo de Saúl" de Nemes aumenta la tensión hasta llevar a los más ansiosos al borde del ataque de nervios. No me parece una gran película pero es original y entretiene.

El tema es demasiado serio para el tratamiento que se le da en la película. Deja caer algún dardo crítico sobre el papel de EEUU y otras potencias respecto al tráfico de armas. Resulta entretenida pero hay algo que la hace poco convincente. No sé si es la actuación de Cage o el desarrollo del film, lo cierto es que al terminar te da la sensación de que has perdido el tiempo viéndola.