¡Buff!, deja que encuentre al guapete de Christopher Paolini, le voy a meter a su dragona por donde la espalda pierde su nombre. A parte de eso, pienso pedirle que me reembolse los 6'10 eurazos que he pagado por ver una de las peores películas de la historia.

Casi todo lo malo está dicho y redicho: guión horrendo escrito por un peluquero frustrado que corta más que escribe, interpretaciones pésimas, efectos especiales pobres que sólo se salvan por los pelos de Collac durante las escenas de la batalla final, pseudoimitación deleznable y vergonzosa de la, a su lado, obra maestra de Peter Jackson... y muchas cosas más en las que no merece la pena invertir mi precioso tiempo.

Sólo apuntar un par de cosas:

Al director, Stefen Fangmeier: Busquese otro trabajo, amigo, porque adaptar al cine una novela escrita por un chaval de menos de 18 años y conseguir un producto que parece obra de un bebé recién nacido es algo suficientemente revelador como para no reflexionar sobre ello. Hágase crítico de cine, que muchos verán en usted a un director fracasado, se lo garantizo. Y lo harán con toda la razón del mundo.

A los guionistas, Mark Rosenthal, Lawrence Konner y Peter Buchman: Tres cerbros pensantes pertenecientes a hombres hechos y derechos no valen, para seguir con la comparación del director con el joven escritor, lo que la materia gris de un joven imberbe, que tampoco es que haya descubierto los nuevos caminos de la literatura contemporánea, pero sí me ha entretenido infinitamente más que 99 minutos de un querer y no poder hacer cine. No sé, háganse ustedes cajeros de Carrefour, o algo por el estilo...

Por último, ¡gracias Robert Carlyle!... ¡Gracias por existir! Eres lo único que roza el aprobado en este film que no debería de haber pasado la censura, no por contenidos violenta o sexualmente explícitos, sino por rayanos al insulto a la inteligencia humana. Me siento más estúpido...

Un 0/10. ¡Ay, no!, que en esta página no se puede votar por debajo de 1... ¡Cachis!

¡Grande, muy grande!

Estamos ante el claro caso de la "renovación" de una saga. Pasamos del elegante, sofisticado y femeninamente interesado prototipo de agente secreto al servicio de la reina madre al novato, duro, egocéntrico y enamoradizo ser humano no exento de problemas anímicos, sentimentales y laborales. Huelga decir que todo esto lo hace elegante a su manera. fiajos un poco: ropa blanca por el día, ropa negra por la noche. Es más duro, más directo, con más perspicacia e ingenio. Es humano, se equivoca (ver escena en el casino).

Los personajes restantes están en su papel, no desentonan, lo hacen notablemente bien. Resaltaré concretamente a Vesper Lynd. Ya que tenemos un nuevo modelo de Bond, el personaje femenino no iba a quedarse atrás. Ya que remodelamos y refrescamos la imagen de él, la de ella tenía que estar a la altura. Sólo hay que comparar. Solange sí que es una típica chica Bond (la bella Caterina Murino). Vesper Lynd se desmarca de este esterotipo dejandose caer por una vertiente de autocontrol, personalidad e ingenio a la par con las de su partenaire. Es una chica bella, lista e independiente. Una persona que comparte muchas características con su homólogo varón. Ambos están al mismo nivel. Hay química, eso salta a la vista.

A todo esto contribuye un argumento sólido, trepidante, ingenioso e inteligente. No en vano el guión es cosecha de Paul Haggis, un hombre que quizás está sobrevalorado pero que no deja de estar por encima de la media de la calidad hollywoodiense. No nos encontramos con manidos recursos pirotécnicos sino con escenas de acción pura y dura sin ínfulas blockbusterianas. Nos lo creemos, que es lo más importante. Estamos ante otro claro caso de reinterpretación de un modelo de narración. Esta saga estaba agotada, en personajes y recursos cinematográficos y aquí nos encontramos algo nuevo, algo fresco y original, con partes bien diferenciadas y que casan a la perfección: acción, intriga y suspense, amor y desenlace trepidante.

Lo pasé en grande. Nunca terminé tan rápido un cubo de palomitas... y nunca me molestó menos el ruido que otros hacen al comérselas.

Un 10/10.