¿Cuántas veces hemos pensado en cómo se cruzan nuestras vidas, sin apenas darnos cuenta, a nuestras espaldas, y pasan historias quizás más increíbles que la nuestra, con las que compartimos tan sólo un instante en común? ¿Y en aquellos instantes en que, sin previo aviso, todo da un vuelco y se nos muestra el destino cara a cara, con todo su sarcasmo y frialdad? Instantes en que parece que te dijeran que todo lo que has hecho hasta entonces te ha llevado a merecerte esa miserable vida. Instantes en que te ves reflejado en los ojos de un perro y te das cuenta que has caído demasiado bajo como para tener compasión de ti mismo, y que todo te lleva a tu fin. ¿Nunca es tarde para intentar rectificar? ¿O para rehacer una vida? Sin embargo es distinto cuando hablamos de rectificar los sueños rotos, el amor…

Tres historias se mezclan en esta película. Historias de personas y perros, todas ellas girando alrededor del amor en sus distintos estados y entrecruzándose en la ciudad de México. Con la presencia de los animales somos capaces de ver lo que a las personas les sucede en su interior, al igual que ellos pueden verse reflejados en sus mascotas e intentar rectificar. Con este y otros recursos, es una película con un argumento logrado sobre la injusticia del destino y los sueños frustrados, y a la vez sobre el instinto de supervivencia del ser humano que le permite seguir viviendo cuando ya no le queda nada.

Pocas películas hacen pensar y reír tanto a la vez.
De forma magistral, Jaques Tati combina el humor con la sátira de la sociedad de su tiempo, a cuyas gentes les va grande la repentina modernización/mecanización, cosiguiendo como resultado una combinación de escenas punzantemente irónicas con otras que llegan a ser dulces. La mezcla llega a confudir la propia visión sobre la gente que nos va presentando, pasando desde la risa del absurdo hasta la compasión.
Sin duda el punto fuerte es el personaje mediante el cual desarrolla toda la historia: el tío, de los pocos soñadores que quedan, muy bien caracterizado para contrastar con el resto, y que como un niño va desmenuzando el mundo de apariencias que la época y la sociedad han ido creando; la máscara bajo la qual han quedado atrapados. La fantasía contra la superficialidad. No se aleja tanto de nuestros tiempos..
Muy recomendable también para los interesados en la arquitectura.

Como es de esperar de un director como Kitano, la película es ante todo sorprendente. Incomprensible cómo con una historia aparentemente tan sencilla y con unos personajes curiosísimos consigue meterse dentro del espectador. Por su ingenuidad, por su magia. Por un inigualable Beat Takeshi, por la conjunción entre niño y hombre que hay dentro de todas las personas y que este filme se entozudeze en que no olvidemos. Un viaje profundamente emocionante.

Acompañada sólo por imágenes y una gran banda musical(escuchar la letra de las canciones, por favor), Roger Waters nos presenta la impactante relación de un individuo con su entorno, mostrándonos cómo poco a poco se deja vencer por una sociedad aplastante, incomprensible para alguien sensible, y cómo va reduciéndose dentro del muro que se crea para protejerse. Una película que consigue aflorar sentimientos de repulsión y compasión a la vez, oscura e inquietante, profundamente triste si no hubiera siempre una pequeña luz de esperanza entre los ladrillos. Todo depende de como se mire.