Los amantes del rap disfrutarán con ésta película. Jamal Woolard, lejos de ser un buen actor, no desentona y su parecido físico con el rapero ayuda a acomodarse en el sofá para disfrutar de la película. Más difícil de digerir será para los que se encuentren con este largometraje por casualidad y no intencionadamente (drogas, violencia, sexo...). La fotografía es de lo mejor de la cinta y lo peor, es que, como siempre, la historia se cuenta desde el punto de vista que quiere el director, y no desde el otro (Tupac).