No, en la España de 1942, y menos en la Huelva de esa época, no había un montón de chicas españolas hablando un correcto inglés buscando trabajo de secretarias en una compañía minera inglesa estupendamente maquilladas, con carmín en los labios, luciendo ropa, sombreritos y zapatos recién comprados y mostrando una envidiable cara de salud. Por supuesto, Chamberlain no acababa de dimitir en favor de Churchill, lo había hecho tres años antes. Y desde luego, NADIE, por muy director británico de una empresa británica que fuera , iba a ponerse a gritar “¡Viva la libertad!” delante de todo el mundo por mucho que estuviera escuchando a Churchill en la radio en la España franquista de 1942. Tampoco creo que nadie en esos años hubiese confundido gasolina con gasoil (el primer vehículo comercial diésel no apareció hasta 1933 en Francia de la mano de Citröen), ni el régimen franquista tenía el menor interés en vender sus escasísimas reservas de combustible a los alemanes. Y de las cámaras réflex con superteleobjetivos que aparecen en el primer episodio o de los equipos de radio y “walkie-talkies” con auriculares y micrófono incorporado mejor ni hablo (uno de los modelos que sale es de los 50 y otro me atrevería a decir que de los 70). Ah, y ya puestos, ningún comandante de submarino habría emergido a una docena de metros de la playa so pena de quedarse embarrancado y sin profundidad para sumergirse.

Lo que sí había era un país en ruinas, represión desmedida con miles de fusilados, hambre, gasógeno, analfabetismo, cortes de luz, piojos y pobreza. Y falangistas, muchos falangistas por todos lados señalando con el dedo a los rojos y que aquí ni aparecen (menos mal que al menos salen tres picoletos). Nada de eso sale en esta lamentable serie. Todo cuqui, todo limpio, todas monas, ni rastro de la Guerra Civil, sólo unos señores con uniforme alemán y esvástica paseándose por ahí y unos ingleses en traje de raya diplomática haciendo no sé qué cosas.

El guion no hay por donde cogerlo (la escena en la que la protagonista saca un revólver y apunta a uno que la sigue da vergüenza ajena, como la de los ingleses y alemanes apuntándose unos a otros en un "club de caballeros", o la supuestamente ambientada en Polonia), la trama aburre a las ovejas y en general no se sabe muy bien por qué los personajes hacen lo que hacen.

Vamos a ver… ¿Nadie en RTVE supervisa las series que produce, nadie hace pases previos, nadie contrata a asesores históricos? ¿Cómo se han atrevido a estrenar semejante basura? ¿Hasta cuándo piensan seguir tomando por tonta a buena parte de la audiencia? Audiencia que por otra parte no se ha tragado este sapo y la serie ha sido un estrepitoso fracaso.

Que esta serie tenga un 7,6 en el momento de escribir estas líneas es una clara muestra de que en algún punto del camino hemos perdido el norte, el sur, el este y el oeste. Esta visto que hay un sector de la “crítica audiovisual popular” que se deja arrastrar por la “opinión ruidosa” de las redes sociales y los equipos de marketing de esta industria. Simplemente, como ocurre con muchas “obras maestras” hay quien no se atreve a decir lo que realmente piensa, a no ir a contracorriente, a temer parecer un bicho raro, a que la comunidad de “fans” del videojuego en el que se basa le crucifique si se atreve a disentir.

Y ojo, no estoy diciendo que FALLOUT sea una mala serie, no lo es en absoluto. Pero desde luego no es tan buena para que tenga la disparatada nota que tiene ahora mismo. Hay un notable esfuerzo de producción por parte de Amazon y una buena adaptación del videojuego homónimo (lo digo basándome solo en los “gameplays” que he visto, pues nunca lo he jugado), una excelente fotografía y efectos especiales, aunque el cartón-piedra de los “refugios” cante demasiado; también hay algunos actores que lo hacen muy bien (Ella Purnell y en especial un inmenso Walton Goggins como el Necrófilo).

Pero el problema de FALLOUT es que no sabe si de mayor quiere ser comedia o drama, si aspira ser una denuncia de un capitalismo enloquecido o una mera serie de aventuras post-apocalípticas al uso, si su trama quiere ser considerada una traslación fiel de las tramas del videojuego o si va por libre… Y es desde luego en la trama y en su lógica interna donde más se le ven las costuras a FALLOUT, al punto de que en ningún momento me he sentido “atrapado” por esa trama (en especial, los primeros episodios se me hicieron soporíferos y sólo me he sentido realmente interesado por el último), todo lo contrario a lo que me ha pasado con las dos temporadas de HALO (SkyShowtime), que también es la adaptación de otro videojuego.

En cuanto a la más que sobada trama de refugios subterráneos aislados tras un desastre apocalíptico hay libros y series que lo hacen mucho mejor, por ejemplo, la estupenda SILO (Apple TV).

INFIESTO (2023), de Patxi Amescua es un muy decente film policiaco español del subgénero de psicópatas. Está muy bien rodada y fotografiada, logrando un ambiente opresivo aumentado por estar situada la acción durante los primeros días del confinamiento pandémico de marzo de 2020. Tanto Isak Férriz como Iria del Río están muy creíbles en sus papeles y Luis Zahera está muy bien, como siempre. En particular, la secuencia del “hábil interrogatorio” por Isak a uno de los asesinos es brutal y pone los pelos de punta, solo se puede felicitar a los actores y al director. Por otra parte, la trama es directa, sin perder el tiempo con subtramas innecesarias que solo sirven para alargar a lo tonto una película o serie. En ese sentido lo que se cuenta sobre la vida privada de los protagonistas es la justa dentro del contexto de la pandemia y punto.

Lo único que se puede criticar es la parte de la trama relativa a las motivaciones de “los malos”, ahí la cosa flojea y es donde se habría agradecido un guion más trabajado. Pero vamos, ya quisieran tener la mayoría de las producciones españolas (y muchas extranjeras) que hay en Netflix la calidad de esta.

“CONSTELACIÓN” confirma que la ciencia-ficción británica televisiva está en un momento de gracia. Era algo que ya quedaba claro en la sensacional primera temporada de “The Devil’s Hour”, cuya segunda temporada está pendiente de estreno en Amazon Video, y esta vez ha sido AppleTV la que ha dado en la diana. Y por si alguien tiene alguna duda sobre esta afirmación, le invito a que disfrute de las recientes temporadas de “Doctor Who” para comprobar lo bien que se les da a los hijos de la Pérfida Albión todo lo que tenga que ver con universos paralelos, viajes en el tiempo, alteraciones cuánticas y demás.

Evidentemente, “CONSTELACIÓN” no está hecha para todos los paladares, la disfrutarán en especial aquellos que ya hayan probado siquiera un poco las espesas y desconcertantes salsas de la física cuántica (que aunque parezca un disparate es tan real como el televisor en el que ve la serie porque es una rama de la ciencia en constante avance, ahí tenemos la computación cuántica, por ejemplo). Porque aquí no se trata solo el manido recurso ciencia-ficcionero de los universos paralelos, sino también conceptos como la superposición e indeterminación cuántica, el entrelazamiento cuántico, la mecánica cuántica relacional, el gato de Schrödinger… No falta nada. Si en su día te gustó “Fringe”, “La hora del Diablo” o “Dark”, si te gustan las películas y series que te van dejando pistas por aquí y por allá haciéndote estar atento a los detalles, entonces la vas a disfrutar; pero si tus conocimientos de física cuántica van de lo inexistente a lo nulo o no te gustan la ciencia-ficción “hard”, entonces mejor no la veas, te va a parecer un tostón sin pies ni cabeza y no te va a gustar.

Sin espoilear nada, destaco el fabuloso penúltimo episodio (el de las cabañas a orillas del lago helado) y la sensacional recreación de la ISS y de la vida en microgravedad, de lo mejor que he visto.

Pues al final me ha gustado, pese al flojo inicio. Y es que va de menos a más. Eso sí, ni de coña es creíble que estén en el 2060… Si me dices el 2160, hasta me lo creo y todo. Pero vamos, los efectos especiales muy buenos y los escenarios naturales magníficamente integrados en la historia. Y la niña protagonista, Madeleine Yuna, lo hace fenomenal.

Las películas de ciencia ficción del subgénero “robots humanoides inteligentes” son todo un anticipo de nuestro futuro como especie y más nos vale asumirlo. No volaremos a las estrellas durante siglos o milenios, pero sí trataremos con nuestros compañeros sintéticos mucho antes de lo que suponemos.