Para los fans, se puede ver como un capítulo alargado, demasiado alargado de la serie de Louie. El problema es que de ella hereda todos sus vicios y, lo que es peor, éstos resaltan en el formato largo: los diálogos que no llevan a ninguna parte, lo mal actor que es Louie CK (pésimo, yo diría, como ya demostró en la película de Woody Allen) y sobre todo la autocomplacencia bajo un manto de supuesta autocrítica.

Formalmente es un homenaje, casi plagio, de varias de Allen (las más evidentes: Manhattan, Celebrity, Stardust memories) pero que se queda muy lejos del modelo. Constantemente he tenido la sensación de que hay muchas ideas dispersas que Louie no sabe muy bien cómo ordenar, desde diálogos a intentos de experimentación en la mayoría de los cuales lamentablemente yerra el tiro.

Lo mejor es Malkovich y todas las escenas que vistas tras "la polémica" cobran un nuevo significado mucho más lol. Y son muchas, entre la hija en bikini todo el rato, las referencias constantes y crudas a la masturbación, y el mismo personaje de Malkovich con sus "problemas".

Estoy haciéndome un ciclo de películas sobre el NYC sórdido de los setenta y esta es una de las buenas (ver mi lista). Estamos ante otra visión tremebunda de esa era, en este caso desde el punto de vista de una pareja que se va hundiendo en el mundillo de la heroína.

Uno de los primeros papeles de Pacino, que aquí se ganó el del Padrino aunque ya abusaba de sus tics interpretativos (se pasó la década mascando chicle y poniendo acentazo), y uno de los pocos de Kitty Winn, que luego hizo El exorcista y de la que nunca más se supo (en la wiki dice que rechazó ser Ripley en Alien -ouch- y trabaja en Broadway). Los dos están muy bien y transmiten perfectamente el proceso de degradación moral y física, aunque sobre todo ella se sale: parece otra en las escenas finales. La narración es más bien fragmentaria, con final abierto y me pregunto si el que escribió Serpico (otra en la lista) se inspiró en ella o es simplemente una característica del cine de esta época.

La película retrata de forma casi documental un ambiente y un barrio con la mirada del momento y su ya clásica ración de escenas sórdidas e incluso muy sórdidas (la del perrito, brutal, la de ella volviendo de un aborto, las varias de los picos). En ese sentido, y puesto lo que me ha impulsado a verla es The deuce, me hizo darme cuenta de una cosa que le falta a la serie: la heroína. En The deuce que yo sepa no sale nada del tema, cuando está claro que en ese momento y lugar había una plaga de yonkis, muchos de los cuales se prostituían para obtener su dosis. Entiendo que haber sacado ese aspecto del negocio del sexo habría roto un poco el relato del empoderamiento tan para los gustos actuales, pero ahora mismo lo veo como un fallo. Sobre todo porque en los setenta era una obsesión: de lo que llevo visto, lo tratan French Connection (perspectiva del gran narcotraficante), Serpico (del poli de narcóticos), Shaft (lúdica y negra) y esta (la de los usuarios y pequeños traficantes).

Muy recomendable.

Apreciable film inglés de robos. Es curioso lo olvidadísimo que está, yo creo que vale la pena aunque solo sea por un casting espectacular (Martin Sheen, Albert Finney, Jonathan Pryce...) y por un desarrollo del golpe bastante meticuloso, con escenas muy físicas notablemente rodadas. En general la dirección de John Quested (director de segundas unidades toda su vida) es discreta pero no molesta. El guión también podía haber sido algo mejor pero el resultado es interesante.

Interesante rareza british al estilo a The wicker man, no solo por compartir temática satánica, ambientación algo surreal o nacionalidad, sino por otros mil detalles, desde la escena musical delirante a los actores que parecen amateur (aunque la mayoría no lo son). Típica serie B setentera que si acaso destaca por una premisa delirante –una banda de moteros-culto ancestral-zombies (triple combo exploitation) aterroriza la campiña inglesa– pero que sorprende por la calidad de su producción y sobre todo por un ambiente malsano que impregna todo el metraje. Hay que verla.

Simpática muestra de la moda satánica que hubo en el cine de finales de los sesenta principios de los setenta. El referente obvio es rosemary's baby pero a mi juicio esta funciona con personalidad propia, tratando el tema fáustico con cierta ambigüedad moral. Lo mejor sin duda es un Alan Alda estupendo en un papel algo insólito en su carrera posterior y una Bisset muy guapa y carnal.