Sucia y social, así podría resumirse Oro.
Tiene muy buenas intenciones, un reparto genial y un apartado técnico bastante impresionante, aunque para nada a la escala de las grandes superproducciones a las que nos han acostumbrado. La película está rodada de manera que aprovecha todas las virtudes de los agobiantes paisajes de la selva amazónica que intenta recrear de manera bastante fiel y realista. Planos cortos, sin grandes multitudes, recorriendo la jungla sucios y polvorientos.
Españoles, muy españoles -como diría el bueno de Rajoy- y en este caso se tira de casta para retratar a una galería de personajes, que aunque en su mayoría son bastante arquetípicos, el buen hacer de todos los intérpretes les dan un poco de profundidad que la película no se molesta en dar a los diálogos.
Quizás destacar a José Coronado y Óscar Jaenada como lo más carismático de la función, aunque como digo, todos están perfectos en sus papeles, no hay que poner ningún pero.
Es una pena que una película que prometía tanta épica, al final, se quede en la escala que se queda. No se le puede reprochar que sea larga, ya que su duración es bastante inferior a las dos horas, lo cuál se agradece ya que los escenarios y las secuencias, a pesar de ser narrativamente diferentes, terminan pareciéndose todas mucho, básicamente por que la jungla tampoco da para mucho.
Eso sí, si los responsables -sobre todo el director, Agustín Díaz Yanes- pretendían que nos hiciéramos a la idea de lo jodido que era irse a las Indias, lo han conseguido.

La película es muy lenta. Pero no lenta como suele decirse, si no lenta, lenta.
Contiene todos los estigmas del cine francés de autor, para bien y para mal. Voz en off, planos contemplativos, mucho plano de espalda, desenfocado, reflexiones... Parece nouvelle vague, sólo que en 2017.

La actriz está creíble en su papel, pero ella sola no aguanta el aburrimiento de ver durante más de dos horas semejante dosis de cine de autor.

El título de la crítica es bastante significativo. Si Tim Burton fuera vasco, habría rodado Handia. Al menos, eso leí en Twitter y me pareció un resumen muy acertado. Desconozco si se estrenara fuera de Euskadi, pero es una película que merece ser vista en toda España. Sorprende, primero, por su historia, desconocida para muchos, y segundo, por el corazón que le pone.

Cine de gran presupuesto en nuestro país que cuenta la peculiar historia real de un gigante vasco de una remota localidad de las montañas, que en plena guerra carlista (sí, la cuidada ambientación te transporta al siglo XIX), lleva a su familia a sacarla de la pobreza. Su hermano, el verdadero protagonista de la función, ejerce de representante a su manera de su particular hermano, este joven que llegó a medir casi 2 metros y medio de envergadura.

Con unos planos bellísimos, una evolución de personajes lógica y realista y una factura impecable, no es de extrañar que su periplo artístico en festivales siga levantando los aplausos que se llevó en el Festival de cine de San Sebastián.

Película hecha con el corazón y las ganas necesarias para que algo que la mayoría desconocemos, termine enganchando y dejándote un poso, incluso una vez sales del cine. Recomendable.

Tuve la oportunidad de disfrutarla en el reciente festival de San Sebastián, el pasado domingo. La película sorprende si no sabes de qué va. Por el contrario, ir a verla con la carta de presentación de que los responsables son los mismos que ya asombraron al mundo entero con Intocable (2011), no ayuda demasiado en su buena acogida.

Le sens de la fête es una película rápida, que aunque sea francesa, podría pasar por estadounidense por su impecable factura. Muy étnica y multicultural, y muy políticamente correcta, en realidad. Humor para masas que narra la atribulada celebración de una boda, siguiendo las pesquisas del equipo que se encarga de organizar un evento de esta importancia.

Los actores, es imposible destacar alguno en particular, todos muy histriónicos y particulares, eso sí, pero de lo "frikis" que son, terminan pareciendo normales. Es una película que sobre todo es coral, aunque hay un claro protagonista que es el director de todo el equipo. Sorprende el ritmo frenético y por contar algo que normalmente en las películas no se tiene en cuenta: la trastienda de una boda.

Por lo demás, una broma tras otra, quizás demasiado humor para el gran público y sin ninguna reflexión que hacer sobre la vida, como si tenía Intocable. Nada nuevo bajo el sol, aunque reírse sin más de vez en cuando entre pitos y flautas, tampoco viene mal, oye.

Aparte de que el título en español es bastante malo, la película en sí está bastante entretenida. Es una especie de El lobo de Wall Street, mezclada con aquella película de Nicolas Cage llamada El señor de la guerra. Es una historia real en la que dos chavales de menos de 30 años se aprovechan de cierto vacío legal en los contratos armamentísticos que ofrece el gobierno de EEUU para hacerse de oro.

Sin embargo lo interesante es la relación entre ambos, la evolución de esa amistad y el mundo en el que se mueven. Hay una gran cantidad de situaciones surrealistas, que seguramente sean reales, lo cuál es aún más increíble. El protagonista es Miles Teller, actor que últimamente sale en todo y que aquí hace un papel bastante cercano, por no decir realista. Pasa de ser un joven casado (con Ana de Armas por cierto) y futuro padre, con una vida un tanto triste de masajista para gente con dinero en Miami o "haciendo pajas" como le dicen, a convertirse en un rico traficante de armas. La otra cara de la moneda es Jonah Hill, en un papel muy distinto al de gordito simpático que acostumbra a hacer. Aquí hace de un trepa sin escrúpulos y que desde luego, sorprende. Tiene un tic el personaje bastante peculiar, y desagradable también.

El resto, pues situaciones en los que se va viendo en qué clase de mundo se mueven estos dos chicos y que trapicheos hay que hacer para hacerse millonario. Al final el mensaje de la película acaba siendo un poco desconcertante y aleccionador: si eres un aprovechado en esta vida y te forras a costa del contribuyente y engañando, siempre acabarás jodido. Muy americano. El resto, escenas graciosas, diálogos rápidos e inteligentes eso sí, y personajes pintorescos, y además, te das un garbeo por países como Iraq o Albania, de lo mejorcito.

Desde luego no pasará a la historia ni como película del año, pero no deja de ser un retrato interesante acerca de un mundo que se prodiga poco en pantalla, como es el negocio de la guerra. Tiene un arranque bastante enérgico e interesante para introducirte de lleno en el tema, eso sí.