Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Ramon Balcells
1 2 3 4 5 6 7 >>
Críticas 33
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
8 de febrero de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Encontramos más de un paralelismo entre esta película y la recién estrenada –y espléndida- Los descendientes: ambas parten de una base sencilla pero complejísima a la vez: la radiografía de un personaje adulto que sufre una crisis existencial y que decide cambiar el rumbo de su vida. Al mismo tiempo, tanto una como otra también adoptan un tono que se fluctúa entre la comicidad y la tragedia, tan humano y poderoso que tanto Payne como el tándem Reitman-Cody, cada unos con sus particularidades, exhiben con una pasmosa naturalidad. Ambas, al fin y al cabo, tratan de retratar, con humildad y maestría, algo tan rematadamente atractivo como la imperfección humana.

Young adult se olvida esos ecos naive que poseía la entrañable Juno, aunque la ingeniosidad de los diálogos sigue latente. Seguramente, por la edad del protagonista, esté más cerca de Up in the air, pero contiene mucha más energía y mala leche. Sin tapujos ni discursos políticamente correctos –excepto esas innecesarias frases en off finales tan edulcoradas como las novelas de la protagonista-, Reitman construye la evolución interior de esta anti-heroína llena de complejidades y contradicciones con una madurez y brillantez a la que hasta ahora no había llegado. Y es que el motivo por el que llegamos a empatizar con Marvis Gray no sólo se debe a la espléndida y complicadísima encarnación de Charlize Theron; también al hecho que cada uno de nosotros poseemos, en mayor o menor grado, algo de ella.

Nos encontramos ante una película que, además de romper con la mayoría de clichés de las comedias románticas que frecuentan cada vez más en Hollywood –y en las novelas rosas como las que escribe la protagonista-, elabora bajo sus propias pautas una radiografía incómoda, oscura, desternillante y auténticamente cercana sobre la inmadurez en el mundo de los adultos. Qué fácil y sencillo parece hablar de este tema… y qué difícil hacerlo como aquí se hace.
Ramon Balcells
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
11 de enero de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El público actual no está acostumbrado a ver películas mudas y en blanco y negro. Y menos, en el cine. La película francesa The artist supone un arriesgo formal en toda regla en los tiempos que corren, donde el cine demasiadas veces parece teatro, y donde prima lo explícito, la rapidez y la facilidad. Obras como esta ayudan a dinamizar y romper con los esquemas ya totalmente establecidos, tratando de cambiar la mentalidad del público y hacerle ver que no todo es lo que hay, que el cine ha evolucionado.

Michel Hazanavicius consigue, mediante recursos cinematográficos tanto de ayer como de hoy, entretener y sorprender al público, haciéndole olvidar al poco tiempo del inicio de su film de que allí no hay diálogos. Quizás parezca una propuesta forzada en tiempos donde ya ni nos planteamos que una película sea muda y a la vez entretenida; y lo curioso y maravilloso es que resulta un reto, no sólo estilístico, sino sobre todo hacia el espectador.

The artist nos confirma que el cine nunca llegó a ser mudo: el sonido diegético quizás no existía en esos tiempos (los años 20 narrados en el film), pero podía conseguirse ser altamente expresivo sin recurrir al diálogo. La imagen y la música podían y pueden provocar emociones a flor de piel, más intensas incluso que mediante las palabras. La película en cuestión posee momentos visuales que llegan a la brillantez, enormemente ocurrentes y deslumbrantes. Pero no sólo eso: esta es además una atractiva historia sobre la ambición y la fama, el amor y, por encima de todo, el cine. Un homenaje al séptimo arte en toda regla, a sus límites y a su fuerza.

Y es que Hazanavizius refleja a la vez una época donde el panorama económico (a raíz del crack del 29) y cultural (el nacimiento del cine sonoro) cambiaban por completo. Un doble cambio que, sin duda, puede contener más coincidencias con el día de hoy de las que parecen (la economía ha vuelto a hundirse, y el panorama cinematográfico está sufriendo una evolución a partir del nacimiento de lo digital). Casualidad o no, el cineasta ha elegido un momento de la historia clave para entender muchas cosas que hoy mismo, más de 80 años después, siguen preocupándonos.

Aunque parezca paradojal, quizás lo mejor de la película esté en el final: ese sorprendente y mágico momento del jadeo (¡sonoro!) después del cansancio baile, con los protagonistas mirando a la cámara y sonriendo. Una vez más, ahí hay más de lo que parece: la película, como los artistas, también puede jadear después de un gran esfuerzo como el de entretener sin palabras (y en blanco y negro) durante una hora y media al espectador más acomodado del siglo XXI; aunque también de satisfacción, por haber recompensado a los cinéfilos más exigentes con un homenaje al cine sincero y moderno, refrescante y mágico. En todo caso, The artist puede estar bien orgullosa, también igual que sus protagonistas, de haber triunfado sin precedentes. Su tarea no ha sido fácil.
Ramon Balcells
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
11 de enero de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué harías si fueras una chica de 17 años que vivese en un pueblo miserable del mid-west de los Estados Unidos, donde reinan el machismo y las drogas, tuvieras que cuidar de tus dos hermanos pequeños (de 12 y 6 años) y de tu madre con alzheimer, y además, te dijeran que si no encuentras a tu padre (quien debe acudir a un juicio por cometer un delito) te desalojarán de tu hogar? Esta es el complicado planteamiento del filme que triunfó en la pasada edición del Festival de Sundance, Winter’s bone. Quizás pueda parecer un inicio algo tremendista, pero lo cierto es que la trama de desenvuelve de una forma sorprendentemente ágil, consiguiendo la atención del espectador provocándole una tensión acumulada en su cuerpo. Además, la soberbia interpretación de Jennifer Lawerence, que transmite complicidad y credibilidad en todo momento, no hace más que acentuar la autenticidad y la fuerza del relato.

Pero sin duda, lo que para mi es el gran logro de este filme es su falta de pretensiones, que llega incluso a conseguir hablar mucho más de lo que en un principio parece pretender: de una historia no demasiado complicada surgen diversas reflexiones internas como la autosuperación de los jóvenes, la impotencia de las mujeres en estos pueblos llenos de miseria y, sobretodo, la injusticia de las desigualdades en los paises desarrollados.

Cabría olvidarnos de la etiqueta de “el filme independiente del año”, pues más allá que tenga un presupesto bajo, el hecho es que es rotundamente un filme muy sólido, inteligente e incluso, muy entretenido.
Ramon Balcells
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
11 de enero de 2012
Sé el primero en valorar esta crítica
A diferencia de varios largometrajes que también han salido de la ESCAC, como Tres días con la familia, Lo mejor de mí o Blog, Eva pertenece a esa clase de debuts que pretenden que nadie aprecie que lo son. Igual que El orfanato, combina de una forma muy hollywoodiense una serie de elementos claves con tal de llegar a ser una producción “perfecta”: una técnica impecable, un reparto conocido y una historia con un alto grado de nivel emocional. Y, en gran medida, consigue deslumbrar. Aunque un servidor echa en falta esa pizca de frescura –o imperfección de principiante- que todos los primeros films mencionados no se molestaban en dejar ver. Sin embargo, eso tampoco lo pretende.

El debutante realizador consigue armonizar de forma asombrosa una elaboradísima post-producción con la historia principal, sin caer en ningún momento en el exhibicionismo técnico. Y pese a no pretender ser intimista, llega también a emocionar al espectador en varios momentos. Estas no son tareas fáciles -y menos, si se trata de un primer largometraje de gran presupuesto-, por lo que cabe agradecer a Kike Maíllo su ambición, inteligencia y generosidad hacia el espectador.

En un futuro de aire retro con robots, Eva nos habla de temas universales sin quedarse en lo superficial: desde el amor como fuerza irracional que lo barre todo, hasta una reflexión sobre lo que los humanos, con la tecnología más avanzada en nuestras manos, podemos cambiar. Y parte de ese ambiente setentero viene a decirnos que, por mucho que las cosas avancen a nivel científico, los humanos seguiremos sintiendo lo mismo.

Esta no es una película que se quede en lo correcto, aunque tampoco llega a ser brillante. No es fácil de digerir, y es original, pero nunca rompe las normas de lo clásico. Evidentemente, le faltan los dotes maestros de alguien con experiencia, pero como debut que es y trata de no parecerlo, no puede ser menos ambicioso y, por consiguiente, más logrado.
Ramon Balcells
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
11 de enero de 2012
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde Munich (Spielberg, 2005) que no presenciábamos una película de espías tan absorbente e inteligente como El topo. Se le nota su condición de adaptación novelesca. Y mucho. Pero eso no le impide tener una personalidad propia. Es más: aprovecha la ventaja de contar con una historia compleja y profunda, y la lleva a su terreno, sin desviarse pero nunca sometiéndose por completo. El estilo de Tomas Alfredson, además de un laborioso guión y unas soberbias interpretaciones, es lo que acaba por dotar a este film de una identidad propia, como ya lo hizo Meirelles con El jardinero fiel, también de Le Carré.
Igual que esa obra maestra “de vampiros” que el mismo cineasta sueco nos brindó hace ya tres años llamada Déjame entrar, la película en cuestión plantea un género clásico como el de espías para ir más allá: aquí no hay pizca de acción, y aunque la trama es compleja y laberíntica, se acaban abordando temas mucho más complejos que los habituales en este tipo de proyectos. Y es que en tiempos de “misiones imposibles”, se aprecian filmes que, dentro de los parámetros del género, brillen por la inteligencia y contengan una trabajada vertiente psicológica.
Lógicamente, si el espectador no ha leído la novela en la que se basa, como un servidor, es prácticamente imposible ligar todos los cabos narrativos que van surgiendo a medida que avanza la película: muchos detalles del guión se pierden o pasan desapercibidos, pese a estar éste asombrosamente planteado y elaborado; pero si hay algo que es imposible no palpar es su profundidad psicológica. Hay muchos personajes, pero aun y así, y pese a la contención de todos ellos, sus personalidades están dibujadas de una forma extraordinaria, además de interpretadas por un reparto “british” en estado de gracia. Destacar, por encima de todo, la impresionante creación de Gary Oldman como el protagonista George Smiley, un hombre con el que pese a ser sentimentalmente hermético y solitario, el espectador consigue llegar a empatizar o, si más no, a conectar.
De forma también meritoria, Alfredson contextualiza la historia en una atmosfera asfixiante y fría, que transmite en cada situación concreta lo que ésta le pide –véase el habilidoso juego de las sombras en los interiores-. Técnicamente es impecable y coherente, pero si hay algo asombroso en este filme es la puesta en escena: con ecos de los 70 y siempre transmitiendo de la forma más adecuada las emociones y sensaciones que se desprenden de la historia, el realizador logra mantenernos en una tensión constante y, como ya hizo en su anterior creación, apuesta por la difícil vía de la sugestión.
Los amantes del cine de espionaje (de verdad) disfrutarán con El topo más que nadie. Pero a su vez lo harán los cinéfilos, y aquellos espectadores que quieran ser tratados con inteligencia y estén dispuestos a dejarse seducir durante dos horas por una magnífica y meditada película sobre la traición, la amistad, la soledad y, también, sobre espías.
Ramon Balcells
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 3 4 5 6 7 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow