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España España · Barcelona
Críticas de rober
Críticas 705
Críticas ordenadas por utilidad
3
8 de enero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bonitos paisajes, apetitosos planos de ricos platos… Pero nada más. La película parte de una premisa argumental fallida por su inverosimilitud. Es increíble que un restaurante de estrella Michelín pueda temer por la apertura en la misma localidad de un restaurante oriental. Y al revés. Si el restaurante de lujo era el único de la localidad, la ampliación de la oferta sólo puede suponer un beneficio para ambos. “Un viaje de diez metros” relata una bienintencionada y empalagosísima trama de convivencia étnica y social. Los guapos con los guapos, los buenos con los buenos, los malos… Toda la historia y la evolución de los personajes rezuman un aire de cuento infantil, en el peor sentido del término (porque ésta es una película supuestamente dirigida al público adulto). Cuando en una de las primeras escenas vemos que la joven protagonista acude al mercado para hacer la compra de todo un restaurante, con una simple cestita bajo el brazo, en plan Caperucita Roja, me ha entrado sonrojo y ganas de salir del cine. Película previsible y más bien ñoña. Y con poca gracia. A pesar de que en este film participan muchos profesionales y artistas de talento reconocido (empezando por el director), el conjunto parece de telefilm de poca monta. A quienes tengan pocas pretensiones, les servirá para pasar el rato. Y ni eso.
rober
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8
4 de enero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No estamos acostumbrados a ver a Scorsese en un registro tan delicado, y sin embargo “La edad de la inocencia” no desentona dentro de su filmografía. Formalmente, la película es reposada, con una voz en off que acompaña los acompasados y dulces movimientos de cámara. Acompañan a todo el conjunto una ambientación perfecta, una fotografía espléndida y un ritmo pausado. Eso sí, cabe reprochar el uso de determinados recursos formales que a día de hoy resultan desfasados: ralentización de cámara, súbitos juegos de iluminación, etc. Para mí, es el verdadero inconveniente de una película que, de otro modo, desprendería mucha más magia. El argumento se centra en una historia de amor imposible, con la típica estructura de un triángulo amoroso en cuyos vértices vemos tres personajes claramente definidos y extraordinariamente encarnados por unos actores en estado de gracia. Daniel Day-Lewis, Michelle Pfeiffer y Winona Ryder hacen una demostración de contención y veracidad en cada momento en que aparecen en pantalla.

Y, tras esta elegante puesta en escena, Scorsese nos ofrece una durísima crítica social, más audaz y actual de lo que puede parecer. El Nueva York de la segunda mitad del siglo XIX se revela como un submundo marcado por leyes no escritas, por códigos severísimos que nadie puede quebrantar, porque las consecuencias serían peores que cualquier sanción impuesta por un tribunal. Lo que marca el protocolo es más importante que la propia ley. Scorsese hace una cruel y tristísima disección de la naturaleza humana: el hombre es un ser social que asume vivir ahogado por unas reglas que no obedecen a ningún criterio racional, que nacen de la sociedad misma. El lujo y el reconocimiento social se convierten, cuando se consiguen, en un pesado lastre. Con todo ello, el mensaje final es demoledor: no hay nada más humano que la hipocresía misma.
rober
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6
30 de noviembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es obvio que no es la mejor película de Berlanga, pero tampoco creo que merezca las furibundas críticas de las que ha sido objeto. Es un film irregular y caótico, con buenos momentos y con otros no tanto... La chabacanería y el humor de brocha gorda son un lastre demasiado pesado para una obra tan ambiciosa. El protagonista del film, con un Piccoli entregado, será siempre un alter-ego del propio Berlanga, y las menudencias de un pueblo como Calabuch encarnarán todo un mundo de opereta que siempre rechazamos, y del que no podemos huir. Berlanga continúa igual de mordaz que siempre al criticar esta España de charanga y pandereta, de moros y cristianos, de guardias civiles rancios y de anarquistas en pelotas que se van de crucero. Bajo la gruesa capa de caspa hay mucha mala leche, acidez y absurdo existencial. Todo es disparatado en la puesta en escena, incluido el desenlace, pero el mensaje sigue siendo de una extraordinaria coherencia y lucidez. Lo dicho, no es una obra maestra, pero sí es un digno testimonio de un libertario único, siempre en busca de la revolución pendiente, siempre cansado de escapar.
rober
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La sal de la Tierra
Documental
Francia2014
8,1
9.879
Documental, Intervenciones de: Sebastião Salgado
8
30 de noviembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La sal de la tierra” es un documental sobre el fotógrafo Sebastiao Salgado, pero no existe un estudio profundo y sosegado de su obra. El enfoque y el propósito son otros. A pesar de que durante todo el metraje se relata su periplo personal y profesional, e incluso él mismo aparece con su voz en off para ilustrar y enfatizar las ya de por sí impactantes imágenes, a mi entender el gran fotógrafo brasileño no es más que un gran “MacGuffin”. Mucha gente saldrá de las salas interesado en conocer más de la obra de Salgado, pero es evidente que “La sal de la tierra” es un documental dirigido a conmover y concienciar al espectador. Y, a mi entender, cumple el objetivo con creces. Las imágenes del film tienen una belleza horriblemente monstruosa, y una fuerza que muy pocos artistas son capaces de transmitir.

En lo formal, Wenders no arriesga. El formato es convencional, casi televisivo. Y es que el mensaje del documental deriva del ejercicio de exprimir todo el jugo a unas imágenes sencillamente sobrecogedoras. La obra de Salgado es colosal, inteligente y abrumadora. Por eso, Wenders va más allá del retrato hagiográfico, incluso del estudio antropológico y etnográfico que resulta de la obra de Salgado, y apuesta decididamente por un mensaje de denuncia contra la injusticia de las civilizaciones humanas, y de reivindicación ecologista. Lo destacable del documental es que Wenders “utiliza” a Salgado para ofrecer el mensaje que él mismo desea transmitir, acentuando aquellos aspectos que más le interesan y omitiendo otros que serían importantes si el propósito fuese hacer solamente un documental sobre su vida y obra. Y, del mismo modo, supongo que Salgado se deja “utilizar”, ya que el documental le sirve de altavoz perfecto.

Por eso, me quedo con otra idea que este documental propone: el compromiso del artista con el mundo que le rodea, con su propia obra y con el público al que va dirigida. Con su cámara, Salgado capta momentos que permanecerán durante mucho tiempo en nuestra memoria, y mediante ese conjunto de imágenes fijas pone su granito de arena para intentar transformar una sociedad enferma. Y, a su vez, Wenders parte de ese mismo reto al plantear esta película y hacer suyo el mensaje. “La sal de la tierra” es un documental sobre un ejercicio de documentación. El compromiso sobre el compromiso.

Uno no sabe si es Wenders o Salgado quien nos intenta decir algo, o ambos. No creo que eso importe. Más allá de los aspectos puramente estéticos, el público sale del cine conmocionado. Así que “La sal de la tierra” termina siendo una obra a reivindicar.
rober
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7
15 de noviembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Christopher Nolan da una vuelta de tuerca más en su carrera. El argumento constituye una nueva propuesta seudocientífica imaginativa y estimulante, incluso más que la ya retorcida “Origen”, pero esta vez el producto está claramente orientado a reventar taquillas. Y quizá aquí estriban las virtudes y los inconvenientes de esta película. Tras haber visto el film en el primer fin de semana tras su estreno, me he podido dar cuenta de que esta película ha cogido a contrapié a muchos espectadores mal informados. En la sala había bastantes niños que no han sido capaces de entender la película y para los que 169 minutos deben ser como una eternidad y media.

La historia está muy bien contada. La cuestión científica está perfectamente integrada en una narración trufada de momentos intimistas. Es más, como en toda gran película de ciencia-ficción que pretenda cautivar al público, las teorías astrofísicas y filosóficas están expuestas de tal modo que el gran público puede seguir en todo momento la narración, sin perderse, pero sin tener nunca la certeza de tener todos los cabos atados sobre lo que se está contando. Puede que el espectador no entienda todo al milímetro, pero nunca desconecta y siempre se mantiene alerta. Nolan es un verdadero maestro de ese juego, y ello tiene un mérito incuestionable. Agujeros negros, gravedad, órbitas, relatividad… Y todo ello con unos efectos visuales y sonoros propios del gran Hollywood. En fin, todo calculado al milímetro: sentimental pero no lacrimógena, espectacular sin llegar a empalagar, fantástica sin desconectar de nuestra propia realidad… En fin, esta vez Nolan ha combinado en su coctelera particular todos los ingredientes propios del blockbuster, de manera perfectamente calculada, y ha salido airoso del empeño.

“Interstellar” me ha entretenido y me ha hecho reflexionar, lo cual ya merece un notable. Pero también he de decir que no me ha emocionado, y que seguramente se podría haber contado lo mismo sin necesidad de ocupar casi tres horas. Hay un punto pretencioso y extravagante en esta obra que me impide considerarla la obra maestra que muchos han visto en ella. Por momentos abruma. Yo ya me pierdo con tres dimensiones, como para que me hablen de una quinta. Con todo el respeto para todo el mundo, decir que esto es el nuevo “2001” significa no valorar a Kubrick como explorador del lenguaje cinematográfico; y para mensaje ecologista del tercer milenio, casi me quedo con “WALL•E”. El desenlace me ha dejado bastante frío, incluso diría que es incoherente por su romanticismo metido con calzador.

En suma, un buen producto muy bien hecho para pasar el rato, digno de respeto y hasta de admiración. Me encantaría ser tan imaginativo como Nolan. Pero, varios años después, me sigo quedando con “Memento”.
rober
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