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España España · Barcelona
Críticas de manulynk
Críticas 1.155
Críticas ordenadas por utilidad
9
9 de junio de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia empieza siendo contada por Ace (Robert De Niro), un judio, con tan buenas conexiones con la mafia que se le encarga dirigir uno de sus casinos en Las Vegas. Sin embargo, a medida que avanza el film, aparece otro narrador, Nicky Santoro (Joe Pesci) que aportará y complementará con su propio punto de vista lo contado por Ace. Desde el principio, queda claro que se trata de un relato de añoranza por una época y unos tiempos que se han perdido, una elegía cantada desde una posición del tiempo actual del film en la que dichos tiempos han cambiado, y para peor. Un mundo pasado, que entre Ace y Nicky retratan con la precisión de un cirujando, explicándonos con todo lujo de detalles, la forma en que funcionaba el Casino, mientras la cámara de Scorsese se mueve sin descanso por todo lo largo y ancho del Casino regentado por Ace (estupenda la secuencia en que el director nos muestra el recorrido del dinero desde la entrada del casino, en los bosillos de los jugadores, hasta su salida en sacos en dirección a las arcas de la mafia).

Tras ponernos en antecedentes, con un primer tramo que pese a su preciosismo visual tiene más de documental que de ficción dramática, Scorsese entra en matería con la historia personal de Ace, como hilo conductor principal, y sus relaciones con Nicky Santoro, Ginger (Sharon Stone) una prostituta del Casino que acabará convirtiéndose en la mujer de Ace, y Lester (James Woods) el chulo de ésta. La historia personal de estos diferentes personajes relacionados entre sí, corre en paralelo a la del Casino, como queriendo decir que todo se sustentaba bajo un dudoso equilibrio de relaciones personales y códigos propios, y que en el momento en que éstos se rompen, todo se viene abajo. Si en "Uno de los nuestros" había un cierto tono nostálgico por el deseo de ser gangster, en "Casino", lo que hay en realidad es una nostalgia en general por las formas de hacer del mundo del hampa, visto desde una perspectiva de admiración.

Con un reparto bastante parecido al de "Uno de los nuestros", Scorsese vuelve a arrancar unas soberbias interpretaciones, (incluso de Sharon Stone está estupenda), con un De Niro capaz de hacerse con todo personaje que se le ponga delante, y un Joe Pesci que nació para interpetar a gangster psicópatas. En general se trata de un film mucho más contenido y sosegado que el anterior, pese a que tampoco está exento de violencia, ésta está algo más contenida, y con una mayor carga de melancolía. Da la sensación de ser más completo y redondo en términos generales. El anterior era una vivencia personal, mientras que en este hay una voluntad de ofrecer una visión más amplia. Y es precisamente cuando se va al plano general, al casi documental donde más brilla el film. Quizás sea retratando al mundo de los hampones, donde el estilo a veces un poco recargado y efectista de Scorsese encuentra su mejor expresión, puesto que responde precisamente al estilo de este mismo grupo que retrata en sus películas.
manulynk
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7
6 de junio de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya desde el principio queda claro el tono marcadamente cómico-irónico presentándonos a dos personajes bien dispares: H. I. McDunnough (Nicholas Cage) ex-presidiario y Edwyna (Holly Hunter) ex-policia, un matrimonio que en su desesperación por tener un niño deciden robar el hijo de un personaje acomodado, Nathan Arizona (John Goodman), con la excusa que al tener quintillizos, no iba a echar de menos a uno. Con este planteamiento de entrada, es complicado pensar que vamos a ver una película seria, y el desarrollo de los acontecimientos, a cual más absurdo, no hacen sino confirmarlo. Carreras, persecuciones, peleas, palizas, extraños cazarrecompensas (Randall "Tex" Cobb un gran hallazgo dentro de la galería de peculiares malvados de los Coen), tiros, etc, se mezclan en esta peculiar comedia que fabrican los Coen buscando descaradamente un estilo visual cercano al "cartoon". Todos los personajes que aparecen en el film, están caricaturizados, y en especial el personaje de H. I. McDunnough, quien a veces parece el coyote (cuando le toca recibir) y a veces el correcaminos (cuando tiene que huir).

Quizás sea el film en el que consiguen equilibrar su peculiar irreverencia y sentido del humor a partir de un tema serio, y además sagrado: la familia. El punto de partida del film es el deseo de Edwyna de ser madre, tal obsesión le lleva, pese a su pasado de policia, a incitar a su pareja a quebrantar la ley. Los Coen, se reían de esta forma de una de las bases de la sociedad norteamericana. En manos de los Coen, dicha familia es desestructurada, disfuncional, y vive en una caravana, pero todo eso no tiene importancia, para estar "completos" tienen que tener un hijo, y lo demás es secundario. Y tras este arranque con una base "seria", los Coen se lanzan en un camino cuesta abajo en dirección a lo absurdo, en un viaje no exento de buenos momentos, aunque quizás lastrado por los contínuos excesos de los hermanos que en su afán de satirizar los componentes más sagrados de la sociedad norteamericana acaban totalmente desbocados.

De todos los personajes que aparecen en el film, son casualmente los secundarios los que mejor dan con el tono, sobretodo Holly Hunter, aunque sin desmerecer a John Goodman, Frances McDormand, y al desconocido Sam McMurray que compone un personaje que parece estar escrito para él. Cómo sucede con prácticamente cualquier película firmada por los Coen, el film tiene sus más acérrimos defensores y sus más absolutos detractores. Intentando situarse en una posición equidistante, ambas partes pueden encontrar argumentos tanto a favor como en contra. Pero con eso sólo tendrían la mitad hecha. No es quizás de sus mejores obras, pero si es de las mejores dentro del grupo de "comedias" de su filmografía.
manulynk
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6
2 de junio de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film, dirigido por Gus Van Sant, que trata sobre la vida de Harvey Milk el primer concejal abiertamente gay de los Estados Unidos. En realidad más que hablar de la vida, obra y milagros de Harvey Milk (encarnado por Sean Penn), el film se centra prácticamente en los últimos 8 años de vida de Milk, justo cuando decidió trasladarse a San Francisco, y desde allí empezar su militancia activa en favor de los derechos de los gays y lesbianas, e incluso de otros sectores de la sociedad marginados como el de los jubilados.
El hecho de recoger únicamente la parte más militante de Harvey Milk y su lucha contra una ley que quería limitar los derechos a quienes fueran manifiestamente gays no es casual en absoluto. No es casual que recientemente, se haya presentado una iniciativa por parte de los republicanos encaminada a conseguir una enmienda a la Constitución del estado de California decidida a eliminar el derecho de las parejas del mismo sexo a contraer matrimonio.
En ningún momento el film oculta su vocación claramente panfletaria, y destinado a remover un poco las conciencias sobre que necesario tomar parte activa para defender los derechos en general. Para ello, el director se vale de un estilo en el que se mezcla el documental, el falso documental y la dramatización de algunas escenas, mientras vemos a Harvey Milk como cuenta toda la historia a una grabadora a modo de testamento. Hay una clara voluntad de ensalzar el personaje sobretodo en los aspectos que más le interesan resaltar al director: su activismo en pro de la igualdad de derechos y libertades. Un activismo que llevó hasta sus últimas consecuencias.
La entregada y meritoria interpretación de Sean Penn ayuda mucho a centrar todo el relato en el personaje y sobretodo en su actuación política. Sin olvidarse de otros temas más personales, pero claramente subordinados a lo que es el objetivo esencial del film. A su lado, el resto del reparto cumple una finalidad esencialmente funcional, con buenas actuaciones aunque subordinados al protagonista que es el hilo conductor de todos ellos. Destacar la buena labor de James Franco, Emile Hirsch, Josh Brolin, Diego Luna o Victor Garber que cumplen sobradamente con lo que se les exije de ellos. El realizador trata de revestir esa actitud panfletaria y claramente discursiva, con un estilo personal cercano al docu-drama, y consiguiendo una estética atractiva cercana a lo que nos viene mostrando últimamente. Sin olvidarnos de su excelente recreación del barrio de el Castro de San Francisco.
Servirse del cine para expresar alguna que otra idea política es algo habitual. Gus Van Sant ha integrado de forma inteligente este discurso con un hecho del pasado que tiene un claro paralelismo en el presente, y pese a que en determinados momentos haya una voluntad panfletaria, el hecho de agitar las conciencias en favor a tomar una postura más activa contra la discriminación y la injusticia en términos generales no es algo negativo.
manulynk
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8
15 de mayo de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La propuesta de Luhrmann no parece ir encaminada a resucitar el género, sino más bien a servirse de él para ofrecer un espéctaculo diferente y novedoso. Luhrmann ambienta su film en el París de 1900, un París que, como vemos desde el principio del mismo, es totalmente irreal, algo que el realizador no se esfuerza nada en desmentir, colocando deliveradamente un escenario de cartón-piedra para reforzar la impresión en el espectador que vamos a entrar en un territorio irreal, de fantasía. Pero para ello se sirve del París de principios del siglo XX, tomando como excusa los impresionistas retratos de Toulouse-Lautrec (al cual también le hace aparecer en el film interpretado por John Leguizamo), Luhrmann intenta entrar dentro de tan coloridos retratos recreando un Moulin Rouge totalmente irreal, con una puesta en escena y una coreografia delirante, dinámica y muy colorista, y con un aspecto anacrónicamente moderno (ya que parece aplicar movimientos actuales a una historia teoricamente ambientada varias décadas atrás), que no por ello deja de ser atrevida, y con una banda sonora en la que podemos reconocer versiones orquestadas de famosos temas de nuestro tiempo, con lo que el realizador termina por romper definitivamente el teórico clasicismo de lo que podría ser una propuesta musical.

En el apartado técnico podemos ver al Luhrmann más rompedor mezclando lo viejo con lo nuevo sin ningún complejo, y es aquí, en su estilo visual donde, sin lugar a dudas, encontramos los mejores hallazgos del film. La historia bajo la que se sustenta semejante despliegue visual de medios es otra cosa. En este apartado el autor tira de convencionalismos al retratar una historia de amor imposible-amor sin barreras, entre la principal estrella del Moulin Rouge, Satine (Nicole Kidman), y Christian (Ewan McGregor), un joven escritor que se traslada a París en busca de inspiración (y a fé que la consigue), cuyo amor por ella, sumado a su ingenuidad podría trastocar los planes del alcahuete Zidler (estupenda caracterización de Jim Broadbent) que pretende salvar su local vendiendo a Satine a un acaudalado duque (Richard Roxburgh) al que inevitablemente le toca ser el “malo de la película”.

Si bien hay que reconocer que es un film cuyo contenido está más que manido y resabido, no por ello hay que dejar de admirar la valentía y el atrevimiento de presentar una propuesta conscientemente transgresora y diferente, técnicamente perfecta, tanto en lo que a la cuestión visual y estética se refiere así como a la resolución de las diversas coreografías que salpican el film, junto con la novedosa forma de presentarnos canciones sobradamente conocidas de forma diferente. Gracias a hacernos más ameno todo esto, se le puede disculpar que el apartado dramático y narrativo sea más convencional y menos cuidado, y por ello bastante previsible. Pero es que no se puede tener todo.
manulynk
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8
15 de mayo de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director alemán Florian Henckel-Donnersmarck, en su primer film, aborda el tema del regimen comunista en general y el de su aparato represor (la temida Stasi) en particular desde una perspectiva neutra, sin ánimo de revanchismo histórico. A través de una de las piezas del sistema, el capitán Gerd Wiesler (impresionante interpretación por parte de Ulrich Mühe), un fiel perro de presa de la Stasi, especialista en arrancar confesiones, que recibe el encargo de investigar a la pareja formada por el artista, Georg Dreyman (Sebastian Koch) y su compañera Martina Gedeck (Christina-Maria Sieland), en busca de alguna actividad sospechosa. Tarea que Wiesler acomete con la habitual frialdad y eficiencia con que ha realizado todos los encargos hasta la fecha.

Sin embargo, en este ejercicio de "vouyerismo" (que el director convierte en doble, ya que las primeras secuencias consisten en la observación de la rutinaria vida del oficial) en la que oculto en una habitación oscura penetra (y consecuentemente, viola) la intimidad de la pareja, Weisler irá cambiando. El témpano de sus convicciones se irá derritiendo a medida que se vaya adentrando más y más en la vida e intimidades de la pareja. Con una puesta en escena sobria en la que predominan los grises, reforzados por unos exteriores frios, grises y solitarios, acompañado de una mirada fria y distante que intenta ser neutra, el director nos ofrece un film en el que sin eludir temas conflictivos y polémicos de la reciente historia de su país. Pero lo hace de forma delicada, sin cargar las tintas.

Presentando a uno de los más temidos elementos del régimen comunista, como una persona, que ve, que siente, que escucha, y por lo tanto que reflexiona y tiene sus propias opiniones, al igual que las personas a las que escucha. Pese a que está clara la postura del director (en este sentido la presencia de ciertos superiores de Weisler, subrayan de forma sutil la mirada crítica del director que también acaba siendo la de Weisler), éste intenta mirarse a sus personajes a distancia, pero tampoco demasiada, ya que el principal atractivo del film es precisamente el tono intimista en que nos cuenta los hechos, de forma pausada, acompañado de una excelente banda sonora que sabe acompañar a esa mirada sobria y serena que pretende dar su realizador.

Otro gran mérito del film es evitar que la película derive hacia la denuncia política, centrando el foco en simples personas humanas y hablándonos de sus sentimientos más íntimos en los que las convicciones ideológicas no ocupan un papel destacado. Durante más de dos horas Florian Henckel-Donnersmarck, nos lleva de viaje a un pasado reciente, y sin ningún ánimo revanchista, nos muestra el lento proceso de toma de conciencia de una persona perteneciente a un régimen restrictivo, sirviéndose de él casi como una sutil metáfora del fin de un régimen represivo, y al que se intenta ofrecer un mensaje de superación, de curar ciertas heridas, por más que duelan.
manulynk
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