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España España · Somewhere Far Beyond
Críticas de Richy
Críticas 1.335
Críticas ordenadas por utilidad
7
27 de enero de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable propuesta alemana que conjuga la “heroic fantasy” con la ciencia-ficción.

En un futuro en el que la Humanidad ha conseguido llegar a otros planetas, se descubre uno en el que sus habitantes son totalmente humanos y viven en una especie de época cuasi medieval. Uno de los miembros de la tripulación se infiltra en esa sociedad para estudiarlos aparentando ser un noble caballero, Rumata (Edward Zentara), pero la condición de no intervención resultará muy complicada de mantener…

Aunque más de uno recuerde un planteamient oparecido en la serie "Caballo de Troya" de J.J. Benítez, en realidad Fleischmann elabora un relato en el que se cuestiona la evolución de la Humanidad: la civilización va hacia una sociedad en la que la búsqueda de la perfección y la paz mundial conlleva pagar el precio de la falta absoluta de empatía. Es un tema que ya se ha tocado alguna vez en ciencia-ficción, una previsión del futuro que supone una imagen pesimista de la propia naturaleza humana, la cual es incapaz de avanzar hacia un estado permanente de paz si no es anulando cualquier tipo de emoción: odio, amor, pasión, etc., precisamente las cosas que nos hacen humanos.

Aparte del mensaje distópico, el filme de Fleishcmann es preeminentemente una aventura de capa y espada, en la que el personaje es un experto en el manejo de las espadas y convive con la cultura de ese nuevo mundo, de forma que se adapta a él como un forastero de noble linaje que viene de tierras lejanas. Rumata verá también señales de avances que son la sombra de inventos muy importantes en su mundo, pero sucumbirán ante el salvajismo y la violencia. En realidad, Rumata es testigo de la crueldad y los éxitos que conformaron la historia de su propio mundo.

La película no es visualmente muy impactante, pues su escenografía no pasa de un par de decorados futuristas y dos o tres preduscos bien colocados en medio del desierto para simular un poblado. En cuanto a efectos especiales, son escasos y por debajo de la media de lo que ya se podía hacer en 1990. Sus puntos fuertes, por tanto, no están en lo estético sino en lo formal: el guion puede parecer a ratos algo desmadejado, pero su planteamiento resulta muy interesante y sus repercusiones finales dejan al espectador con buenos argumentos para pensar en el mensaje principal del filme. Conviene destacar también tanto la correcta actuación de Edward Zentara, muy por encima de la media del resto del reparto, y una banda sonora acertada con algún que otro corte ochentero.

A tener muy en cuenta.
Richy
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6
21 de enero de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adrenalínica película de acción, con héroe a la vieja usanza, a la que no se le puede pedir nada más que lo que se espera de ella.

Para ver (y disfrutar) de “Shoot’Em Up” hay que ser muy permisibles, estar dispuesto a perdonar fantasmadas y desconectar del sentido común. Michael Davis sólo busca la exageración, el rizar el rizo del cine de acción, aprovechando todos sus clichés y exprimiéndolos hasta la última gota. Su película es todo un espectáculo de ritmo, de disparos, de bravatas y, aspecto muy importante en una cinta así, de humor.

Sin menospreciar a Chuck Norris, Steven Seagal o Jason Statham, Clive Owen da el pego perfectamente como tipo duro, acompañado de una siempre exuberante Monica Bellucci mostrando nuevamente sus “grandes dotes interpretativas”. Se hace evidente que la cinta va destinada a un público preeminentemente masculino, ya que el derroche visual que desprende sólo se iguala con sus niveles de testosterona, los cuales tienen dos consecuencias directas: la escasa inteligencia de los personajes (la Bellucci incluida) y la liberación de tensiones con el gatillo fácil.

No esperemos ver una gran historia, unos personajes profundos o unas conversaciones magistrales. Tan sólo hay que sentarse, disfrutar del espectáculo pirotécnico y videoclipero que ofrece Michael Davis, y reírse con las fantasmadas y las frases lapidarias de Clive Owen o con la mala leche que intenta dar a su personaje Paul Giamatti. Encima, dura lo que tiene que durar, para no saturar demasiado al respetable con una cinta con tanta energía que se consume rápidamente así misma.

Dentro de lo que cabe en el género de este tipo, siempre preferiré “Shoot’Em Up” antes que cualquier fantochada de Steven Seagal. Muy entretenida.
Richy
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5
11 de diciembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1990 Paul Verhoeven realizaría una de las películas de ciencia-ficción más elaboradas y entretenidas de la historia del cine. “Desafío total” lo tenía todo: Arnold Schwarzenegger en su mejor momento, un guion con pedigrí, unos efectos especiales apabullantes, etc.22 años después, Len Wiseman se atrevió a realizar uno de los remakes más innecesarios de la historia del cine.

Para empezar, Wiseman ha intentado dar un enfoque distinto a la versión del holandés: mientras que en 1990 Quaid (Colin Farrell) vivía sus peripecias de agente secreto en Marte, en esta ocasión todo se queda en la Tierra, en un planeta de regímenes totalitarios, dividido y conectado por medio de una mastodóntica obra de ingeniería: un túnel que cruza el núcleo del planeta para trasladar a los obreros desde las islas británicas hasta Australia sin tener que dar la vuelta al globo. Quaid decide probar la implantación de recuerdos de la empresa Memory Call, y a partir de ahí deberá escapar de la que hasta entonces era su esposa (Kate Beckinsale) y contactar con el líder de la resistencia (Bill Nighy).

La nueva “Desafío total” viene en plena era del cine digital, de la imaginería CGI y del 3-D para mayor gloria de las grandes superproducciones de efectos especiales. El filme de Wiseman podría superar en este sentido al de Verhoeven, pero ni siquiera en este aspecto, a pesar de ser técnicamente superior, consigue igualar a la obra original, probablemente debido a la saturación de películas con efectos semejantes.

Tampoco resulta especialmente alentador el hecho de que el filme se desarrolle a trompicones, ofreciendo un escaso nivel de interés por la trama y dando en todo momento la incómoda sensación de dejá vu que ya se hace tan típica en este tipo de películas. El “Desafío total” de Wiseman era, en verdad, todo un desafío, del que no ha podido responder con suficiente solvencia.

A lo tonto, al final sí que nos podemos quedar con un par de cosas: la siempre agradable de ver Kate Beckinsale, ya conocida de Wiseman en “Underworld” (2003), y lo entretenida que es la cinta como película de acción, única y exclusivamente.

A veces hay cosas que es mejor no tocar, y películas que es mejor dejar en su sitio.
Richy
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8
11 de diciembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra emblemática de Barry Levinson y una de las mejores películas de los ochenta, especialmente recordada por la inolvidable interpretación de Dustin Hoffman.

“Rain Man” es la historia de Charlie Babbitt (Tom Cruise), un tipo creído y egoísta que se entera de que tiene un hermano autista, Raymond (Dustin Hoffman), al que su padre le ha dado toda su fortuna en herencia. Charlie decide ir a conocer a su hermano, que vive en un centro especial, y se lo lleva para reclamar su parte de la herencia, pero por el camino ira conociéndole y se replanteará su codicioso objetivo.

A pesar de que la historia de “Rain Man” podría encajar perfectamente en cualquier telefilme de sobremesa, Levinson logra hacer de lo simple todo un ejercicio narrativo de estilo y de ritmo. El filme cuenta un drama que no es lacrimógeno pero que invita a la compasión, sobre todo por la gran interpretación de Dustin Hoffman: su Raymond autista es realmente bueno, sus gestos, sus movimientos, sus comportamientos, son realmente creíbles y ayudan muy mucho a prestar no sólo la fuerza dramática requerida, sino también escenas de humor necesario para no hacer de la cinta un insufrible discurso de ñoñería inútil que haría un flaco favor al colectivo de esos discapacitados mentales.

Cruise, en un papel correcto, encarna a un tipo egoísta, un yuppie autosuficiente despegado de la familia hasta el punto de que su propio padre prácticamente lo deshereda. Es importante el contraste que Levinson hace aquí entre un hermano y otro: mientras que uno busca el lucro de forma sistemática (negocios, herencia y casino), el otro considera el dinero menos importante que estar en la cama a las once o ponerse sólo calzoncillos que sean de K-Mart. Este desinterés por el dinero que su enfermedad le provoca supone un bálsamo de humildad en el personaje de Cruise, al que se le ve una evolución clara conforme avanza el filme.

Levinson ofrece momentos y escenas para el recuerdo que se han quedado grabados en el imaginario colectivo, como la escena en el aeropuerto, la de los palillos, el baile en el hotel, y los planos en los que Cruise y Hoffman caminan juntos acompañados por la magnífica partitura de Hans Zimmer, también inolvidable.

“Rain Man” es, por tanto, un filme clave en las filmografías de todos sus responsables: Levinson, Cruise y, sobre todo, Hoffman, además de ser una de las películas más aplaudidas por crítica y público, un maridaje que pocas veces se ve en el cine de gran formato. Inolvidable.
Richy
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7
2 de diciembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gus Van Sant, director esteta y siempre dispuesto a la experimentación, dirige una cinta de lo más convencional de su filmografía para adaptar un guion escrito por Matt Damon y Ben Affleck.

“El indomable Will Hunting” trata de un joven, Will (Matt Damon), que trabaja fregando suelos en el MIT mientras que en sus ratos libres resuelve complejos problemas matemáticos. Un profesor (Stellan Skarsgârd) se da cuenta de sus facultades e intenta convencerlo para que ingrese en Harvard. Pero Will tiene una personalidad muy revolucionara y rebelde que lo predispone a meterse en líos, lo que le dificulta sobremanera para sentar la cabeza y decidirse a dar el paso o no. Para ello, después de que muchos psicólogos tirasen la toalla ante la conducta “indomable” de Will, se presentará uno, Sean Maguire (Robin Williams), cuyos métodos serán más efectivos.

Cuando el filme lleva apenas unos quince minutos de metraje, se hace evidente que su gran baza es el guion. La historia en sí no es nada del otro mundo, resulta altamente previsible y no contiene nada original, pero la forma en la que está narrada y, sobre todo, sus bien construidos diálogos, son el mejor ejemplo de cómo escribir un guion bueno con una base simple. La fuerza del discurso reside en la relación entre Will y Sean, en los mensajes y las reflexiones personales, los ejemplos vitales de los dos personajes y las anécdotas. Ambos se necesitan aunque uno de ellos no es consciente al principio, pero verá que las cosas no son todo blanco o todo negro. En realidad, estamos ante el desarrollo de una mente intelectualmente brillante pero afectivamente pobre en su viaje hacia el equilibrio.

La cinta se desarrolla generalmente a buen ritmo aunque a ratos decaiga un tanto, a pesar de sus dos horas de diálogos y conversaciones trascendentales, gracias principalmente a las buenas interpretaciones de casi todo el elenco. Tanto Robin Williams como Matt Damon están magistrales, además de Ben Affleck aunque en menor medida. También Minnie Driver pone su grano de arena dramático en un papel muy importante en el devenir del personaje de Damon, sentando un antes y un después en su concepción egoísta del mundo y su apatía general por el género humano.

Gus Van Sant realiza así su cinta más estéticamente “normal” y quizás de las más aplaudidas, si no la que más, de toda su estrambótica filmografía. Será porque el motivo, y sin quitarle méritos a su reconocido talento, reside en que ha dirigido su película con una base de oro. Muy buena.
Richy
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