La peli anterior de Donen, “Charada”, era una comedia de romance y aventuras con ciertos toques de suspense y unos protagonistas bellos y carismáticos a partes iguales. En cambio “Arabesco” es una comedia de romance y aventuras con ciertos toques de suspense y unos protagonistas bellos y carismáticos a partes iguales. Pero, aún así, no es lo mismo. Es bastante peor. Aquí Donen pincha.

Por momentos recuerda a las fiestas de moros y cristianos, con tanto actor disfrazado de árabe en plan cutre.

Gregorio y Sofía son muy guapos, qué digo guapos, son guapísimos, los dos. Él es un cerebrito y ella una enreda, y claro, se meten en líos. Hay gente que les persigue, así que tienen que huir, correr, saltar, cabalgar, dar volteretas, pelear, y eludir todo tipo de peligros. Y, además, lógicamente, se gustan.

Una tremenda y entretenida sandez.

Eso es lo único para lo que tuvo buen ojo la Hunt: “Tengo que hacer todo lo posible para que el marido parezca idiota…. ¡Ah!, ¡ya lo tengo!... Contrataré a Matthew Broderick y además, por si no es suficiente con esto, llevará gorrita.”

En todo lo demás, la Hunt se estrella estrepitosamente:

-El guión de la peli es un dolor: Nos cuenta la muy insulsa historia de una mujer que desea con fervor tremebundo ser madre y teme que se le pase el arroz. Este trepidante argumento se sustenta con unos personajes insoportablemente neuróticos y pseudo-imbéciles, aunque no gasten gorrita.

-Como realizadora la tía no tiene ni puta idea de dónde poner la cámara, ni de ninguna otra cosa.

-Como actriz, y esto es ya por criticar, maldad pura y dura, que ya puestos, pues entretiene…como actriz protagonista, la tía no puede salir más fea. Con esa desfavorecedora delgadez, y esos vestiditos, como de batita de señora mayor de pueblo… La personificación de la mujer asexuada. Es por esto que no te quedas embarazada, chata. Con esa pinta que gastas, parece imposible que poseas aparato reproductor ni que hayas oído jamás hablar de sexo. No es necesario ser explosiva ni ir vestida como un putón. No digo eso. Pero sí es necesario, al menos, parecer una mujer viva, y tú no lo pareces. De hecho, da la impresión de que eres el cadáver andante de tu abuela.

Películas como este “Amanecer” de Murnau forman parte de los “deberes” de todo cinéfilo que se precie. Te pones a ver estas cosas con cierto miedito, pensando que verla, la quieres ver, pero en realidad no te apetece… Qué cine tan aburrido, éste mudo de los años 20. Que interpretaciones más ridículas, toda esa gente maquillada como puertas haciendo gestos como si fuesen mimos, o memos. Que metrajes tan excesivos para contar historias tan sencillas, que se podrían finiquitar en poco menos de una hora. Qué latazos hay que tragarse para ser un buen cinéfilo.
Supongo que no seré la única persona en pensar así. Si alguna vez te ha pasado por la cabeza lo del párrafo anterior en relación con “Amanecer”, déjame que te diga una cosa: TE EQUIVOCAS.

Amanecer es sorprendente, interesante, divertida, poética, vanguardista, tierna, dura, cómica, trágica… fascinante.

Triángulos amorosos en el cine hay muchos, pero pocos como este, con esta bondad, tan inocente, tan emotiva y tan de mágicas hechuras y afortunada narrativa.

Resumiendo: que si no la has visto, tienes que verla. VAS A FLIPAR.

Barrio marginal.

Fotografía grisácea.

Hip-hop.

Vías de tren.

Escaleras urbanas.

Uno que se droga.

Uno que se emborracha y vomita.

Gente que se droga y uno que vomita.

Gente que intimida a gente.

Gente que roba.

Gente que pega palizas.

Gente que se grita.

La familia es una ful.

Ese porrito, que rule.

Ánde vas sin oro al cuello.

Es que me conjunta que te cagas con el chándal.

Uno que se droga.

Y el Langui, que salva el tinglao. Podría haber estado todo dispuesto para que diese lástima. Pero no, ni mucho menos. Este chico reivindica la dignidad, la valía de cada persona. Personifica el espíritu de superación. Le tienen todo el rato andando por terruños pedregosos y bajando escaleras. Y él las baja, es lo que hay. Tiene un admirable sentido del humor y, además, resulta ser un actor solvente.

Con una novedosa historia de pandilleros de suburbio, una fotografía tirando a penosilla, una banda sonora tirando a chunguilla, unos actores que da pena verlos (a todos, a excepción de Aitor Merino), y unas cuántas virtudes más, destaca sobre todo el inconmensurable arte del guionista para escribir diálogos. Aquí, los adolescentes pandilleros se expresan tal que:
- Uno pregunta: ¿Vamos?
- Otro responde: Re-que-te-vamos.
Y los dos chocan esos cinco... qué gesto más auténtico del grafitero actual de barriada deprimida.

El mayor mérito del director es su capacidad para que el reparto al completo esté mal, muy mal. Con algunos actores esto no llama la atención, pero con otros ya sí:
- La chavalería es insufrible, pero no creo que esto sea sólo culpa del director.
- Silke está como siempre. Cada vez que suelta una parrafada toma impulso, aspira las palabras y arruga la nariz... es una tía muy rara.
- A Geraldine Chaplin no se le entiende nada... de nada.
- Hasta Paco Rabal, vive Dios, resulta poco creíble.
- Y el prota, Fele Martínez, más soso que la sopita de un enfermo de afección coronaria. No me extraña que su gato esté triste...