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Críticas de Sibila de Delfos
Críticas 4.431
Críticas ordenadas por utilidad
10
2 de septiembre de 2006
12 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues yo le pongo un 10 y me quedo tan ancha. Está claro que no es (por ahora) una de mis películas favoritas, y por supuesto que se han hecho otras mejores, pero es una auténtica gozada. Jamás una producción española había lucido tan espectacular, tan internacional y a la vez tan patria. Refleja perfectamente ese declive del imperio español que se ha obviado en el cine durante tanto tiempo (en favor de mil y una películas sobre la Guerra Civil, por otro lado, casi todas excelentes) y el trabajo técnico es sobresaliente. Pero sin duda lo mejor es el admirable resumen que hace Diaz-Yanes de los cinco libros y su repart, la flor y la nata de nuestro cine con la impagable encarnación del protagonista a cargo de un inmenso Viggo Mortensen. Genial.

Lo mejor: La mayoría de los actores (Enrico Lo Verso, Juan Echanove, Ariadna Gil, Eduard Fernández... Todos excelentes), la espectacularidad de la puesta en escena y el final.
Lo peor: Unax Ugalde, Eduardo Noriega y el pequeño bache de ritmo que se produce hacia la mitad de la película.
Sibila de Delfos
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5
16 de noviembre de 2008
10 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las más grandes injusticias de la Historia de los Goya. ¿Cómo es posible que esta película se llevase ocho premios Goya, y sobretodo el de mejor película, cuando ese año competía Mi vida sin mí, que es una de las obras maestras del cine español de todos los tiempos? Respuesta: Te doy mis ojos trata el tema de los malos tratos, y con éso ya lo tiene todo hecho.
Pues no, señores. Conmigo no. No tengo nada que criticar de la película como denuncia social, porque toda denuncia de tan deleznable crimen es poca, pero aparte de éso la película no tiene ningún interés. Lo más destacable es, desde luego, la interpretación de los actores. Candela Peña, en especial, se sale del mapa y salva la película ella solita. cuando su personaje está en pantalla todo gana mucho.
Una pena que Icíar bollaín no se esforzase un poquito más, porque Flores de otro mundo le había salido redonda.

Lo mejor: Candela Peña, Rosa María Sardá y Dave Mooney.
Lo peor: Que no dice nada que no se sepa ya y que no me emopciona como debería.
Sibila de Delfos
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8
5 de marzo de 2015
7 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Perdiendo el norte es hija de nuestro tiempo, de la crisis económica, del (parece que anunciado) fin del bipartidismo, de la gente indignada por la corrupción, los recortes y el descenso de la calidad de vida que viene sufriendo nuestro país en los últimos años.
En una suerte de actualización de lo mismo que nos contó Carlos Iglesias en 2006 en Un franco, catorce pesetas (porque desgraciadamente ¿acaso no se está repitiendo la historia de la inmigración española en Alemania y otros países del norte de Europa?), Nacho García Velilla nos cuenta la historia de dos amigos, Hugo y Braulio, que dejan atrás familia, novia (en el caso de Hugo), amigos y una existencia miserable condenada al paro pese a su valía intelectual para buscarse la vida en Alemania. Y no se sabe si es porque el tema suena espantosamente familiar, pero el resultado es verdaderamente magnífico. O porque se han hecho muy bien las cosas, que también.
Perdiendo el norte tiene un humor muy español (atención al personaje de Rafa, insufrible al principio y muchísimo más soportable según avanza la trama, que es en quien más se nota que la mano de Velilla estuvo detrás de productos televisivos tan buenos como Siete vidas y otros… no tan buenos, como Aída) y a ratos es también heredera directa de muchas comedias británicas. Y si no me creen, miren secuencias como la de la iglesia o la de toda la pandilla en el coche en el clímax final y digan si no les recuerdan poderosamente a Cuatro bodas y un funeral (M. Newell, 1995) y Notting Hill (R. Michell, 1999), respectivamente. Como comedia es ligera. Tampoco esperen troncharse continuamente porque la cosa no va por ahí. Se trata más bien de arrancar sonrisas, de poner humor a situaciones tan duras como las de la inmigración forzosa o los desahucios (o incluso algún que otro problema médico) y de identificar al público con una de las pandillas de perdedores (pues todos lo son de una forma u otra) más simpáticas que se recuerdan en años en el cine patrio. No va a tener el mismo éxito seguramente, pero en el diseño y desarrollo de los personajes la película es superior a otras comedias recientes como Tres bodas de más o incluso la omnipresente Ocho apellidos vascos. Su mayor punto fuerte es lo bien que encajan todas sus piezas: la reivindicativa, aunque su discurso sea siempre bastante obvio y machacón, la puramente cómica, la de bofetada de realidad en su retrato del “sueño alemán” y la de la historia sobre la amistad entre gente aparentemente dispar. Incluso las subtramas que en principio parecían no tener mucho orden ni concierto, como la del empresario turco, su mujer y sus dificultades para tener hijos, terminan por reconducirse y acoplarse para formar un todo de lo más agradable, que es de lo que se trataba. Además, como historia romántica también funciona perfectamente la película, en parte por la química entre Yon González y Blanca Suárez y en parte porque el guión se marca momentos tan logrados como el paseo por Berlín en Nochebuena de Hugo y Carla o el descubrimiento por parte de Carla de la auténtica situación sentimental de Hugo. De acuerdo, esta parte también está llena de tópicos (chico y chica se conocen, se llevan mal, se van conociendo, se enamoran, hay problemas, etc), pero una vez más el resultado es tan encantador y tan entretenido que termina por no importar su falta de originalidad.
Sobre todo, Perdiendo el norte tiene buenos actores. Muy buenos actores. No pierdan de vista a ese hilarante Younes Bachir (ver cuando descubre cierto secreto de Braulio en un baño) ni a su mujer de ficción Malena Alterio. No se olviden de aplaudir la precisión de Úrsula Corberó como niña de papá y tonta del bote. Julían López borda el papel de pardillo rata de biblioteca con pocas habilidades sociales y amatorias (o no…). Blanca Suárez realiza quizás una de sus mejores actuaciones hasta la fecha en un papel ciertamente simpático y a tono con el encanto general de la película que ella clava a la perfección. José Sacristán sigue siendo uno de los más grandes y aporta grandes momentos de humor. Carmen Machi y Javier Cámara no tienen que esforzarse demasiado, porque sus roles no exigen mucho más que mostrar esa característica personalidad cómica y ese feeling que ambos tienen en comedia, y con eso les basta para arrancar unas cuantas carcajadas. Incluso Miki Esparbé, el más pasado de rosca por exigencias del guión, termina encontrando su hueco dentro de un gran conjunto de intérpretes que empastan a la perfección unos con otros y están entregados en cuerpo y alma a hacer pasar al público un buen rato. Pero es Yon González quien merece los mayores elogios, porque está simple y llanamente perfecto como titubeante galán, como actor cómico y como protagonista llevando el peso de la trama sobre sus hombros. Olvídense de lo que le hayan visto hacer en televisión o de si les convenció o no. Este González no tiene nada que ver con ningún otro que se haya visto previamente y debería reconocerse el enorme esfuerzo que ha hecho en la película y los espléndidos resultados que consigue. Habrá que seguirlo muy de cerca.
No es perfecta. Es posible que le sobren minutos por lo mucho que se extiende en la llegada y aclimatación de los dos amigos a Berlín y sin duda el giro dramático que intenta dar con el personaje de Sacristán no solo no era necesario sino que rompe la armonía del conjunto y paraliza un poco su ritmo cuando mejor se lo está pasando el público, pero no es nada grave. Son pocas cosas y no demasiado importantes. Lo demás es para disfrutarlo y disfrutarlo mucho, además.
En definitiva, una propuesta tierna, divertida, romántica, gamberra a ratos y enormemente simpática. Una muy buena comedia para los tiempos que corren, pero también para el futuro, porque nos recordará lo que fuimos y lo que pasó durante muchos, demasiados años durante la gran crisis económica.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sibila de Delfos
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2
28 de septiembre de 2014
7 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Words and pictures podría ser perfectamente una de las peores películas que se recuerdan.
Parece mentira que dos intérpretes del calibre de Clive Owen y Juliette Binoche s ehayan prestado a aparecer en un proyecto tan anodino, aburrido y... ¿cuál es la palabra? Ah, sí. Tonto. Porque el argumento y la lucha de los dos protagonistas no puede ser más infantil y absurda, con esos diálogos de patio de colegio, indignos de la valía de sus actores, que hacen lo que pueden para arreglar el desaguisado con su talento. No lo consiguen.
Plana e inútil. Ahórrense el tiempo.

Lo mejor: Clive Owen y Juliette Binoche, que hacen lo que pueden.
Lo peor: Todo lo demás.
Sibila de Delfos
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3
30 de junio de 2014
5 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me apuesto algo a que si esta película se hubiese rodado un año después, la protagonista no hubiera sido Jennifer Lawrence.
Dentro de una carrera excelente hasta la fecha, La casa al final de la calle es el punto más negro de la filmografía de la estrella de Los juegos del hambre, algo que seguramente rodó por el dinero que iban a pagarle por ello. La cinta no puede ser más tópica ni más ridícula. No da miedo en ningún momento, ni siquiera inquieta un poco, y es una mezcla entre The Ring (por la niña con los pelos por la cara) y Psicosis, más o menos, donde todo lo hemos visto antes y lo hemos visto mucho mejor. Aun así, la buena de Jennifer hace lo que puede, que es mucho, pero con ese guión tan malo y tan absurdo poco más podía hacerse.
Quiere ser Psicosis para las nuevas generaciones, pero ni Max Thierot es Anthony Perkins ni desde luego Mark Tonderai es Alfred Hitchcock.

Lo mejor: Jennifer Lawrence
Lo peor: Está todo tan visto... resulta tan absurda...
Sibila de Delfos
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