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España España · almeria
Críticas de TOM REGAN
Críticas 5.265
Críticas ordenadas por utilidad
9
9 de agosto de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
256/07(07/08/22) Maravilloso último cortometraje del genial Charles Chaplin, cumple ahora un siglo desde su estreno el 18 de marzo del 1922, donde el icónico artista polifacético londinense escribió, dirigió y protagonizó estos delirantes 25 minutos. Donde enfundada vestimenta del vagabundo da un pequeño giro a su rol clásico, aquí no es (valga la redundancia) un vagabundo, es un trabajador albañil de una obra, y lo vemos un día cualquiera en su labor (con claras reminiscencias a su posterior “Tiempos Modernos” de 1936), aunque con el aliciente de que, de ahí el título, es día de paga; (tiene tres actos diferenciados) hay un segundo acto en la noche, donde Chaplin escapa a la ‘guardia’ de sus esposa (si, otra diferencia con su encasillamiento, está casad… infelizmente por lo que vemos), está de borrachera con los amigotes (la Ley Seca llevaba dos años instaurada en USA, y no hay referencia a esto), y tiene problemas para volver a casa; y el tercer acto es en su casa y sus choques con su ‘amada’.

Chaplin despliega toda su inventiva e imaginación para encadenar gags sobre gags de forma trepidante, donde las carcajadas son apagadas por la siguiente. Ello dejando coleando una crítica contra el capitalismo (algo muy chapliniano, en su hipocresía, pues él mismo era un gran empresario capitalista), contra la explotación laboral, pero también se agradece como ataca la indolencia obrera, su ociosidad, aunque siempre con una vitriólica vis cómica.

Chaplin compone algunos de sus mejores escenas cómicas aquí, de las que recuerdas por siempre por su forma de desplegar acrobacias, por como es pionero en manejar la filmación para sorprender con efectos visuales sorprendentes, ejemplo de ello es la apoteósica coreografía en que Chaplin desde un andamio en alto recoge decenas y decenas de ladrillos que amontona cuidadosamente, ello rodado claramente a la inversa y luego expuesto en el corto en rewind, pero con una maestría Homérica, como recoge ladrillos de la forma más inverosímil, apilándolos sobre su cuerpo (su espalda, parte posterior de rodillas, sus pies, y más), cual si la gravedad fuera algo inexistente. Esto solo es una muestra del ingenio de este hombre con bigotito, pero aderezado por un sentido lúdico extraordinario, haciendo que empatices con este patético protagonista que vive al día; En este tramo aparece Edna Purviance, actriz fetiche en muchas obras chaplinescas (más de 30), aquí como la hija del capataz, ello en un papel extrañamente pequeño.

Chaplin comienza de modo un tanto extraño, con una obra a la que llega el protagonista ya empezada la jornada, pero lo hace con mucho amor, pues aparece con una flor que regala al orondo capataz (Mack Swain tomando el relevo del villano fetiche hasta entonces de Chaplin, Eric Campbell, con el que trabajó en 11 cortos), hoy día esto es muy gay, aunque supongo entonces no era así; Vemos a Chaplin en una secuencia de cavar un hoyo de forma muy aplicada y meticulosa, tanto que la pala apenas tiene unos gramos de tierra cuando la saca; Tenemos el divertido uso que Chaplin hace de un montacargas, con una coreografía milimétrica sensacional, primero para no caer al vacío, y posteriormente para jugar con la comida arriba y abajo a la hora de almorzar; En este tramo aparece Edna Purviance, actriz fetiche en muchas obras chaplinescas (más de 30), aquí como la hija del capataz, ello en un papel extrañamente pequeño, cuando aparece parece será objetivo del cortejo de Chaplin, pero sorprende y pasa su presencia sin pena, ni gloria.

Luego tenemos el tramo en que Chaplin se escabulle del control de su esposa tras la paga, queriendo esconder la plata en su bombín, pero no sabe esta está tras él, y como por lo menos puede huir a una noche de farra con los amigotes. Tenemos esa salida del local de bebida donde cantan "Sweet Adeline", supongo este tema coral será el equivalente hispano al “Asturias patria querida”; Tras lo que tenemos un impresionante gag al ponerse equivocadamente unos abrigos Chaplin y su contraparte (nunca mejor dicho), todo un alarde de maestría que acaba con Chaplin arrastrado por la calle y saludando flemáticamente a un policía; Tras ello tenemos un gag con el bastón típico chaplinesco y un paraguas durante la lluvia; Pero el gran momento nocturno es el intento de Chaplin de tomar el tranvía, sublime coordinación de las masas, ello en varios actos en crescendo, hasta desembocar en una sublime secuencia con el tranvía en marcha, atestado de pasajeros, donde un orondo último viajero en las escalerillas hace presión con su panza de modo desternillante es lo que provoca; Para desembocar en que la ebriedad de Chaplin le haga confundir un carrito de salchichas con un tranvía, ‘subiendo’ Chaplin al mismo y agarrándose a una salchicha cual asidero, el que lleva este carrito es Sydney Chaplin, hermano mayor del protagonista, con quien comenzó su carrera en el escenario.

El tercer acto se da en el apartamento de Chaplin, donde llega casi a la hora de tener que volver al curro, teniendo que fingir ante su ‘armas tomar’ tomar esposa (Phyllis Allen, la vemos dormir abrazada a un rodillo de hacer pan, en clara alusión de lo que le espera a su marido cuando llegue) que está levantado, no porque acabe de llegar, sino porque se acaba de levantar para alistarse para ir a trabajar. Pero la mujer se las sabe todas.

Este corto también destaca por el cuidado con que está iluminado y filmado, algo a lo que Chaplin no había dedicado mucho en sus anteriores cortos. Aquí el habitual de toda su filmografía, el DP Roland Totheroh compone tomas muy bien iluminadas, en su retroiluminación, sobre todo en el tramo de la noche, siendo la mejor en el tramo del tranvía, con la cámara en alto siguiendo la melé que se forma a la entrada del transporte público, y como un foco sigue el ajetreo en el tranvía en movimiento

Chaplin una vez describió Pay Day como el favorito de sus cortometrajes, esto muy a tener en cuenta por las decenas que hizo. Gloria Ucrania!!!
TOM REGAN
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7
15 de julio de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
236/15(11/07/22) Estimulante primer episodio de la primera temporada de la serie de televisión británica The Hollow Crown, basada en la obra de William Shakespeare del mismo nombre, dirigida por Rupert Goold, adaptando el guión por el dramaturgo Ben Power. Ben Whishaw interpreta al titular Ricardo II de Inglaterra. La BBC programó la proyección de las obras históricas de Shakespeare como parte de la Olimpiada Cultural de 2012, celebración de la cultura británica que coincidió con los Juegos Olímpicos de Verano de 2012. Sam Mendes se inscribió como productor ejecutivo para adaptar las cuatro tetralogías de Shakespeare divididas en partes (tragedias históricas agrupadas en dos tetralogías: 'Richard II', 'Henry IV Partes 1 y 2' y 'Henry V' en el primer ciclo y "Henry VI Partes 1, 2 y 3" y "Richard III" en el segundo ciclo), la historia comienza con el reinado y la caída de Ricardo II (nieto de Eduardo III) y concluye con el reinado de Enrique V en su intento de conquistar Francia. En ambos ciclos, presentados en forma de temporadas, se aborda la apasionante historia de las intrigas y de las luchas dinásticas por el poder que se produjeron en la monarquía inglesa, entre las casas de Lancaster y de York, entre los años 1399 y 1485, en los que se libró la cruenta guerra civil conocida como "La Guerra de las Rosas", que inspiraría a George R.R.Martin para la creación de su famosa saga "Juego de Tronos". En el primer episodio (escrito apx. en 1595), se narra la caída del joven Richard II Plantagenet, frente a la rebelión de su primo Henry Bolingbroke que reinaría con el nombre de Henry IV y que había sido desterrado por un conflicto dinástico. Todo esto desarrollado por el icónico estilo oral shakesperiano del pentámetro yámbico.

Una producción que destaca por sus grandes actuaciones, sobre todo de un majestuoso Ben Whishaw componiendo a un formidable amanerado y trágico Richard II, ocupando la mayor parte de las escenas, soportándolo con poderío, una figura que a medida que avanza en su caída se transmuta (claramente) en la figura de Jesucristo, una actuación exuberante en su expresividad, con unos muy sentidos monólogos que calan por su fuerza emocional. Un tipo afeminado, débil, inseguro, egocéntrico (formidable subido a una roca en una playa dando un discurso a la Nada), vanidoso (queda ridículo con la armadura color oro), rodeado de gente que le baila el agua, en realidad un hombre solo (llega a decirle a su mono ‘Necesito amigos’). Ser que al inicio resulta irritante, le viene muy grande la corona, pero en su desdicha es cuando resulta empático, el modo digno en que ataca a sus ‘enemigos’. Le valió su labor el premio BAFTA (La serie también fue nominada para el premio al Mejor Drama Individual); Está la némesis en Henry (se convertirá en Henry IV) encarnado por Rory Kinnear, con un rol talmente opuesto a Whishaw, ya desde lo físico, frente a lo flaco y debilucho de Richard está un henry corpulento, de porte varonil de duro, tipo visceral, valiente, decidido, enérgico de acción, pero sabiendo ser magnánimo en sus pendencias, el actor dota a su figura de fuerte carácter, muy bueno en como desborda sentimientos; Patrick Stewart está brillante (cuando no?) en el papel del complejo John de Gaunt, padre de Henry, aportando su porte regio al metraje; David Suchet notable como el ladino duque de York, un arribista que se apega donde mejor sombra da; Lindsay Duncan excelente en como va a por su hijo a rescatarlo; Clémence Poésy impregna de dulzura y mucha empatía su (desgraciada) reina Isabelle de Valois, llenándola de orgullo y dignidad; Mención merece David Bradley que en un pequeño papel de muestra que el minutaje no es problema para dejar huella con su actuación roba escenas como el humilde jardinero.

También destaca por su estupenda puesta en escena, por encima de lo que es un telefilm, despojando el sentido teatral de su atmósfera. Filmándose por mor del excelente de diseño de producción de Andrew McAlpineen (“El piano” o ”La playa”), llevándonos a una experiencia inmersiva en la Edad Media, escenarios naturales de Gales como la Catedral de San David de Cardiff, el Castillo de Pembroke y Temby, así como la inglesa la Packwood House; Con un gran trabajo en vestuario de Odile Dicks-Mireaux (“El jardinero fiel” o “An education”), creando contrastes con los atuendos en las personalidades, siendo en este aspecto llamativo como Richard II es una especie de Jesucristo en sus túnicas, con su barba, y ya claramente en su imagen final; Todo esto filtrado a nuestra vista por una gran labor del DP Danny Cohen (“El discurso del rey” o “Los miserables”), otorgando gran vigor estético a las secuencias alternando la opulencia con la intimidad, con muy expresivos primeros planos, componiendo cuadros de gran beldad, con colorido, ya sabiendo conjugarlo con emitir el dramatismo lóbrego en muchos momentos, sensacionales en este aspecto las tomas de la torre como presidio y de la cueva, con tomas cenitales primorosas e incluso experimentando con algún sorprendente nadir (en la escena en que Richard cede su Hollow Crown a Henry), haciendo que una obra que se basa en la palabra tenga dinamismo, lejos de ser estática representación teatral.

Es una película que se hace accesible al gran público, con fuerza emocional. Indagando en los juegos de poder, en la fragilidad de equilibrios que un mandamás (en este caso rey) de be saber medir para no alterar el ecosistema sobre el que gobierna, una introspección psicológica por la mente de los complejos mecanismos de poder. Sobre la venganza, sobre saber gestionar la victoria, sobre saber gestionar la derrota.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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5
13 de julio de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
234/13(09/07/22) Envejecido drama británico que trata sobre los problemas de educación en jóvenes beligerantes. James Clavell dirigió a partir de su propio guion, adaptando la novela autobiográfica de 1959 de ER Braithwaite del mismo nombre. Pretende ser un homenaje a los profesores que se toman en serio su trabajo, pero me queda todo muy trivial en cómo evoluciona la trama. Historia que se siente como una secuela del film estadounidense “Blackboard Jungle” (1955), también con el protagonista de esta, Sidney Poitier (el actor estaba en la cima de su carrera, estrenando este 1967 además de “To Sir, with Love”, también protagonizó “Guess Who's Coming to Dinner?” y En el calor de la noche. Todo un año de hecho., en este caso hizo de alumno problemático, y aquí pasa a profesor, en una clara evolución del personaje que siguió los consejos de su maestro entonces encarnado por Glen Ford. Los dos films con temático idéntica, como es la llegada de un nuevo profesor idealista (aquí tiene frases tan low cost de autoayuda como: "con trabajo duro, puedes llegar a lo más alto"), a un colegio de enseñanza superior (High School) donde le esperan un puñado de estudiantes conflictivos, y lo que viene después es tan previsible como que después del día viene la noche, el maestro sufrirá los ataques de esos alumnos en crescendo, hasta que explotará y dará con ello con la tecla de como poder domarlos. Y la película en este sentido no sorprende en momento alguno, no hay capacidad a la sorpresa, a algún giro ingenioso, todo resulta tan plano como una mesa. Pero es que encima, para él que haya visto el film mencionado de 1955, con auténticos alumnos bichos pandilleros (ladrones, violentos, violadores, navajeros, …), estos son unos traviesillos graciosetes donde los más peligroso que hacen es tirarle una bolsa de agua al maestro, o cortarle la pata de la mesa, todo muy discretito, nunca vemos sean mala gente. Con lo que la reconversión que se espera resulta muy liviana y poco emociónate, con el más Destroyer de los alumnos haciendo algo tan salvaje como dar un portazo al pupitre. Todo se siente de enorme ligereza. Y encima la forma en que se gana el profe a sus alumnos resulta chusca, pues pega cuatro gritos y ya está, ya los ha sometido, dejará de darles clases de ninguna asignatura (no se si llega a decir cuál es su temario), y se atendrá a darles lecciones de educación (que, si deben llamarlo señor, si a las chicas deben decirles señoritas, y que si los lleva a un museo, …). Ah, y para el más gamberro (Christian Roberts) de todos le basta con un combate de boxeo y ya cae rendido a sus pies el chico. Todo muy manufacturado en su simpleza.

Mark Thackeray (sidney poittier), un inmigrante a Gran Bretaña de la Guayana Británica, no ha podido obtener un puesto de ingeniería a pesar de una búsqueda de trabajo de 18 meses. Mientras tanto, acepta un puesto de profesor para la Clase 12 en la Escuela Secundaria North Quay en el duro East End de Londres, como puesto interino, a pesar de no tener experiencia docente. Los alumnos de la Clase 12 han sido rechazados de otras escuelas y Thackeray es el reemplazo del ex maestro fallecido. Los alumnos, liderados por Bert Denham (Christian Roberts) y Pamela Dare (Judy Geeson), se comportan mal. Sus payasadas van desde el vandalismo hasta las bromas desagradables. Thackeray conserva una actitud tranquila, pero pierde los estribos cuando descubre que algo se está quemando en la estufa del aula, que resulta ser la toalla un támpax (¿?).

Hay elementos que se tratan de un modo tan suave que parecen estar diciendo ‘no molestaremos’, como es el enamoramiento de una rubia y bella alumna (Judy Geeson) del profe negro, y esto no tiene connotaciones en el colegio interraciales (¿?), como también se apunta a otro romance entre una hermosa profesora (la ex modelo Suzy Kendall, afeada [imposible] con unos grandes anteojos) y se queda in media res; El mismo tratamiento del racismo se aborda de un modo poco serio, y eso que hay un profesor negro en una clase con casi todo el alumnado blanco, esto solo se roza con la muerte del padre de un joven negro, pero la forma en que se resuelve esto me es de un buenismo propio del infantilismo más del mundo de la piruleta, donde unos díscolos jóvenes pasan de gamberros irrespetuosos a educados abnegados en un plis plas; Luego tenemos su pasteloso rush final, de los no apto para diabéticos, de lo almibarado que es dan ardores.

De la película, aparte de la buena actuación de un siempre carismático Poittier, queda su famoso tema central en la canción de Lulu Frieda (hace un rol secundario como alumna, Babs), la que da título al film, "To Sir with Love", que se hizo popular en su tiempo llegando a la cima de la lista Billboard Hot 100 en USA durante cinco semanas en el otoño de 1967 y finalmente fue el sencillo más vendido en los Estados Unidos de ese año, aun así no fue nominado al Oscar en su categoría lo que hizo que los productores oficializaran una queja mediante una carta a la Academia. Tema que se escucha 4 veces en el transcurso de la película, en cuatro versiones distintas, siendo grimante una de ellas, cuando se oye mientras vemos un muy arrugado montaje de fotos del alumnado en el museo, como si no les hubieran dejado rodar allí y hubieran echado fotos furtivamente. Tramo este de la excursión al Museo Victoria and Albert y al Museo de Historia Natural en South Kensington se mueve entre lo ridículo y loa vergüenza ajena en el modo en que se infantiliza a estos talluditos alumnos. Por cierto, como dicen los rostros de los alumnos que su adolescencia hace años que pasó, y que rebasan con mucho la veintena, de hecho, podrían perfectamente ser los profesores por edad.
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TOM REGAN
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7
13 de julio de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
232/11(08/07/22) Refrescante serie creada por Paco León y su pareja Anna Rodríguez Costa para el canal streaming Movistar+, donde el primero se estrena como director televisivo para estos chispeantes 8 capítulos, aportando ritmo, fluidez narrativa y sabiendo enganchar con sus pequeñas historias que mezclan humor y drama con ingenio en este fe4resco del Madrid franquista. Amén de protagonizarlos el director junto a una gran Inma Cuesta. Ello enmarcando su historia en el hecho real de la estancia de Ava Garner en Madrid (estuvo viviendo en la capital hispana de 1956 a 1969), aunque la serie aborda el 1961 (se sabe por la muerte de Ernst Hemingway). Siendo curioso que una mujer tan libertina, lujuriosa y bon vivant como ella se enamorara de un país en plena dictadura franquista, igual es que el ‘León no era tan fiero como lo pintaban’. Contrastando la vida en aquellos años de fascismo en España, la represión en todos los aspectos, el machismo imperante, vociferado con gracia en la primera escena en que en una escuela falangista con mujeres se les enseña a servir abnegadamente a sus maridos, y si estos les tratan mal es que algo habrán hecho (¿?). Abordando también la represión sexual en que se vivía, con la tragedia de las chicas embarazadas fuera del matrimonio, como era ‘pecado’ masturbarse (muy divertido el running gag de la piedra). Esto confrontando a la vida disoluta de la Ava Gardner, con fiestas excesivas, jaleosas flamencas, alcohol a tuti plen, y mucha promiscuidad sexual, enfrentando la hipocresía imperante, es la Dolce Vita (claramente homenajeada en una escena del último capítulo donde vemos a un hombre a cuatro patas haciendo de caballito con una mujer, cual ocurría en el film felliniano). Todo con un sabor cañí grácil (la falange de mujeres, la guardia civil, las fiestas flamencas,…), componiendo situaciones jocosas, con personajes que transpiran humanidad en la suma de virtudes y defectos, extrayendo yo que el tema fundamental es saber disfrutar de la vida, sin ponernos barreras mojigatas morales. Viéndose a Ava Garner como un rayo de libertad que se colaba por las rendijas de la dictadura.

Ambientada en Madrid durante 1961. Ana Mari se infiltra en la casa de Ava Gardner como asistenta para saber si ayuda a los comunistas o no. Para ello, fingirá que es la esposa de Manolo, que trabajará como chófer de la actriz de Hollywood. La apoteósica vida de Gardner provocará un huracán de situaciones en el que la pasión, el sexo y el descontrol describirán un retrato de las noches madrileñas de la artista.

Serie rodada en estimulante blanco y negro gracias a la magnífica fotografía del barcelonés Pau Esteve Birba (“Buried” o “El buen patrón”), trasladándonos a las imágenes que tenemos del tiempo (Paco León: “Todos los referentes cinematográficos que nos gustaban, Berlanga, Miguel Picazo o el cine italiano, eran en blanco y negro. Fue una manera natural de imaginarnos esta historia. También teníamos la necesidad de diferenciarnos de la ficción que se ha hecho de aquella época”), como poniendo cuadros de beldad estética preciosa como son las secuencias de los saraos, que emiten el jolgorio y entusiasmo adecuado, así como envolviendo en glamur a la actriz que da vida a la diva denominada ‘El Animal Más Bello’. Creando un microcosmos del momento y lugar resplandeciente, por donde pasan figuras como Lola Flores, Marisol, Luis Miguel Dominguín, Carmen Sevilla, Samuel Bronston, e incluso Carmen Cervera (ahora baronesa Von Thyssen-Bornemisza), pero sobre todo los personajes recurrentes Juan Dingo Perón (ex mandatario argentino exiliado de su país) y su esposa Isabelita (posterior a Evita), que fueron vecinos (reales) de Ava, viviendo justo bajo ellos, con los que tuvieron múltiples conflictos por los diferentes caracteres, los andinos con una vida apacible que chocaban con las ansias de fiesta de la estrella hollywoodiense.

Teniendo un fenomenal elenco interpretativo encabezado por una racial y vigorosa Inma Cuesta como Ana Mari en un rol al que da vida con una fuerza espléndida, con un arco de desarrollo maravilloso, partiendo de una mujer con una tara física que la sobrelleva con dignidad teniendo una fenomenal química con Paco León; Precisamente el actor sevillano da otra notable actuación como Manolo, como ya demuestra en otra serie de Movistar+ como fue su rol dramático en “La Peste”, aquí en un papel más de humor, despliega una enorme naturalidad en su personaje de pícaro mujeriego, con una mezcla de patetismo y ternura que impregna su interpretación; Anna castillo como la dulce Pilar, sirvienta preñada aficionada a la piedra, es todo un descubrimiento en como transmite candor, es muy achuchable en la fragilidad que desprende. Es la ingenuidad de la época; Debi Mazar como Ava Gardner da un gran rendimiento, sabiendo aportar la vena altiva entrelazada a su humanidad en el trato con el servicio., así como retrata su lado ‘salvaje’.

Entre los secundarios destaca Julián Villagran como el esquizofrénico hermano Floren de Ana Mari, tenido buenos momentos en su visión de la diva; También está el roba escenas Manuel Manquiña como el joyero fetichista, arrollador en su lascivia, se nota disfrutando el actor con dos grandes momentos, con esas chupadas y con esa escena ‘Bufalo Bill’ (EL silencio de los corderos”); Moreno Borja como Vargas, el amigo interesadillo de Manolo., baña a su personaje en un ambiguo tipo que debe aparentar poderío de macho, pero en realidad es un corderito que mangonea su esposa como quiere; Osmar Núñez y Fabiana García Lago, como el matrimonio Perón, son muy divertidos en el contraste con su vecina de arriba, actúan al modo de una sit com, cual quejicosos impenitentes;…
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TOM REGAN
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8
27 de junio de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
215/33(25/06/22) Notable thriller dramático, todo un soplo de aire fresco en lo que supone la fuerza narrativa directa, clon solidez, con poder de reflexión, con dardos punzantes contra el clasismo, con una deconstrucción devastadora contra las clases altas, ataca la arrogancia, la prepotencia, el egoísmo, la avaricia, su hipocresía, su hedonismo, de estas elites que se creen por encima del bien y del mal, no siendo al azar el año de los hechos de *1912. Dirige con pulso firme y aportando una fluidez excelente Guy Hamilton (años después tuvo enorme éxito dirigiendo varias entregas de la saga James Bond con Connery: “James Bond, Goldfinger” de 1964, “Diamonds are Forever” de 1971, “Live and Let Die” de 1973) y “The Man with the Golden Gun” de 1974), se basa en la obra homónima de 1945 de JB Priestley y fue adaptada para la pantalla por Desmond Davis, esta procedencia teatral es manejada por el director con gran sentido fílmico, gracias a la estimulante cinematografía en glorioso b/n de Edward Scaife (“La noche del demonio” o “Doce del aptíbulo”), con epicentro en el interior de una gran casa, con una cámara siempre componiendo planos y encuadres dramáticos, con el movimiento de intérpretes, añadiendo a la representación en las tablas que acontece en la mansión, aquí con varios flash-backs para dar reflejo a las diferentes sub historias de cada rol, donde con gran sentido alegórico contrasta la pompa del hogar de los Birling frente a la vida en escalas bajas. Un desarrollo de potente increscendo de tensión, con tensión, con intriga, donde las piezas de este puzle de aparentes coincidencias (que pueden parecer artificiosas) que va componiendo el inspector van encajando de modo excelso sobre un tablero que parece demasiado perfecto, pero que con sus giros finales le da un sentido aún más trascendental y que abre el abanico de lecturas y con ello enriquece aún más la cinta. Todo ello surtido de diálogos inteligentes, situaciones de calado, y esto realzado por actuaciones de gran valía, sobresaliendo un arrollador Alastair Sim, como el carismático inspector del título, aportando vis cómica negra en su pérfida sonrisa, teniendo un viraje final que le confiere un aspecto ‘diferente’.

Relato que arranca en 1912 en una lujosa residencia inglesa. Cinco personas bien vestidas se sientan en una mesa de comedor al final de una cena. Son la familia Birling de clase alta y sus amigos. Beben champán. Gerald Croft (Brian Worth, da bien con su frágil personaje) le propone matrimonio a la hija, Sheila (Eileen Moore, da bien con sus dulce chica que tuvo un momento de debilidad egoísta que supuso una parte del aciago rompecabezas). La madre (Olga Lindo, tiene sus buenos momentos como el exponente de la engreimiento paternalista) reprende a Eric (Bryan Forbes, notable como el débil y oprimido), el hijo, por beber demasiado. El padre (Arthur Young, excelente como el altivo y despótico patriarca) habla sobre la posibilidad de una guerra y, después de la comida, habla sobre su posible título de caballero con Gerald mientras disfrutan del oporto y los cigarros. Son interrumpidos por el Inspector Poole (Alastair Sim), que investiga el suicidio de una chica de clase trabajadora, Eva Smith (Jane Wenham, notable en su rol de dulce joven que por azar sufre a una familia), cuya muerte está vinculada a cada miembro de la familia. Eva se ha envenenado. Dejó un diario. El inspector irá interrogando a uno a uno a todos los allí presentes, lo que serán cinco flash-backs donde se irá desgranando una red de conexiones que fueron el infortunio de la infausta joven. Donde serán dando situaciones de tiranía empresarial, celos caprichosos, de cuasi-proxenetismo, o fariseísmo caritativo.

El año 1912 es un año clave para Inglaterra, se puede considerar la cima de su cultura del clasismo, su Imperio era el mayor del mundo, se encontraba en su apogeo en todos los continentes, la Revolución industrial la hacía la gran potencia mundial que no parecía tener límites en este SXX. El símbolo de este poderío fue la construcción de la mayor nave que hizo el hombre, me refiero pro supuesto al Titanic, epítome de una nación que no se ponía límites y dominaba el planeta, un Tótem ‘insumergible’. Su naufragio el 15 de abril del 1912 supuso todo un guantazo a la supuesta omnipotencia de la Pérfida Albión, una especie comienzo del despertar del sueño. Esto se maximizó con la irrupción de la Gran Guerra en el Mundo, que supuso la entrada del Averno en este supuesto Paraíso Anglo, y con ello el colapso del Imperio que se fue desintegrando poco a poco durante este siglo. No es casual que también la popular serie británica “Downton Abbey”, que también radiografía los contrastes entre clases se inicie precisamente este 1912.

Spoiler:

Los flash-backs: En el primero, el Sr. Birling conoce a Eva después que ella dirige una delegación de mujeres que trabajan en su fábrica a su oficina donde exigen mejores salarios. El Sr. Birling rechaza su solicitud y, después de consultar con su asistente, despide a Eva; El segundo, Eva pierde su nuevo trabajo en una elegante tienda de ropa después que Sheila se enoja con ella mientras se prueba un sombrero elegante. Antes de salir de la tienda, Sheila también amenaza con cerrar la cuenta de su madre acomodada allí; El tercero, Gerald conoce a Eva en una posada llena de humo. Se muere de hambre y apenas puede mantenerse en pie. Gerald la invita a cenar en un restaurante cercano y luego la deja quedarse en su apartamento de soltero hasta que encuentre un nuevo trabajo. Él promete no molestarla, pero poco después los dos se vuelven amantes. Cuando finalmente decide casarse con Sheila, le pide a Eva que se vaya;... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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