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España España · almeria
Críticas de TOM REGAN
Críticas 5.218
Críticas ordenadas por utilidad
7
12 de junio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
192/10(07/06/22) Con motivo del medio siglo del estreno de este film, me lo he visto, y me he encontrado con un atractivo biopic dirigido por el combativo políticamente Francesco Rosi, radiografiando al controvertido Enrico Mattei (en la cinta escuchas que en la post-guerra Italia sufrió un milagro económico y fue gracias a Mattei, pero también se oye a otro personaje decir que si Mattei hubiera seguido, la democracia en Italia habría terminado), empresario italiano que después de la Segunda Guerra Mundial logró evitar la venta de la naciente industria italiana del petróleo y los hidrocarburos a empresas estadounidenses y las desarrolló en Eni, compañía petrolera estatal. Mattei al promover el gas metano como uno de los grandes recursos naturales, pudo llevar a Italia al mercado mundial y hacerse a la vez poderoso y odiado. Desde su omnipotencia en el Eni, un organismo estatal formado para el desarrollo de los recursos petroleros. Era socialista por convicción, llevaba una vida privada modesta y tenía conflictos con los poderosos capitalistas petroleros estadounidenses (esto reflejado en una escena en que Mattei se reúne con un arrogante magnate [excesivamente caricaturizado en su imagen] del Oro Negro, donde este lo infravalora), que consiguió rivalizar con las llamadas 'Siete Hermanas' (nombre que dio Matttei a las siete empresas que dominaban el negocio petrolífero mundial, que funcionaban según él, como un cartel) en acuerdos de petróleo y gas en países del norte de África y Oriente Medio. Todo esto le llevó a granjearse magnos enemigos.

El guión de Rosi y Tonino Guerra (“La Aventura” o “Amarcord”), lo muestran como un adanista endiosado (se auto erige en Mesías para Italia cambiando su estatus rural, "de una tierra de canciones y bailes a una nación industrial", así se definía; desde USA se lo definió como el italiano más poderoso desde Julio Cesar), de modo paralelo al retrato al popular mandamás se analizan las causas de su muerte en un ‘accidente’ de avión en lo que es un atractivo docu-drama muy en la onda del subgénero crítico de izquierdas que surgió en Italia en los 60 (el germen fue “Salvatore Giuliano” le siguieron, varias más, *spoiler) y tuvo su continuidad en los 70, y del que otros cineastas cogieron el relevo en otros países como Costa-Gavras u Oliver Stone.

Narración dual en que pasamos del pasado, donde seguimos a Mattei en entrevistas, discursos, encuentros con empresarios, donde suelta sus soflamas, su ideario beligerante, su patriotismo, sentenciando su integridad, un trabajador estajanovista, que el magnífico Gian Maria Volonté encarna con radiante carisma. Aunque me falta la intimidad del hombre, su vida más allá de su trabajo, esto hubiera dado más humanidad al personaje, y que no se quedará en lo público; y tenemos el presente, donde hay un proyecto para hacer una película sobre Enrico, deriva en una investigación llevada a cabo por el propio Rosi, derivando en un ejercicio de meta-cine curioso (donde la ficción se incrustó en la realidad cuando el amigo de Rosi, el periodista de L’Ora, Mauro De Mauro, desapreció mientras indagaba para el film; Las investigaciones de los carabinieri concluyeron que fue asesinado por la mafia siciliana). Con lo que la estructura se asemeja por ejemplo a “Ciudadano Kane” (1941), de hecho, comienza como esta con la muerte del protagonista, mezclado en su estilo al neorrealismo italiano. Aquí el petróleo no es el fin, es el medio para obtener el poder, para manipularlo, para financiar partidos políticos y medios de comunicación, y esto bajo el paraguas del estado (como era el Eni, transalpino, es muy peligroso), esto para un lienzo incisivo sobre el poder, sobre cómo manejarlo, sobre desafiar a lo establecido, sobre el arrojo de un Hombre para querer mover montaña.

Arranca en modo formato telediario, mostrando el lugar donde se estrelló el avión en el que viajaba Mattei, justo antes de llegar al aeropuerto de Milán (se estrelló cerca de Pavía). Mattei venía de Sicilia, escuchamos a varios testigos del incidente, uno de ellos afirma el avión lo vio explotar en el aire, lo cual es prueba de un atentado, pero este, posteriormente, cambió su declaración, y negó lo dicho, dejando abierta la pregunta del porqué de la retractación (la teoría es clara). Saltamos al pasado para conocer al popular hombre que murió, un tipo seguro de sí mismo, intrépido, con una labia proverbial (genial cuando lo oímos comparar a Italia con un gatito que quiere beber leche de un cacharro custodiado por perros rabiosos [Las Siete Hermanas]). Lo conoceremos en sus enfrentamientos, también en sus entrevistas, donde maneja al reportero como nuestros ojos, me refiero al tramo con el periodista con el que tiene una interview en un lago, esto nos lleva a que Mattei lo pasee por diferentes lugares del mundo para exponerle su filosofía de trabajo en las extracciones petrolíferas, sea en el desierto (Túnez, Argelia o Libia, con los que haciendo dumping había llegado a acuerdos comerciales beneficiosos para estas naciones norteafricanas, con el yo pongo los medios del Eni y me llevo un 25%, y vosotros el 75%, mientras ‘Las Siete Hermanas” era su trato del 50%-50%), o en plataformas en medio del mar, en realidad este recurso es para hablarnos a nosotros de lo que era su labor, de su comunión con el tercer mundo (este discurso queda muy bonito sobre ayudar a estos países, pero la realidad es que la riqueza de estos pozos siempre queda en manos de unos pocos, y casi nada se filtra abajo, ejemplo es Nigeria, una de las naciones más ricas en petróleo del mundo, y sin embargo pobres para su población), ese pequeño espacio que le dejaba el encubierto monopolio de ‘Las Siete Hermanas’, diciéndonos que no le importa de donde venga el combustible, si lo echan irá a la India o a Australia...
(sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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8
12 de junio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
190/08(06/06/22) Con motivo del 80 aniversario del estreno (04/06/1942) de la exitosa (comercial, la más taquillera de 1942 tras “Bambi”; y de crítica, con 12 nominaciones a los Oscar, ganando 6, entre ellos el de Mejor Película) de la MGM, “La Sra.Miniver”, la he revisionado, y es maravilloso ver como un film enmarcado en el tormentoso contexto bélico de su tiempo, siendo una obra de propaganda, es a la vez un sensacional relato que no ataca a la inteligencia del espectador, no caricaturiza a los ‘malos’ (ejemplo notorio es como se expone al piloto teutón, como asustado, nervioso, y sin ser un sádico asesino, aunque por mor de que las diferentes reescrituras, fruto del Ataque a Pearl Harbor, se le puso en su boca un discurso belicista pro pan-germano, que acaba en guantazo [en la onda de Will Smith]), ejemplo de la sutilidad con que se retrata la retaguardia civil de la WWII, como humaniza a los sufrientes sin manierismos, ni sentimentalismos, y ello poniendo en vanguardia la importancia de la mujer en la sociedad, pues en la cinta son las mujeres las que llevan el peso, desde la impetuosa protagonista (fenomenal su encuentro con el alemán), la joven Carol que enamora por su fuerte carácter al hijo, o la anciana Beldon, con una historia del pasado emocionante.

Dirige el maestro alemán William Wyler, ferviente anti-nazi, en su última realización antes de pasar al servicio activo militar rodando documentales de propaganda para contribuir al esfuerzo de guerra, volvería con otro film sobre los efectos de la guerra sin que la veamos, en este caso retratando la dura climatización de la post-guerra de los retornados combatientes, con “Los mejores años de nuestra vida (1946). Pero volvamos al film que me ocupa, siendo este guionizado a varias manos por Arthur Wimperis, George Froeschel, James Hilton y Claudine West, inspirándose libremente en la novela “Mrs. Miniver” de Jan Struther de 1940 (cuando aún USA no había entrado en guerra), una compilación de artículos breves que habían aparecido en varias revistas y periódicos ingleses, no contenía más que bocetos de incidentes de la vida suburbana de la señora Miniver, no hubo una historia continua y la película, de hecho, también es principalmente una serie de incidentes.

Un lienzo de la vida en un pequeño pueblo inglés en el sur de UK durante el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, centrándose en cómo afecta a una acomodada familia, y sobre todo en la matriarca que da título al film. Siendo un incisivo retrato de este tiempo y lugar, siendo original en como la guerra está siempre presente, pero de modo virtual, no vemos combates, vemos aviones que van a combatir, oímos bombardeos (La llamada Batalla de Inglaterra que se dio en el aire), se estrellan aviones en medio de explosiones, vemos convoys civiles de lanchas para ir a Dunkirk, hay un soldado alemán herido en una ‘home invasión’, hay destrucción de casas (maravillosa la flema con que la familia toma los daños de su hogar, sin dramatismo alguno), hay muertos, pero todo ello desde la visión civil, y todo tratado con sentido realista, añadiendo Wyler dosis de humor, exponiendo aquello de ‘Show Must Go On’, la vida debe continuar, incluso en las peores condiciones, debe haber romances, bodas, concursos de rosas, donde los civiles aportan su valor y determinación ante el horror huno (el hijo se apunta a la RAF, el padre forma parte de las patrullas civiles, llegando a estar con su lancha en el recate de Dunkirk, la Sra. Miniver se enfrenta a un piloto caído germano, la sirvienta se alista de enfermera).

Como esta familia epítome de todas se enfrenta con flema al terror de los bombardeos (en ese refugio Anderson, donde retumba con las bombas, intentan sus hijitos duerman, mientras la mujer hace punto, o en un tramo conmovedor le lee a Toby “Alicia en el país de las maravillas”, pocas veces ha servido mejor esta lectura de modo alegórico; tambi´ññen hacen algo tan británico bajo las bombas como tomar té en el búnker). Como un en apariencia superficial y hedonista concurso por la rosa más bella es en realidad una hermosa metáfora sobre la reivindicación del coraje inglés, pues precisamente esta flor es uno de los símbolos patrios (La rosa fue adoptada como el símbolo de Inglaterra desde la época de los Tudor), y además el modo en que se resuelve la competición cuando la aristócrata lee a su modo los resultados resulta entrañable por lo que provoca. Un desarrollo episódico, donde el nexo de unión diría yo es la susodicha competición floral de la que se hacen comentarios en varias ocasiones, donde se hace un acercamiento humanista a la vida en tiempos difíciles, donde conviven la tristeza y la alegría, el amor y la tragedia, los conflictos clasistas y el entendimiento, la resignación con la muerte, y ello además en 1942, cuando aún no se sabía quién ganaría esta contienda, la que probablemente a lo largo de la Historia este tan definido quienes eran los buenos y quienes los Malos.

Todo para desembocar en un enardecedor epílogo con un sermón electrizante de un párroco en una Iglesia agujereada por las bombas, Wilcoxon y el director William Wyler "escribieron y reescribieron" el sermón clave la noche anterior a la filmación de la secuencia. El discurso "tuvo tal impacto que fue utilizado en esencia por el presidente Roosevelt para levantar la moral y parte de él fue la base para folletos impresos en varios idiomas y arrojados sobre territorio enemigo y ocupado". Roosevelt ordenó que se trasladara rápidamente a los teatros con fines propagandísticos. El diálogo del sermón se reimprimió en las revistas Time y Look. Y como coda vemos a través de un agujero en el techo a una escuadrilla de cazas ingleses dirigirse al frente. Y reitero, no se sabía quién ganaría la Guerra entonces, pues aun tardaría más de tres años en finalizar.
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TOM REGAN
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5
12 de junio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
191/09(07/06/22) Fallido film perteneciente al sub género de desastres basándose en un hecho real, la explosión y el derrame de petróleo de Deepwater Horizon en el Golfo de México, que causó la mayor catástrofe medioambiental en USA (vertió 800 millones de litros de petróleo en el Golfo de México), amén de 11 muertos. Peter Berg dirige (tiene un pequeño papel al inicio), cuando el destinado inicialmente era J.C. Chandor, igual está ahí el problema. El guión de Matthew Michael Carnahan y Matthew Sand, basándose en el artículo del 25 de diciembre de 2010 en The New York Times escrito por David Barstow, David Rohde y Stephanie Saul, "Deepwater Horizon's Final Hours". Siendo protagonizada por un buen elenco, encabezado por Mark Wahlberg, Kurt Russell, John Malkovich, Gina Rodríguez, Dylan O'Brien y Kate Hudson. Destacando la espectacularidad de la recreación de la cadena de explosiones en la plataforma petrolífera iniciada el 20 de abril del 2010. Pero habiendo mimbres para hacer algo incisivo, teniendo una maravillosa puesta en escena (fruto de una superproducción) en su diseño de producción (Chris Seagers), fotografía (Enrique Chediak), montaje, sonido (diseño de sonido apabullante de Dolby Atmos de Wylie Stateman), y efectos especiales (gracias al gran trabajo del supervisor de efectos visuales Craig Hammack; se agradece se acuda poco a los CGI, siendo más lo artesanal de filmar en un estanque enorme de Luisiana), la cinta se atiene a tirar de senderos ya muy trillados, mil y un clichés, sin ahondar en los protagonistas, donde todos son lo mismo al inicio que al final, con buenos muy buenos y malos malísimos, apuntando críticas al capitalismo avariento de beneficios, pero quedándose en la superficie con su ataque de pellizco de ursulina, pues al final nada sabemos de las causas reales del desastre. Tampoco se analiza mínimamente las consecuencias ecológicas de la extracción del petróleo, como de lo que está por venir en el vertido de crudo al mar, se pasa sin mención alguna a ello. Se habla de la capacidad de supervivencia del ser humano en las peores de las situaciones, pero esto discurre de mod plano, sin dudas, sin dilemas morales, todos los personajes son valientes, como chirriante (como poco) es que no se preste atención alguna a los que fallecen, excepto uno, el resto nos enteramos en el clásico epílogo donde se suceden los nombres de los muertos con sus fotos. Los diálogos resultan ajados, sin punch alguno, añádase demasiado lenguaje técnico que aleja al espectador. Y una vez llegan las explosiones es todo apoteósico, pero estoy perdido y desorientado, no se sabe bien la situación, el drama humano que debía llegar queda prefabricado en situaciones acartonadas. Todo esto repercute en que nunca te sientes empatizados por el sufrimiento de estas gentes, la ves, pero nunca te toca la fibra sensible.

La cinta pasa la primera hora presentando personajes. Primero el protagonista Mike (Mark Wahlberg), lo conocemos una mañana levantándose idílicamente junto a su hermosa esposa (Kate Hudson, luego aprecerá durante el accidente agitada haciendo llamadas para saber de la explosión, representando a los familaires de los de la plataforma), duerme en braguitas que luce en primer plano a cámara (concesión comercial? No creo). El macho se levanta y la mujer le pide cumpla sexualmente, y por supuesto el de “Booggie Nights” está bien armado y cumple. Tras el idílico levantar matutino tenemos desayuno imaginativo con la muy inteligente hijita (Stella Allen), que deleita a los padres con su sabiduría sobre el petróleo y de donde viene (y de paso al espectador), alaba a su padre como ‘Domador de Dinosaurios’ (el petróleo viene de fósiles de dinosaurios), además de darnos una brillante lección con una lata de coca-cola y un tubito de cómo se extrae el oro negro de las entrañas de la tierra (seguramente es lo único que recordaré del film! Sobre todo por como alegóricamente termina el experimento, cual marcando que a la naturaleza no se la puede domar), esto además sirve para nos cuelen que la hija quiere restos de dinosaurios para impresionar en su clase, y sabemos que el final debe ser ese. Tras ello la despedida del matrimonio, pues él se va a trabajar 21 días en una plataforma petrolífera en el Golfo de México. Tras lo que llegamos a dicho lugar en helicóptero, y conoceremos la plataforma petrolífera, con constantes cortes al tubo ‘umbilical’ que las entrañas del Golfo de México a la plataforma, y como este tiene fugas latentes anunciando la tragedia cual inexorable contrarreloj. Mientras contrastamos las diferentes posturas en este lugar aun por explotar, llevan 43 días de retraso que la compañía BP que intenta paliar saltándose protocolos de seguridad, esto apuntando a la codicia de las grandes corporaciones. Nos sentimos en la laberíntica estructura de metal, los diferentes recorridos por los pasillos vertiginosos exteriores, vemos las duras condiciones de trabajo de los operarios, sueltan algunas charlas tópicas entre personajes para sintamos su camaradería, tenemos algún choque entre roles, y los muchos lenguajes técnicos (con sus pantallas de ordenador marcando no sé que) que me hacen desconectar y mirar el reloj. Hasta que llega el cuasi-apocalipsis, y me siento arrollado por el caos, el fuego, el aceite, el infierno se hace patente, las estructuras metálicas caen por todos lados, y me siento confuso, lo sigo cual parque de atracciones con pista americana, el horror está, pero no me envuelve, no me siento partícipe de estas gentes, tiene ese clímax metido con calzador del súper héroe ejerciendo sin dudar ante una damisela. Acaba todo, hay un rezo comunal, pero todo me ha sido con una barrera emocional de por medio, sin garra para asirme a los personajes. Aparecen en pantalla los verdaderos rostros de los protagonistas (y además de ser muy diferentes, y eso no me importa), y siento nada, aparecen los fallecidos y no se quiénes eran, pues solo uno tiene peso, resto son la nada en el film.
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TOM REGAN
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6
9 de junio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
186/04(03/06/22) Sugestivo drama psicológico, que termina apuntando mucho más de lo que termina ofreciendo. Dirige el canadiense Atom Egoyan, guión propio adaptando la novela homónima de 1994 de William Trevor, un relato que mezcla el drama social con la intriga criminal, indagando en las causas de la sociopatía. Teniendo entre sus buena bazas a unos estupendos protagonistas en el carismático inglés Bob Hoskins que borda su rol complejo de tipo afable y atento, que esconde tras esa fachada esconde a un serial killer que se aprovecha de jóvenes desorientadas que han huido de sus casas; y por el otro lado tenemos a la debutante (con 19 años) irish Elaine Cassidy, dando vida al cliché de joven ingenua que ha escapado de su hogar por la deshonra de estar preñada (en este caso por estarlo de un ‘enemigo’ de Irlanda) y busca al padre. Egoyan desarrolla la historia de forma inteligente, dosificando la información, creando un halo de misterio alrededor de los protagonistas, goteando el pasado de cada uno mediante incisivos flash-backs (algo muy utilizado por Egoyan en su cine) que nos dan un semblante del carácter, donde van cayendo las capas cual cebolla para dejar al aire la verdadera personalidad, sobre todo la del retorcido hombre. Teniendo giros mordaces que impactan y dan un cariz distinto a lo que estábamos viendo, todo ello con el habitual sentido introspectivo del director, explorando las motivaciones, el origen de las patologías (el voyerismo, la psicopatía, las tentaciones,...), los traumas familiares, sus paradojas, sus debilidades, sus virtudes, haciéndolos humanos. Una especie de cuento de terror (sin escenas de terror, nunca vemos crímenes, aunque los sabemos), donde una bella joven es atraída por un vil ogro con aspecto de cariñoso tipo, un embaucador, y con derivamos en la eterna lucha del Bien vs Mal. Egoyan enfrenta a los dos personajes, pero lo hace de forma en que podamos sentir la zozobra de ambos, todas las heridas tienen una raíz

Felicia (Elaine Cassidy) es una adolescente de Irlanda del Norte cuyo novio, Johnny (Peter McDonald), se fue para unirse al ejército británico tras dejarla embarazada. Tras ser repudiada por su padre (excelente en su corta aparición Gerard McSorley, que en su radicalismo nacionalista le espeta a su vástaga: "Llevas al enemigo dentro de ti!"). Toma un ferry a Inglaterra, comienza búsqueda desesperada de la fábrica de cortadoras de césped en Birmingham donde cree Johnny ahora trabaja. En cambio, se encuentra con Joseph Hilditch (Bob Hoskins), gerente de catering en una fábrica. Se ofrece a ayudar a Felicia a encontrar a Johnny; sin embargo, sus motivos para hacerlo inicialmente no están claros. Tendrá importancia en el relato una mujer evangelizadora cristiana (Claire Benedict como Miss Calligary, fanática religiosa que apabulla en el clímax con Hoskins, escupiendo fuego por su boca), que recoge a jóvenes ‘descarriadas’ para darles ayuda en un albergue de la Iglesia.

El film es ante todo un estudio de personalidades: Tenemos a Joseph Hilditch, tipo que conocemos como afable gerente de catering de una fábrica, disfruta de hacer bien su trabajo. Vive solo en una gran casa con jardín. Gusta de prepararse comidas muy elaboradas en su enorme cocina, ello mientras (primeros rasgos patológicos) ve videos en b/n de su glamorosa (y fallecida) madre Gala (Arsinee Khanjian, esposa del director) instructora de cocina de tv de años 50, en un elemento que lo empareja con el Norman Bates de la hitchcockiana “Psycho” (1960), por cómo es la madre el origen de los problemas mentales, mientras Norman la mantenía ‘viva’ en una mecedora en el sótano, Joseph lo hace reviviendo los videos, donde se deja traslucir un amor desmedido de ella que le ha podido trastornar, esto por la relación que vemos entre la progenitora y el obeso hijo. Dejando entrever que es un ser atrapado décadas atrás, en su niñez, dejando entrever grietas malsanas en esa habitación que vemos a rebosar de cajas sin abrir con artilugios de cocina, sensación de estancamiento remarcada por la música que oye en el tocadiscos, mucha de ella clásica (como Mantovani) y también por el auto que conduce, un Morris Mini-Minor. No da la impresión de ser un hombre sombrío. Cuando tiene el primer encuentro con Felicia, no da la impresión de ser un depredador al acecho de su presa, no se le ve ansioso por cazarla, se muestra amable y solicito, pero sin dar muestras de ser lo que en realidad es, pero Egoyan sabe dar algunas dosis de misterio en alguna mirada por el retrovisor, también en lo artificioso que puede sonar su amabilidad. En posteriores encuentros la cosa evoluciona y nos deja expectantes con la aparición de un nuevo personaje en boca de Joseph, su esposa Ada, esto alimenta lo críptico, da un elemento latente, hasta que todo se destapa con la visita al hospital, y ya sabremos a ciencia cierta que Joseph no es trigo limpio. Y más cuando comenzamos a ver flashes de otras jóvenes que han subido al auto de Joe. Estamos en el mundo de un Psycho-killer con un rutinario modus operandi. El actor (da igual cuando diga esto de Hoskins) encandila con su fuerte carácter, por su electrizante expresividad, por su sutilidad, maravillosa interpretación, con el culmen palpitante con Felicia frente a la puerta.

Está Felicia, una joven vulnerable y solitaria, marginada (vemos la causa en varios flash-backs) por su padre, lejos de su hogar, y además embarazada. Es una chica enternecedora en su fragilidad, en su candor juvenil se entregó a un joven y ahora sufre las consecuencias de que este fuera un sin vergüenza. Es presa fácil para todo facineroso que se cruce con ella, desamparada cae en las redes de un aparente buen samaritano, aunque también lo hace en las de la religión... (sigo en spoiler)
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TOM REGAN
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6
6 de marzo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
67/02(02/03/22) Muy predecible este 29 episodio (146 en total) de la popular serie antológica creada por Alfred Hitchcock para la CBS, dirigido por la papada más famosa de los directores de cine, adaptando el guión de Francis Cockrell (18 episodios guionizó para la serie), que a su vez se basa en una obra de teatro homónima de 1930 del inglés Rupert Croft Cooke. Un metraje que presenta una premisa muy trillada, igual en su momento era novedosa, pero hoy día se ven las costuras por todos lados, tanto que esperaba todo el tiempo que el esperado giro final no fuera el telegrafiado desde que se planea todo. Todo me resulta de lo más lineal, de una simpleza enorme, la previsibilidad es realmente la gran sorpresa. Tampoco es que Hitch intente dar algo que nos haga ver su mano de maestro en el minutaje, se atiene ser funcional y cumplir el trámite, ocurriendo todo en un escenario, denotando el origen teatral del material.

El inspector Brent (notable John Williams, ejemplo del gentleman inglés, y actor fetiche de la serie, con 10 apariciones en ella) es un inspector retirado de Scotland Yard intenta cerrar un caso abierto: el asesinato de una mujer rica. Brent sabe quién lo hizo, pero no puede probarlo. El sobrino, Johhn Bedford (buen Kenneth Haigh), tiene una coartada hermética. Entonces Brent conspira para invitar al caballero a cenar y asustarlo para que confiese sus crímenes usando una buena teatralidad a la antigua.

Se puede destacar el estilo muy british en la flema en que todos asisten a esta cena, muy del tono de Agatha Christie en la encerrona, con diálogos pretendidamente mordaces, donde destaca los paralelismo sutiles que se establecen entre la obra que representa en teatro uno de los comensales, ‘Macbeth’, y como la pretendida ‘presa’ comenta que no la ha visto, cuando en realidad le están montando una escena de la obra en que los fantasmas de los muertos de Macbeth se le aparecen.

Tienes que darle a la trama patente de corso en que tengas que aceptar que el sospechoso no (valga la redundancia) no sospeche que todo es una trampa, ya desde que lo invitan a cena en la casa de su tía el segundo aniversario (23 de octubre de 1901) de su asesinato. Si eres el criminal pondrías mil excusas para no acudir, pues algo debes de coscarte. Como es un tanto incoherente que un inspector jubilado planee la trampa con la colaboración de Scotland Yard, algo no cuadra. Y que se pudiera aceptar la supuesta confesión del asesino asustado por el fantasma también resulta inverosímil judicialmente hablando.

La presentación el episodio marca de la casa de Hitchcock resulta muy divertida, ataviado con salacot ofrece a los espectadores una expedición al Hollywood más siniestro, cual si este barrio famoso angelino fuera una gran jungla.
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TOM REGAN
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