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Colombia Colombia · Bucaramanga
Críticas de Andres Botero
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Críticas 324
Críticas ordenadas por utilidad
8
17 de octubre de 2018
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Una mujer fantástica” (Chile, 2017) dirigida por Sebastián Lelio [1974- ], con guion del propio director junto con Gonzalo Maza. Lelio ya había logrado un merecido reconocimiento gracias a su película “Gloria” (2013), reconocimiento que ahora se confirma con esta cinta del 2017, en especial porque esta obra que ahora reseño ganó el Premio Óscar como mejor película de habla no inglesa. El reparto es meritorio: Daniela Vega (actriz transgénero que hace muy bien su papel), Francisco Reyes y Luis Gnecco, entre otros. Estamos ante una cinta dramática, en la cual se narran todos los prejuicios sociales y familiares que tiene que afrontar Marina (Daniela Vega), una mujer transexual que está en duelo por la muerte de su pareja. Empecemos la reseña dejando constancia de la buena producción, lo que se evidencia en el pulcro manejo de cámaras, la sencilla pero acertada fotografía, la pertinente música incidental en relación con las diferentes escenas, etc. Eso sí, un reconocimiento especial exige la gran interpretación lograda por Daniela Vega. Todo lo anterior aporta significativamente para dar lugar a un producto donde la emoción y la intriga están en buen equilibrio con la crítica social que implica un filme como este. Pero no se me confunda: no estamos ante cine político, pues el centro de la atención del espectador está en el ocultamiento del duelo de Marina, quien se muestra ante el mundo como una mujer fuerte, con entereza, digna, pero internamente está devastada. Esto es un gran reto para todo actor/actriz: reflejar dos mundos opuestos, en una sola escena, fuerza externamente y fragilidad internamente. Sin embargo, a pesar de que el objeto de la narración no es la crítica social, este termina siendo la reflexión obligada cuando se ve el rechazo que sufre Daniela por ser diferente, por no someterse a las fuerzas que desean corregir su supuesta “anormalidad”. Al rechazo social, le sigue la persecución violenta e indebida ante quien reclama el derecho a ser diferente. Esta cinta, entonces, facilita la empatía en tanto le permite al espectador “ponerse en los zapatos” de Daniela, una mujer que no le hace daño a nadie, pero la sociedad sí que le hace daño en la medida que no acepta su forma de asumir la vida. El valor de personas como Daniela, quienes con su resistencia no ceden ante los embates sociales, es inmenso pues, a mediano plazo, cuando por su empeño logren ser aceptados dentro de los parámetros de la normalidad (de la norma), la sociedad podrá adaptarse a los nuevos entornos y oxigenar los especialísimos roles de “normalidad” que impone a sus miembros. Lo anterior tiene un importante efecto evolutivo: las sociedades que pierden su capacidad de adaptabilidad tienden a desaparecer, al igual que las muy especializadas a menos de que logren ampliar continuamente los roles especializados que imponen a sus miembros. Dicho con otros términos, la cinta es un drama de una mujer que choca con los roles impuestos, y en este sentido se constituye una oda a la resistencia, permitiendo la empatía del espectador y la denuncia de la intolerancia, resistencia que, si es exitosa, terminará por servir a la misma sociedad, aunque no lo parezca desde los ojos más tradicionales. La diversidad es riqueza. Recomiendo entonces la cinta. 2018-10-17.
Andres Botero
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8
4 de mayo de 2018
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi (de nuevo) Warrior (EEUU, 2011) dirigida y coescrita por Gavin O'Connor [1964- ], siendo esta su película más aclamada y que difícilmente logrará superar, protagonizada por Joel Edgerton, Tom Hardy y Nick Nolte, entre otros. Estamos ante una cinta que, con el paso del tiempo, se ha convertido en una película de culto en el género del boxeo y las artes marciales, pero, como lo diré más adelante, llega a perfilarse como un drama conmovedor. La película se centra en un triángulo familiar: un padre (Nolte) veterano de guerra, exalcohólico que lucha por recuperar el amor de sus hijos; un hijo mayor (Edgerton), profesor de secundaria, padre de familia, un hombre mesurado con dominios amplios de la técnica de las artes mixtas (marciales y boxeo) quien lucha por no perder su casa ante el banco; un hijo menor (Hardy), un exmarine, solitario, llevado por sus pasiones, un hombre con una gran fuerza en su manera de combatir. Y estos hermanos terminan compitiendo entre sí por un premio gordo en el mundo de las artes marciales mixtas. Antes que nada, hay que señalar que las actuaciones protagónicas son magníficas, destacándose Nolte, quien fue nominado en varias premiaciones por este papel. Ahora pasemos al tema de género: esta cinta inicialmente fue catalogada como de artes marciales, pero con los días, el mérito de su propia historia, sumado al conmovedor final -que llega a sacar lágrimas entre el auditorio-, la catapultó para ser vista como un drama, y de los buenos. Si somos sinceros, que una película de acción (boxeo y artes marciales), sea a su vez una competente cinta dramática, conmovedora y humana, es algo raro. En cierto sentido, podría decirse que las artes marciales son el vestido que engancha y provoca, pero es el cuerpo desnudo que hay detrás el que realmente ilumina. Dicho de otra manera, las artes marciales alimentan al espectador y lo mantienen al tanto de la trama, es el componente de entretenimiento, pero no son, para nada, las protagonistas. Otro aspecto que quiero resaltar es la banda sonora; incluso, se arriesgaron con vincular la música Beethoven con el mundo de la pelea del hermano mayor, apuesta que resultó, pues causó un gran efecto en el auditorio y transmitía claramente la idea del de una persona que domina la técnica a la vez que representa la perseverancia. Un rock estridente no iría bien con él. Pasemos ahora al guion (mérito de Gavin O'Connor, Anthony Tambakis y Cliff Dorfman). Este logra ser inverosímil en un par de aspectos (v.gr. que dos desconocidos en las luchas entren sin problema al campeonato más importante), pero esto se perdona en tanto que refleja con gran sinceridad y contundencia (i) la valentía de los tres protagonistas (claramente una invitación a la no-mediocridad); (ii) el dolor, no sólo físico fruto de las peleas, sino también el del pasado; y (iii) el perdón y la reconciliación, valores que no se pueden predicar del amigo, sino del enemigo: ¿qué mérito superior habría en ofrecer la mano a quien también te la ofrece? De allí que el acto final (VER SPOILER) deja en claro una propuesta ético-política que el esperador no debe dejar pasar. En conclusión, estamos ante una obra cargada tanto de adrenalina como de emociones dramáticas, todo un nuevo-clásico que, por su fortaleza narrativa y visual, se ganó un sitio privilegiado en la Vieja Escuela del cine-boxeo y del cine-artes-marciales. Es de aquellas películas que dan ganas de repetir. 2018-05-03.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Andres Botero
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8
4 de agosto de 2016
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “I Smile Back” (USA, 2015) dirigida por Adam Salky (con sólo tres película a su haber, siendo esta la primera que le veo). Cuenta con un buen reparto, encabezado por Sarah Silverman (aplausos) y Josh Charles (que no lo hace mal, pero es opacado por su colega). La película narra la vida de una mujer (Silverman), madre y esposa, que ha dejado de tomar sus medicamentos psiquiátricos y se hunde en una espiral de drogas, alcohol y sexo, el cual termina estallando frente a esposo (Charles) y su familia. El filme ha pasado con elogios modestos por parte de la crítica. La mayoría de los comentarios positivos giran en torno a la actuación maravillosa de Silverman que hace el papel de la madre adicta. Sin embargo, el mérito de la película no se agota en eso. Yo creo que tiene carácter propio y muestra con crudeza el dolor interno de una mujer que no es capaz de controlar sus instintos pero es capaz de juzgar sus actos. Además, el final, fuera de la esperanza, me gustó mucho. Cómo ella cierra la puerta ante la mirada de censura de su esposo. Ya en lo que respecta a temas más de análisis, la cinta sería idea para reflexionar los estadios de la inimputabilidad en materia penal y de psiquiatría forense, por ejemplo. Sin embargo, al no ser mi campo, prefiero llevarlo a algo más cercano a la filosofía: es un filme que refleja las pasiones humanas que se entrecruzan. Está el perdón, el amor, la reconciliación y la alegría, a la par que el odio, el miedo, la vergüenza y el dolor. Si se trabaja sobre la naturaleza humana, en especial sobre la vivencia pasional, se encontrará en esta película excelentes excusas para buenas reflexiones. Ideal para aplicar los pensamientos de Hume. En consecuencia, debo señalar que la cinta me gustó, recopilando, porque tiene carácter propio. La recomiendo entonces. 04-08-2016.
Andres Botero
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9
20 de abril de 2016
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Whiplash” (USA, 2014) dirigida y escrita por Damien Chazelle (quien apenas comienza su carrera en el cine). La película narra el duelo que se suscita entre un joven y ambicioso baterista de jazz, que pretende la fama mundial, y su maestro, un gran músico pero patético ser humano, que lidera la banda de jazz en su institución de educación musical. Los métodos de enseñanza de este último llevan al joven al borde de lo humanamente soportable. Pero todo termina en una posible reconciliación (el filme deja abierto el tema) gracias a la genialidad del baterista reconocida, aunque tardíamente, por el maestro. Ahora bien, frente a mi análisis parto, como es mi costumbre, por lo estético. En este sentido, este filme toca el cielo. Es impresionante desde muchos puntos de vista. Obviamente lo primero que salta a la vista es la música (mérito del joven Justin Hurwitz, quien ha ganado decenas de premios por esto), todo por el ambiente en el que se desenvuelve la trama. Pero también se encuentra la buena fotografía (aplausos a Sharone Meir). Claro está que la mayoría de las ovaciones (hay que darlas de pie) están en la gran rivalidad dramática que lograron dar Miles Teller (quien interpreta al joven baterista) y J.K. Simmons (el maestro implacable). Fue duro para Teller mantener la atención del espectador en sí mismo ante un deslumbrante Simmons (cada día se le otorga un nuevo reconocimiento por su papel). La verdad, llevaba rato sin sentirme tan compenetrado por las actuaciones ofrecidas. ¿Y el guion? Pues logra atrapar la atención del espectador sin mayor dificultad, aunque éste no habría sido tan fuerte si no hubiese contado con Simmons en el rol protagónico. Le pido al espectador que se imagine el guion por sí mismo, prescindiendo de las actuaciones, y podrá darse cuenta que la historia estaba en el filo del desastre, en la medida que raya con lo inverosímil en la relación pedagógica que en la actualidad se suele entablar entre profesor y estudiante. Y justo esto me permite llegar a temas reflexivos con ocasión de la cinta: son muchos los aspectos que pueden meditarse con base en lo visto, pero hay uno sobre el que quiero llamar la atención, pues considero es importante para mi profesión. Me refiero a la pedagogía. Finalizando la película, en un bar, se da un interesante diálogo en el que el maestro le comenta al estudiante por qué es tan duro, porque él cree que con la dureza y la exigencia extrema se forjan los grandes héroes del jazz. Pero el estudiante, quien padeció el maltrato, le responde que también es posible que un genio del jazz haya desistido por no resistir la presión; esto es, que hay límites. Si se pasa el límite se pierde la intención formativa, por más noble que ésta haya sido. Este es el punto crucial de mi reflexión. Considero que un buen maestro es el que exige y reta al estudiante, cosa que ya es problemático en los ambientes facilistas que pululan en las instituciones educativas contemporáneas. En mi caso, recuerdo ahora, con el paso de los años, con mucho cariño a los docentes que me hicieron estudiar e investigar, que no cayeron en las presiones del facilismo de su entorno, los que me fueron severos conmigo sin pasarse del límite (como lo diré más adelante). Lo poco que sé es mérito, fundamentalmente, de aquellos que en su momento consideré que me violentaban por ponerme a estudiar al compararlos con los que “maestros” a los que aplaudía en aquel entonces porque cedían con facilidad ante la presión. Ahora me pasa algo que he verificado cuando me reúno con antiguos compañeros de estudio: casi ni recordamos, ni siquiera el nombre en varios eventos, a estos últimos profesores. Lo peor es que poco o nada me quedó de los temas que supuestamente me enseñaron. En cambio, la boca se nos cae de anécdotas alegres, que ceden luego ante el profundo respeto, frente a los profesores que nos hicieron estudiar. De ellos sí que recordamos sus nombres y sus materias. Un estudiante no debe juzgar tan ligeramente, ni permitir ser parte de la presión que ya existe, a los profesores exigentes. Pero como bien dice el joven músico en la película, hay límites, y si ese límite se pasa, la exigencia del maestro ya no sirve de nada, termina destruyendo toda opción pedagógica. El límite no es solo la dignidad del estudiante, sino también en la propia exigencia. Exigir demasiado a quien no puede dar tanto, termina por espantarlo. Pero cuidado: el estudiante fácilmente juzgará que el que le exige le pide más de lo que puede dar. Por eso digo que los juicios en este tema no pueden ser ligeros. Pero volviendo al tema, recordando con sinceridad mi propia experiencia con mis maestros, fueron más los casos de docentes facilistas que la de profesores que se pasaron de la raya en la exigencia. Entonces ese justo límite, sin ceder a las presiones del entorno, es lo que hace precioso la labor de los verdaderos maestros. El filme, entonces, me permitió reflexionar sobre mi quehacer, sobre errores y aciertos, a la vez que me hizo recordar a grandes profesores que tuve en su momento, los cuales, haciendo caso omiso a las presiones que hay contra los que asumen el compromiso con la disciplina y el rigor (necesarios para los logros personales y profesionales), me dieron todo lo bueno que ahora tengo. Si hay algo que tengo para dar es mérito de aquellos que lograron ese equilibrio en la formación y que pudieron soportar las presiones de la mediocridad, de las que yo, de alguna forma, también hice parte. Oda a mis buenos maestros. 20-04-2016.
Andres Botero
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7
25 de mayo de 2015
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Ocho apellidos vascos” (España, 2014) dirigida por el experimentado Emilio Martínez Lázaro que narra la historia de amor entre un andaluz de pura cepa y una vasca, la que se enreda por las diferencias culturales entre ambos pueblos. La película es, entonces, una comedia de inicio a fin. Esto, obviamente, impone un fuerte límite al auditorio: quien no tenga un mediano conocimiento de los asuntos de los pueblos españoles (como por ejemplo los acentos) no podrá captar mucho de los elementos cómicos que la cinta propone. Ahora bien, la comedia exigió que la moderación y la fidelidad a la realidad sucumbieran. Por ejemplo, la lengua vasca es apenas un factor accidental en la comedia, como si los vascos entre sí hablasen en castellano. Al minimizar el tema de la lengua vasca, se permite una mayor audiencia. Yo, en lo personal, hubiese preferido que la lengua vasca hubiese tenido la fuerza que tiene en la realidad y poner subtítulos para que los espectadores pudieran seguir la trama. Igualmente, los diálogos sacrifican la coherencia y la verosimilitud con tal de hacer reír, y eso está bien si el espectador tiene claro ante qué tipo de obra está. Igualmente, el ritmo no es parejo. Hay momentos en que va en ascenso vertiginoso (al inicio, por decir algo) y otras veces donde va cayendo en el cliché (como es al finalizar). Concluyendo, creo que el público logra reírse mucho, pero hasta ahí. Rescato el sonido y la fotografía, todo lo cual da cuenta del avance técnico de la cinematografía española. Por último, ver que el tema del terrorismo y de los regionalismos exacerbados pasa a ser objeto de bromas, es un buen síntoma de la cultura política. ¿Sería descabellado pensar que mediante el humor (y el amor, si seguimos la propuesta del guion) se puede dejar sin armas a los radicales? La película entonces, si bien no marcará el rumbo de la comedia española, es agradable y, por tanto, la recomiendo. 25-05-2015.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Andres Botero
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