Pues sí, te entretienes un poquito, pero no da para mucho más. El guión es muy simplón y la dirección es elemental. Los actores tampoco son ninguna maravilla, aunque resultan simpáticos y bien intencionados.

Resulta extraño que, tratándose de Walt Disney, haya bastantes detalles descuidados. Por ejemplo, cuando en una escena de la playa desierta se cuelan en segundo plano las piernas de un técnico de sonido paseando. O cuando mezclan en una isla de Pacífico a todo un zoológico de animales de distintos continentes.

¿Qué es lo que le falta, o lo que le sobra? No sé con certeza, pero la película se empieza a desinflar hacia la mitad del metraje.

Quizá hoy en día (2013) las películas de acción y de terroristas tienen una fuerza y un ritmo más acusado. O quizá los efectos especiales son más espectaculares.

Pero el caso es que todo lo que se ve en esta peli termina aburriendo un poco. Todos los personajes son demasiado tópicos. Bastantes escenas sobran o no vienen a cuento, porque sólo se han filmado para que el espectador tonto se las crea tal cual.

En fin, película de género que podría ser pasable, pero que termina siendo regular.

Todas las escenas son gratuitas. Ninguna de ellas mantiene una necesaria lógica con respecto a la anterior o a la siguiente. Parece como si el guionista, sin saber qué hacer para rellenar el metraje, buscase al azar cualquier evento para que el director y los actores puedan lucirse más o menos.

Se trata de la típica película de policía incomprendido por sus jefes y de malvado psicópata. No aporta nada nuevo al género, ni tampoco tiene grandes valores fílmicos que destacar.

La mayoría de las situaciones son bastante inverosímiles. Si te las tragas buenamente, puedes pasar un rato más o menos distraído.

La película cuenta dos dramas suecos descafeinados que no tienen nada que ver el uno con el otro, salvo que ocurren en la misma ciudad con personajes que se entrecruzan. Y los dos te dejan mal sabor de boca.

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