Solo puedo aprovechar este espacio para agradecer infinitamente a Ridley Scott el retrato sincero de uno de los personajes más frecuentes en el mundo del cine, del que se han hecho cientos de películas, y del que somos muchos los que pensamos que todas ellas son completamente inmerecidas.

Agradezco a Ridley con respeto realizar una superproducción de tres horas de duración, sin escatimar en gastos, para mostrarnos a todos el auténtico mequetrefe, inane, vacuo, insustancial personaje, que era ese francés contrahecho que no levantaba más de metro y medio del suelo.

Ya era hora.

Ya era hora de que alguien explicara y mostrara con claridad, para que lo vean los niños también, el verdadero recorrido de uno de los mayores miserables de la historia de Europa, y del mundo, un mequetrefe que sin saber por qué ha sido alzado inmerecidamente hacia cielos ejemplares y heróicos en todas las representaciones que de su persona se han hecho.

No te pongo un diez, Ridley, porque obviamente la película no es una obra maestra. Pero mi corazón, y el de muchos, te otorgamos una matrícula de honor como gran revelador de una de las patrañas que más han prevalecido en el tiempo de la historia de la humanidad.

Gracias por bajar a ese fantoche de los cielos de la épica y el heroísmo, y colocarlo en el cadalso de la infamia y la miseria que se merece.

Joaquín Phoenix, como siempre, correctísimo. En su sitio. Gran interprete siempre creíble. Vanessa Kirby maravillosa, dotando a Josefina de una potencia femenina extraordinaria que convierte al personaje en el verdadero centro del relato.

Los franceses están que trinan con tu película. Esa es claramente la mejor señal de que tu trabajo ha sido excelente.

Después de tu Napoleón ya no le quedarán ganas a nadie de volver a contar la historia de este acomplejado mindundi, que dejó un rastro de millones de muertos, sin objetivo ni finalidad alguna.

Un abrazo Ridley.

Desde los primeros encuadres y planos de esta serie, uno sabe perfectamente que se dispone a ver algo extremadamente cuidado y de extraordinaria belleza.

En seguida caes en la cuenta de que las novelas policíacas del "talento de Ripley", sus contenidos clásicos, sus giros típicos, sus inverosímiles situaciones.., todas esas pamplinas de los autores/as de misterio (que tanto me aburren personalmente) quedan relegadas a un segundo plano.

Se podría decir que se utiliza una trama policíaca harto conocida, simplemente como hilo de unión, como conexión. Y que lo realmente importante es mostrar el extraordinario trabajo de localización, de elección de plano, de iluminación, de fotografía....

Con una nitidez exquisita, uno se pone a contemplar como si de una hoguera se tratara, como cuando te recreas en un alto mirador, como cuando reconoces la belleza de la geometría en los más mínimos detalles.

Aunque sus contenidos son entretenidos y ya vistos y leídos, sus formas son realmente fascinantes. Hay secuencias para enmarcar, hay planos para enmarcar...

Simplemente haciendo capturas al azar de cualquier parte de la serie, se podrían rellenar perfectamente diez o doce salas de exposiciones.

Nada más que añadir.

Guerra, guerra, y siempre en guerra, están estas galaxias divididas entre el bien y el mal, de las que no queda ya nada que sacar. Y menos si el director por encargo J.J. Abrahams ha resultado ser completamente incapaz no sólo de de hilar una buena historia, si no de darle ese toque Lucas que por lo menos podría haber contentado a los fans incondicionales de la serie.

La aparición de los personajes de las entregas anteriores está inmersa en el patetismo, en la lástima, y en la vergüenza ajena. Han Solo, en un inverosímil papel, se asemeja a la reencarnación de Miliki. La princesa Leia parece venir del programa de la Campos "Qué tiempo tan feliz", lo de Luke..., mejor me callo.

Está claro que todas las críticas favorables no son más que ayudas a la promoción de la película. El guión no es más que la "adaptación" de la primera película de la saga pero sin magia, sin aura, sin nada. Muy floja de música y buenos efectos sonoros (todos los efectos son enlatados de las anteriores)

Está claro que Star Wars tiene un padre que es George Lucas, y es el único capaz de ordenar y organizar esta serie de cuentos infantiles para que parezcan otra cosa. (aunque las tres últimas que hizo también eran canelita en rama...)

En definitiva, "el despertar de la fuerza" ha resultado ser "el acabar". Un error y un horror de Abrahams que hará decaer las próximas taquillas de la saga.., si las hubiere.

La gran Belleza ya fue un ejercicio de pretenciosidad neobarroca para reflejar un punto de vista pseudointelectualoide de la existencia, a través de las vidas de unos personajes poco verosímiles que pertenecían a las clases altas de la sociedad.

Con "La Juventud" Sorrentino se empeña una vez más en hablarnos de la vejez, utilizando la unidad de espacio (El balneario donde Thomas Mann escribió "La montaña Mágica") y usando de nuevo a unos poco creíbles personajes en la decadencia de sus vidas, pero a los que les va muy bien con masajes diarios, buenas comidas, y absoluto descanso dentro del marco incomplarable de los alpes suizos. De nuevo un paisaje forzado que invita al diálogo afectado, a las frases hechas, a los discursos manidos, a la verdad impostada.

Las intervenciones de dos grandes como Caine y Keitel no sirven para rescatarnos del tostón. La elección del cartel de la película, así como la secuencia en la que aparece la imagen, nos indica la verdadera esencia intelectual del amigo Paolo.

Este "viejoven" de Sorrentino, cuando se haga mayor y vuelva a ver estas películas, se avergonzará de haberlas hecho. Si no fuera así, sería claro síntoma de haber envejecido muy mal.

Siguiendo la línea chispeante y novedosa generada por Charlie Brooker y sus Black Mirrors, donde humanidad y tecnología se confunden, nos llega este truño de Spike Jonze, de largo metraje, e incontenible bostezo.

La peli un poquito más corta hubiera estado pasable, pero no hubiera superado la masculinidad que impregna toda la historia a la hora de contar las cosas. Masculinidad que llega al onanismo y, a partir de aquí, a la puerilidad, a lo naif, y a un entendimiento del mundo de verdadera guardería.

Romanticismo caduco, rancio, y manoseado, en plena era cibernética. Aburrimiento supremo. Tonterías y barquitos.

Del romanticismo al tostón sólo hay un paso.

La Scarlett Johansson sale guapísima.