Cuando los tatuajes no dejan que fluya el cerebro, pasan estas cosas. Sin duda alguien tendrá que hacer un estudio entre tatuajes, tamaño, contenido, etc.... y capacidad cerebral del que los lleva.
Una vez más se observa la cada vez más clara, proporción inversa, a más tinta, menos seso.
Aquí los buenos, por decir algo, lo que mejor manejan es el tiro, ya sea tiro a tiro o en plan metralleta, y caiga quien caiga, ya sean las leyes o los desdichados que pasen cerca de semejante zoquete armado. Los malos, también de pólvora van cargados, y claro entre unos y otros, la película deja poco aire para la sustancia.
En fin el escocés, en plan director de orquesta, es macarra en todas y cada una de sus planos secuencia, que podemos entenderlo en los malos, pero en los buenos se entiende que no. Es más, el malo hasta tiene más hígados que el macarra de bolera del escocés.

Lo borda, sin duda el escocés ha nacido para este tipo de papeles.

Hermosa película sobre un clásico, a veces luminosa y a veces, muchas, demasiado oscura para que la vea un niño pequeño. Una cosa es un dibujo animado y todos entendemos que eso no existe, pero cuando todo parece real, o mejor dicho, en realidad aumentada....sospecho que alguno se va a pasar la noche en blanco calmando a la criatura del hogar.
Si no llevaste a la chavalería a ver King Kong, tampoco creo que el mono Loui, quede demasiado lejos.

Esta película es una más de la serie Marvel. Se trata de BalaMan, cuyo super poder consiste en que las balas le patinan. Además de esto, sus manos son dos sartenes que como te den una bofetada, te sacan la cabeza de cuajo.
Bueno, pues este héroe de la serie Marvel, es contratado como guardaespaldas del presidente de EEUU, auténtico imán (en el sentido de atraer) a todo malo que se precie. BalaMan se encarga de ellos, de uno en uno, o en tropel, porque con todo puede.
Como cualquier héroe de la serie Marvel, asociado a su poder, posee una carencia, y en este caso es la expresión, ya sea verbal (inexistente, más allá de algún gruñido) o facial, y es que todo no se puede tener.
Con semejante premisa, la película está cantada, y desde el minuto uno sabes que los malos van a pasar las de Cain en el desierto, y en el ínterin, BalaMan va a repartir grasa como si fuese regalada.

Naces donde te toca, como te toca, y en le tiempo que te toca vivir, nadie elige, pero te condiciona de por vida. Este es el caso.
Naces en Corea, que es tanto como nada en los años de la película. Naces princesa, es decir, una pieza del tablero que otros mueven. Naces con la segunda guerra mundial, pisándote los talones. ¿Qué puede salir mal?, todo.
Película impecable de principio a fin, sobre la vida de una princesa que realmente existió, o mejor, de una niña, porque también lo era, para vergüenza de unos y otros.
Todo razonablemente bien, pero claro, sobresale ella, Son Ye-Jin. Se come la película, y sobre todo en el metraje final, donde da vida a lo que queda de la princesa, lo que queda de esa niña que corre por el palacio. Frágil, a punto de la rotura. con la mirada infinita. ¿Se puede hacer mejor?, no.

La primera fue una fractura, un antes y un después. Esta es una continuación, digna a mi entender, pero continuación.
Cuando surgió la primera, nadie sabía lo que era un clon, como para sospechar que un replicante pudiese ser más humano, que el pistolero que le quería matar. La parte final de la película, de una humanidad absoluta, desde el amor del replicante al ver a su compañera muerta, o la salvación del que justo antes había matado a su ser más querido, simplemente nos dejó plantados en la butaca.
En tiempos del primer BladeRunner descontado los humanos, solo Franquestien tenía dudas, solo él se preguntaba qué soy, pero el pobre era muy torpe, daba miedo y al final la turba lo mataba. Solo KingKong se enamoraba de una rubia, pero todos sabíamos que aquello no tenía recorrido. Hasta que no llegó Blade Runner no vimos que nos iban a dejar atrás algo que no era humano, porque el mundo era de unos tipos más listos, más guapos y más fuertes, y que eran tan todo, que lo mejor era matarlos sin hacer muchas preguntas.
Ahora este aspecto es cotidiano, la transcendencia de un robot, de un clon, de un programa de software, todo esto es habitual, es lo normal. No causa sorpresa, lo hemos aceptado, nos ganarán y el paraíso será disponer de suficiente tiempo de CPU para dislumbrarlo, ya que el cielo será algo parecido a San Junipero en Black Mirror, o si tenemos mucha suerte nos harán una fotocopia más o menos fidedigna de nosotros, pero con un Hw mejorado. Ya lo sabemos, no insistías.
Pero Deckard, sigue enamorado de Rachael, eso sí, algo de luz entre la niebla.
- Cómo se llamaba ella?
-....... Rachael,
y volvimos a 1982, y los recuerdos, esos recuerdos espesos y que justifican una vida, nos hacen humanos.