Voy a valorar la película como cuando fui, con 19 años, al día de su estreno. En aquel momento, aún no había la publicidad que hubo posteriormente, por lo que fui del todo virgen a sentarme en la butaca con mi bolsa de palomitas. También es de recibo recordar que ha sido la única película que he visto solo en un cine (snif, snif,... me había dejado la novia un mes antes o así...).

¿Por qué le he puesto un diez? Porque consiguió, al menos conmigo, el efecto repetición. Si no recuerdo mal, la fui a ver unas cinco veces al cine (mejor no digo la verdad, para no caer tan bajo), y casi a cualquiera que le preguntaba, me decía: "Pues esta es la tercera vez que voy a verla". Y es que era tan inmensa y monumental como popular en su planteamiento. Unir los ingredientes de una novela rosa recargada de amor, odios, envidias, celos, amores imposibles, drama, riqueza y pobreza repartidas entre la primera y tercera clase que tanto se reiteraba... ¿no os recuerda a algo?, ¿a Lo que el Viento se Llevó, quizá? Titanic fue monumentalizar lo choteado de una manera perfecta y haciendo algo relativamente nuevo: poner unos efectos visuales de Oscar al servicio de la historia, que no todo lo contrario (que es en donde patina la mayoría).

Esta película siempre pasará a la historia por el Oscar que se llevó Men In Black de mejor maquillaje, relegándola a compartir igualdad de Oscars con Ben Hur. Qué cosas...

Este intento de metraje hizo lo que nunca había conseguido una película: salir de una sala de cine. Y no sólo eso: lo consiguió a los 20 minutos. Para hacer una cinta de este calibre, hay que tenerlos bien puestos. Si hubiera sido un sinsentido, hubiera sido algo; si hubiera sido mala, hubiera sido definible como tal. Fue capaz de hacer brotar en mí adjetivos que desconocía en lenguas muertas. En definitiva, mala hasta decir basta.

¿Quién es bueno?, ¿quién es malo? Haggis ha dirigido un ensayo sobre lo relativo, sobre la pesadumbre humana, sobre los reveses de la vida y una soberana ponencia sobre las dos caras de la moneda en un film en el que todo está bien hecho. Sorprende un Matt Dillon con un papel valiente, eficaz y atrevido, de una pasta con la que nunca le había visto hecho. Indispensable y para mi gusto, la mejor película del año pasado.

Ahhhh, ¡Qué buena!. Y que bien me lo he pasado en esta tarde de domingo, sí señor. Me la he creído completamente (Page), a su padre, a su madrastra, incluso casi su embarazo. Me comí completitos los diálogos, me reí con su ácida comedia y, de paso, con la mejor película que he visto este año, ¡y sin efectos visuales y con tan sólo 90 minutos de duración!.

Es fresca, irónica, creíble, tenaz; Ellen Page da vida propia al personaje, sin sobreactuarlo, pero dándole un carisma entre Pippi Langstrum y Mafalda, pero genuino. Yo me enamoré de ella incluso antes del parto.

Recomendada.

Estos Coen... Son unos cachondos de mucho cuidado y vamos nosotros y les reímos las gracias. Bueno, yo particularmente no.

¿Que tiene una buena imagen? Es indudable. ¿Que el guión es impecable? También, pero sencillo de mover incluso para un director novel. Bardem borda un papel que le fue dado para ser nominado al Oscar que se llevará. Una perita en dulce, como se le llama. ¿Que tiene una impecable factura general? Mentiría descaradamente si dijera que no, pero son dos directores sobrevalorados. Demasiado.

Es una película plana, con cincuenta guiños ya visto anteriormente... y con otro movimiento, no con el de 40 pulsaciones por minutos. En la piel de Tommy Lee vi a la prota de Fargo, en su mismo papel y casi con la misma densidad de panza. Y ambas me parecieron dos pelis bien hechas, pero sencillas y de mediodía. Ninguna me dijo nada, ni me dio que pensar nada, ni me hicieron mover una sola de mis tripas. Nada. Diagrama plano.