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Críticas de Joan Ramirez
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Críticas 124
Críticas ordenadas por utilidad
3
6 de octubre de 2011
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
No soy el primero en apreciar que realmente cuesta vincular esta película al clásico de 1968, iniciador de esta saga tan dispar. Intento ver en esta obra alguna preocupación de orden social comparable al temor a la guerra nuclear que se desprendía de la primera, pero soy incapaz. Como mucho, se podría considerar el tema del Alzheimer, pero me parece más una idea peregrina para poder desarrollar el guión que el gran nexo de complicidad con un público alarmado por su futuro.

De hecho, y aún siendo un producto descaradamente comercial, esta película rebaja en exceso la mínima exigencia que se le supone al espectador adulto o adolescente. Las soluciones que plantea el guión –como el contagio universal- están más que manidas. Algunos diálogos, desde mi humilde punto de vista, son realmente para besugos. No me quito de la cabeza al padre del protagonista, totalmente recuperado de sus males, tocando el piano como si Bach se hubiera tomado un frasco de anfetaminas, diciendo: “entonces… ¡no estoy enfermo!”.

Por otra parte, el guión, que cede todo el protagonismo a las criaturas de pelo digital, no permite ninguna interpretación lucida ni va más allá de dibujar unos personajes muy planos y poco sorprendentes.

Felicito, envido y admiro a todos los que se lo saben pasar bien en la mera observancia de los avanzados efectos tecnológicos que festonean el cine de alto presupuesto en Hollywood. Servidor, en gran medida, gracias a todos los amigos de Filmaffinity que me estáis enseñando a ver cine, se está volviendo mucho más exigente.

El peaje que pago es que la película me trasladó a La Platea de lo Simios. Así me sentí.
Joan Ramirez
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8
25 de abril de 2011
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué da más pena: un niño pobre y hambriento, o un niño pobre y hambriento frente al aparador de una pastelería? Las filosofías más antiguas ya dicen que conocemos por contraste. La Gran Soledad no es cosa de hoy, hace tiempo que se padece en el medio urbano. Y va a peor.

Así que esta película nos muestra a una niña sola y triste en el seno de su familia, y a un hombre solo y triste en el entorno de superpoblación por excelencia: Nueva York. De ambos contrastes nace la efectividad de la película así como el punto de partida de la trama: la relación epistolar entre Max y Mary.

Ella tiene 6 años, su padre resulta tan ausente como el alma de los pollos que diseca (es taxidermista). Su madre consume bebidas alcohólicas, otro efectivo modo de desalmarse. Por su parte, Max tampoco tuvo una infancia feliz y ahora padece graves problemas de ansiedad y le cuesta relacionarse con el mundo.

Los temas colaterales están en la línea de lo ya expuesto: la medicalización de la sociedad, el estigma de la vejez, de la fealdad, y el desamparo de los gatos tuertos.

No la califico con un diez porque, personalmente, me sobra un poco de humor negro, de escatología y de estética feísta, aunque el trabajo de animación en plastilina es impresionante.

Aquellos que se hayan sentido muy solos y frikis alguna vez, háganse con un buen pañuelo antes del visionado.
Joan Ramirez
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8
31 de enero de 2010
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que nos alejan de la realidad, no sólo por que recreen mundos inexistentes, sino porque revisten de gratuita heroicidad a los protagonistas de la trama. No es el caso de esta gran película bélica que, al contrario de tantas, no bascula entre “los buenos” y “los malos”.

Desde mi punto de vista, esta es una película para aprender. Para aprender cómo podían cohabitar más de 50 hombres en el mínimo espacio de un submarino de guerra (y quizás sea esta la verdadera heroicidad…). Hombres a los que les crecía la barba, sudaban, apestaban y que habían de compartir por turnos las literas durante meses sin atracar. Hombres hacinados que se veían obligados a apartar los embutidos que colgaban del interior del casco para poder consultar algunos manómetros. Hombres que se pasaban el día comiendo limones para no coger el escorbuto y que, como complemento de las prácticas saludables, se fumigaban los hongos del pubis.

A mi entender, el abanico didáctico se extiende también a la contemplación de la tecnología reinante en 1941, que a ratos me ha parecido medieval. ¡Qué arrestos había que tener para calibrar “a oído” dónde estaba el destructor que te lanzaba cargas submarinas!

En fin, una gran película en que los héroes se despeinan, sienten, sufren, guardan la calma y afrontan situaciones de angustia tremenda que se traspasa al espectador. Sumérjanse en su contemplación y no se la pierdan.
Joan Ramirez
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7
20 de febrero de 2012
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siendo un hombre muy maduro, a punto ya de retirarse como piloto en las competiciones automovilísticas en que participaba, Paul Newman declaró en una entrevista una de las frases más lúcidas e interesantes con que me he topado por sorpresa. Vino a decir, más o menos, que “cuando compites por el primer puesto en una carrera y el coche funciona de maravilla, tomas las curvas a la perfección y… te sientes feliz… no hay duda: vas demasiado lento”. Dicho de un modo algo más rupestre: que la vida es como ir en bicicleta: si paras, te caes.

Creo que sólo un hombre que tuviera esto tan claro pudo transitar sin problema del cine moralista de los cincuenta al realismo más personal de los sesenta e, incluso, al cine de desastres de la década siguiente. Superestrella y todo un profesional. Echen cuentas y verán que no hay tantos.

“Comando Secreto” (absurdo y arbitrario título que no hace justicia ni al original ni a la película en sí misma) es prueba de esta constante reinvención de la que hablo. No es una gran película, se limita a ser entretenida. Y vaya por delante que es del género cómico, sin cortapisas: nada de cine bélico ni thriller como leo por ahí. Aunque sea de factura americana, tiene un humor muy inglés, inteligente y refinado, con juegos de palabras y situaciones ridículas afrontadas desde la estupefacción y la seriedad de sus protagonistas. Como explica de forma insuperable en su crítica El Despotricador, hay que saber sintonizar con este tipo de humor para poder disfrutar el film.

Un par de apuntes para finalizar: delicioso el papel interpretado por Vito Scotti, el militar italiano, ex director de hotel, que se encarga del bienestar de los generales presos, una especie de José Luís López Vázquez a la italiana. Tremendo.

El otro descubrimiento es Sylva Koscina, por la que me he visto suspirando.
Joan Ramirez
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7
6 de octubre de 2011
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
UNA FÁBULA MUY SEVENTIES

Los niños que actúan bien son realmente desconcertantes. Esto quizás sea por la inocencia que se les supone, toda vez que un actor no deja de ser un profesional de la mentira. Mi desconcierto crece –o, mejor dicho, se basa- en los que interpretan papeles trágicos, ya que, en roles alegres, los niños juegan más que otra cosa (la mayoría de ustedes ya sabe que en ingles “jugar” e “interpretar” se dice del mismo modo). En el caso que nos ocupa la estrella es Jodie Foster y sólo por ella y por su actuación hay que ver la película, sin que por ello desmerezca el papel de Martin Sheen.

La Muchacha del Sendero es una película “rara”, poco conocida, de esas que daba gusto descubrir por casualidad en emisiones televisivas de madrugada, cuando aún no había Internet y las cadenas privadas se esforzaban en emitir obras con derechos irrisorios.

Jodie Foster aparece aquí en el año de su debut como actriz, no sé si antes o después del rodaje de Taxi Driver, en el que ya saben que tiene un breve papel como prostituta. Su actuación es sobria, y de su seriedad emana ternura, miedo, soledad, inocencia. Un pequeño recital que presagiaba su interesante carrera.

Lo único un poco desconcertante es que el cine de los setenta, a mi entender, podía llegar a ser bastante descarnado, y la Foster, cuyo papel en este film tiene un poco de Pipi Langstrum, acaba apareciendo desnuda en una trama en que la pederastia es uno de los motivos de la trama. A su vez, la historia tiene leves tintes de hipismo con los que la excesiva juventud de la protagonista no cuadra. Se habla de marihuana, de viajes a Marruecos, se presentan chilabas pseudo eróticas muy de la época... algo chirriantes con la recién estrenada nubilidad de la Jodie Foster de 1976.

Al hilo de lo que antes decía, me parece a mí que en los setenta el cine alcanzó unas cotas de realismo no superadas, tendencia que después abandonó en aras de soluciones más aparatosas, endulzadas, o efectistas. Es un tema que da para debatir. Con todo, ahí queda el cine de desastres, de canibalismo, de intriga política, de espías... con un tratamiento desnudo que después se perdió.

En fin, pasen y vean a esta ricitos de oro que se alisó el pelo, en la casita que es su mundo, viviendo sobre un sótano cargado de macabros secretos, sobreviviendo al lobo que llama a su puerta y encontrando… sí… el amor.

La música de Chopin que acompaña el metraje, un placer. La fotografía de los interiores, no tanto.

Veredicto: recomendable.
Joan Ramirez
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